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Con la Soga al Cuello

Joseph Conrad


Novela


A mi esposa

1

Mucho después que el rumbo del Sofala cambiara en dirección a tierra, la baja costa pantanosa aún retenía la apariencia de un mero tizne de oscuridad más allá de una franja de resplandor. Los rayos del sol caían violentamente sobre el mar en calma, se estrellaban contra esa lisura de diamante para convertirse en polvo de chispas: un vapor luminoso que cegaba los ojos y fatigaba el cerebro con su inconstante brillo.

El capitán Whalley no miraba. Cuando el serang, aproximándose al amplio sillón de bambú que él ocupaba con toda su capacidad, le dijo que debían modificar el rumbo, se levantó en seguida y permaneció de pie, cara al frente, mientras la proa del barco giraba un cuarto de círculo. No dijo una sola palabra, ni siquiera la palabra necesaria para que mantuvieran el rumbo. Fue el serang, un viejo malayo, menudo y alerta, quien murmuró la orden al timonel. Y entonces, lentamente, el capitán Whalley volvió a sentarse en el sillón del puente y clavó los ojos en el pedazo de cubierta que había entre sus pies.


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154 págs. / 4 horas, 30 minutos / 326 visitas.

Publicado el 31 de enero de 2018 por Edu Robsy.

Ética a Eudemo

Aristóteles


Filosofía, Tratado


Capítulo 1

DE LAS CAUSAS DE LA FELICIDAD

El moralista que en Delos grabó su pensamiento y le puso bajo la protección de Dios, escribió los dos versos siguientes sobre el pórtico del templo de Latona, considerando sin duda el conjunto de todas las condiciones que un hombre solo no puede reunir completamente: lo bueno, lo bello y lo agradable: "Lo justo es lo más bello; la salud lo mejor; obtener lo que se ama es lo más grato al corazón."

No compartimos por completo la idea expresada en esta inscripción, pues en nuestra opinión, la felicidad, que es la más bella y la mejor de las cosas, es, a la vez, la más agradable y la mas dulce. Entre las numerosas consideraciones a que cada especie de cosas y cada naturaleza de objetos pueden dar lugar, y que reclaman un serio examen, unas sólo tienden a conocer la cosa de que uno se ocupa, y otras tienden además a poseerla y hacer de ella todas las aplicaciones posibles. En cuanto a las cuestiones que en estos estudios filosóficos tienen un carácter puramente teórico, las trataremos según se vaya presentando la ocasión y desde el punto de vista especial de esta obra.

Ante todo indagaremos en qué consiste la felicidad y por qué medios se la puede adquirir. Nos preguntaremos si todos aquellos a quienes se da este sobrenombre de dichosos lo son como mero efecto de la naturaleza, a manera que son grandes o pequeños o que difieren por el semblante y la tez; o si son dichosos merced a la enseñanza de cierta ciencia, que sería la de la felicidad; o si acaso lo deben a una especie de práctica y de ejercicio, porque hay una multitud de cualidades diversas que no las deben los hombres ni a la naturaleza ni al estudio, y que sólo se adquieren por el simple hábito; las cuales son malas cuando proceden de malos hábitos y buenas cuando los contraen buenos.


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153 págs. / 4 horas, 28 minutos / 885 visitas.

Publicado el 12 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

El Hotel Encantado

Wilkie Collins


Novela


Primera Parte

I

Hacia 1860, la reputación del doctor Wybrow, médico londinense, había llegado a su apogeo. Se decía que las rentas de las que disfrutaba gracias al ejercicio de su profesión eran las más altas que jamás médico alguno había obtenido.

Una tarde, a finales de julio, cuando el doctor había dado fin a su almuerzo tras una mañana intensa en su consultorio, y con una enorme lista de visitas para efectuar fuera de su domicilio que deberían ocuparle el resto de la jornada, el criado le anunció que una dama deseaba verle.

—¿Quién es? —preguntó el doctor—. ¿Una desconocida?

—Sí, señor.

—No recibo desconocidos fuera de las horas de consulta. Dígale a qué hora puede volver y despídala.

—Ya se lo he dicho, señor.

—¿Bien… y qué?

—Que no quiere irse.

—¿Que no quiere irse? —Y el doctor sonrió al repetir las mismas palabras. A su manera, poseía un agudo sentido del humor, y en aquella situación había un aspecto absurdo que le divertía—. ¿Por lo menos ha dado su nombre esa obstinada señora? —preguntó.

—No, señor; no ha querido darlo… dice que no puede esperar, que el asunto es demasiado importante para aplazarlo. Está en la consulta, y no se me ocurre como echarla.

El doctor Wybrow reflexionó unos instantes. Su conocimiento de las mujeres (profesionalmente hablando) se apoyaba en una experiencia de más de treinta años; las había conocido de todas clases, especialmente de aquella que ignora por completo el valor del tiempo y que no vacila jamás en escudarse tras los privilegios de su sexo. Una mirada al reloj le convenció de que no podía demorar su excursión cotidiana a los hogares de sus enfermos. Decidió tomar la única resolución que le permitían las circunstancias. En pocas palabras: intentó escapar.


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153 págs. / 4 horas, 28 minutos / 297 visitas.

Publicado el 13 de enero de 2017 por Edu Robsy.

El Pozo de Santa Clara

Anatole France


Cuento


Prólogo. El R. P. Adone Doni


Τὰ γὰρ φυσιχὰ, χαὶ τὰ ἠθιχὰ, ὰλλὰ χαὶ τὰ, μαθημτιχὰ, χαὶ τοὺς ἐγχυχλίουϛ λόγος, χαὶ περὶ, τεχνὦν πἆσαν εἶχεν ἐμπειρίαν.

(Laert. IX, 37).
 

Me encontraba en Siena, durante la primavera. Ocupado todo el día haciendo minuciosas investigaciones en los archivos de la ciudad, iba a pasearme por la tarde, después de comer, por el agreste camino del Monte Oliveto, donde a la hora del crepúsculo grandes bueyes blancos uncidos arrastraban, como en tiempos del viejo Evandro, un rústico carro de plenas ruedas. Las campanas de la ciudad plañían la muerte tranquila del día; y la púrpura de la tarde descendía con majestad melancólica sobre la baja cadena de las colinas. Cuando ya los negros escuadrones de las cornejas habían asaltado las murallas, un gavilán, solitario en el cielo de ópalo, giraba con las alas inmóviles sobre una encina aislada.

Y proseguía adelante, circundado del silencio, de la soledad y de los dulces terrores que se agigantaban ante mí. La marea de la noche envolvía insensiblemente el campo. La mirada infinita de las estrellas parpadeaba en el cielo. Y en las sombras, las moscas de luz hacían palpitar sobre los matorrales su luz amorosa.

Estas chispas animadas cubren por las noches de Mayo toda la campiña de Roma, de la Umbría y de la Toscana. Yo las había visto antaño sobre la vía Apia, en torno de la tumba de Cecilia Metela, donde hace dos mil años que vienen a danzar. Encontrábalas en la tierra de Santa Catalina y de la Pía, d’Tolomei, a las puertas de esta ciudad de Siena, dolorosa y amable. A todo lo largo de mi camino vibraban entre las hierbas y los arbustos, se rondaban, y en ocasiones, como respondiendo a la apelación del deseo, trazaban sobre el camino el arco inflamado de su vuelo.


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152 págs. / 4 horas, 27 minutos / 113 visitas.

Publicado el 12 de mayo de 2018 por Edu Robsy.

El Rayo Verde

Julio Verne


Novela


I. El hermano Sam y el hermano Sib

¡Bet!

—¡Beth!

—¡Bess!

—¡Betsey!

—¡Betty!

Todos estos nombres resonaron sucesivamente en el magnífico hall de Helensburgh con arreglo a la costumbre del hermano Sam y del hermano Sib, para llamar así al ama de llaves de la mansión.

Pero en aquel momento los diminutivos familiares del nombre de Elisabeth no lograron que apareciera la buena mujer, tanto como si la hubieran llamado con su nombre entero.

En cambio, el que apareció en la puerta del hall con la gorra en la mano fue el mayordomo Partridge en persona.

Partridge, dirigiéndose a los dos personajes de alegre semblante, sentados en el alféizar de una ventana que hacía tribuna en la fachada de la casa:

—Los señores han llamado a la señora Bess —dijo—, pero la señora Bess no está en casa.

—¿Dónde está, pues, Partridge?

—Ha salido acompañando a la señorita Campbell, que se pasea por el jardín.

Y Partridge se retiró ceremoniosamente, obedeciendo una señal que le hicieron los dos hermanos.

Estos dos hermanos, Sam y Sib —cuyo verdadero nombre de bautismo era Samuel y Sebastián—, tíos de la señorita Campbell, escoceses de pura cepa, escoceses de un antiguo clan de las Tierras Altas, contaban entre los dos la bonita edad de ciento doce años, con una diferencia solo en quince meses entre el mayor Sam y el menor Sib.


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151 págs. / 4 horas, 25 minutos / 164 visitas.

Publicado el 16 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Almohada de Hierba

Natsume Sōseki


Novela


I

Mientras subo por la montaña, pienso lo siguiente:

Si te guías por la razón, toparás con esquinas; si te dejas llevar por un mar de sentimientos, te arrastrará la marea; y actuar a voluntad, a la larga, es oprimirse a uno mismo. En todo caso, vivir en este mundo no es tarea fácil.

A medida que esta sensación se acrecienta, te acucia la necesidad de trasladarte a un lugar más tranquilo. Pero no importa dónde vayas, pues cualquier lugar te parecerá inhabitable. Y es entonces cuando nacen la poesía y la pintura, en el instante en que comprendes que no hay ningún lugar al que huir.

Este mundo no lo han creado ni los dioses ni los demonios. Lo han creado personas corrientes, vecinos que viven a la vuelta de la esquina. No hay más mundo que el que ellos han construido y, si lo hubiera, se trataría de un lugar inhóspito, completamente despoblado en el que sería muy difícil vivir.

Así las cosas, y visto que no hay escapatoria posible, solo queda sobrellevar la brevedad de la vida en este mundo inhabitable y tratar de hacer de él un lugar más cómodo. Es aquí donde los poetas desempeñan su labor sagrada; aquí, donde los pintores hallan la inspiración. Y el arte de estos guerreros pacifica el corazón de sus habitantes, lo colma y lo ennoblece.


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150 págs. / 4 horas, 23 minutos / 320 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

La Búsqueda en Sueños de la Ignota Kadath

H. P. Lovecraft


Novela corta


Por tres veces soñó Randolph Carter la maravillosa ciudad, y por tres veces fue súbitamente arrebatado cuando se hallaba en una elevada terraza que la dominaba. Brillaba toda con los dorados fulgores del sol poniente: las murallas, los templos, las columnatas y los puentes de veteado mármol, las fuentes de tazas plateadas y prismáticos surtidores que adornaban las grandes plazas y los perfumados jardines, las amplias avenidas bordeadas de árboles delicados, de jarrones atestados de flores, y de estatuas de marfil dispuestas en filas resplandecientes. Por las laderas del norte ascendían filas y filas de rojos tejados y viejas buhardillas picudas, entre las que quedaban protegidos los pequeños callejones empedrados, invadidos por la yerba. Había una agitación divina, un clamor de trompetas celestiales y un fragor de inmortales címbalos. El misterio envolvía la ciudad como envuelven las nubes una fabulosa montaña inexplorada; y mientras Carter, con la respiración contenida, se hallaba recostado en la balaustrada de la terraza, se sintió invadido por la angustia y la nostalgia de unos recuerdos casi olvidados, por el dolor de las cosas perdidas y por la apremiante necesidad de localizar de nuevo el que algún día fuera trascendental y pavoroso lugar.


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150 págs. / 4 horas, 22 minutos / 258 visitas.

Publicado el 17 de mayo de 2018 por Edu Robsy.

Bajamar

Robert Louis Stevenson


Novela


Primera parte. El trío

Noche en la playa

En las islas del Pacífico, aquí y allá, hombres de diferentes pueblos europeos, de varia clase y condición social, desempeñan actividades de toda índole, y contagian enfermedades. Unos prosperan, otros vegetan. Los hay que han ascendido por las gradas de los tronos, que han llegado a poseer islas y compañías de navegación. Sin embargo, otros se casan para sobrevivir. Hay damas bien parecidas, de buen carácter y del color del chocolate, que los toman a su cargo y los mantienen en completa ociosidad. Vestidos como nativos, reposan bajo tejadillos de hoja de palma, apenas conservan algún elemento extranjero en los andares, en los gestos, tal vez incluso no se hayan desprendido de algún recuerdo del pasado (quizá un monóculo), de cuando fueran oficiales o caballeros; se dedican en general a entretener a un público de aborígenes con recuerdos de los music-halls. Los hay menos dóciles, con menos talento, con peor fortuna, acaso menos degradados, que incluso en estas islas de la abundancia siguen careciendo de pan que llevarse a la boca.

En las afueras de Papeete, en la playa, sentados bajo un purao, se hallaban tres hombres pertenecientes a esta última categoría.


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149 págs. / 4 horas, 22 minutos / 162 visitas.

Publicado el 26 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Meteorológicos

Aristóteles


Ciencia, filosofía, tratado


Libro I

1. Lugar del presente tratado dentro de la filosofía natural

Se ha tratado ya con anterioridad acerca de las causas primeras de la naturales, así como del orden de los astros con arreglo a la traslación superior y de los elementos corpóreos, <a saber,> cuántos y cuáles son, y de su recíproca transformación, como también acerca de la generación y la corrupción en general. Queda aún <por tratar> una parte de este estudio a la que todos los predecesores han venido llamando meteorología: esto es todo aquello que tiene lugar con arreglo a la naturaleza, pero <de manera> más desordenada que la del primero de los elementos corpóreos, y que se halla en la más inmediata vecindad de la traslación de los astros, v. g.: la <Vía> Láctea, los cometas, las apariciones de <cuerpos> inflamados y móviles y todos aquellos fenómenos que podríamos considerar comunes al aire y al agua, así como todo cuanto son partes y especies de tierra y las propiedades de <dichas> partes; a partir de lo cual estudiaremos las causas de los vientos y de los terremotos, así como todo lo que tiene lugar con arreglo a sus movimientos. Para algunas de estas cuestiones carecemos de explicación, otras, en cambio, llegamos a comprenderlas en cierto modo. Trataremos también de la caída de rayos, de los torbellinos, de los huracanes de fuego y de los demás <fenómenos> que tienen lugar periódicamente en los mismos cuerpos debido a la condensación.

Una vez tratados estos <temas>, veremos si podemos dar alguna explicación, con arreglo al método establecido, sobre los animales y las plantas, tanto en general como en particular; pues una vez expuestas estas cosas, estará prácticamente realizado todo lo que nos propusimos al principio.

Y tras esta introducción, empecemos a tratar de esas cuestiones.


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149 págs. / 4 horas, 21 minutos / 475 visitas.

Publicado el 1 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

Sobre la Libertad

John Stuart Mill


Filosofía, Política


El gran principio, el principio culminante, al que se dirigen todos los argumentos contenidos en estas páginas, es la importancia absoluta y esencial del desenvolvimiento humano en su riquísima diversidad.

Esfera y deberes del gobierno (Wilhelm von Humboldt)

Dedico este volumen a la querida y llorada memoria de quien fue su inspiradora y autora, en parte, de lo mejor que hay en mis obras; a la memoria de la amiga y de la esposa, cuyo vehemente sentido de la verdad y de la justicia fue mi más vivo apoyo y en cuya aprobación estribaba mi principal recompensa.

Como todo lo que he escrito desde hace muchos años, esta obra es suya tanto como mía, aunque el libro, tal como hoy se presenta, no haya podido contar más que en grado insuficiente con la inestimable ventaja de ser revisado por ella, pues algunas de sus partes más importantes quedaron pendientes de un segundo y más cuidadoso examen que ya no podrán recibir.

Si yo fuera capaz de interpretar la mitad solamente de los grandes pensamientos y de los nobles sentimientos que con ella han sido enterrados, el mundo, con mediación mía, obtendría un fruto mayor que de todo lo que yo pueda escribir sin su inspiración y sin la ayuda de su cordura casi sin rival.


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148 págs. / 4 horas, 20 minutos / 517 visitas.

Publicado el 18 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

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