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editor: Edu Robsy etiqueta: Teatro textos disponibles


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La Mojigata

Leandro Fernández de Moratín


Teatro, comedia


Advertencia

Escrita y no corregida todavía a satisfacción del autor la comedia de La Mojigata, empezaron a verse copias de ella desde el año de 1791. Durante los viajes de Moratín fuera de España corrió esta pieza igual fortuna que la de El Barón, con poca diferencia. La representaron en muchas casas particulares de la capital, y se celebró el acierto con que la desempeñaron varios aficionados en casa del abogado Pérez de Castro, y en la de la marquesa de Santiago. Los cómicos de las provincias la incluyeron en su caudal y la representaban frecuentemente; sólo mereció el autor a la estimación que le profesaban los actores de Madrid que se abstuviesen de darla al público, sabiendo que se proponía hacer en ella alteraciones muy esenciales, y que no podía serle agradable saber que la representaban sin su aprobación por manuscritos tan viciados y tan llenos de errores suyos y ajenos.

A su vuelta, hizo en ella las correcciones que le parecieron convenientes; y estudiada y ensayada por los cómicos de la compañía de la Cruz, se representó en aquel teatro el día 19 de mayo de 1804. No hubo parcialidades, ni venganzas, ni conspiración, ni alboroto: la experiencia había dado a conocer la inutilidad de estos medios y el nombre del autor aseguraba ya los aplausos. El público la recibió con aprecio particular; no así los falsos devotos ni los críticos. Los primeros abominaron de ella, y no les faltaba razón; los segundos publicaron delicadas observaciones, en que manifestaron por una parte su laudable anhelo de ver el arte en toda su perfección, y por otra su corta inteligencia para indicar a los que le practican los medios de lograrlo. Las censuras produjeron elogios y defensas; y es de notar que unos y otras se escribieron con urbanidad y moderación, prendas no muy comunes en este género de escritos y que hoy día totalmente se desconocen.


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Dominio público
58 págs. / 1 hora, 42 minutos / 869 visitas.

Publicado el 20 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

La Devoción de la Cruz

Pedro Calderón de la Barca


Teatro, Drama


PERSONAS

Eusebio.
Curcio, viejo.
Lisardo.
Octavio.
Alberto, sacerdote.

Celio.
Ricardo.
Chilindrina, bandoleros.

Gil, villano gracioso.

Bras.
Tirso.
Toribio, villanos.

Julia, dama.
Arminda, criada.
Menga, villana graciosa.
Bandoleros.
Villanos.
Soldados.

La accion es en Sena y en sus contornos.

JORNADA PRIMERA

Arboleda inmediata á un camino que se dirige á Sena.

ESCENA PRIMERA

MENGA, GIL.

Menga.
(Dentro.) ¡Verá por dó va la burra!

Gil.
(Dentro.) Jo, dimuño; jo mohina.

Menga.
Ya verá por dó camina:
Arre acá.

Gil.
¡El diabro te aburra!
¿No hay quien una cola tenga,
Pudiendo tenella mil? (Salen.)

Menga.
¡Buena hacienda has hecho, Gil!

Gil.
¡Buena hacienda has hecho, Menga,
Pues tú la culpa tuviste!
Que como ibas caballera,
Que en el hoyo se metiera
Al oido la dijiste,
Por hacerme regañar.

Menga.
Por verme caer á mí,
Se lo dijiste, eso sí.

Gil.
¿Cómo la hemos de sacar?

Menga.
¿Pues en el lodo la dejas?

Gil.
No puede mi fuerza sola.

Menga.
Yo tiraré de la cola,
Tira tú de las orejas.


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Dominio público
42 págs. / 1 hora, 13 minutos / 319 visitas.

Publicado el 4 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Hernani

Victor Hugo


Teatro


Prefacio

El autor de HERNANI decía hace poco tiempo, a propósito de la prematura muerte de un poeta:

«… En los actuales momentos de lucha y de borrasca literaria, no sabemos si son más dignos de compasión los que mueren que los que viven peleando; triste es que pierda la vida un poeta a los veinte años, y que vea desvanecido un porvenir risueño; pero, en cambio, el que muere reposa. Séales permitido volver algunas veces con envidia los ojos hacia los que duermen en el sepulcro, a los hombres en quienes se ceba la calumnia, la injuria y el odio; a los hombres leales, que tienen que sufrir guerra desleal; a los hombres llenos de abnegación, que tratan de dotar a su patria de una libertad más, de la libertad del arte; a los hombres laboriosos, que perseveran en realizar su obra de progreso y son víctimas de las viles maquinaciones de la censura y de la policía, por una parte, y por otra de la ingratitud de los hombres por quienes trabajan. Invideo, decía Lutero en el cementerio de Worms, invideo quia quiescunt.


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Dominio público
72 págs. / 2 horas, 6 minutos / 704 visitas.

Publicado el 23 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Viejo y la Niña

Leandro Fernández de Moratín


Teatro, comedia


Advertencia

En el año de 1786, leyó el autor esta comedia a la compañía de Manuel Martínez, y los galanes fueron de opinión de que tal vez no se sufría en el teatro por la sencilla disposición de su fábula, tan poco semejante a las que entonces aplaudía la multitud; pero se determinaron a estudiarla a pesar de este recelo, persuadidos de que ya era tiempo de justificarse a los ojos del público, presentándole una obra original escrita con inteligencia del arte.

Costó no pequeña dificultad obtener licencia para representarla, y sólo pudo conseguirse haciendo en ella supresiones tan considerables, que resultaron truncadas las escenas, inconsecuente el diálogo, y toda la obra estropeada y sin orden. La segunda dama de la compañía, que frisaba ya en los cuarenta, no quiso reducirse a hacer el papel de doña Beatriz, a fin de conservar siquiera en el teatro las apariencias de su perdida juventud. La comedia volvió a manos del autor y desistió por entonces de la idea de hacerla representar.


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Dominio público
58 págs. / 1 hora, 42 minutos / 1.690 visitas.

Publicado el 20 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

El Ricachón en la Corte

Molière


Teatro, Comedia


PERSONAJES

JOURDAIN
MADAME JOURDAIN
LUCILA
CLEONTE
DORIMENA
DORANTE
NICOLASA
MAESTRO DE ARMAS
FILÓSOFO
COVIELLE
MAESTRO DE MÚSICA
MAESTRO DE BAILE
EL DISCÍPULO
EL SASTRE
EL OFICIAL DE SASTRE
DOS CRIADOS

La acción, en París, en casa de M. Jourdain.

ACTO PRIMERO

Una sala con muchos instrumentos de música. El discípulo del maestro de música, sentado ante una mesa, está componiendo una serenata que monsieur Jourdain ha encargado.

ESCENA PRIMERA

EL MAESTRO DE MÚSICA, el MAESTRO DE BAILE, el DISCÍPULO, MÚSICOS y BAILARINES

MAESTRO DE MÚSICA (A los músicos). —Venid..., entrad en esta sala y aguardad sentados a que llegue.

MAESTRO DE BAILE (A los bailarines). —Y vosotros también, pero a este otro extremo.

MAESTRO DE MÚSICA (Al discípulo). —¿Está ya eso?

DISCIPULO. —Sí.

MAESTRO DE MÚSICA. —Veamos.

MAESTRO DE BAILE. —¿Algo nuevo?

MAESTRO DE MÚSICA. —Sí. Una serenata que le ha mandado hacer aquí mismo, en tanto que nuestro hombre se sacude las sábanas.

MAESTRO DE BAILE. —¿Se puede ver?

MAESTRO DE MÚSICA. —Ahora, cuando él salga, podréis oírla, con sus recitativos y todo. Poco puede tardar ya.

MAESTRO DE BAILE. —Nuestras ocupaciones actuales, tanto las vuestras como las mías, no son grano de anís.

MAESTRO DE MÚSICA. —Ciertamente. Ambos hemos hallado al hombre que necesitábamos. Monsieur Jourdain, con sus ínfulas de cortesano, que se le han subido a la cabeza, es para nosotros una finca. ¡Lástima que no le imitaran los demás, para bien de vuestras danzas y de mi música!

MAESTRO DE BAILE. —Según y conforme... Yo estimo que no le estarían de más algunos conocimientos que le permitieran darse cuenta de nuestros trabajos.


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Dominio público
61 págs. / 1 hora, 48 minutos / 462 visitas.

Publicado el 6 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

El Rey se Divierte

Victor Hugo


Teatro, drama


Prólogo

El estreno de este drama motivó un acto ministerial inaudito.

El día siguiente á la primera representación, recibió el autor de parte de Mr. Jouslin de la Salle, director de escena del Teatro-Francés el siguiente oficio, cuyo original conserva cuidadosamente:


«En este momento, que son las diez y media, acabo de recibir la orden de suspender las representaciones de El Rey se divierte, comunicada por Mr. Taylor en nombre del ministro.

»Hoy 23 de noviembre.»


Lo primero que se le ocurrió al autor fué dudar de lo que leía: el acto era arbitrario hasta lo increíble.

En efecto, lo que han llamado Constitución-Verdad dice: «Los franceses tienen el derecho de publicar...» Nótese que el texto no dice solamente el derecho de imprimir, sino amplia y claramente el derecho de publicar. Ahora bien, el teatro no es más que un medio de publicación como la prensa, como el grabado, como la litografía. La libertad del teatro está pues implícitamente consignada en la Constitución con las demás libertades del pensamiento. La ley fundamental añade: «La censura no podrá ser restablecida nunca.» No dice el texto la censura de los periódicos, la censura de los libros; dice sólo la censura, la censura en general, toda censura, la del teatro, como la de los escritos. Las obras dramáticas, pues, no podrán en adelante ser legalmente censuradas.

Fuera de esto dice la Constitución: «Queda abolida la confiscación.» Pues la supresión de una obra, después de ser representada, no es sólo un acto monstruoso de censura y arbitrariedad, sino también una verdadera confiscación, es usurpar violentamente al autor y al teatro su legítima propiedad.


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Dominio público
104 págs. / 3 horas, 3 minutos / 232 visitas.

Publicado el 25 de julio de 2022 por Edu Robsy.

El Refugio

Pedro Muñoz Seca


Teatro, Comedia


Al gran periodista y admirable escritor Adolfo Febles Mora, director de la «Gaceta de Tenerife», que con tanto cariño me he defendido siempre.

Personajes

Africa
Horacio
Maruja
Ramón
Consuelo
Timoteo
Nieves
Luis
Benita
Paco
Condesa
Victoriano
Timoteo
Wistremundo
Eulogio
Jorge

La acción, en un parador. Época actual (1933)

Acto primero

Pieza central de uno de los paradores, albergues o «refugios» construidos al borde de las carreteras por el Patronato Nacional de Turismo. En el foro, chimenea de piedra, con librerías y sendos butacones. En el primer término de cada lateral, un tresillo con su mesita correspondiente. En las paredes, aparatos de luz, un teléfono y trazos de colores indicando carreteras, pueblos, fuentes de gasolina, etc., etc. Una puerta en cada lateral: la de la derecha (actor), que da acceso al comedor, y la de la izquierda, que conduce al recibimiento. Son las cinco de la tarde de un día de invierno. La chimenea, encendida. Época actual.

(Al levantarse el telón, AFRICA, administradora del «parador», señora como de cincuenta años, que viste con sencillez y buen gusto, está poniendo nuevos leños en la chimenea, al mismo tiempo que entra en escena, por la derecha, TIMOTEO, su hermano, sesentón simpaticote y corriente, que ha sido cochero de casa grande, y se le nota).

TIMOTEO.—¿Qué, se largó ya la marquesa esa de Sangüesa?

AFRICA.—Hace un momento. ¡Lo que se ha alegrado de verme aquí, al frente de «parador»! Y no me reconoció al pronto. Ya ves: ella, que hace treinta años me llamaba a mí la doncella de oro… Lo que yo le dije: «¡Ay, señora marquesa!… ¡De aquel oro no queda más que esta escoria!».

TIMOTEO.—Vamos, vamos; no hay que tirarse por los suelos, hermana.


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Dominio público
81 págs. / 2 horas, 23 minutos / 480 visitas.

Publicado el 22 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

El Galán Fantasma

Pedro Calderón de la Barca


Teatro


Personas que hablan en ella

ASTOLFO, primer galán.
CARLOS
EL DUQUE
JULIA, primera dama
ENRIQUE, barba
CANDIL, gracioso
LAURA, dama
LEONELO
OTAVIO
PORCIA, criada
LUCRECIA, criada

Jornada I

Salen JULIA, dama, PORCIA, criada, con mantos, y detrás ASTOLFO.

ASTOLFO.— De vuestras señas llamado,
de vuestra voz advertido,
hasta el campo os he seguido
ciego, confuso y turbado.
Sacad, pues, deste cuidado,
señora, el discurso mío:
si es por dicha desafío,
ya estamos en buen lugar;
bien podéis desenvainar
el garbo, el donaire, el brío,
que son las armas que vós
habéis contra mi desvelo
de esgrimir en este duelo.
Solos estamos los dos.
¡Descubrios ya, por Dios!
Sepa quién sois, que no es bien
matar con ventaja a quien
de vós se ha fiado hoy.

JULIA.— Pues no dudéis más, yo soy.

ASTOLFO.— Julia, señora, mi bien,
¿tú en este traje?, ¿tú aquí?
¿Qué dicha o desdicha es mía?
Que si una duda tenía
sin verte, cuando te vi
son infinitas. ¿Tú así
has salido de tu casa?
El corazón se me abrasa.
¡Dime, por Dios, lo que ha sido!
¿Qué es esto? ¿Qué ha sucedido?

JULIA.— Oye y sabrás lo que pasa.


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Dominio público
56 págs. / 1 hora, 38 minutos / 243 visitas.

Publicado el 16 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

El Ex...

Pedro Muñoz Seca


Teatro, Comedia, Sátira


Estampa primera

En Medinilla, pueblo andaluz, y en el compás de un convento de frailes, hay establecido un taller de carpintería con permiso de la comunidad y para ayuda de sus necesidades. A la derecha (actor), el edificio del convento, y en primer término, una ventana. A la izquierda, edificación modesta para vivienda del portero, actualmente ocupada por los dueños de la carpintería. Ante esta edificación, un amplio tejadillo que preserva los bancos, maderas y herramientas del taller. Al fondo, tapia y puerta que dan a una plazoleta de pueblo. Al aire libre florecen, en sus arriates, algunos rosales y una frondosa higuera da plácida sombra a un pozo. Es de día. En verano.


(Están en escena, al levantarse el telón, PERICO LEBRIJA, uno de los dueños de la carpintería; hombre cincuentón, pelirrojo, cara de vinagre; todo él un puro nervio, vestido con los mejores trapitos del arca, rodeado de tres animalotes del pueblo: APANDA, BUCHE y BENITO, que están haciendo los honores a una damajuana de vino; y al otro lado de la escena, bajo el tejadillo. RAMON, oficial de la carpintería, y PETRILLA, hija de Perico, que contemplan el cuadro. Se oyen en la calle grandes voces de “¡Viva la libertad!", "¡Viva la República!", "¡Muera Quintana!", “¡Mueran los caciques!", etc., etcétera como de gente que ha pasado tras la tapia del fondo y poco a poco se aleja.)


PERICO.—(Desesperado mordiéndose una mano.) ¡Maldita sea!...

APANDA.—(Al mismo tiempo que se oye el barullo fuera y en alto el vaso.) ¿Vamos a pillarla pa quitarnos el mal humo?

BUCHE.—Amos a pillarla. (Beben.)

PERICO.—Si, hombre, mardita sea mi sino. (Bebe.) Por supuesto, que eso de que me haigan tachao a mí de la candidatura no se lo perdono yo a este pueblo en que lo echen abajo y lo güervan a levantá.


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Dominio público
74 págs. / 2 horas, 9 minutos / 288 visitas.

Publicado el 16 de mayo de 2021 por Edu Robsy.

El Barón

Leandro Fernández de Moratín


Teatro, comedia


Advertencia

En el año de 1787 escribió el autor una zarzuela intitulada El Barón, que se debía representar en casa de la condesa viuda de Benavente, lo cual no llegó a verificarse; pero la obra corrió manuscrita, con más aprecio del que efectivamente merecía.

Una dilatada ausencia del autor dio facilidad a algunos para que apoderándose de ella la trataran como a cosa sin dueño. Alteraron a su voluntad situaciones y versos, añadieron personajes, aumentaron o suprimieron donde les pareció varios trozos cantables, y la desfiguraron de un modo lastimoso. Con estas enmiendas, supresiones y apostillas, la tomó a su cargo D. Josef Lindón, organista de la Capilla Real, y compuso la música según pudo y supo. Entretanto cayó en poder de los que se llaman apasionados: juventud ociosa y alegre, y poco difícil en materias de gusto. Parecioles muy buena (como era de temer), la estudiaron a porfía, la representaron sin música en varias casas particulares y, por último, en el teatro público de Cádiz apareció mutilada y deforme.

Restituido el autor a su patria, vio la mala suerte que había tenido su obra, y una de las mayores dificultades que tuvo que vencer fue la de persuadir a su amigo D. Josef Lidón a que diera por perdido el tiempo que había gastado en componer la música, y a que desistiera del empeño que tenía en que los cómicos se la cantaran. Logrado esto, conoció la necesidad de corregirla, para lo cual suprimió todo lo añadido por mano ajena, y todo lo cantable: dio a la fábula mayor verosimilitud e interés, a los caracteres más energía, y alterando el primer acto, y haciendo de nuevo el segundo, de una zarzuela defectuosa compuso una comedia regular.


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Dominio público
47 págs. / 1 hora, 23 minutos / 838 visitas.

Publicado el 19 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

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