Textos peor valorados publicados por Edu Robsy publicados el 20 de febrero de 2017

Mostrando 1 a 10 de 15 textos encontrados.


Buscador de títulos

editor: Edu Robsy fecha: 20-02-2017


12

El Jefe de Posta

Aleksandr Pushkin


Cuento


¿Quién no ha maldecido a los jefes de posta, quién no los ha colmado de improperios? ¿Quién en un arranque de cólera no les ha exigido el libro fatal para dejar en él constancia de su inútil reclamación contra las vejaciones, la zafiedad y el desorden? ¿Quién no los considera monstruos del género humano semejantes a los difuntos podiachi o, por lo menos, a los salteadores de Múrom? Seamos, sin embargo, ecuánimes, tratemos de ponernos en su lugar y entonces tal vez nuestro juicio sea mucho más indulgente. ¿Qué es un jefe de posta? Un verdadero mártir de la clase decimocuarta y última en el escalafón administrativo, a quien su título no le sirve más que para ponerle a cubierto de los golpes, y aun así no en todas las ocasiones (apelo a la conciencia de mis lectores). ¿Cuál es el cargo de ese dictador como en son de broma le llama el príncipe Viázemski? ¿No es un auténtico galeote? No conoce el descanso ni de día ni de noche. Todo el mal humor acumulado durante el tedioso trayecto, lo descarga el viajero sobre el jefe de posta. El tiempo es insoportable, el camino infernal, el cochero tozudo, los caballos apenas si se arrastran: la culpa es del jefe de posta. Al entrar en su mísera morada, el viajero lo mira como a un enemigo ; menos mal si consigue librarse pronto del molesto huésped; pero, ¿y si no hay caballos?... ¡Dios mío, qué de insultos, qué de amenazas caen sobre su cabeza! En plena lluvia y entre el barro se ve obligado a correr por las caballerizas ; cuando se ha desatado la nevasca, con un frío que se cala hasta los huesos, se retira al zaguán para descansar siquiera sea un instante de los gritos y empujones del viajero irritado. Llega un general; el jefe de posta, tembloroso, le entrega las dos últimas troikas, una de ellas la del correo. El general se va sin darle siquiera las gracias. A los cinco minutos, ¡la campanilla!... Un correo con despachos oficiales arroja sobre la mesa su hoja de ruta...


Información texto

Protegido por copyright
14 págs. / 24 minutos / 222 visitas.

Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

La Señora Campesina

Aleksandr Pushkin


Cuento


En una de nuestras alejadas provincias se encontraba la finca de Iván Petróvich Bérestov. En su juventud había servido en la Guardia, se había retirado a principios de 1797 y desde entonces, instalado en su aldea, no había vuelto a salir de ella. Se casó con la hija de un noble pobre, la cual murió de parto cuando él estaba visitando sus campos. Los cuidados de la administración de la finca le consolaron pronto. Construyó una casa según sus propios planos, instaló una fábrica de paños, triplicó las rentas y se consideró el hombre más inteligente de todas la comarca, en lo que no le contradecían los vecinos, que acudían de visita con sus familiares y sus perros. Los días de labor usaba un chaquetón de felpa, y en las fiestas de guardar se ponía una levita del paño que él fabricaba. El mismo llevaba la cuenta de los gastos y no leía otra cosa que la Gaceta del Senado. Era generalmente estimado, aunque se le consideraba orgulloso. Con el único que no hacía buenas migas era con Grigori Ivánovich Múromski, su vecino más próximo. Múromski era un auténtico señor ruso. Después de dilapidar en Moscú la mayor parte de su hacienda, y habiendo enviudado por aquel entonces, se retiró a la última aldea que le quedaba, aunque seguía haciendo de las suyas, pero ya en otro sentido. Había mandado plantar un jardín a la manera inglesa que se llevaba el resto de las rentas. Sus mozos de cuadra vestían como jockeys ingleses. Su hija tenía una señora de compañía inglesa. Cultivaba los campos con arreglo a un método inglés.

Pero el trigo ruso no crece a la manera extranjera.


Información texto

Protegido por copyright
21 págs. / 38 minutos / 208 visitas.

Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

La Comedia Nueva

Leandro Fernández de Moratín


Teatro, Comedia


Advertencia

«Esta comedia ofrece una pintura fiel del estado actual de nuestro teatro (dice el prólogo de su primera edición); pero ni en los personajes ni en las alusiones se hallará nadie retratado con aquella identidad que es necesaria en cualquier copia, para que por ella pueda indicarse el original. Procuró el autor, así en la formación de la fábula como en la elección de los caracteres, imitar la naturaleza en lo universal, formando de muchos un solo individuo».

En el prólogo que precede a la edición de Parma se dice: «De muchos escritores ignorantes que abastecen nuestra escena de comedias desatinadas, de sainetes groseros, de tonadillas necias y escandalosas, formó un don Eleuterio; de muchas mujeres sabidillas y fastidiosas, una doña Agustina; de muchos pedantes erizados, locuaces, presumidos de saberlo todo, un don Hermógenes; de muchas farsas monstruosas, llenas de disertaciones morales, soliloquios furiosos, hambre calagurritana, revista de ejércitos, batallas, tempestades, bombazos y humo, formó El gran cerco de Viena; pero ni aquellos personajes, ni esta pieza existen».

Don Eleuterio es, en efecto, el compendio de todos los malos poetas dramáticos que escribían en aquella época, y la comedia de que se le supone autor, un monstruo imaginario, compuesto de todas las extravagancias que se representaban entonces en los teatros de Madrid. Si en esta obra se hubiesen ridiculizado los desaciertos de Cañizares, Añorbe o Zamora, inútil ocupación hubiera sido censurar a quien ya no podía enmendarse ni defenderse.


Leer / Descargar texto


46 págs. / 1 hora, 20 minutos / 449 visitas.

Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Alcestis

Eurípides


Teatro, Tragedia, Tragedia griega


Argumento

Desterrado Apolo del cielo por la muerte de los cíclopes, forjadores de los rayos con que Zeus mató a su hijo Esculapio, se refugió en el palacio de Admeto, rey de la Tesalia, cuyos ganados guardó, siendo recompensado por él generosamente. Agradecido a sus beneficios le salvó una vez la vida engañando a las Parcas, y obtuvo después el consentimiento de Zeus para librarlo de la muerte, si encontraba algún otro que quisiese morir por él. La empresa no era nada fácil, y hasta los padres de Admeto, ya ancianos, rehusaron hacer por su hijo este sacrificio. Sin embargo, Alcestis, su esposa, no vaciló en dar por él su vida, aunque joven, bella y reina, y dejando dos hijos huérfanos.


Leer / Descargar texto

Dominio público
34 págs. / 1 hora / 718 visitas.

Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Arte Nuevo de Hacer Comedias

Lope de Vega Carpio


Poesía, Crítica, Teatro


El arte nuevo de hacer comedias en este tiempo

Dirigido a la Academia de Madrid

Mándanme, ingenios nobles, flor de España,
que en esta junta y Academia insigne,
en breve tiempo excederéis no sólo
a las de Italia, que envidiando a Grecia,
ilustró Cicerón del mismo nombre
junto al Averno lago, sino Atenas,
adonde en su platónico Liceo,
se vio tan alta junta de filósofos,
que un arte de comedias os escriba
que al estilo del vulgo se reciba.

Fácil parece este sujeto, y fácil
fuera para cualquiera de vosotros
que ha escrito menos de ellas, y más sabe
del arte de escribirlas y de todo,
que lo que a mí me daña en esta parte
es haberlas escrito sin el arte.

No porque yo ignorase los preceptos,
gracias a Dios, que ya Tirón gramático
pasé los libros que trataban de esto
antes que hubiese visto al sol diez veces
discurrir desde el Aries a los Peces.
Mas porque en fin, hallé que las comedias
estaban en España en aquel tiempo,
no como sus primeros inventores
pensaron que en el mundo se escribieran,
mas como las trataron muchos bárbaros
que enseñaron el vulgo a sus rudezas.

Y así introdujeron de tal modo
que quien con arte agora las escribe
muere sin fama y galardón, que puede
entre los que carecen de su lumbre
mas que razón y fuerza la costumbre.


Leer / Descargar texto


7 págs. / 13 minutos / 665 visitas.

Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Filoctetes

Sófocles


Teatro, Tragedia, Tragedia griega


PERSONAJES

ODISEO.
CORO.
NEOPTÓLEMO.
FILOCTETES.
Observador disfrazado de mercader.
HERACLES.

ACTO ÚNICO

(La escena tiene lugar en un solitario paraje costero de la isla de Lemnos. En el acantilado se divisa una cueva. Aparecen Odiseo y Neoptólemo con un marino.)

ODISEO. —Éste es el acantilado de la tierra de Lemnos, bañada por todas partes, y no pisada ni habitada por los hombres, en donde, ¡oh Neoptólemo, hijo de Aquiles, el más valiente padre de entre los helenos!, hace tiempo, dejé yo abandonado al Melio, al hijo de Peante. Me habían ordenado hacerlo los que mandaban —le supuraba el pie a causa de un mal devorador—, puesto que no nos era posible acceder a libación ni sacrificio alguno con tranquilidad, sino que continuamente nos invadía todo el campamento con sus agudos lamentos, gritando y gimiendo.

Pero, ¿por qué hay que hablar de esto? No nos es propicio el momento para largos discursos, no vaya a ser que se aperciba de mi venida y eche a perder todo el artificio con el que creo poder cogerle pronto. Tu misión es, de ahora en adelante, obedecer y observar dónde hay aquí una cueva de doble abertura tal que, en invierno, el sol se pose por dos veces, mientras que en verano la brisa, pasando a través de la gruta de doble boca, propicie el sueño. Un poco más abajo, a tu mano izquierda, tal vez puedas ver una fuente de agua corriente, si es que subsiste. Después de acercarte, indícame, por señas, si ocupa aún el mismo lugar, o si se encuentra en otra parte, para que, a continuación, tú escuches el resto de las instrucciones que te voy a dar y actuemos de acuerdo por ambas partes.

NEOPTÓLEMO. —Señor Odiseo, breve trabajo me ordenas. Pues me parece estar viendo una gruta como dices.

ODISEO. —¿Arriba o abajo? Pues no la descubro.


Información texto

Protegido por copyright
43 págs. / 1 hora, 16 minutos / 1.335 visitas.

Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Discursos sobre la situación de Florencia tras la muerte del joven Lorenzo de Medicis

Nicolás Maquiavelo


Discurso, Tratado, Tratado político


DISCURSUS FLORENTINARUM RERUM POST MORTEM IUNORIS LAURENTII MEDICES

La causa de los frecuentes cambios de constitución en Florencia consiste en no haber sido nunca ni republicana ni monárquica con las cualidades genuinas de cada una de estas formas de gobierno; porque no se puede llamar monarquía estable donde las cosas se hacen según lo que quiere uno y se deliberan con la opinión de muchos, y no puede ser república duradera la que no satisface los humores que si insatisfechos, arruinan la república.

Esta verdad la demuestran los cambios operados en Florencia desde 1393 hasta ahora.

Empezando por la reforma que hizo entonces Maso de Albizzi, se verá que quisieron los florentinos organizar una república aristocrática; pero había en ella tantos defectos, que no vivió más de cuarenta años, y hubiese durado menos a no mantener la unión en Florencia el peligro de la guerra contra los Visconti.


Información texto

Protegido por copyright
15 págs. / 27 minutos / 469 visitas.

Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Edipo en Colono

Sófocles


Teatro, Tragedia, Tragedia griega


Personajes

EDIPO
ANTÍGONA, hija de Edipo
ISMENA, hija de Edipo
TESEO, rey de Atenas.
POLINICIO, hijo de Edipo.
CREÓN
UN COLONENSE
UN MENSAJERO
EL CORO, compuesto de ancianos colonenses.

Acto primero

Escena I

EDIPO, ANTÍGONA

Edipo:
Hija de un anciano ciego, Antígona, ¿a qué lugar, a qué ciudad hemos llegado al fin? ¿De qué mano Edipo errante podrá hoy recibir algunos pequeños socorros? Pidiendo poco, obteniendo aún menos, estoy satisfecho de lo que me dan; mi infortunio, el tiempo y mi valor me han enseñado a no desear más. Sin embargo, hija mía, si me encontrases un sitio en que me pudiera sentar, ya junto a algún bosque consagrado a los dioses, ya en otra parte, condúceme allí, haz reposar allí a tu padre, a fin de saber dónde estamos. Extranjeros, debemos interrogar a los ciudadanos y hacer lo que nos indiquen.

Antígona:
Desgraciado Edipo, padre mío, si he de dar crédito a mis ojos, advierto a lo lejos murallas que circundan una ciudad. El lugar donde estamos es sagrado, a juzgar por el laurel, la vid y el olivo, profusos en él, y donde los ruiseñores abundan y hacen oir sus cantos melodiosos. Descansad sobre esta piedra que el arte no ha pulido. La jornada que acabáis de hacer es harto larga para vuestros años.

Edipo:
Ayúdame, hija mía, a sentarme, y guarda a un desgraciado privado de la luz del día.

Antígona:
Dado el tiempo que os sirvo, no ignoro los socorros de que tenéis necesidad.

Edipo:
¿Puedes, pues, decirme a qué lugares hemos llegado?

Antígona:
La ciudad es Atenas, pero el lugar lo ignoro.

Edipo:
Todos los viajeros nos han hablado de esa ciudad.

Antígona:
¿Queréis que vaya a preguntar el nombre del lugar?


Leer / Descargar texto

Dominio público
49 págs. / 1 hora, 26 minutos / 1.770 visitas.

Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

El Sí de las Niñas

Leandro Fernández de Moratín


Teatro, Comedia


Advertencia

El sí de las niñas se representó en el teatro de la Cruz el día 24 de enero de 1806, y si puede dudarse cuál sea entre las comedias del autor la más estimable, no cabe duda en que ésta ha sido la que el público español recibió con mayores aplausos. Duraron sus primeras representaciones veinte y seis días consecutivos, hasta que llegada la cuaresma se cerraron los teatros como era costumbre. Mientras el público de Madrid acudía a verla, ya se representaba por los cómicos de las provincias, y una culta reunión de personas ilustres e inteligentes se anticipaba en Zaragoza a ejecutarla en un teatro particular, mereciendo por el acierto de su desempeño la aprobación de cuantos fueron admitidos a oírla. Entretanto se repetían las ediciones de esta obra: cuatro se hicieron en Madrid durante el año de 1806, y todas fueron necesarias para satisfacer la común curiosidad de leerla, excitada por las representaciones del teatro.


Leer / Descargar texto

Dominio público
69 págs. / 2 horas, 1 minuto / 2.190 visitas.

Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Vida de Castruccio Castracani de Lucca

Nicolás Maquiavelo


Biografía


VIDA DE CASTRUCCIO CASTRACANI DE LUCCA DEDICADA POR EL AUTOR A SUS ÍNTIMOS AMIGOS ZANOBI BUONDELMONTI Y LUIS ALAMANNI

Parece, queridísimos Zanobi y Luis, a quien bien lo considera, cosa maravillosa que casi todos o la mayoría de los que en este mundo han realizado grandes empresas, sobresaliendo entre sus contemporáneos, tengan nacimiento y origen bajo y oscuro, procurándose con toda clase de trabajos lo que les negó la fortuna; porque casi todos, o fueron expuestos a las fieras, o tuvieron padres tan humildes que, por avergonzarse de ellos, presumieron ser hijos de Júpiter o de cualquier otro dios. Todos conocen de esto numerosos ejemplos, y no cansaré al lector citándolos, por ser innecesario. Presumo que la fortuna desea mostrar así al mundo ser ella y no la prudencia la que hace los grandes hombres, empezando a probar su poder cuando la prudencia nada influye, y es por tanto preciso reconocer que de aquélla depende todo.

Fue Castruccio Castracani de Lucca uno de los que, conforme al tiempo en que vivió y a la ciudad donde vio la luz, realizó más grandes cosas, sin ser de más notorio e ilustre nacimiento que los demás, como diremos al referir su vida, que juzgo debe quedar grabada en la memoria de los hombres, por encontrar en ella actos de valor y fortuna de grandísimo ejemplo; y la dedico a vosotros por ser, de cuantos conozco, los que mejor estimáis las grandes acciones.

La familia de Castracani, extinguida hoy por la inestabilidad de las cosas humanas, figuraba entre las nobles de la ciudad de Lucca. A ella perteneció un tal Antonio, de estado eclesiástico, que llegó a ser canónigo de San Miguel, en Lucca, y a quien, en prueba de consideración, llamaban maese Antonio. Tuvo éste una hermana que casó con Buonaccorso Cenami, y que, al morir su marido, fue a vivir con su hermano, decidida a no contraer nuevo matrimonio.


Información texto

Protegido por copyright
27 págs. / 48 minutos / 435 visitas.

Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

12