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Los Gigantes de Santa Elena

Francisco Campos Coello


Artículo


Con el mayor interés y cuidado, ha registrado el que esto escribe, todos los archivos municipales, y no ha encontrado un solo documento, ni acta de ninguna clase referente al siglo XVI. Todo ha desaparecido y lo poco que ha llegado a conocerse de aquella época se debió a informes posteriores y todos al siglo XVII. Solo se observa regularidadhistórica durante el siglo XVIII. Es pues, probable que los primeros documentos de la ciudad desaparecieron por las llamas de algunos de los incendios.

Veamos ahora cómo andaba dividido el Corregimiento de Guayaquil a fines del siglo XVI y la población que obtuvo durante los 73 años primeros de su existencia política y civil.

El corregimiento se extendía desde el cabo Pasado, Norte, llamado así, porque se halla cuando se ha pasado la línea equinoccial, siguiendo las orillas del Pacífico hasta la costa de Tumbes al Sur, correspondiendo la costa de Machala y la isla de Puná. Al Este, limitaba con el corregimiento de Cuenca y hacia el Nordeste con los Corregimientos de Riobamba y Chimbo.

Se dividía en siete tenencias: Portoviejo, Santa Elena, Puná, Yaguachi, Babahoyo, Baba y Daule. Comprendiendo la Tenencia de la Capital, hacían ocho.

La Tenencia de Portoviejo, comprendía cuatro parroquias: Montecristi, Picoasá, Jipijapa y Charapotó. La de Santa Elena encerraba en su recinto las islas de la Plata y Salango, y tenía cinco parroquias: Santa Elena, Chongón, Morro, Colonche y Chanday. La de Puná comprendía la isla de este nombre, Naranjal y Machala. La de Yaguachi tres, Alonche, Guafa, y San Jacinto, donde se hallaba la Aduana real. Babahoyo que comprendía las parroquias de Ojiva, Caracol, Quilca y Margache; la de Baba, las de Baba, San Lorenzo y Palenque y finalmente

Daule, contenía tres parroquias: Daule, Santa Lucía y Bolívar.


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Dominio público
6 págs. / 11 minutos / 14 visitas.

Publicado el 18 de febrero de 2024 por Edu Robsy.

Geografía Recreativa y Otras Amenidades

Arturo Robsy


Artículo


El continente pluscuamperfecto

¿Recuerdan ustedes sus años de geografía? Por ejemplo, al maestro que señalaba con su puntero sobre el mapamundi colgado de la pizarra y a los niños que recitaban: Europa, Asia, África, América, Oceanía...

Posteriormente geografías más avanzadas nos enseñaban que los continentes ocupan una extensión de 150.000.000 kilómetros cuadrados y que se reparten en cuatro grandes masas:

—El Viejo Mundo, que comprende Europa, Asia y África.

—El Nuevo Mundo, con las Américas del Norte y del Sur.

—El Continente Austral, con Australia y las islas de Oceanía.

—El Continente Antártico, con las tierras polares del Sur.

Sin embargo, últimamente muchos informadores profesionales y no pocos políticos han olvidado sus viejos conocimiento y se confunden. ¿Cómo es eso? Así de sencillo:

Europa es una península (grande, por supuesto) de Asia; y España otra península de Europa y, por lo tanto, Europa también. Por desgracia, algunos que parecen ignorarlo hablan de "integrarnos a Europa", de "salir a Europa", de "viajar a Europa", de "reunirse con ministros europeos", etcétera.

"De Alicante a Europa —decía un periódico hace poco— se tardarán dos horas en lo sucesivo". ¡Y un segundo! El tiempo de pisar cualquier calle alicantina, porque en teoría pertenecemos a este continente aunque no proyectemos "El Último Tango en París" y las sesiones de strip tease sean privadas en lugar de públicas.

Por eso, y para evitar malentendidos, convendría modificar nuestras geografías así: Europa, Asia, África, América, Oceanía, la Antártida y España, el continente pluscuamperfecto.

De otra forma nuestros hijos podrían preguntarnos: "¿Y nosotros? ¿En qué continente vivimos?". Cosa algo difícil de responder actualmente.


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Licencia limitada
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Publicado el 9 de septiembre de 2020 por Edu Robsy.

El Anti-maquetismo

Miguel de Unamuno


Artículo


Cuando hace más de cuatro años, en Julio de 1894, dediqué á este mismo asunto dos artículos en Las Noticias, de Bilbao, mi pueblo, no faltó quien dijera que veía visiones concediendo inmerecida importancia á una chifladura sin alcance alguno. Sucesos posteriores revelaron que no exageré la importancia del movimiento denunciado allí, y la elección del Sr. Arana ha atraído, por fin, sobre él la atención general.
 Creo conocer bastante bien el carácter y alcance en la comarca que el Nervión baña, del movimiento llamado separatista, cuyo valor es inútil querer deprimir. Extiéndese su espíritu, con mayor o menor intensidad, desde los que se contentan con escribir Bizkaya y otros desahogos tan inofensivos y pueriles, hasta los que leían con fruición aquello de que si un maqueto, estando ahogándose, pidiera socorro á un vizcaíno neto, debía éste contestarle: nik eztakit erdaraz (no sé castellano), barbaridad que se estampó en un papel que circulaba con éxito entre el clero joven de Vizcaya.
 El calificativo más adecuado al movimiento no es tanto el de separatismo como el de antimaquetismo. Es ante todo y sobre todo una explosión de enemiga hacia el español no vascongado, el maqueto, establecido en Bilbao y que allí trabaja. Las raíces del movimiento son de carácter económico, radicando en el desarrollo industrial de la región minera. Es un hecho análogo á tantos otros fenómenos sociales semnejantes, como la enemiga de los checos contra los alemanes en Bohemia, pongo por caso.
 En el mismo Ayuntamiento de la villa de Bilbao han llegado á establecerse diferencias con motivo de cierta escuela de sordo-mudos, entre los vecinos indígenas y los vecinos naturales de otro pueblo, como si éstos no contribuyeran en igual medida que aquéllos á levantar las cargas municipalés.


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Dominio público
3 págs. / 5 minutos / 201 visitas.

Publicado el 6 de octubre de 2019 por Edu Robsy.

Con Don Quijote en Sigüenza

Miguel de Unamuno


Artículo, ensayo


Ahí, a mil metros sobre el nivel azul del mar latino, en la adusta meseta que enlaza Aragón a la Mancha —¡dos tierras tan tierras!— sentí invadir mi alma ansiosa un cacho de tradición empedernida. Tradición y no historia, y tradición hecha piedra. Piedra y ladrillos y adobe.
 La tradición es la escurraja, el sedimento, a menudo las heces no más de la historia. La historia vive y pasa, la tradición queda y dura. Pero vuelve a hacerse con la tradición historia cuando se la vivifica y se la vive.
 Y así fuí a la vieja ciudad de Sigüenza a alimentar de piedras y de barro cocido o reseco mi alma, a hacer alma esas piedras animándolas en el espíritu. Y a resecar y renacer a la vez un poco el alma que empezaba a derretírseme.
 Venía de la ciudad de Monzón de Río Cinca, el pueblo natal de Joaquín Costa, el último gran ibero, el que por trágica contradicción predicó el europeísmo, el de corazón fervoroso de gran cacique espiritual. Predicó el europeísmo por haberse sentido tan arraigadamente ibérico y combatió el caciquismo porque allá, en su fuero interno, se conocía grandísimo cacique.
 Desde el castillo de Monzón había restregado mi vista en el verdor de las huertas que se ufanan lozanas a su pie y la había enjuagado luego de esa verdura de visión oteando las lontananzas ceñudas que se pierden en el regazo del Pirineo. El Maladeta se alzaba en el confín como una barrera entre Iberia y Europa. Más allá de él los campos grasos y muelles de los pueblos que guerreando o jugando —todo es guerra y todo es juego, y juego y guerra lo mismo— se dejan llevar sin resistir, vida abajo, por el vasto río de la historia hacia el mar del infinito olvido.
 C'est un paysage planetaire! ¡Es un paisaje planetario! Así me había dicho una vez uno de los conservadores del Museo del Louvre que desde París fue a caer en tren sobre Medinaceli en busca de Grecos.


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Dominio público
5 págs. / 8 minutos / 273 visitas.

Publicado el 7 de octubre de 2019 por Edu Robsy.

Cómo se Gobiernan las Filipinas

José Rizal


Ensayo, artículo


De algunos años a esta parte el porvenir de aquellas islas preocupa, no sólo a sus habitantes que son los que están más interesados, sino también a muchos peninsulares que hasta hace muy poco ignoraban quizás su situación geográfica y la raza que las habita, etnográficamente hablando.

Todos ven, todos presienten, todos están convencidos de que aquello va mal, de que algo allí deja mucho que desear; unos lo atribuyen a una cosa, otros a otra. Los mismos partidarios del gobierno allí imperante convienen en que existen males necesarios, sin sospechar que caen en una gran ridiculez o en un atraso de ideas lamentable. Decirle a un enfermo que su enfermedad es necesaria y que no debe tratar de combatirla es volver a los primitivos tiempos de la Medicina, es confesarse impotente; médico que diga tal cosa a su paciente, debe aconsejarle consulte otras lumbreras.

Los mismos frailes que benefician y gobiernan el país, los mismos que más interesados están en hacer creer que allí todo va a las mil maravillas; los que debieran sostener que allí todo es perfecto, inmejorable, celestial, para que nadie les turbase en el productivo nirvana que allí establecieron; estos mismos frailes convienen en que allí hay deficiencias, imperfecciones, abusos, y que las reformas son necesarias y se imponen, sólo que quisieran un tratamiento homeopático, lentísimo, como los médicos que, faltos de clientes, desearan arrullar y mecer una enfermedad crónica, a fin de ir cobrando y comiendo a costa del enfermo y de su padecimiento. Y esto lo han probado y demostrado en sus escritos.

En suma, todos convienen que la máquina no va como debe ir.


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Dominio público
8 págs. / 14 minutos / 212 visitas.

Publicado el 18 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

Bocetos y Apuntes

Vicente Blasco Ibáñez


Crónica, artículo, colección


El amor y la muerte

Con gran frecuencia ocurren los llamados crímenes de amor. Relatan los periódicos casi a diario sucesos dramáticos, en los que hiere la mano a impulso de los celos; describen suicidios, en los cuales una vida se suprime fríamente, abandonando las filas humanas por miedo a la soledad, después de las dulzuras del idilio, por el desesperado convencimiento de que ya no podrá marchar sintiendo el contacto de la carne amada, roce embriagador que mantiene lo que algunos filósofos llaman estado de ilusión y ayuda a soportar la monotonía de la existencia.

¡El Amor y la Muerte!… Nada tan antitético, tan opuesto, y, sin embargo, los dos caminan juntos, en estrecho maridaje, desde los primeros siglos de la Humanidad, tirando uno del otro, cual inseparables cónyuges, como marchan a través del tiempo la noche y el día, el invierno y la primavera, el dolor y el placer, no pudiendo existir el uno sin el otro.

«Te amo más que a mi vida», dice el jovenzuelo, despreciando su existencia, apenas formula los primeros juramentos de amor.. «¡Morir!, ¡morir por tí!», murmura el hombre junto a una oreja sonrosada, cuando, agotadas las frases de adoración, se esfuerza por concentrar en una definitiva y suprema frase todo su apasionamiento. «¡No volver a la vida! ¡Quedar así por siempre!», suspiran los enamorados, mirándose en el fondo de los ojos, mientras corre por sus nervios el estremecimiento del más dulce de los calofríos; y este deseo de anularse, de no despertar jamás del grato nirvana, surge inevitablemente, como si el amor sólo pudiera crecer y esparcirse a costa de la vida.

Tal vez reconoce su fragilidad, y adivinando que puede desvanecerse antes que acabe la existencia de los enamorados, implora, por instinto de conservación, el auxilio de la muerte.


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Dominio público
29 págs. / 51 minutos / 21 visitas.

Publicado el 16 de mayo de 2024 por Edu Robsy.

Auto-retrato

Miguel de Unamuno


Artículo, autobiografía


Sr. D. Francisco Villaespesa

Mi estimado amigo: Me pide usted un retrato mío y ante tal pedido surge un pequeño conflicto sin graves consecuencias —en mi conciencia. Renuncio á describírselo, aunque con semejante renuncia nos perdamos un trozo de psicología introspectiva, diferente, como es natural, de la ultrospectiva.

El resultado final de tal conflicto es la decisión de enviarle el retrato, pues el resistirse á que aparezca en público la imagen de nuestro físico arguye, en los tiempos que corren, mayor petulancia que el ceder á ello. Hoy, en que se prodiga tanto la estampación pública de retratos, es un verdadero acto de humildad, á la vez que un acto de verdadera humildad, el dejar que se dé á estampa pública el propio y peculiar retrato.

Ahora bien: visto y acordado en el tribunal de mi conciencia el remitirle un retrato de mi físico —dueño y á la vez siervo de dicha conciencia—, quedaba sólo la ejecución del acuerdo.

Y aquí me encuentro con que apenas tengo fotografías, y ellas no muy buenas, de mi semblante y traza corporal, y en este apuro acudo a la pluma misma con que trazo estas líneas y con ella dibujo mi perfil. Y en esto ha de permitirme que eche mano del egotismo y le diga que yo tengo más fisonomía visto de lado que no de frente. Hasta como escritor público creo que me ocurre lo mismo.

El hecho —porque es, sin duda, un hecho– de que envíe un auto-retrato supone que cultivo el «conócete á ti mismo»; y no pongo en latín esta sentencia, porque eso me parece algo asi como citar á Nietzsche ó á Tolstoi en francés, y el cultivar ese «conócete» dicen que es un mérito y el camino obligado para el «poséete».


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Dominio público
2 págs. / 4 minutos / 416 visitas.

Publicado el 12 de octubre de 2019 por Edu Robsy.

Aceituna, Una

Ricardo Palma


Artículo


Acabo de referir que uno de los tres primeros olivos que se plantaron en el Perú fue reivindicado por un prójimo chileno, sobre el cual recayó por el hurto nada menos que excomunión mayor, recurso terrorífico merced al cual, años más tarde, restituyó la robada estaca, que a orillas del Mapocho u otro río fuera fundadora de un olivar famoso.

Cuando yo oía decir aceituna, una, pensaba que la frase no envolvía malicia o significación, sino que era hija del diccionario de la rima o de algún quídam que anduvo a caza de ecos y consonancias. Pero ahí verán ustedes que la erré de medio a medio, y que si aquella frase como esta otra: aceituna, oro es una, la segunda plata y la tercera mata, son frases que tienen historia y razón de ser.

Siempre se ha dicho por el hombre que cae generalmente en gracia o que es simpático: Este tiene la suerte de las aceitunas, frase de conceptuosa profundidad, pues las aceitunas tienen la virtud de no gustar ni disgustar a medias, sino por entero. Llegar a las aceitunas era también otra locución con que nuestros abuelos expresaban que había uno presentádose a los postres en un convite, o presenciado sólo el final de una fiesta. Aceituna zapatera llamaban a la oleosa que había perdido color y buen sabor y que, por falta de jugo, empieza a encogerse. Así decían por la mujer hermosa a quien los años o los achaques empiezan a desmejorar:

—Estás, hija, hecha una aceituna zapatera.

Probablemente los cofrades de San Crispín no podían consumir sino aceitunas de desecho.


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2 págs. / 3 minutos / 646 visitas.

Publicado el 20 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

Vistazos

José Tomás de Cuéllar


Artículo, crónica


Educación social y política en las escuelas

No nos cansaremos de encarecer en nuestra tarea incesante de abogar por el bien del pueblo, la importancia de la educación moral y social, como el único medio posible de corregir costumbres inveteradas que han de ejercer todavía influencia muy decisiva y tal vez funesta en nuestro modo de ser político.

Uno de los males que más salta á la vista en la presente situación de México es el indiferentismo político; y por más que militen causas poderosas para determinarlo, como consecuencia precisa de los acontecimientos, hay que reconocer que este mal tiene por origen moral una deficiencia en la educación.

Viene en corroboración de este aserto la especie de reacción que empieza á operarse, en la juventud respecto á nuestra historia política. Hace sólo un año la juventud de los colegios tomó una parte activa en la celebración de las fiestas de nuestra independencia; y esta idea ha partido naturalmente de los grupos de alumnos mas recientemente impresionados con el aprendizaje de la historia de México; y el haberlos alentado y protegido en su loable pensamiento de conmemorar los hechos gloriosos de nuestra historia, no ha sido otra cosa que darles una lección práctica de buena educación civil...


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Dominio público
90 págs. / 2 horas, 39 minutos / 55 visitas.

Publicado el 23 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

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