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editor: Jaume del Alamo textos disponibles


Llueve

Jaume del Alamo


sentimientos, deseos, esperanza


Hoy a llovido, tal vez mañana también; no lo se. La lluvia no enturbia no molesta, la lluvia alimenta a prados verdes, trigales secos, almas perdidas.
Mañana será cuaresma o adviento, no lo se. Depende de los sentidos del baile de la vida.
Mañana vendrá el cartero, no lo se. Depende de si alguien desconocido escribe con palabras de harina.
Mañana será otro día, no lo se. Pero habrá camino, habrá deseo, habrán luces y quien sabe. Tal vez mañana habrá esperanza.


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Publicado el 5 de junio de 2018 por Jaume del Alamo.

Calles

Jaume del Alamo Jaumejoan


Calles, Callejuelas, Callejones, Plazoletas,


CALLES  A primera hora de la mañana salgo de casa limpio aseado y vestido en condiciones. A esta hora los edificios parecen centinelas que guardan secretos de la noche, la calle todavía esta oscura y la gente transita deprisa. Algunos bares ya están abiertos, otros comercios aun siguen cerrados. Una frutería que dobla la esquina tiene la persiana medio abierta  y puede verse como algunos empleados van preparando el producto… unas peras aquí, mas abajo unas manzanas, a la izquierda lechugas…… Sigo calle abajo y como cada mañana los niños ya salen de sus casas preparados para ir a la escuela; algunos van acompañados por su madre, en su espalda cargan con enormes y pesadas mochilas. Son niños pequeños que se inician en el juego de la vida, estrenan sonrisas.  Otros ya han dejado atrás la patria de la infancia; han perdido la inocencia, en una mano llevan su móvil y con un “skateboard“ en sus pies por calles y plazas entierran la ilusión de  noche de Reyes. Antes de llegar al final de la calle paso por delante de la barbería del barrio. Es de aquellas barberías antiguas que todavía peinan con laca y brillantina y cortan el pelo con tijeras que parecen un bisturí capilar. Casi escondida entre la sucursal de una entidad bancaria y una pastelería de dulces de chocolate y tartas de mazapán, se encuentra una mercería en la que venden hilo y aguja para que cuando llegues a casa puedas  zurcir algunos sueños rotos y algún que otro descosido de la vida. Es en esta mercería donde los vecinos del primer piso compran el hilo para tejer sus ilusiones. Las calles de mi ciudad son de texturas diferentes, colores pastel, gustos desiguales y con balcones llenos de flores.


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Publicado el 8 de julio de 2018 por Jaume del Alamo.