Cuentos Varios
Vicente Blasco Ibáñez
Cuentos, Colección
Al lector
Hay una gruta, misteriosa y
negra,
donde resbala bajo
mustias frondas,
un raudal
silencioso que ni alegra
ni fecunda: ¡qué
amargas son sus ondas!
Con qué impudor
bajo esa gruta helada
mil flores abren su
aterido broche…
¡Nunca al beso de
luz de la alborada!
¡Siempre al ósculo
negro de la noche!
Esa gruta es mi
alma; y esa fuente
muda y letal, mi
corrosivo llanto;
y esas flores, los
versos que en mi mente
brotan al choque de
fatal quebranto.
Cierto es que hay
ámbar y color y almíbar
en muchas de esas
flores… mas te advierto,
que estas esconden
repugnante acíbar,
olor de cirio, y
palidez de muerto.
Compasión
A las diez de la noche, el conde de Sagreda entró en su Círculo del bulevar de los Capuchinos. Gran movimiento de los criados para tomarle el bastón, el sombrero de innumerables reflejos y el gabán de ricas pieles, que, al separarse de sus hombros, dejó al descubierto la pechera de inmaculada nitidez, la gardenia de una solapa, todo el uniforme negro y blanco, discreto y brillante, de un gentleman que viene de comer.
Dominio público
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Publicado el 11 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.