Laian y los Alienígenas
Francisco A. Baldarena
novela corta
Primera Parte
1
MALAS NOTICIAS
Fluo Max acababa de salir del baño y se peinaba frente al espejo, cuando vio reflejado, detrás de él, la figura violeta de Opzmo, flotando y haciéndole señales, del lado de afuera. Su amigo le pareció un tanto desesperado, sin embargo, como era sabido por todos que Opzmo era dado a las exageraciones, lo dejaría esperando un rato.
«Un poco de aire fresco no le hace mal a nadie», dijo, sonriendo. El problema era que estaban en la estación fría.
Fue a la cocina, agarró un pedazo de torta de chocolate y, a través del comando de voz, abrió el ventanal y Opzmo, tiritando de frío, entró, como se dice, «con cuatro piedras en la mano».
—¿Cómo puedes comer esta porquería, Fluo? Bizcochuelo de trigo modificado, chocolate sintético, azúcar artificial. Porquería pura.
Fluo Max esperaba una recriminación de parte del amigo, por haberlo dejado esperando afuera con semejante frío, sin embargo…
—Pero sabe bien. ¿Quieres un poco?
Opzmo, que odiaba ese tipo de alimentos, puso cara de asco y, atajándose con las manos, dijo:
—¡Solo si me estuviera muriendo de hambre!
—Bien, cambiando de tema, ¿qué te trae por aquí tan temprano? Opzmo tomó asiento.
—Kinio. Nos quiere a todos en el cuartel general, con urgencia.
—¿Kinio Kiniones Pauers?
—¿Hay, por acaso, otro Kinio Kiniones Pauers que conozcas, además, de nuestro jefe?
—No. Lo que pasa es que me tomaste por sorpresa. Y bien, ¿qué es lo que sabes?
—Apenas rumores. Tú sabes, lo de siempre: ataques esporádicos, sospechas de invasión, amenazas de bombas. Pero si Kinio nos manda a llamar con urgencia, por algo debe ser —aclaró Opzmo, balanceando la cabeza.
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MALAS NOTICIAS
Fluo Max acababa de salir del baño y se peinaba frente al espejo, cuando vio reflejado, detrás de él, la figura violeta de Opzmo, flotando y haciéndole señales, del lado de afuera. Su amigo le pareció un tanto desesperado, sin embargo, como era sabido por todos que Opzmo era dado a las exageraciones, lo dejaría esperando un rato.
«Un poco de aire fresco no le hace mal a nadie», dijo, sonriendo. El problema era que estaban en la estación fría.
Fue a la cocina, agarró un pedazo de torta de chocolate y, a través del comando de voz, abrió el ventanal y Opzmo, tiritando de frío, entró, como se dice, «con cuatro piedras en la mano».
—¿Cómo puedes comer esta porquería, Fluo? Bizcochuelo de trigo modificado, chocolate sintético, azúcar artificial. Porquería pura.
Fluo Max esperaba una recriminación de parte del amigo, por haberlo dejado esperando afuera con semejante frío, sin embargo…
—Pero sabe bien. ¿Quieres un poco?
Opzmo, que odiaba ese tipo de alimentos, puso cara de asco y, atajándose con las manos, dijo:
—¡Solo si me estuviera muriendo de hambre!
—Bien, cambiando de tema, ¿qué te trae por aquí tan temprano? Opzmo tomó asiento.
—Kinio. Nos quiere a todos en el cuartel general, con urgencia.
—¿Kinio Kiniones Pauers?
—¿Hay, por acaso, otro Kinio Kiniones Pauers que conozcas, además, de nuestro jefe?
—No. Lo que pasa es que me tomaste por sorpresa. Y bien, ¿qué es lo que sabes?
—Apenas rumores. Tú sabes, lo de siempre: ataques esporádicos, sospechas de invasión, amenazas de bombas. Pero si Kinio nos manda a llamar con urgencia, por algo debe ser —aclaró Opzmo, balanceando la cabeza.
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63 págs. / 1 hora, 51 minutos / 764 visitas.
Publicado el 13 de septiembre de 2021 por Francisco A. Baldarena .