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etiqueta: Clásico


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Odisea

Homero


Poesía, Clásico, Poema épico, Grecia


Canto I

Háblame, Musa, de aquel varón de multiforme ingenio que, después de destruir la sacra ciudad de Troya, anduvo peregrinando larguísimo tiempo, vio las poblaciones y conoció las costumbres de muchos hombres y padeció en su ánimo gran número de trabajos en su navegación por el Ponto, en cuanto procuraba salvar su vida y la vuelta de sus compañeros a la patria. Mas ni aun así pudo librarlos, como deseaba, y todos perecieron por sus propias locuras. ¡Insensatos! Comiéronse las vacas de Helios, hijo de Hiperión; el cual no permitió que les llegara el día del regreso. ¡Oh diosa, hija de Zeus!, cuéntanos aunque no sea más que una parte de tales cosas.

Ya en aquel tiempo los que habían podido escapar de una muerte horrorosa estaban en sus hogares, salvos de los peligros de la guerra y del mar; y solamente Odiseo, que tan gran necesidad sentía de restituirse a su patria y ver a su consorte, hallábase detenido en hueca gruta por Calipso, la ninfa veneranda, la divina entre las deidades, que anhelaba tomarlo por esposo.

Con el transcurso de los años llegó por fin la época en que los dioses habían decretado que volviese a su patria, aunque no por eso debía poner fin a sus trabajos, ni siquiera después de juntarse con los suyos. Y todos los dioses le compadecían, a excepción de Poseidón, que permaneció constantemente irritado contra el divinal Odiseo hasta que el héroe no arribó a su tierra.

Mas entonces habíase ido aquel al lejano pueblo de los etíopes -los cuales son los postreros de los hombres y forman dos grupos, que habitan respectivamente hacia el ocaso y hacia el orto de Hiperión- para asistir a una hecatombe de toros y de cordero. Mientras aquel se deleitaba presenciando el festín, congregáronse las otras deidades en el palacio de Zeus Olímpico.


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Publicado el 6 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

Eneida

Virgilio


Poesía, Poema épico, Clásico


LIBRO I

Canto las armas y a ese hombre que de las costas de Troya
llegó el primero a Italia prófugo por el hado y a las playas
lavinias, sacudido por mar y por tierra por la violencia
de los dioses a causa de la ira obstinada de la cruel Juno,
tras mucho sufrir también en la guerra, hasta que fundó la ciudad
y trajo sus dioses al Lacio; de ahí el pueblo latino
y los padres albanos y de la alta Roma las murallas.
Cuéntame, Musa, las causas; ofendido qué numen
o dolida por qué la reina de los dioses a sufrir tantas penas
empujó a un hombre de insigne piedad, a hacer frente
a tanta fatiga. ¿Tan grande es la ira del corazón de los dioses?
Hubo una antigua ciudad que habitaron colonos de Tiro,
Cartago, frente a Italia y lejos de las bocas
del Tiber, rica en recursos yviolenta de afición a la guerra;
de ella se dice que Juno la cuidó por encima de todas las tierras,
más incluso que a Samos. Aquí estuvieron sus armas,
aquí su carro; que ella sea la reina de los pueblos,
si los hados consienten, la diosa pretende e intenta.
Pero había oído que venía una rama de la sangre troyana
que un día habría de destruir las fortalezas tirias;
para ruina de Libia vendría un pueblo poderoso
y orgulloso en la guerra; así lo hilaban las Parcas.
Eso temiendo y recordando la hija de Saturno otra guerra
que ante Troya emprendiera en favor de su Argos querida,
que aún no habían salido de su corazón las causas del enojo
ni el agudo dolor; en el fondo de su alma
clavado sigue el juicio de Paris y la ofensa de despreciar
su belleza y el odiado pueblo y los honores a Ganimedes raptado.
Más y más encendida por todo esto, agitaba a los de Troya
por todo el mar, resto de los dánaos y del cruel Aquiles,
y los retenía lejos del Lacio. Sacudidos por los hados
vagaban ya muchos años dando vueltas a todos los mares.


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Publicado el 15 de junio de 2016 por Edu Robsy.

Electra

Sófocles


Teatro, Clásico, Tragedia griega


Personajes

Pedagogo
Orestes
Electra
Coro De Doncellas Argivas
Crisótemis
Clitemnestra
Egisto

Electra

(Ante el palacio real de Micenas. Al fondo, la llanura de la Argólide. Amanece.)

PEDAGOGO: ¡Oh, hijo de Agamenón, del jefe del ejército ante Troya! Ahora te es permitido ver lo que siempre has deseado. Esta es la antigua Argos, el suelo consagrado a la hija aguijoneada de Inaco . He aquí, Orestes, el ágora licia del Dios matador de lobos; luego, a la izquierda, el templo ilustre de Hera. Ves, créelo, la rica Micenas, adonde hemos llegado, y la fatídica mansión de los Pelópidas , donde, en otro tiempo, después de la muerte de tu padre, te recibí de manos de tu hermana, y, habiéndote llevado y salvado, te crié hasta esta edad para vengar la muerte paterna. Ahora, pues, Orestes, y tú, el más querido de los huéspedes, Pílades, se trata de deliberar con prontitud sobre lo que es preciso hacer. Ya el brillante resplandor de Helios despierta los cantos matinales de las aves y cae la negra Noche llena de astros. Antes de que hombre alguno salga de la morada, celebrad consejo; porque, en el estado de las cosas, no ha ya lugar a vacilar, sino a obrar.


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Dominio público
38 págs. / 1 hora, 8 minutos / 3.406 visitas.

Publicado el 21 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Crítica de cine: La tentación vive arriba. (1955, Billy Wilder, protagonizada por Marilyn Monroe & Tom Ewell)

Manuel Cerón


Crítica, cine, reseña, clásico


Manhattan. Un esposo cuarentón (librado de amarras conyugales de común acuerdo) es El Truman (Burbank) de este vodevil del  celuloide.


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2 págs. / 5 minutos / 114 visitas.

Publicado el 22 de febrero de 2022 por Manuel Cerón.

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