Textos más largos publicados por Edu Robsy | pág. 28

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editor: Edu Robsy


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Los Compañeros de Jehú

Alejandro Dumas


Novela


Prólogo

Yo no sé si es muy útil el prólogo que vamos a poner bajo los ojos del lector, y sin embargo no podemos resistirnos al deseo de hacer de él, no el primer capítulo, sino el prefacio de este libro.

Cuanto más adelantamos en la vida, cuanto más progresamos en el arte, tanto más convencidos quedamos de que no hay nada fortuito ni aislado; de que la naturaleza y la sociedad evolucionan por derivación y no por accidente, y de que el suceso, flor alegre o triste, perfumada o fétida, risueña o fatal, que se abre hoy bajo nuestros ojos, tenía su botón en el pasado y sus raíces en días tal vez anteriores a los nuestros, como tendrá su fruto en el porvenir. Joven el hombre, toma el tiempo como viene, enamorado de la víspera, descuidado del día presente, e inquietándose poco por el que viene. La juventud es la primavera con sus frescas auroras y sus hermosas tardes; la tormenta, que alguna vez se esparce por el cielo, estalla, ruge y se desvanece, dejando el firmamento más azul, la atmósfera más pura, y la naturaleza más risueña que antes.

¿De qué sirve reflexionar sobre las causas de esta tormenta que pasa rápida como un capricho, efímera como una fantasía? Antes de que tengamos la respuesta al enigma meteorológico, la tempestad habrá desaparecido.

Pero no sucede lo mismo con esos fenómenos terribles que hacia el fin del verano amenazan nuestras cosechas y en medio del otoño sitian nuestras vendimias; el hombre se pregunta adónde van, se inquieta por saber de dónde vienen, y busca el medio de precaverlos.


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366 págs. / 10 horas, 41 minutos / 77 visitas.

Publicado el 19 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Aline y Valcour

Marqués de Sade


Novela, novela epistolar


NOTA PRELIMINAR

El autor considera su deber avisar que, habiendo cedido su manuscrito cuando salió de la Bastilla, se vio, por este motivo, en la imposibilidad de retocarlo. ¿Cómo es posible que, después de este inconveniente, la obra, escrita hace siete años, esté al día?

Ruega, pues a sus lectores que tengan en cuenta la época en que fue compuesta y así encontrarán cosas muy extraordinarias. Asimismo les invita a que no la juzguen hasta después de haberla leído con la mayor exactitud de principio a fin: en un libro como este no se puede formar una opinión basándose en la fisonomía de tal o cual personaje ni en tal o cual sistema aislado. El hombre imparcial y justo solamente se pronunciará sobre el conjunto.

Nam veluti pueris absinthia tetra medentes,
Cum dare conantur prius oras pocula circum,
Contingunt mellis dulci flavoque liquore
Ut puerum aetas improvida ludicifetur
Labrorum tenus; interea perpotet amarum
Absintiae laticem deceptaque non capiatur,
Sed potius tali tacta recreata valescat.

Luc. lib. IV

ADVERTENCIA DEL EDITOR

Es justificado contemplar la presente colección de cartas como una de las obras más picantes que hayan aparecido desde hace mucho tiempo. Se puede afirmar que nunca trazó el mismo pincel contrastes más singulares y, si en ellas la virtud se hace adorar por la forma atractiva y sincera con que es presentada, con toda seguridad los espantosos colores que ha utilizado para pintar el vicio harán que sea detestado. Es difícil describirlo bajo una fisonomía horrible.


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365 págs. / 10 horas, 40 minutos / 326 visitas.

Publicado el 13 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Madame Bovary

Gustave Flaubert


Novela


PRIMERA PARTE

Capítulo I

Estábamos en la sala de estudio cuando entró el director, seguido de un «novato» con atuendo pueblerino y de un celador cargado con un gran pupitre. Los que dormitaban se despertaron, y todos se fueron poniendo de pie como si los hubieran sorprendido en su trabajo.

El director nos hizo seña de que volviéramos a sentarnos; luego, dirigiéndose al prefecto de estudios, le dijo a media voz:

—Señor Roger, aquí tiene un alumno que le recomiendo, entra en quinto. Si por su aplicación y su conducta lo merece, pasará a la clase de los mayores, como corresponde a su edad.

El «novato», que se había quedado en la esquina, detrás de la puerta, de modo que apenas se le veía, era un mozo del campo, de unos quince años, y de una estatura mayor que cualquiera de nosotros. Llevaba el pelo cortado en flequillo como un sacristán de pueblo, y parecía formal y muy azorado. Aunque no era ancho de hombros, su chaqueta de paño verde con botones negros debía de molestarle en las sisas, y por la abertura de las bocamangas se le veían unas muñecas rojas de ir siempre remangado. Las piernas, embutidas en medias azules, salían de un pantalón amarillento muy estirado por los tirantes. Calzaba zapatones, no muy limpios, guarnecidos de clavos.

Comenzaron a recitar las lecciones. El muchacho las escuchó con toda atención, como si estuviera en el sermón, sin ni siquiera atreverse a cruzar las piernas ni apoyarse en el codo, y a las dos, cuando sonó la campana, el prefecto de estudios tuvo que avisarle para que se pusiera con nosotros en la fila. Teníamos costumbre al entrar en clase de tirar las gorras al suelo para tener después las manos libres; había que echarlas desde el umbral para que cayeran debajo del banco, de manera que pegasen contra la pared levantando mucho polvo; era nuestro estilo.


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365 págs. / 10 horas, 39 minutos / 969 visitas.

Publicado el 14 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Cuentos

Miguel de Unamuno


Cuentos, Colección


El amor

Ver con los ojos

Cuento

Era un domingo de verano; domingo tras una semana laboriosa, verano como corona de un invierno duro.

El campo estaba sobre fondo verde vestido de florecicas rojas, y el día convidando a tenderse en mangas de camisa a la sombra de alguna encina y besar al cielo cerrando los ojos. Los muchachos reían y cuchicheaban bajo los árboles, y sobre éstos reían y cuchicheaban también los pájaros. La gente iba a misa mayor, y al encontrarse los unos saludaban a los otros como se saludan las gentes honradas. Iban a dar a Dios gracias porque les dio en la pasada semana brazos y alegría para el trabajo, y a pedirle favor para la venidera. No había más novedad en el pueblo que la sentida muerte del buen Mateo, a los noventa y dos años largos de edad, y de quien decían sus convecinos: «¡Angelito! Dios se le ha llevado al cielo. ¡Era un infeliz el pobre...!». ¿Quién no sabe que ser un infeliz es de mucha cuenta para gozar felicidad?

Si todos estaban alegres, si por ser domingo bailoteaba en el pecho de las muchachas el corazón con más gana y alborozo, si cantaban los pájaros y estaba azul el cielo y verde el campo, ¿por qué sólo el pobre Juan estaba triste? Porque Juan había sido alegre, bullicioso e infatigable juguetón; porque a Juan nadie le conocía desgracia y sí abundantes dones del buen Dios, ¿no tenía acaso padres de que enorgullecerse, hermanos de que regocijarse, no escasa fortuna y deseos cumplidos?

Desde que había vuelto de la capital en que cursó sus estudios mayores, Juan vivía taciturno, huía todo comercio con los hombres y hasta con los animales, buscaba la soledad y evitaba el trato.


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Dominio público
364 págs. / 10 horas, 38 minutos / 1.156 visitas.

Publicado el 11 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

El Doctor Centeno

Benito Pérez Galdós


Novela


I. Introducción a la Pedagogía

I

Con paso decidido acomete el héroe la empinada cuesta del Observatorio. Es, para decirlo pronto, un héroe chiquito, paliducho, mal dotado de carnes y peor de vestido con que cubrirlas; tan insignificante, que ningún transeúntes, de éstos que llamamos personas, puede creer, al verle, que es de heroico linaje y de casta de inmortales, aunque no está destinado a arrojar un nombre más en el enorme y ya sofocante inventario de las celebridades humanas. Porque hay ciertamente héroes más o menos talludos que, mirados con los ojos que sirven para ver las cosas usuales, se confunden con la primer mosca que pasa o con el silencioso, común o incoloro insectillo que no molesta a nadie, ni siquiera merece que el buscador de alimañas lo coja para engalanar su colección entomológica...

Es un héroe más oscuro que las historias de sucesos que aún no se han derivado de la fermentación de los humanos propósitos; más inédito que las sabidurías de una Academia, cuyos cuarenta señores andan a gatas todavía, con el dedo en la boca, y cuyos sillones no han sido arrancados aún al tronco duro de las caobas americanas.

Esto no impide que ocupe ya sobre el regazo de la madre Naturaleza el lugar que le corresponde, y que respire, ande y desempeñe una y otra función vital con el alborozo y brío de todo ser que estrena sus órganos.

Y así, al llegar al promedio de la cuesta, a trozos escalera, a trozos mal empedrada y herbosa senda, incitado sin duda por los estímulos del aire fresco y por el sabroso picor del sol, da un par de volteretas, poniendo las manos en el suelo, y luego media docena de saltos, agitando a compás los brazos como si quisiera levantar el vuelo. Desvíase pronto a la derecha y se mete por los altibajos del cerrillo de San Blas; vuelve a los pocos pasos, vacila, mira en redondo, compara, escoge sitio, se sienta...


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364 págs. / 10 horas, 37 minutos / 464 visitas.

Publicado el 9 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

La Madre

Máximo Gorki


Novela


PRIMERA PARTE

I

Cada mañana, entre el humo y el olor a aceite del barrio obrero, la sirena de la fábrica mugía y temblaba. Y de las casuchas grises salían apresuradamente, como cucarachas asustadas, gentes hoscas, con el cansancio todavía en los músculos. En el aire frío del amanecer, iban por las callejuelas sin pavimentar hacia la alta jaula de piedra que, serena e indiferente, los esperaba con sus innumerables ojos, cuadrados y viscosos. Se oía el chapoteo de los pasos en el fango. Las exclamaciones roncas de las voces dormidas se encontraban unas con otras: injurias soeces desgarraban el aire. Había también otros sonidos: el ruido sordo de las máquinas, el silbido del vapor. Sombrías y adustas, las altas chimeneas negras se perfilaban, dominando el barrio como gruesas columnas.

Por la tarde, cuando el sol se ponía y sus rayos rojos brillaban en los cristales de las casas, la fábrica vomitaba de sus entrañas de piedra la escoria humana, y los obreros, los rostros negros de humo, brillantes sus dientes de hambrientos, se esparcían nuevamente por las calles, dejando en el aire exhalaciones húmedas de la grasa de las máquinas. Ahora, las voces eran animadas e incluso alegres: su trabajo de forzados había concluido por aquel día, la cena y el reposo los esperaban en casa.

La fábrica había devorado su jornada: las máquinas habían succionado en los músculos de los hombres toda la fuerza que necesitaban. El día había pasado sin dejar huella: cada hombre había dado un paso más hacia su tumba, pero la dulzura del reposo se aproximaba, con el placer de la taberna llena de humo, y cada hombre estaba contento.

Los días de fiesta se dormía hasta las diez. Después, las gentes serias y casadas, se ponían su mejor ropa e iban a misa, reprochando a los jóvenes su indiferencia en materia religiosa. Al volver de la iglesia, comían y se acostaban de nuevo, hasta el anochecer.


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Protegido por copyright
364 págs. / 10 horas, 37 minutos / 289 visitas.

Publicado el 9 de junio de 2016 por Edu Robsy.

Redburn

Herman Melville


Novela


Este libro está dedicado
a mi hermano pequeño
Thomas Melville
marinero en ruta a la China.

I. De cómo el gusto por el mar nació y creció en Wellingborough Redburn

—Wellingborough, ya que tienes intención de embarcarte, ¿por qué no te llevas mi chaqueta de caza?; es justo lo que necesitas… Llévatela, te ahorrarás tener que comprar una. Ya lo verás, es muy caliente; tiene los faldones largos, duros botones de cuerno y muchos bolsillos.

Así, con toda la bondad y sencillez de su corazón, me habló mi hermano mayor la víspera de mi partida hacia el puerto.

Y, Wellingborough —añadió—, ya que ambos andamos cortos de dinero, y te hace falta un equipo, y no tengo nada que darte, puedes llevarte también mi carabina y venderla en Nueva York por lo que te den. No, llévatela, a mí ya no me sirve; no me queda pólvora para cargarla.

Por aquel entonces yo no era más que un muchacho. No mucho tiempo antes mi madre se había trasladado desde Nueva York a un agradable pueblo junto al río Hudson, donde vivíamos muy tranquilos en una casita. Varios amargos desengaños en ciertos planes que había proyectado y la necesidad de hacer algo para ganarme la vida, unidos a mi natural disposición aventurera, habían conspirado en mi interior para enviarme al mar como marinero.

Llevaba varios meses leyendo con detenimiento periódicos atrasados neoyorquinos y estudiando encandilado las largas columnas de noticias marítimas, que ejercían un extraño y romántico encanto sobre mí. Una y otra vez, devoraba anuncios como el siguiente:


DESTINO: BREMEN

El bergantín Leda, forrado y remachado con cobre, tras haber casi completado su estiba, zarpará rumbo al puerto arriba mencionado el martes 20 de mayo.
Para cuestiones de carga o pasaje preguntar a bordo en el muelle de Coenties.
 


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363 págs. / 10 horas, 36 minutos / 93 visitas.

Publicado el 22 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Vida del Escudero Marcos de Obregón

Vicente Espinel


Novela


Prólogo del autor

Muchos dias, y algunos meses y años estuve dudoso si echaria en el corro á este pobre Escudero, desnudo de partes y lleno de trabajos, que la confianza y la desconfianza me hacian una muy trabada é interior guerra. La confianza llena de errores, la desconfianza encogida de terrores; aquella muy presuntuosa, y estotra muy abatida; aquella desvaneciendo el celebro, y ésta desjarretando las fuerzas; y así me determiné de poner por medio á la humildad, que no solamente es tan acepta á los ojos de Dios, pero á los de los más ásperos jueces del mundo. Comuniquélas con el Licenciado Tribaldos de Toledo, muy gran poeta latino y español, docto en la lengua griega y latina, y en las ordinarias hombre de consumada verdad; y con el maestro fray Hortensio Félix Paravesin, doctísimo en letras divinas y humanas, muy gran poeta y orador; y alguna parte de ello con el Padre Juan Luis de la Cerda, cuyas letras, virtud y verdad están muy conocidas y loadas; y con el divino ingenio de Lope de Vega, que como él se rindió á sujetar sus versos á mi correccion en su mocedad, yo en mi vejez me rendí á pasar por su censura y parecer; con Domingo Ortiz, secretario del Supremo Consejo de Aragon, hombre de excelente ingenio y notable juicio; con Pedro Mantuano, mozo de mucha virtud, y versado en mucha leccion de autores graves que me pusieron más ánimo que yo tenia; y no sólo me sujeté á su censura, pero á la de todos cuantos encontraren alguna cosa digna de reprehension, suplico me adviertan de ella, que seré humilde en recibilla.


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Dominio público
363 págs. / 10 horas, 36 minutos / 315 visitas.

Publicado el 23 de agosto de 2019 por Edu Robsy.

Mistress Branican

Julio Verne


Novela


PRIMERA PARTE

I. El «Franklin»

Cuando emprendemos un largo viaje, se corren dos eventualidades de no ver más a nuestros amigos. Los que se quedan pueden no estar allí a la vuelta; los que parten pueden no volver. Pero apenas se preocupaban de estas eventualidades los marineros que hacían los preparativos para darse a la vela, a bordo del Franklin, en la mañana del 15 de marzo de 1875.

Aquel día, el Franklin, al mando de John Branican, iba a zarpar del puerto de San Diego (California) para emprender una navegación a través de los mares septentrionales del océano Pacífico.

Era el Franklin un lindo buque de novecientas toneladas, que se asemejaba en su aspecto a una goleta de tres mástiles, ampliamente aparejado con velas cangrejas, foques y galopes, gavia y juanete en su trinquete. Muy levantado en la obra muerta, ligeramente hendido en la obra viva, con la proa dispuesta para cortar el agua en ángulo agudo, su arboladura un poco inclinada hacia atrás, y de un paralelismo riguroso, su aparejo de hilos galvanizados, tan recios que parecían barras metálicas, ofrecía el último modelo de los elegantes clípers, de los que América del Norte se sirve tan ventajosamente para su gran comercio, y que compiten en velocidad con los mejores steamers de su marina mercante.

El Franklin estaba a la vez tan perfectamente construido y tan intrépidamente mandado, que, ni aun con la seguridad de obtener mayor soldada, ninguno de sus tripulantes hubiera aceptado enganche en otro buque. Todos iban a partir con la doble confianza que prestan un buen barco y un inteligente capitán.


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363 págs. / 10 horas, 36 minutos / 181 visitas.

Publicado el 14 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Todos los Cuentos

José de la Cuadra


Cuentos, colección


Prólogo

En este volumen se recogen un total de cincuenta piezas de ficción breve escritas por el autor ecuatoriano José de la Cuadra.

Su temprana muerte nos privó de un escritor lúcido, con una mirada penetrante y una capacidad para la crítica social que no está reñida con la ternura y el humor.

Un autor en general desconocido para los lectores fuera de Ecuador, pero que por su modernidad y la certeza de su escritura merece ser conocido mucho más allá de sus fronteras.

Solo espero que esta colección, que reúne todas sus obras de ficción excepto la novela corta inconclusa "Los monos enloquecidos", sirva precisamente para que su prosa llegue mucho más allá de su Guayaquil natal y otros muchos lectores puedan disfrutar de su sensibilidad y elegancia.


Eduardo Robsy Petrus
Madrid, 27 de febrero de 2024

Aquella carta

Yo la leí.

Mi voz —que la emoción tornaba angustiosa,— era férvida, quizás un mucho amarga, al leerla.

Creo que nunca —como en esa ocasión— he leído tan bien.

Decía la carta:

“Alina:

“¡Adiós para siempre!

“Habría, querido, luego de estas palabras —definitivas—, garrapatear al pié mi pobre firma... y no decirte más. En este minuto —único— en que voy a franquear con firme paso la puerta que se abre al Gran Camino, todo concepto obvia y toda frase está demás.


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Dominio público
361 págs. / 10 horas, 32 minutos / 238 visitas.

Publicado el 27 de febrero de 2024 por Edu Robsy.

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