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Comentarios de la Guerra de las Galias

Julio César


Historia, Estrategia


Libro I. Guerra de helvecios y Ariovisto

I. La Galia está dividida en tres partes: una que habitan los belgas, otra los aquitanos, la tercera los que en su lengua se llaman celtas y en la nuestra galos. Todos estos se diferencian entre sí en lenguaje, costumbres y leyes. A los galos separa de los aquitanos el río Carona, de los belgas el Marne y Sena. Los más valientes de todos son los belgas, porque viven muy remotos del fausto y delicadeza de nuestra provincia; y rarísima vez llegan allá los mercaderes con cosas a propósito para enflaquecer los bríos; y por estar vecinos a los germanos, que moran a la otra parte del Rin, con quienes traen continua guerra. Ésta es también la causa porque los helvecios se aventajan en valor a los otros galos, pues casi todos los días vienen a las manos con los germanos, ya cubriendo sus propias fronteras, ya invadiendo las ajenas. La parte que hemos dicho ocupan los galos comienza del río Ródano, confina con el Carona, el Océano y el país de los belgas; por el de los secuanos y helvecios toca en el Rin, inclinándose al Norte. Los belgas toman su principio de los últimos límites de la Galia, dilatándose hasta el Bajo Rin, mirando al Septentrión y al Oriente. La Aquitania entre Poniente y Norte por el río Carona se extiende hasta los montes Pirineos, y aquella parte del Océano que baña a España.


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224 págs. / 6 horas, 32 minutos / 371 visitas.

Publicado el 3 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Crátilo

Platón


Diálogo, Filosofía


HERMÓGENES, CRÁTILO, SÓCRATES

HERMÓGENES. —¿Quieres, entonces, que hagamos partícipe también a Sócrates de nuestra conversacion?

CRATILO. —Si te parece bien…

HERM. — Sócrates, aquí Crátilo afirma que cada uno de los seres tiene el nombre exacto por naturaleza. No que sea éste el nombre que imponen algunos llegando a un acuerdo para nombrar y asignándole una fracción de su propia lengua, sino que todos los hombres, tanto griegos como bárbaros, tienen la misma exactitud en sus nombres. Así que le pregunto si su nombre, Cŕatilo, responde a la realidad, y contesta que sí. «¿Y cuál es el de Sócrates?», pregunté, «Sócrates», me contestó. «¿Entonces todos los otros hombres tienen también el nombre que damos a cada uno?». Y él dijo: «No, no. Tu nombre, al menos, no es Hermógenes ni aunque te llame así todo el mundo». Y cuando yo le pregunto ardiendo en deseos de saber qué quiere decir, no me aclara nada y se muestra irónico conmigo. Simula que él lo tiene bien claro en su mente, como quien conoce el asunto, y que si quisiera hablar claro haría que incluso yo lo admitiera y dijera lo mismo que él dice. Conque si fueras capaz de interpretar de algún modo el oráculo de Crátilo, con gusto te escucharía. O aún mejor: me resultaría aún más agradable saber qué opinas tú mismo sobre la exactitud de los nombres —siempre que lo desees.


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Publicado el 13 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Cuentos Crueles

Villiers de L'Isle Adam


Cuento


Las señoritas de Bienfilâtre

Al Señor Théodore de Banville

¡Luz, Luz!…

Últimas Palabras de Goethe.

Pascal dijo que, desde el punto de vista de los hechos, el Bien y el Mal son cuestión de latitud. En verdad, tal acto humano que aquí llamamos crimen, allá lo llaman buena acción, y así recíprocamente. Mientras en Europa, por lo general, se venera a los padres ya ancianos, en ciertas tribus de América se los convence para que suban a un árbol y, acto seguido, comienzan a sacudirlo: si caen, el deber sagrado de todo bueno hijo es, como antaño hacían los mesenios, molerlo a hachazos de inmediato, para evitarles, así, las preocupaciones de la decrepitud; en cambio, si hallan fuerzas para aferrarse a alguna rama, entonces es que aún se valen para cazar o pescar, y su inmolación queda aplazada. Otro ejemplo: entre los pueblos del Norte, que gustan de beber vino, corre a raudales cuando el amado sol duerme; incluso nuestra religión nacional nos aconseja que el «buen vino alegra el corazón». Para los vecinos mahometanos, al Sur, se considera este acto un grave delito. En Esparta, se practicaba y se honraba el robo: era una institución hierática, un complemento indispensable en la educación de todo respetable lacedemonio. De ahí, probablemente, los griegos. En Laponia, es un honor para el padre de familia que su hija sea objeto de todas las atenciones cariñosas que pueda procurarle el viajero que goza de su hospitalidad. Al igual que en Besarabia. Al norte de Persia, y en las tribus del Kabul, donde viven en tumbas muy antiguas, si, al recibir en un cómodo sepulcro una cordial y hospitalaria acogida, transcurridas veinticuatro no se ha hecho uno íntimo con toda la prole del anfitrión, guebro, parsi o wahabita, es lógico esperar que, sin más, le sea a uno arrancada la cabeza, suplicio en boga por estos parajes.


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197 págs. / 5 horas, 45 minutos / 207 visitas.

Publicado el 26 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Dagón

H.P. Lovecraft


Cuento


Escribo esto bajo una fuerte tensión mental, ya que cuando llegue la noche habré dejado de existir. Sin dinero, y agotada mi provisión de droga, que es lo único que me hace tolerable la vida, no puedo seguir soportando más esta tortura; me arrojaré desde esta ventana de la buhardilla a la sórdida calle de abajo. Pese a mi esclavitud a la morfina, no me considero un débil ni un degenerado. Cuando hayan leído estas páginas atropelladamente garabateadas, quizá se hagan idea —aunque no del todo— de por qué tengo que buscar el olvido o la muerte.

Fue en una de las zonas más abiertas y menos frecuentadas del anchuroso Pacífico donde el paquebote en el que iba yo de sobrecargo cayó apresado por un corsario alemán. La gran guerra estaba entonces en sus comienzos, y las fuerzas oceánicas de los hunos aún no se habían hundido en su degradación posterior; así que nuestro buque fue capturado legalmente, y nuestra tripulación tratada con toda la deferencia y consideración debidas a unos prisioneros navales. En efecto, tan liberal era la disciplina de nuestros opresores, que cinco días más tarde conseguí escaparme en un pequeño bote, con agua y provisiones para bastante tiempo.

Cuando al fin me encontré libre y a la deriva, tenía muy poca idea de cuál era mi situación. Navegante poco experto, sólo sabía calcular de manera muy vaga, por el sol y las estrellas, que estaba algo al sur del ecuador. No sabía en absoluto en qué longitud, y no se divisaba isla ni costa algunas. El tiempo se mantenía bueno, y durante incontables días navegué sin rumbo bajo un sol abrasador, con la esperanza de que pasara algún barco, o de que me arrojaran las olas a alguna región habitable. Pero no aparecían ni barcos ni tierra, y empecé a desesperar en mi soledad, en medio de aquella ondulante e ininterrumpida inmensidad azul.


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6 págs. / 12 minutos / 367 visitas.

Publicado el 29 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

Diccionario Filosófico

Voltaire


Diccionario, Filosofía


A

ABAD (abate, sacerdote). ¿A dónde vais, señor abad?, etc. ¿Sabéis que abad significa padre? Si llegáis a serlo, rendiréis un servicio al Estado, haréis sin duda la mejor obra que puede hacer un hombre, y daréis vida a un ser pensante. Hay en esta acción algo de divino.

Pero si sólo sois abad por haber sido tonsurado, por vestir hábito y por lograr un beneficio, no merecéis el nombre de abad.

Los antiguos monjes dieron el nombre de abad al superior que ellos elegían. Era su padre espiritual. ¡De qué manera el tiempo ha cambiado el significado de este nombre! El abad espiritual era un pobre a la cabeza de otros pobres. Pero los pobres padres espirituales tuvieron luego doscientas, cuatrocientas libras de renta, y en Alemania algunos pobres padres espirituales tienen hoy un regimiento de guardias.

¡Un pobre que ha hecho voto de pobreza y que, en consecuencia, es como un soberano! Y aunque esto ya se ha dicho, hay que repetirlo sin cesar porque no se puede tolerar más. Las leyes rechazan este abuso, la religión se indigna de ello y los pobres desnudos y famélicos claman al cielo ante la puerta del señor abad.

Sin embargo, los señores abades de Italia, de Alemania, de Flandes y de Borgoña me objetarán: «¿Por qué no hemos de acumular bienes y honores?, ¿por qué no debemos ser príncipes? ¿No lo son acaso los obispos? Al igual que nosotros, ellos eran en principio pobres, pero se han enriquecido y elevado. Uno de ellos ha llegado a ser superior a los reyes, dejadnos imitarle tanto como podamos».

Tenéis razón, señores, invadid la Tierra, ésta pertenece al fuerte o al astuto que se adueña de ella; os habéis aprovechado de tiempos de ignorancia, superstición y demencia, para despojarnos de nuestros bienes y pisotearnos, para engordar con la sustancia de los desvalidos: ¡ay, cuando llegue el día de la razón!


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1.525 págs. / 1 día, 20 horas, 29 minutos / 638 visitas.

Publicado el 20 de junio de 2016 por Edu Robsy.

El Auxiliar de la Parroquia

Charles Dickens


Cuento


Había una vez, en una diminuta ciudad de provincias bastante alejada de Londres, un hombrecito llamado Nathaniel Pipkin, que trabajaba en la parroquia de la pequeña población y vivía en una pequeña casa de la Calle High, a escasos diez minutos a pie de la pequeña iglesia; y a quien se podía encontrar todos los días, de nueve a cuatro, impartiendo algunas enseñanzas a los niños del lugar. Nathaniel Pipkin era un ser ingenuo, inofensivo y de carácter bondadoso, de nariz respingona, un poco zambo, bizco y algo cojo; dividía su tiempo entre la iglesia y la escuela, convencido de que, sobre la faz de la tierra, no había ningún hombre tan inteligente como el pastor, ninguna estancia tan grandiosa como la sacristía, ninguna escuela tan organizada como la suya. Una vez, una sola vez en su vida, había visto a un obispo... a un verdadero obispo, con mangas de batista y peluca. Lo había visto pasear y lo había oído hablar en una confirmación, y, en aquella ocasión tan memorable, Nathaniel Pipkin se había sentido tan abrumado por la devoción y por el miedo que, cuando el obispo que acabamos de mencionar puso la mano sobre su cabeza, él cayó desvanecido y fue sacado de la iglesia en brazos del pertiguero.


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9 págs. / 17 minutos / 247 visitas.

Publicado el 18 de junio de 2016 por Edu Robsy.

El Biombo del Infierno

Ryunosuke Akutagawa


Cuento


I

El Gran Señor de Horikawa es el señor más grande que hubo nunca en Japón. Las generaciones siguientes jamás verán un señor tan grande. Los rumores dicen que antes de su nacimiento, Daitoku- Myo-O, se apareció a la gran señora, su madre, en un sueño. Desde el momento de su nacimiento fue un hombre absolutamente extraordinario. Todo lo que hacı́a trascendı́a las expectativas corrientes.

Para mencionar sólo unos pocos ejemplos, el esplendor y el audaz diseño de su mansión de Horikawa exceden con mucho nuestras mediocres concepciones. Algunos dicen que su carácter y conducta son comparables con los del primer Emperador de China y el emperador Yang. Pero esta comparación puede semejarse a la descripción que el ciego hace del elefante. Porque su intención no era en absoluto disfrutar del monopolio de toda la gloria y el lujo. Era un hombre de gran alcurnia que preferı́a más bien compartir los placeres con todos los que se hallaban bajo su dominio.

Sólo un gobernante tan grande podrı́a haber sido capaz de pasar indemne a través de la truculenta escena que fue el verdadero pandemonio desatado frente al palacio imperial. Y más aún, indudablemente fue su autoridad la que logro exorcizar al espı́ritu del difunto Ministro de la Izquierda, quien por las noches asolaba su mansión, cuyos jardines eran una afamada imitación del pintoresco paisaje de Shiogama. De hecho, la influencia de Horikawa era tan enorme que toda la gente de Kyoto, jóvenes y viejos, lo respetaba tanto como si fuera un Buda encarnado.

Una vez, cuando volvı́a a su casa de una exhibición de capullos de ciruelo realizada en la corte imperial, uno de los bueyes que tiraban de su carro se soltó y atropelló a un anciano que pasaba por allı́. Se rumorea que, aun en medio del accidente, el anciano, uniendo las manos en gesto reverente, expresó su gratitud por haber sido atropellado por el buey del Gran Señor.


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Publicado el 9 de noviembre de 2016 por Edu Robsy.

El Buque Misterioso

H. P. Lovecraft


Cuento


Capítulo 1

En la primavera de 1847, el pequeño pueblo de Ruralville se vio sacudido por una general excitación debida a la entrada de un extraño bergantín en el puerto.

No llevaba bandera alguna y todo hacía que resultase de lo más sospechoso.

No tenía nombre. Su capitán se llamaba Manuel Ruello. El interés aumentó, no obstante, Cuando John Griggs desapareció de su casa. Eso ocurrió el 4 de octubre y el 5 el bergantín se había marchado.

Capítulo 2

El bergantín, al partir, fue interceptado por una fragata de los Estados Unidos y se produjo una lucha tremenda. Cuando terminó, habían perdido a un hombre, llamado Henry Johns.

Capítulo 3

El bergantín continuó su ruta en dirección a Madagascar, hasta llegar. Los nativos huyeron despavoridos. Cuando volvieron a reunirse al otro lado de la isla, uno de ellos había desaparecido. Su nombre era Dahabea.

Capítulo 4

Al final, se decidió que había que hacer algo. Se ofreció una recompensa de 5.000 libras por la captura de Manuel Ruello, y entonces llegó la impactante noticia de que una nave indescriptible se había hundido en los cayos de Florida.

Capítulo 5

Se envió un buque a La Florida y entonces supieron qué había pasado. En medio del combate, habían botado un submarino y había cogido lo que quería. Y allí estaba, balanceándose tranquilamente en las aguas del Atlántico, cuando alguien dijo: “John Brown ha desaparecido”. Y desde luego que John Brown había desaparecido.


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Publicado el 16 de mayo de 2018 por Edu Robsy.

El Camino del Samurai

Yamamoto Tsunetomo


Tratado


HAGAKURE (HOJAS OCULTAS)

Hagakure, que significa «oculto bajo las hojas», es un antiguo breviario de caballería inspirado en el célebre código Bushido. Nos expone la Vía del guerrero, cuyos preceptos filosóficos y ética trascendental presentan al Bushi.

Bushido es la aceptación total de la vida, vivir incluso cuando ya no tenemos deseos de vivir. Esto se logra sabiendo morir en cada instante de nuestra vida, viviendo el instante, el aquí y ahora, sumido en el eterno presente, en vez de abandonar el campo de batalla cotidiano. Para el Samurái, la vida es un desafío, y la muerte es preferible a una vida indigna o impura. Esta es la noble y espectacular lección del «HAGAKURE».

Mantenido en secreto durante siglos, el Hagakure fue el libro de cabecera de Yukio Mishima.

He descubierto que la Vía del Samurái reside en la muerte. Durante una crisis, cuando existen tantas posibilidades de vida como de muerte, debemos escoger la muerte. No hay en ello nada difícil; sólo hay que armarse de valentía y actuar. Algunos dicen que morir sin haber acabado su misión es morir en vano. Este razonamiento es el que sostienen los mercaderes hinchados de orgullo que merodean por Osaka; no es más que un razonamiento sofisticado a la vez que una imitación caricaturesca de la ética de los Samurái.

Hacer una elección juiciosa en una situación donde las posibilidades de vivir o de morir se equilibran, es casi imposible. Todos preferimos vivir y es muy natural que el ser humano encuentre siempre buenas razones para continuar viviendo.

El que escoge vivir habiendo fracasado en su empeño, será despreciado y será a la vez un cobarde y un fracasado. El que muere después de haber fracasado, muere de una muerte fanática, que puede parecer inútil. Pero en cambio, no será deshonrado. Tal es la Vía del Samurái.


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Publicado el 25 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Castillo

Franz Kafka


Novela


1. La llegada

Cuando K llegó era noche cerrada. El pueblo estaba cubierto por una espesa capa de nieve. Del castillo no se podía ver nada, la niebla y la oscuridad lo rodeaban, ni siquiera el más débil rayo de luz delataba su presencia. K permaneció largo tiempo en el puente de madera que conducía desde la carretera principal al pueblo elevando su mirada hacia un vacío aparente.

Se dedicó a buscar un alojamiento; en la posada aún estaban despiertos, el hostelero no tenía ninguna habitación para alquilar, pero permitió, sorprendido y confuso por el tardío huésped, que K durmiese en la sala sobre un jergón de paja. K se mostró conforme. Algunos campesinos aún estaban sentados delante de sus cervezas pero él no quería conversar con nadie, así que él mismo cogió el jergón del desván y lo situó cerca de la estufa. Hacía calor, los campesinos permanecían en silencio, aún los examinó un rato con los ojos cansados antes de dormirse.

Pero poco después lo despertaron. Un hombre joven, vestido como si fuese de la ciudad, con un rostro de actor, ojos estrechos y cejas espesas, permanecía a su lado junto al posadero. Los campesinos todavía seguían allí, algunos habían dado la vuelta a sus sillas para ver y escuchar mejor. El joven se disculpó muy amablemente por haber despertado a K, se presentó como el hijo del alcaide del castillo y después dijo:

—Este pueblo es propiedad del castillo, quien vive aquí, o pernocta, vive en cierta manera en el castillo. Nadie puede hacerlo sin autorización del conde. Usted, sin embargo, o no posee esa autorización o al menos no la ha mostrado.

K, que se había incorporado algo, se alisó el pelo, miró desde abajo a la gente que lo rodeaba y dijo:

—¿En qué pueblo me he perdido? ¿Acaso hay aquí un castillo?


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357 págs. / 10 horas, 26 minutos / 529 visitas.

Publicado el 9 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

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