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Todo al Vuelo

Rubén Darío


Crítica, Ensayo, Artículo, Opinión


Films de París

Los exóticos del «Quartier».

En la terraza del Valchette, o desde algún banco del Luxemburgo, me fijo singularmente en los exóticos que desfilan. Y me llama sobre todo la atención el negrito del panamá, un negrito negro, negro, con un panamá blanco, blanco. Es un negrito delgado, ágil, simiesco, orgulloso, pretencioso, pintiparado, petimetre, suficiente, contento y como danzante. París contiene varias clases de hijos de Cham, pero este negrito a ninguna de ellas pertenece. No es, seguramente, el célebre payaso Chocolat, que ha recibido recientemente una medalla por haber ido muchos años a divertir con saltos y muecas a los niños pobres de los hospitales y asilos; no será, por cierto, Koulery Ouníbalo, príncipe Gleglé, hijo del rey Behanzin Cortacabezas, que puede verse reproducido en cera en el Museo Grevin, y del cual príncipe, que ha servido como buen soldado a Francia, no ha vuelto a acordarse el Estado que depusiera a su padre; no será, de ninguna manera, el diputado por la Guadalupe, Legitimus, que ha pasado ya los años de la alegre juventud; no será, sobre todo, el estupendo Johnson, que desquijarró a Jeffries en Yanquilandia y cuyo retrato y «sonrisa de oro» han popularizado las gacetas. ¿Quién será, entonces, este negrito pintiparado que camina en se dandinant; y dodelinant de la tête? A veces va solo; a veces con otros compañeros de color, pero que no tienen sus manifestaciones de holgura ni su cándido jipijapa; a veces, en compañía de una moza pizpireta del quartier, una de esas trabadas calipigias que andan hoy por la moda en perpetua gymkana.


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Dominio público
183 págs. / 5 horas, 20 minutos / 471 visitas.

Publicado el 11 de diciembre de 2018 por Edu Robsy.

Verdad y Vida

Miguel de Unamuno


Artículo, ensayo


Uno de los que leyeron aquella mi correspondencia aquí publicada, a la que titulé Mi religión, me escribe rogándome aclare o amplíe aquella fórmula que allí empleé de que debe buscarse la verdad en la vida y la vida en la verdad. Voy a complacerle procediendo por partes.

Primero la verdad en la vida.

Ha sido mi convicción de siempre, más arraigada y más corroborada en mí cuanto más tiempo pasa, la de que la suprema virtud de un hombre debe ser la sinceridad. El vicio más feo es la mentira, y sus derivaciones y disfraces, la hipocresía y la exageración. Preferiría el cínico al hipócrita, si es que aquél no fuese algo de éste.

Abrigo la profunda creencia de que si todos dijésemos siempre y en cada caso la verdad, la desnuda verdad, al principio amenazaría hacerse inhabitable la Tierra, pero acabaríamos pronto por entendernos como hoy no nos entendemos. Si todos, pudiendo asomarnos al brocal de las conciencias ajenas, nos viéramos desnudas las almas, nuestras rencillas y reconcomios todos fundiríanse en una inmensa piedad mutua. Veríamos las negruras del que tenemos por santo, pero también las blancuras de aquel a quien estimamos un malvado.

Y no basta no mentir, como el octavo mandamiento de la ley de Dios nos ordena, sino que es preciso, además, decir la verdad, lo cual no es del todo lo mismo. Pues el progreso de la vida espiritual consiste en pasar de los preceptos negativos a los positivos. El que no mata, ni fornica, ni hurta, ni miente, posee una honradez puramente negativa y no por ello va camino de santo. No basta no matar, es preciso acrecentar y mejorar las vidas ajenas; no basta no fornicar, sino que hay que irradiar pureza de sentimiento; ni basta no hurtar, debiéndose acrecentar y mejorar el bienestar y la fortuna pública y las de los demás; ni tampoco basta no mentir, sino decir la verdad.


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Dominio público
7 págs. / 13 minutos / 487 visitas.

Publicado el 6 de octubre de 2019 por Edu Robsy.

Lea y Hágase Rico, Según su Coveniencia

Arturo Robsy


Artículo, humor


"La riqueza no es una situación. Es una forma de ser". Que diría aquel.

La duración del aburrimiento

La vida media del hombre (70 años) abarca un período de 25 mil 550 días, cifra más que reducida al comprarla con las que se barajan semanalmente en las quinielas y en la lotería.

Suponiendo que ese mismo hombre venga a ganar una media de 15.000 pesetas mensuales durante toda su vida, resulta que ha gastado (o ahorrado) un mínimo de 12 millones y medio de pesetas, que son 500 por día.

Saquemos algunas consecuencias: quinientas pesetas diarias durante veinticinco mil quinientos días, suponiendo que los precios no suban demasiado dan para vivir muy justos y nada más. Ahora bien, si a cada ciudadano se le entregara (al llegar a su mayoría de edad, por ejemplo) la bonita cifra de doce millones y medio de pesetas que equivalen a los beneficios de toda la vida, ¿qué sucedería?

Varias cosas, claro. La primera, que tendríamos un nuevo millonario. La segunda, que el ciudadano en cuestión dispondría de un capital real con el que maniobrar y establecerse. La tercera, que se iría al diablo una gran parte de la sociedad actual y que, por lo tanto, volverían los tiempos de la escasez y del hambre. La cuarta, que el mundo está estudiado para que haya pocos ricos y muchos pobres, porque, si no, nadie trabajaría. Y la quina, a modo de consecuencia, es que el noventa por cien de los hombres comerciamos y especulamos con nuestra persona, mientras el 10 por 100 restante especula y comercia también con la nuestra y no con la suya.

Y, en suma, veinticinco mil quinientos días no se pasan así como así: son largos aunque vengan repetidos. Son penosos, aunque se les cuente por meses. Son productivos, aunque uno de cada siete sea de holganza. Parados los primeros tres mil quinientos (3.650 exactamente), que corresponden a la niñez consciente, desaparecen la mayor parte de las sorpresas de la vida.


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Licencia limitada
7 págs. / 12 minutos / 346 visitas.

Publicado el 10 de septiembre de 2020 por Edu Robsy.

Una Heroína del Siglo XV: Juana Hachette

Concepcion Gimeno de Flaquer


Artículo


Estudio dedicado al distinguido literato Rafael Núñez, Presidente de la República de Colombia


O femmes, c'est à tort qu'on vous nomme timides.
A la voix de vos cœurs, vous êtes intrépides.

Legouvé


Las mujeres francesas no han sido nunca extrañas a las turbulencias de su patria; han influido tanto en la diplomacia y en la política, que el cardenal Mazarino dijo hablando de ellas al embajador español:


«Vuestras mujeres no se ocupan más que en amar, mientras que las nuestras enmarañan la política a su antojo; tenemos tres damas tan capaces de gobernar tres reinos como de perturbarlos: la Duquesa de Longueville, la Princesa Palatina y la Duquesa de Chevreuse».


Obsérvase que entre las mujeres francesas, las que más se mezclan en la política son las dos clases extremas: las mujeres de la aristocracia y las plebeyas. En la época del Terror, fueron víctimas de la revolución unas y otras.

La aristocracia francesa ha tenido hábiles políticas, contándose entre estas María Ana de la Tremouille, Princesa de los Ursinos, que gobernó a Felipe V de España; María Carolina Fernanda Luisa de Borbón, Duquesa de Berry, tan audaz, que intentó por las armas una restauración monárquica, y tan valiente, que soportó acerbos sufrimientos en la prisión del castillo de Blaye, sin exhalar una queja; la Duquesa de Grammont, que indujo a su hermano el Duque de Choisseul, ministro de Luis XV, a rechazar la alianza política propuesta por la Dubarry, lo cual ocasionó la caída del Ministerio, y Mme. Royale, Duquesa de Angulema, que cuando su marido salió para sublevar el Mediodía de Francia contra Napoleón, ella quedó en Burdeos luchando por su causa, animando a las autoridades civiles, pasando revista rodeada de generales, y presidiendo la organización de la defensa y el ataque, con un arrojo que hizo exclamar a Napoleón:


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Dominio público
4 págs. / 7 minutos / 74 visitas.

Publicado el 13 de octubre de 2020 por Edu Robsy.

Las Dos Lafayette

Concepción Gimeno de Flaquer


Artículo


Estudio dedicado al honorable doctor Adán Cárdenas, Exmo. Sr. Presidente de la República de Nicaragua.

I

Las mujeres Lafayette han sido dignas de este apellido, que hicieron ilustre en Francia diplomáticos, generales y políticos.

¡Mademoiselle de Lafayette! ¡Madame de Lafayette! He aquí dos encantadoras figuras del siglo decimoséptimo.

Mademoiselle de Lafayelle tuvo la breve vida del meteoro; fue un astro que brilló un momento en la corte de Luis XIII, extinguiéndose rápidamente en Chaillot.

Madame de Lafayette vive todavía, está en sus obras; a ellas debe la inmortalidad.

Mademoiselle de Lafayette no tiene historia; su vida es un poema compuesto de tres cantos: una mirada, una lágrima y un adiós. Este poema pudiera escribirse con el ala de un ángel en la hoja de una azucena.

Luisa de Lafayette hallose ligada a Luis XIII por un afecto platónico. El cardenal Richelieu, queriendo romper los inocentes amores de este rey con Mademoiselle de Hautefort, porque la influencia de esta bella joven le era fatal, procuró llamar la atención del misántropo rey hacia los encantos de Luisa: el débil monarca, que abandonaba antiguos afectos con la misma facilidad que creaba nuevos, cedió cual siempre, a la voluntad del cardenal, y sustituyó a su favorita. Mademoiselle de Lafayette reemplazó a Mademoiselle de Hautefort.

La mayor parte de los amores de Luis XIII fueron tan platónicos, que no vacilamos en denominarle el rey de los castos amores. Más que almas ardientes, necesitaba almas tiernas, amigas íntimas, no queridas.


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Dominio público
5 págs. / 10 minutos / 75 visitas.

Publicado el 13 de octubre de 2020 por Edu Robsy.

Aguafuertes Gallegas

Roberto Arlt


Artículo, Crónica


Trabajador gallego en campo americano. Mar bravo y montaña empinada. Reciedumbre gallega

Nuestro desapego por el trabajo físico, es tan evidente que de él ha nacido la desestima que cierto sector de nuestro pueblo experimenta hacia la actividad del gallego. Convertimos en síntoma de superioridad la falta de capacidad. Razonamos equivocadamente así: «Si el gallego trabaja tan brutalmente, y no le imitamos, es porque nosotros somos superiores a él». En este disparate, índice de nuestra supuesta superioridad, nos apoyamos para hacerle fama al gallego, de bruto y estólido, sin darnos cuenta que esa superioridad es, precisamente, síntoma de debilidad.

Visitemos una aldea gallega, de los alrededores de Vigo, Persibilleira, Panjon, La Bouza, Corujo.

El gallego trabaja en piedra. No en ladrillo. No en madera: piedra.

De piedra son los hórreos donde pone a orear el trigo. De piedra las casas. De piedra las piletas y las campanas bajo las cuales arde el fuego. De piedra los techos, de piedra las fuentes, de piedra los postes que sostienen las viñas, de piedra los muros que cercan los sembradíos, de piedra los puentes y los caminitos que corren entre los maizales y de piedra los troncos que sostienen las alambradas. Sin embargo, el monte gallego negrea de bosques. Le sobra madera. Levantemos la cabeza. Allá arriba, donde únicamente pueden andar las cabras, en la cima del monte, en un retazo de tierra, avanza la sembradura. Esto no es un juguete. Aquí, en Galicia, aunque se esté entrenado para subir pendientes, hay que hacer un alto cada cien metros.


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Dominio público
58 págs. / 1 hora, 43 minutos / 159 visitas.

Publicado el 28 de marzo de 2021 por Edu Robsy.

Artículos Ligeros sobre Asuntos Trascendentales

José Tomás de Cuéllar


Artículo, crónica


Los faroles

No es nuestro ánimo tratar aquí de los hombres vacíos á quienes el mundo llama faroles, ni de autoridades caricaturescas á quienes suele llamárseles farolones, ni tampoco de aquéllos á quienes por vanos, pretenciosos y farsantes se les dice faroleros. Lejos de nosotros tan mezquinas personalidades. Vamos á ocuparnos simplemente de la importancia social del farol; mueble cuya principal calidad es estar vacío, y que á nosotros se nos antoja que está lleno de muchas cosas importantes, curiosas y buenas de contarse, por ser un tanto cuanto trascendentales.

Los mexicanos de la presente y de las pasadas generaciones, á contar de algún tiempo después de la conquista, hemos nacido viendo faroles: solo que, desde el tiempo de los virreyes hasta la independencia y poco después, los faroles tenían para nosotros casi exclusivamente esta significación: la iglesia. El culto católico fué, mientras pudo, introductor, mantenedor y consumidor de los faroles.

Los faroleros (hablamos, se entiende, de los constructores de faroles, y no de las personas de quienes desde un principio dijimos que no queríamos hablar) los faroleros, pues, han debido ser dos veces afectos al culto; porque este culto con faroles, era además de su religión, su subsistencia.

Ya se recordará que esta dichosa capital, con sus doscientas iglesias, sus doscientas fiestas titulares, sus doscientos novenarios y octavarios, en todo lo que, lo primero indispensable eran los faroles, debió llegar á acopiarlos en cantidades fabulosas.


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Dominio público
230 págs. / 6 horas, 43 minutos / 59 visitas.

Publicado el 23 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

Nuevas Aguafuertes

Roberto Arlt


Crónica, Artículo


Canning y Rivera

Canning y Rivera, intersección sentimental de Villa Crespo, refugio de vagos y filósofos baratos; pasaje obligado de fabriqueras, gorreros judíos y carniceros turquescos; Canning y Rivera, camino de Palermo, esquina con historia de un suicidio (una muchacha hace un año se tiró de un tercer piso y quedó enganchada en los alambres que sostienen el toldo del café salvándose de la muerte), y un café que desde la mañana temprano se llena de desocupados con aficiones radiotelefónicas.

El café

Si usted tiene aficiones a la atorrancia; si a usted le gusta estarse ocho horas sentado y otras ocho horas recostado en un catre, si usted reconoce que la divina providencia lo ha designado para ser un soberbio «squenun» en la superficie del planeta, múdese a las inmediaciones de Canning y Rivera. Todas sus ambiciones serán colmadas… y el reino de los inocentes le será dado, por añadidura.


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Dominio público
80 págs. / 2 horas, 20 minutos / 82 visitas.

Publicado el 4 de marzo de 2022 por Edu Robsy.

Ante el Tribunal

Horacio Quiroga


Artículo, crítica


Cada veinticinco o treinta años el arte sufre un choque revolucionario que la literatura, por su vasta influencia y vulnerabilidad, siente más rudamente que sus colegas. Estas rebeliones, asonadas, motines o como quiera llamárseles, poseen una característica dominante que consiste, para los insurrectos, en la convicción de que han resuelto por fin la fórmula del Arte Supremo.

Tal pasa hoy. El momento actual ha hallado a su verdadero dios, relegando al olvido toda la errada fe de nuestro pasado artístico. De éste, ni las grandes figuras cuentan. Pasaron. Hacía atrás, desde el instante en que se habla, no existe sino una falange anónima de hombres que por error se consideraron poetas. Son los viejos. Frente a ella, viva y coleante, se alza la falange, también anónima, pero poseedora en conjunto y en cada uno de sus individuos, de la única verdad artística. Son los jóvenes, los que han encontrado por fin en este mentido mundo literario el secreto de escribir bien.

Uno de estos días, estoy seguro, debo comparecer ante el tribunal artístico que juzga a los muertos, como acto premonitorio del otro, del final, en que se juzgará a los "vivos" y los muertos.

De nada me han de servir mis heridas aún frescas de la lucha, cuando batallé contra otro pasado y otros yerros con saña igual a la que se ejerce hoy conmigo. Durante veinticinco años he luchado por conquistar, en la medida de mis fuerzas, cuanto hoy se me niega. Ha sido una ilusión. Hoy debo comparecer a exponer mis culpas, que yo estimé virtudes, y a librar del báratro en que se despeña a mi nombre, un átomo siquiera de mi personalidad.


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Dominio público
3 págs. / 5 minutos / 142 visitas.

Publicado el 29 de octubre de 2022 por Edu Robsy.

El Sentimiento de la Catarata

Horacio Quiroga


Crónica, artículo


En sus mil trescientos kilómetros de curso desde las sierras brasileñas hasta su desembocadura en el Paraná, el rio Iguazú debe salvar un desnivel de 800 metros. Como se trata de una gran masa de agua de velocidad normal, y no de una avenida de montaña, se explica que el álveo del río se quiebre repetidas veces en numerosas y rápidas cascadas, para autorizar de algún modo aquella fuerte cota.

La cuenca del Iguazú es, en efecto, una de las más poderosas fuentes de hulla blanca del mundo entero. Si el Iguazú nace a novecientos metros de altura, sus numerosísimos afluentes cobran origen a mil trescientos metros, para vaciarse en aquél tras un curso relativamente breve. Toda esa vasta cuenca se revuelve, pues, en tumbos de agua, cachuelas, saltos y cataratas, cuya sacudida, propagándose de unos a otros sin solución de continuidad, mantiene, puede decirse, a la zona entera en un sordo e interminable fragor.

La cuenca del Iguazú no es dilatada, pero el régimen de lluvias torrenciales a qué está sometida compensa al exceso su brevedad. Los ciento veinticuatro kilómetros cúbicos de agua que se desploman por año sobre los bosques natales son absorbidos en su mitad por el Iguazú. Y si estamos atentos al desnivel apuntado. comprenderemos que cada caída a plomo de esa inmensidad líquida encierre una formidable energía mecánica.


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Dominio público
3 págs. / 6 minutos / 106 visitas.

Publicado el 14 de noviembre de 2022 por Edu Robsy.

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