Textos más populares esta semana etiquetados como Comedia disponibles | pág. 5

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De Mala Raza

José Echegaray


Teatro, comedia


Reparto

PERSONAJES ACTORES

CARLOS, 25 años — Sr. Vico.
ADELINA, 18 años — Srta. Gambardela.
DON ANSELMO, 60 años — Sr. Cirera.
PAQUITA, 22 años — Srta. Casado.
VISITACIÓN, 45 años — Sra. González.
DON NICOMEDES, 50 años — Sr. Parreño.
DON PRUDENCIO, 46 años — Fernández.
Un CRIADO — Melgares.


Época contemporánea.

Acto primero

La escena representa la sala baja de una quinta o casa de recreo próxima a San Sebastián. Rompimiento en el fondo; se ve un jardín; el mar, a lo lejos; un cielo espléndido. Decorado y mueblaje, ricos y alegres, cual conviene a propietarios bien acomodados y a la estación de verano. Es de día.

Escena primera

VISITACIÓN, PAQUITA, DON NICOMEDES y DON ANSELMO. Aparecen sentados en mecedoras o butacas y formando dos grupos. VISITACIÓN y PAQUITA, a un lado; al otro, DON ANSELMO y DON NICOMEDES. Puede darse movimiento a la escena levantándose y paseando alguno de los caballeros de cuando en cuando, o agrupados de varios modos los personajes, según indique el diálogo.


NICOMEDES.—Conque, querido Anselmo, francamente, dime lo que piensas de nuestro hotel.

ANSELMO.—Pues pienso, querido Nicomedes, todo lo bueno imaginable; nada malo. Un lugar de delicia, sin mezcla de mal alguno. (Con tono algo burlón.)

NICOMEDES.—Bien dicho: un paraíso; ésa es la palabra. ¿Y el jardín? ¿Y las vistas al mar? Pues ¿y la situación?

VISITACIÓN.—Hombre, ni que pusieras en venta la finca tendrías mayor empeño en cantarnos sus alabanzas.

NICOMEDES.—Es que lo merece, y si no, que lo diga tu hermano. Dilo tú, Anselmo; repítelo, que Visitación no te ha oído.

ANSELMO.—¿Yo?


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Dominio público
82 págs. / 2 horas, 24 minutos / 260 visitas.

Publicado el 30 de junio de 2020 por Edu Robsy.

La Venta

Francisco de Quevedo y Villegas


Teatro, Entremés, Comedia


Personas

GRAJAL, moza de la venta
UN MOZO DE MULAS
CORNEJA
VENTERO
UNA MUJER
UN ESTUDIANTE
GUEVARA Y SU COMPAÑÍA
MÚSICOS QUE CANTAN

La Venta

Sale CORNEJA, vejete, con un rosario, y canta dentro GRAJAL.

CORNEJA
Mas líbranos del mal, amén, Jesús.

Canta GRAJAL.

GRAJAL
Es ventero Corneja.
Todos se guarden,
que hasta el nombre le tiene
de malas aves.
¿Qué harán las ollas,
donde las lechuzas
pasan por pollas?

CORNEJA
Linda letra me canta mi criada.
No sé cómo la sufro, ¡vive Cristo!
Ella se baila toda cada día,
y siempre está cantando estos motetes,
y sisa, y es traviesa y habladora.
Moza de venta no ha de ser canora.
¡Grajal!

GRAJAL
Dentro. Señor.

CORNEJA
¡El tono con que chilla!

Sale GRAJAL, cantando.
Quien temiere ratones,
venga a esta casa,
donde el huésped los guisa
como los caza.
Zape aquí, zape allí, zape allá,
que en la venta está,
que en la venta está.

CORNEJA
¡Válgante los demonios por cantora!
Ya que cantas de chanza,
¿es bueno el villancico en mi alabanza?

GRAJAL
Capítulo segundo, en que se trata
en cómo se responde en esta venta.

CORNEJA
¿Coronista te haces?

GRAJAL
Tenga cuenta.
Canta.
Dicen «señor huésped»,
responde el gato;
y en diciéndole «¡zape!»,
se va mi amo.

CORNEJA
¡Jesús, Jesús! ¡Qué cosa tan extraña,
que no es para mi punto lo que dice!
¿Has compuesto las camas?
¿Has echado en la olla lo que sabes?


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Dominio público
4 págs. / 7 minutos / 2.720 visitas.

Publicado el 18 de junio de 2018 por Edu Robsy.

El Marido Pantasma

Francisco de Quevedo y Villegas


Teatro, Entremés, Comedia


Figuras que se introducen

MUÑOZ
DOÑA OROMASIA
MENDOZA
TRES MUERES
LOBÓN
LOS MÚSICOS

El Marido Pantasma

Salen MUÑOZ y MENDOZA; MUÑOZ de novio galán.

MENDOZA
Sea el señor Muñoz muy bien venido.

MUÑOZ
Sea el señor Mendoza bien hallado.

MENDOZA
¿Qué intento le ha traído
con tan bien guarnecido frontispicio?

MUÑOZ
Vengo a ponerme a oficio;
vengo, señor Mendoza,
a ponerme a marido en una moza.

MENDOZA
Señor Muñoz, poniéndolo por obra,
el mu le basta y todo el ñoz le sobra.
Tiene lindas facciones de casado.

MUÑOZ
La mujer de quien he de ser velado,
para quitar de todo enconvenientes,
no ha de tener linaje ni parientes;
quiero mujer sin madre y sin tías,
sin amigas ni espías,
sin viejas, sin vecinas,
sin visitas, sin coches y sin Prado,
y sin lugarteniente de casado;
que hay doncella que vende de su esposo,
a raíz de las propias bendiciones,
a pares las futuras sucesiones.

MENDOZA
Mujer sin madre, ¿dónde podrá hallarse?

MUÑOZ
Ella es invención nueva.

MENDOZA
Vusted perdió linda ocasión en Eva;
mas ya que no tenía
madre, suegra ni tía,
tuvo culebra.


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Dominio público
5 págs. / 10 minutos / 1.632 visitas.

Publicado el 18 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Los Títeres de Cachiporra. Tragicomedia de Don Cristóbal y la Señá Rosita

Federico García Lorca


Teatro, comedia


Personajes

(Por orden de aparición en escena)
EL MOSQUITO
ROSITA
EL PADRE
COCOLICHE
EL COCHERO
DON CRISTOBITA
CRIADO
UNA HORA
MOZOS
CONTRABANDISTAS
ESPANTANUBLOS, tabernero
CURRITO, el del Puerto
CANSA-ALMAS, zapatero
FÍGARO, barbero
UN GRANUJA
UNA JOVENCITA DE AMARILLO
UN MENDIGO CIEGO
MOZAS
UNA MAJA CON LUNARES
UN MONAGO
INVITADOS CON ANTORCHAS
CURAS DEL ENTIERRO
CORTEJO

Advertencia

Sonarán dos clarines y un tambor. Por donde se quiera, saldrá Mosquito. El Mosquito es un personaje misterioso, mitad duende, mitad martinico, mitad insecto. Representa la alegría del vivir libre, y la gracia y la poesía del pueblo andaluz. Lleva una trompetilla de feria.

MOSQUITO.- ¡Hombres y mujeres! Atención. Niño, cierra esa boquita, y tú, muchacha, siéntate con cien mil de a caballo.
Callad, para que el silencio se quede más clarito, como si estuviese en su misma fuente. Callad para que se asiente el barrillo de las últimas conversaciones. (Tambor.)

Yo y mi compañía venimos del teatro de los burgueses, del teatro de los condeses y de los marqueses, un teatro de oro y cristales, donde los hombres van a dormirse y las señoras… a dormirse también.

Yo y mi compañía estábamos encerrados. No os podéis imaginar qué pena teníamos. Pero un día vi por el agujerito de la puerta una estrella que temblaba como una fresca violeta de luz. Abrí mi ojo todo lo que pude (me lo quería cerrar el dedo del viento) y bajo la estrella, un ancho río sonreía surcado por lentas barcas.


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Dominio público
28 págs. / 50 minutos / 1.526 visitas.

Publicado el 5 de noviembre de 2018 por Edu Robsy.

Las Tesmoforiantes

Aristófanes


Teatro, Comedia


Personajes

MNESÍLOCO, suegro de Eurípides.
EURÍPIDES.
UN CRIADO DE AGATÓN.
AGATÓN.
CORO DE AGATÓN.
UN HERALDO, (interpretado por una mujer.)
CORO DE MUJERES, que celebran las Tesmoforias.
Dos MUJERES.
CLISTENES.
UN PRITÁNEO.
UN ARQUERO.

Las tesmoforiantes

(La acción transcurre, primero, frente a la casa de Agatón y después junto al templo de Deméter.)

MNESÍLOCO:
(Siguiendo penosamente a Eurípides.) ¡Oh, Zeus! ¿Cuándo veré aparecer una golondrina? Este hombre va a acabar conmigo haciéndome correr desde el amanecer. ¿Podré antes de que me estalle el bazo, saber donde me conduces, Eurípides?

EURÍPIDES:
No debes oír lo que pronto has de ver.

MNESÍLOCO:
¿Cómo dices? Repítelo ¿No debo oír..

EURÍPIDES:
Lo que pronto vas a ver...

MNESÍLOCO:
¿Y tampoco será menester que vea?

EURÍPIDES:
No, al menos lo que debes oír.

MNESÍLOCO:
¿Qué es lo que me aconsejas? Confieso, sin embargo que hablas hábilmente. ¿Dices que no debo oír ni ver?

EURÍPIDES:
Sí; puesto que son dos funciones distintas por naturaleza.

MNESÍLOCO:
¿La de oír y la de no ver?

EURÍPIDES:
Sí; tenlo entendido.

MNESÍLOCO:
¿Cómo distintas?

EURÍPIDES:
Escucha cómo esa distinción se hizo desde los orígenes. Cuando el Eter se separó del Caos y engendró los anímales que en su seno se agitaban, con objeto de que viesen, les hizo primero los ojos redondos como el disco del sol, y después les abrió los oídos en forma de embudo.


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Dominio público
33 págs. / 57 minutos / 672 visitas.

Publicado el 28 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Las Avispas

Aristófanes


Teatro, comedia


Personajes

PRIMER SERVIDOR (llamado Sosías)
Dos PERROS.
SEGUNDO SERVIDOR (llamado Jantias).
UN CONVIDADO
BDELICLEÓN
UNA PANADERA
FILOCLEÓN
UN DEMANDANTE
NIÑOS PORTADORES DE LINTERNAS
PERSONAJES MUDOS
Los JUECES, disfrazados de avispas, que componen el coro.

(La escena transcurre en Atenas y empieza poco antes del amanecer frente a la casa de Filocleón.)

SOSIAS: ¡Oye! ¿Qué estás enfermo, mi pobre Jantias?

JANTIAS: (Dormitando.) Procuro descansar después de esta noche de guardia.

SOSIAS: ¿Tus costillas reclaman, pues, una llamada de buenos latigazos? ¿O no sabes la clase de fiera que guarda­mos ahí dentro?

JANTIAS: Lo sé; pero quiero dormir un poco.

SOSIAS: Peligroso es, aunque puedes hacerlo; también yo siento que sobre mis párpados pesa un dulce sueño.

JANTIAS: ¿Estás loco o es que juegas al Coribante?

SOSIAS: No; este sopor que se apodera de mí proviene de Sabacio.

JANTIAS: ¡Sabacio! Los dos adoramos, pues, al mismo dueño. Ahora poco, también a mí me ha asestado el sueño un mazazo, atacándome como un medo y acabo de tener un sueño extraordinario.

SOSIAS: Y yo he tenido otro, como nunca. Pero cuenta primero el tuyo.

JANTIAS: He creído ver un águila muy grande bajar vo­lando sobre el Agora, y arrebatando en sus garras un escu­do de bronce elevarse con él hasta el cielo; después ví a Cleónimo que arrojaba aquel mismo escudo.

SOSIAS: De modo que Cleónimo es un verdadero enigma. En la mesa esto puede servir de distracción a los con­vidados: adivina adivinanza ¿cuál es el animal que arroja su escudo por tierra, por el aire y en el mar?

JANTIAS: ¿Qué desgracia me anunciará semejante sue­ño?

SOSIAS: No te preocupes; ningún mal te sucederá; te lo aseguro.

JANTIAS: Sin embargo, es muy mal agüero el de un hombre arrojando su escudo. Pero cuenta tu sueño.


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Dominio público
45 págs. / 1 hora, 19 minutos / 560 visitas.

Publicado el 31 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Mujeres y Criados

Lope de Vega Carpio


Teatro, Comedia


1ª Jornada

Personajes

El Conde Próspero
Claridán, camarero
Teodoro, secretario
Riselo, gentilhombre
Martes, lacayo
Lope, lacayo
Emiliano, viejo
Don Pedro, su hijo
Florencio, viejo
Luciana, su hija
Violante, su hermana
Inés, criada

Salen el conde Próspero desnudándose, Claridán, camarero suyo, Riselo y otros criados con una fuente para la golilla.

Conde:

Tomad allá, que os prometo
que me ha cansado el jugar.

Claridán:

Cansa el perder.

Conde:

Y el ganar.

Claridán:

Advertimiento discreto.
Mas dicen que preguntando
a un sabio cómo criarían
a un rey los que le servían,
dijo: jugando y ganando,
porque dicen ques la cosa
que más la sangre refresca.

Conde:

¡Propia sentencia greguesca!
¿Hallástela en verso o prosa?

Claridán:

En el sueño que me ha dado
esperarte hasta las dos.
¡Desnúdate, que por Dios
que te ha el perder desvelado!

Conde:

Qué prisa me das…

Claridán:

¿No es hora
de dormir?

Riselo:

Y aun con hablar
tanto lo es de levantar,
que ya se afeita el aurora.

Conde:

¡Poética traslación!

Claridán:

¡Duerme acaba!

Conde:

Claridán,
los que pierden siempre están
después en conversación,
que haya quien juegue a los trucos.

Claridán:

Un hombre es cosa notoria,
que se hace macho de noria.

Riselo:

Dromedarios, mamelucos,
no sufrirán la tahona
deste juego.

Conde:

El ajedrez
es notable.

Claridán:

Desta vez
la noche se va a chacona.
¡Acuéstate ya, por Dios!

Conde:


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Dominio público
52 págs. / 1 hora, 31 minutos / 420 visitas.

Publicado el 17 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

La Andriana

Terencio


Teatro, comedia


Acto I

Escena I

SIMÓN, SOSIA, esclavos cargados de provisiones.

SIMÓN.— Llevad vosotros esas viandas allá dentro, caminad. Tú, Sosia, llégate acá; que te quiero decir dos palabras.

SOSIA.— Dalas por dichas: que se aderece bien todo esto.

SIMÓN.— Muy diferente cosa es.

SOSIA.— ¿En qué más puedo yo serte útil con mi arte?

SIMÓN.— No hay necesidad de ese arte para lo que yo pretendo, sino de aquellas virtudes que yo en ti siempre he conocido, que son fidelidad y silencio.

SOSIA.— Suspenso estoy aguardando qué me quieres.

SIMÓN.— Ya sabes cómo después que te compré has tenido en mi casa desde pequeño una moderada y benigna servidumbre. Hícete de esclavo mi liberto, porque me servías hidalgamente: te di la mayor recompensa que pude.

FOBIA.— No lo he olvidado yo.

SIMÓN.— Ni yo tampoco estoy de ello arrepentido.

SOSIA.— Huélgome, Simón, de haber hecho o hacer en tu servicio algo que te agrade: y en haberte dado gusto recibo gran merced. Pero ese recuerdo me da pena; porque traerlo a mi memoria, es como reprenderme de olvidado de las mercedes recibidas. Di, pues, en pocas palabras, qué me quieres.

SIMÓN.— Así lo haré. En primer lugar, te advierto que estas que tú crees verdaderas bodas no son tales bodas.

SOSIA.— ¿Por qué, pues, las finges?

SIMÓN.— Yo te lo contaré todo desde su principio, y así conocerás la vida de mi hijo y mi intento, y también qué es lo que yo quiero en este caso que tú hagas. Porque después que mi hijo salió de la niñez, amigo Sosia, tuvo ocasión para vivir más libremente; que basta entonces ¿quién pudiera saber ni entender su condición, mientras la edad, el miedo y el maestro lo estorbaban?

SOSIA.— Así es.


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Dominio público
42 págs. / 1 hora, 15 minutos / 155 visitas.

Publicado el 13 de octubre de 2020 por Edu Robsy.

La Mojigata

Leandro Fernández de Moratín


Teatro, comedia


Advertencia

Escrita y no corregida todavía a satisfacción del autor la comedia de La Mojigata, empezaron a verse copias de ella desde el año de 1791. Durante los viajes de Moratín fuera de España corrió esta pieza igual fortuna que la de El Barón, con poca diferencia. La representaron en muchas casas particulares de la capital, y se celebró el acierto con que la desempeñaron varios aficionados en casa del abogado Pérez de Castro, y en la de la marquesa de Santiago. Los cómicos de las provincias la incluyeron en su caudal y la representaban frecuentemente; sólo mereció el autor a la estimación que le profesaban los actores de Madrid que se abstuviesen de darla al público, sabiendo que se proponía hacer en ella alteraciones muy esenciales, y que no podía serle agradable saber que la representaban sin su aprobación por manuscritos tan viciados y tan llenos de errores suyos y ajenos.

A su vuelta, hizo en ella las correcciones que le parecieron convenientes; y estudiada y ensayada por los cómicos de la compañía de la Cruz, se representó en aquel teatro el día 19 de mayo de 1804. No hubo parcialidades, ni venganzas, ni conspiración, ni alboroto: la experiencia había dado a conocer la inutilidad de estos medios y el nombre del autor aseguraba ya los aplausos. El público la recibió con aprecio particular; no así los falsos devotos ni los críticos. Los primeros abominaron de ella, y no les faltaba razón; los segundos publicaron delicadas observaciones, en que manifestaron por una parte su laudable anhelo de ver el arte en toda su perfección, y por otra su corta inteligencia para indicar a los que le practican los medios de lograrlo. Las censuras produjeron elogios y defensas; y es de notar que unos y otras se escribieron con urbanidad y moderación, prendas no muy comunes en este género de escritos y que hoy día totalmente se desconocen.


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Dominio público
58 págs. / 1 hora, 42 minutos / 880 visitas.

Publicado el 20 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

El Barón

Leandro Fernández de Moratín


Teatro, comedia


Advertencia

En el año de 1787 escribió el autor una zarzuela intitulada El Barón, que se debía representar en casa de la condesa viuda de Benavente, lo cual no llegó a verificarse; pero la obra corrió manuscrita, con más aprecio del que efectivamente merecía.

Una dilatada ausencia del autor dio facilidad a algunos para que apoderándose de ella la trataran como a cosa sin dueño. Alteraron a su voluntad situaciones y versos, añadieron personajes, aumentaron o suprimieron donde les pareció varios trozos cantables, y la desfiguraron de un modo lastimoso. Con estas enmiendas, supresiones y apostillas, la tomó a su cargo D. Josef Lindón, organista de la Capilla Real, y compuso la música según pudo y supo. Entretanto cayó en poder de los que se llaman apasionados: juventud ociosa y alegre, y poco difícil en materias de gusto. Parecioles muy buena (como era de temer), la estudiaron a porfía, la representaron sin música en varias casas particulares y, por último, en el teatro público de Cádiz apareció mutilada y deforme.

Restituido el autor a su patria, vio la mala suerte que había tenido su obra, y una de las mayores dificultades que tuvo que vencer fue la de persuadir a su amigo D. Josef Lidón a que diera por perdido el tiempo que había gastado en componer la música, y a que desistiera del empeño que tenía en que los cómicos se la cantaran. Logrado esto, conoció la necesidad de corregirla, para lo cual suprimió todo lo añadido por mano ajena, y todo lo cantable: dio a la fábula mayor verosimilitud e interés, a los caracteres más energía, y alterando el primer acto, y haciendo de nuevo el segundo, de una zarzuela defectuosa compuso una comedia regular.


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Dominio público
47 págs. / 1 hora, 23 minutos / 844 visitas.

Publicado el 19 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

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