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editor: Edu Robsy etiqueta: Tratado textos no disponibles


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De la Caza

Jenofonte


Tratado


Invento de dioses, de Apolo y Ártemis, son la caza y los perros. Lo entregaron y honraron con él a Quirón a causa de su rectitud. Éste recibió el regalo con satisfacción y lo utilizó. Fueron sus discípulos en la caza y en otras nobles enseñanzas Céfalo, Asclepio, Melanión, Néstor, Anfiarao, Peleo, Telamón, Meleagro, Teseo, Hipólito, Palamedes, Menesteo, Odiseo, Diomedes, Cástor, Pólux, Macaón, Podalirio, Antíloco, Eneas y Aquiles. Cada uno de ellos fue honrado por los dioses en vida. Nadie se extrañe de que muchos de éstos murieran a pesar de ser gratos a los dioses, pues es la ley natural, pero grande fue su prestigio; ni tampoco de que no hayan alcanzado todos ellos la misma edad, pues la vida de Quirón sobrepasa a la de todos. Zeus y Quirón eran, en efecto, hermanos por parte del padre, aunque la madre de uno era Rea y la del otro, la ninfa Nais, de modo que Quirón había nacido antes que ellos, pero murió después, tras educar a Aquiles. Destacaron por el ejercicio de la caza y de los perros y por el resto de la educación, y fueron admirados por su virtud.


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Publicado el 20 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Hierón

Jenofonte


Tratado, Filosofía


Un día el poeta Simónides visitó al tirano Hierón. En la conversación que mantuvieron ambos dijo Simónides:

—¿Querrías, oh Hierón, explicarme aquello que es natural que tú conozcas mejor que yo?

—Y ¿qué es eso, contestó Hierón, que realmente yo podría conocer mejor que tú, que eres tan sabio?

—Sé yo, replicó, que tú has sido un particular y que ahora eres tirano; es, pues, natural que tú que has probado ambos estados conozcas mejor que yo en qué se distinguen la vida del tirano y la del particular, en lo que se refiere a alegrías y penas.

—Y ¿por qué, replicó Hierón, tú no me recuerdas, asimismo, lo propio de la vida del particular, puesto que aún eres un particular? Pues creo que, en ese caso, yo te podría mostrar mucho mejor las diferencias que hay en una y en otra.

Entonces dijo Simónides:

—Creo haber observado, oh Hierón, que los particulares disfrutan y se apenan con las imágenes por los ojos, con los sonidos por lo oídos, con los alimentos y bebidas por la boca, y en cuanto a los placeres amorosos, por los órganos que todos sabemos. Respecto a lo frío y a lo cálido, a lo duro y a lo blando, a lo ligero y a lo pesado, a mi entender, también consideramos que disfrutamos y sufrimos por ellos con el cuerpo entero. De los bienes y males, unas veces creemos disfrutar por el alma sola, otras, al contrario, sufrir y otras, también, por el alma y el cuerpo en común. Que disfrutamos del sueño pienso que nos damos cuenta, pero cómo, con qué y cuándo, eso creo que, más bien, lo ignoramos, dijo. Y quizás no tiene nada de extraño, ya que las sensaciones se nos presentan más nítidas cuando estamos despiertos que cuando estamos durmiendo.

A esto respondió Hierón:


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Publicado el 20 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Instrucciones a los Sirvientes

Jonathan Swift


Tratado, Sátira


Instrucciones a todos los sirvientes en general

Cuando tu amo o tu señora llamen a un sirviente por su nombre, si ese sirviente no se halla presente, ninguno de vosotros ha de responder, pues entonces vuestras cargas no tendrán fin, y los propios amos reconocen que es suficiente con que cada sirviente acuda cuando es llamado.

Cuando hayas cometido una falta, muéstrate siempre insolente y descarado, y compórtate como si fueras la persona agraviada; eso minará de inmediato la moral de tu amo o señora.

Si ves que otro sirviente causa un mal a tu amo, no dejes de ocultarlo, no vaya a ser que te acusen de chivato. No obstante, existe una excepción en el caso de un sirviente favorito, que es merecidamente odiado por toda la familia, a la que la prudencia obliga, por tanto, a atribuir todas las faltas que pueda al favorito.

La cocinera, el mayordomo, el mozo de cuadra, el criado que va al mercado y todos los demás sirvientes que participan en los gastos de la familia deben actuar como si todo el patrimonio de su amo tuviera que dedicarse al ámbito particular de ese sirviente. Por ejemplo, si la cocinera calcula que el patrimonio de su amo asciende a mil libras al año, llega a la razonable conclusión de que con mil libras al año se puede comprar carne suficiente y que, por tanto, no tiene por qué ahorrar; el mayordomo realiza la misma estimación, y también el mozo de cuadra y el cochero, y así lo gastaréis todo mientras honráis a vuestro amo.


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Publicado el 18 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Historia del Diablo

Daniel Defoe


Tratado


Primera parte

Capítulo I

QUE SIRVE DE INTRODUCCIÓN A TODA LA OBRA.

No dudo de que el título de este libro asombre en principio a mis lectores; quizá se detengan en él un poco, ni más ni menos que podrían hacerlo ante el libro de magia de una encantadora; permanecerán un rato dudando si deben leerlo o no, ante el temor de que leyendo la Historia del Diablo le evoquen verdaderamente.

A los Niños y a las Viejas se les han dicho tantas cosas espantosas del Diablo, se han forjado de él ideas tan horribles, figuras tan monstruosas, que serían capaces de asustarle, si él se encontrase en la oscuridad y se presentara a sí mismo bajo las diferentes formas que de él ha inventado la imaginación del hombre; pero, por otra parte, no creo que pareciera tan espantoso si se pudiera conversar con él cara a cara.

Es, pues, seguramente, una obra muy útil, la de ofrecer la verdadera Historia de ese Tirano del aire, de ese Dios del Mundo, de ese terror y esa aversión del Género Humano, que se llama Diablo; de hacer ver lo que es y lo que no es, dónde está y dónde no está, cuándo está en nosotros y cuándo no lo está; pues yo no podría dudar de que el Diablo no esté realmente, y en buena fe, en buen número de nuestros Espíritus débiles, aunque honestos, sin que ellos se den cuenta.


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Publicado el 13 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

Agrícola

Tácito


Tratado


Transmitir a la posteridad los hechos y conductas de los hombres ilustres, frecuente antaño, ni siquiera una época tan despreocupada por lo suyo como es la nuestra lo ha descuidado, cuantas veces alguna grande y notoria virtud venció y se sobrepuso a un vicio común a pueblos pequeños y grandes: el aborrecimiento y la ignorancia de lo recto.

Entre nuestros antepasados, en cambio, de igual modo que existía la facilidad el campo libre para logros memorables, así también los más afamados por su ingenio se veían impulsados a dar a conocer tales méritos, sin buscar influencia o medro; su único incentivo era la conciencia de su buena acción. Pensaron muchos que escribir su autobiografía significaba confianza en su recto proceder y no arrogancia, y ello no les supuso a Rutilio o a Escauro ningún motivo de sospecha o crítica. ¡Hasta tal punto los valores humanos se estiman mejor que nunca en los momentos en que surgen con mayor facilidad!

Pero, ahora, para relatar la vida de un hombre ya desaparecido me ha sido precisa una licencia que no hubiera necesitado si pretendiera acusarlo: ¡tan crueles y hostiles a las virtudes humanas están los tiempos!

Hemos leído que, cuando Aruleno Rústico escribió el panegírico de Peto Trásea y Herennio Seneción el de Prisco Helvidio, incurrieron en delito capital y se persiguió con crueldad a estos autores, a sus personas y a sus libros, pues se encomendó a los triúnviros el quemar en el comicio y en el foro las manifestaciones de aquellos ingenios preclaros. Creían, sin duda, que con aquel fuego se destruía la voz del pueblo romano, la libertad del Senado y la conciencia del género humano, sobre todo tras la expulsión de los filósofos y el destierro de todas las artes nobles, para que nada honesto les hiciera frente en parte alguna.


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35 págs. / 1 hora, 1 minuto / 277 visitas.

Publicado el 15 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

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