Textos más largos etiquetados como Comedia | pág. 6

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etiqueta: Comedia


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La Tempestad

William Shakespeare


Teatro, Comedia


Dramatis personae

ALONSO, rey de Nápoles
SEBASTIÁN, su hermano
PRÓSPERO, el legítimo Duque de Milán
ANTONIO, su hermano, usurpador del ducado de Milán
FERNANDO, hijo del rey de Nápoles
GONZALO, viejo y honrado consejero

ADRIÁN
FRANCISCO, nobles

CALIBÁN, esclavo salvaje y deforme
TRÍNCULO, bufón
ESTEBAN, despensero borracho
El CAPITÁN del barco
El CONTRAMAESTRE
MARINEROS
MIRANDA, hija de Próspero
ARIEL, espíritu del aire

IRIS
CERES
JUNO, segadores

Ninfas
Segadores

Escena: una isla deshabitada.

Acto I

Escena I

Se oye un fragor de tormenta, con rayos y truenos. Entran un CAPITÁN y un CONTRAMAESTRE.

CAPITÁN
¡Contramaestre!

CONTRAMAESTRE
¡Aquí, capitán! ¿Todo bien?

CAPITÁN
¡Amigo, llama a la marinería! ¡Date prisa o encallamos! ¡Corre, corre!

Sale.
Entran los MARINEROS.

CONTRAMAESTRE
¡Ánimo, muchachos! ¡Vamos, valor, muchachos! ¡Deprisa, deprisa! ¡Arriad la gavia! ¡Y atentos al silbato del capitán! — ¡Vientos, mientras haya mar abierta, reventad soplando!

Entran ALONSO, SEBASTIÁN, ANTONIO, FERNANDO, GONZALO y otros.

ALONSO
Con cuidado, amigo. ¿Dónde está el capitán? — [A los MARINEROS] ¡Portaos como hombres!

CONTRAMAESTRE
Os lo ruego, quedaos abajo.

ANTONIO
Contramaestre, ¿y el capitán?

CONTRAMAESTRE
¿No le oís? Estáis estorbando. Volved al camarote. Ayudáis a la tormenta.

GONZALO
Cálmate, amigo.


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49 págs. / 1 hora, 27 minutos / 1.301 visitas.

Publicado el 23 de julio de 2018 por Edu Robsy.

Las Aves

Aristófanes


Teatro, Comedia


PERSONAJES

EVELPIDES.
PISTETERO.
ABUBILLA.
UN PARRICIDA.
EL CORO DE LAS AVES.
UN SACERDOTE.
UN POETA.
UN INSPECTOR.
UN VENDEDOR.
MENSAJERO PRIMERO.
MENSAJERO SEGUNDO.
IRIS.
UN HERALDO.
UN PARRICIDA.
CINESIAS, poeta ditriámbico.
UN SICOFANTE.
PROMETEO.
POESEIDÓN.
TRIBADO.
HERACLES.

LAS AVES

País agreste, lleno de zarzales y peñascos. Al fondo, una selva; a un lado una roca, morada de Abubilla.

En escena

EVÉLPIDES, llevando un grajo sobre el puño.

PISTETERO, llevando igualmente una corneja; y los dos en busca del reino de las Aves.

EVÉLPIDES.—(Al grajo que le sirve de guía.) ¿Me dices que vaya en línea recta hacia aquel árbol?

PISTETERO.—(A la corneja que trae en la mano.) ¡Peste de avechucho! Ahora grazna que retrocedamos.

EVÉLPIDES.—Pero infeliz la qué andar errantes en todos sentidos? Con estas idas y venidas nos derrengamos inútilmente.

PISTETERO.—¡Qué imbécil he sido al dejarme guiar por esta corneja! Me ha hecho correr más de mil estadios.

EVÉLPIDES.—¿Mayor dicha que la de llevar de guía a este grajo, que me ha destrozado hasta las uñas de los pies?

PISTETERO.—Ni siquiera sé en qué lugar de la tierra estamos.

EVÉLPIDES.—¿No podrías tú averiguar desde aquí dónde cae nuestra patria?

PISTETERO.—No, por cierto; ni Execéstides la suya.

EVÉLPIDES.—¡Ay!

PISTETERO.—Tú, amigo mío, sigue esa senda.


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Dominio público
49 págs. / 1 hora, 26 minutos / 547 visitas.

Publicado el 3 de junio de 2018 por Edu Robsy.

El Eunuco

Terencio


Teatro, comedia


Prólogo

Si hay quienes deseen complacer a muchos varones principales sin ofender a nadie, el poeta mándase contar por uno de ellos. Y si alguno hubiere a quien le parezca que le han ofendido gravemente de palabra, téngalo por respuesta y no por ofensa, pues él picó primero. El cual, trasladando muchas y zurciéndolas mal, de buenas comedias griegas hizo malas latinas. Ese mismo dio a la escena no ha mucho El fantasma, de Menandro, y en la comedia El Tesoro representó que aquél a quien le pedían el oro había de probar cómo era suyo, antes que el demandante mostrase de dónde tenía aquel tesoro, o quién lo había puesto en la sepultura de su padre.

De hoy más, no se engañe a sí mismo, ni diga entre sí: «Yo ya estoy bien acreditado: sus críticas no me alcanzan». Que no se engañe, le digo; y deje ya de provocar a Terencio. Muchas más cosas podría decirle, que por ahora callaré; mas si persevera en herir, como lo viene haciendo, las descubriré después.

No bien los Ediles compraron esta comedia que vamos a representar, que es El Eunuco, de Menandro, el poeta rancio recabó de ellos que se la dejasen ver. Comienza a representarse en presencia de los magistrados, y alza la voz diciendo que Terencio era ladrón y no poeta, y que había dado a luz una fábula en que ni aun palabras había puesto, porque era la antigua comedia El Adulador, de Nevio y Plauto, de donde había tomado las personas del truhán y del soldado. Si esto es falta, lo será por inadvertencia, no porque el poeta haya querido cometer hurto. Y que esto es así, vosotros mismos lo vais a sentenciar ahora.


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Dominio público
48 págs. / 1 hora, 25 minutos / 236 visitas.

Publicado el 13 de octubre de 2020 por Edu Robsy.

Menaechmi

Plauto


Teatro, comedia


Personajes

CEPILLO, parásito.
MENECMO I, joven.
MENECMO II (Sosicles), joven. EROTIO, cortesana.
CILINDRO, cocinero.
MESENIÓN, esclavo de Menecmo II.
UNA ESCLAVA.
LA MUJER DE MENECMO I.
UN VIEJO, padre de la mujer de Menecmo I.
UN MÉDICO.

La acción transcurre en Epidamno

Argumento

Un mercader siciliano que tenía dos hijos gemelos muere tras desaparecerle uno de ellos. El abuelo paterno le pone el nombre del niño desaparecido al otro, llamándole también Menecmo en lugar de Sosicles. Ya de mayor, emprende éste un viaje por todos los países en busca de su hermano. Al fin llega a Epidamno, donde se ha criado el gemelo desaparecido. La gente toma allí al forastero por su hermano Menecmo, y como a tal le tratan, como si fuera él, una cortesana, la mujer, el suegro… Hasta que, al final, se reconocen ambos hermanos.

Prólogo

¡Salud y prosperidad, distinguido público, por primera providencia, tanto para mí como para vosotros! Os traigo hoy un Plauto, pero no en la mano, sino en la lengua, con el ruego de que le prestéis oídos benignos. Ahora prestad atención, que os voy a dar el argumento; lo expondré con la mayor brevedad posible. Una advertencia: los poetas cómicos tienen la costumbre de decir siempre que la acción transcurre en Atenas, para que el público tenga la impresión de que es más griega la cosa. Yo no lo diré más que cuando ponga que realmente ha sido allí. Y si bien se va a mirar, la historia esta es greguizante pero no atiquizante sino sicilianizante


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48 págs. / 1 hora, 24 minutos / 274 visitas.

Publicado el 14 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

La Moza del Cántaro

Lope de Vega Carpio


Teatro, Comedia


PERSONAS

El Conde
Don Juan
Don Diego
Fulgencio, galanes
Don Bernardo, viejo
Pedro
Martín
Lorenzo
Bernal, lacayos
Doña María, dama
Doña Ana, viuda
Lüisa
Leonor
Juana, criadas
Un Alcaide
Un Indiano
Un Mesonero
Un Mozo de Mulas
Músicos.—Lacayos
Acompañamiento

La escena es en Ronda, en Adamuz y Madrid

ACTO PRIMERO

Sala en casa de don Bernardo, en Ronda.

ESCENA PRIMERA

Doña María y Lüisa, con unos papeles

LUISA

Es cosa lo que ha pasado
Para morirse de risa.

DOÑA MARÍA

¿Tantos papeles, Lüisa,
Esos Narcisos te han dado?

LUISA

¿Lo que miras dificultas?

DOÑA MARÍA

¡Bravo amor, brava fineza!

LUISA

No sé si te llame alteza
Para darte estas consultas.

DOÑA MARÍA

Á señoría te inclina,
Pues entre otras partes graves,
Tengo deudo, como sabes,
Con el duque de Medina.

LUISA

Es título la belleza
Tan alto, que te podría
Llamar muy bien señoría,
Y aspirar, Señora, á alteza.

DOÑA MARÍA

¡Lindamente me conoces!
Dasme por la vanidad.

LUISA

No es lisonja la verdad,
Ni las digo, así te goces.
No hay en Ronda ni en Sevilla
Dama como tú.

DOÑA MARÍA

Yo creo,
Lüisa, tu buen deseo.

LUISA

Tu gusto me maravilla.
Á ninguno quieres bien.

DOÑA MARÍA

Todos me parecen mal.

LUISA

Arrogancia natural
Te obliga á tanto desdén.—
Éste es de don Luis.

DOÑA MARÍA


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48 págs. / 1 hora, 24 minutos / 325 visitas.

Publicado el 2 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

El Barón

Leandro Fernández de Moratín


Teatro, comedia


Advertencia

En el año de 1787 escribió el autor una zarzuela intitulada El Barón, que se debía representar en casa de la condesa viuda de Benavente, lo cual no llegó a verificarse; pero la obra corrió manuscrita, con más aprecio del que efectivamente merecía.

Una dilatada ausencia del autor dio facilidad a algunos para que apoderándose de ella la trataran como a cosa sin dueño. Alteraron a su voluntad situaciones y versos, añadieron personajes, aumentaron o suprimieron donde les pareció varios trozos cantables, y la desfiguraron de un modo lastimoso. Con estas enmiendas, supresiones y apostillas, la tomó a su cargo D. Josef Lindón, organista de la Capilla Real, y compuso la música según pudo y supo. Entretanto cayó en poder de los que se llaman apasionados: juventud ociosa y alegre, y poco difícil en materias de gusto. Parecioles muy buena (como era de temer), la estudiaron a porfía, la representaron sin música en varias casas particulares y, por último, en el teatro público de Cádiz apareció mutilada y deforme.

Restituido el autor a su patria, vio la mala suerte que había tenido su obra, y una de las mayores dificultades que tuvo que vencer fue la de persuadir a su amigo D. Josef Lidón a que diera por perdido el tiempo que había gastado en componer la música, y a que desistiera del empeño que tenía en que los cómicos se la cantaran. Logrado esto, conoció la necesidad de corregirla, para lo cual suprimió todo lo añadido por mano ajena, y todo lo cantable: dio a la fábula mayor verosimilitud e interés, a los caracteres más energía, y alterando el primer acto, y haciendo de nuevo el segundo, de una zarzuela defectuosa compuso una comedia regular.


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Dominio público
47 págs. / 1 hora, 23 minutos / 833 visitas.

Publicado el 19 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

La Comedia de los Enredos

William Shakespeare


Teatro, Comedia


Acto Dramatis personae

Solino, DUQUE de Éfeso
EGEÓN, mercader de Siracusa, padre de los Antífolos
ANTÍFOLO DE ÉFESO y
ANTÍFOLO DE SIRACUSA, gemelos, hijos de Egeón y Emilia
DROMIO DE ÉFESO y
DROMIO DE SIRACUSA, gemelos, criados respectivos de los Antífolos
ADRIANA, esposa de Antífolo de Éfeso
LUCIANA, su hermana
LUCÍA, su criada de cocina
CORTESANA
ÁNGELO, joyero
BALTASAR, mercader
MERCADER 1.º
MERCADER 2.º, acreedor de Ángelo
El Profesor PIZCO, maestro de escuela y exorcista
EMILIA, abadesa de Éfeso, esposa de Egeón
Carcelero, guardia, mensajero, sirvientes y acompañamiento.

Acto I

Escena I

Entra el DUQUE de Éfeso, con [EGEÓN,] mercader de Siracusa, un CARCELERO y acompañamiento.

EGEÓN
No dudes, Solino: dicta la sentencia
que al darme la muerte, apague mis penas.


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Protegido por copyright
47 págs. / 1 hora, 22 minutos / 1.125 visitas.

Publicado el 24 de abril de 2018 por Edu Robsy.

La Escuela de los Maridos

Molière


Teatro, Comedia


Personajes

DON GREGORIO
DON MANUEL
DOÑA ROSA
DOÑA LEONOR
JULIANA
DON ENRIQUE
COSME
UN COMISARIO
UN ESCRIBANO
UN LACAYO. No habla.
UN CRIADO. No habla.

La escena es en Madrid, en la plazuela de los Afligidos.

La primera casa a mano derecha, inmediata al proscenio, es la de DON GREGORIO, y la de enfrente, la de DON MANUEL. Al fin de la acera junto al foro está la de DON ENRIQUE, y al otro lado la del comisario. Habrá salidas de calle practicables, para salir y entrar los personajes de la comedia.

La acción empieza a las cinco de la tarde y acaba a las ocho de la noche.

Acto I

Escena I

DON MANUEL, DON GREGORIO.

DON GREGORIO.— Y por último, señor Don Manuel, aunque usted es en efecto mi hermano mayor, yo no pienso seguir sus correcciones de usted ni sus ejemplos. Haré lo que guste, y nada más; y me va muy lindamente con hacerlo así.

DON MANUEL.— Ya; pero das lugar a que todos se burlen, y...

DON GREGORIO.— ¿Y quién se burla? Otros tan mentecatos como tú.

DON MANUEL.— Mil gracias por atención, señor Don Gregorio.

DON GREGORIO.— Y bien, ¿qué dicen esos graves censores?, ¿qué hallan en mí que merezca su desaprobación?

DON MANUEL.— Desaprueban la rusticidad de tu carácter; esa aspereza que te aparta del trato y los placeres honestos de la sociedad; esa extravagancia que te hace tan ridículo en cuanto piensas y dices y obras, y hasta en el modo de vestir te singulariza.


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Dominio público
46 págs. / 1 hora, 20 minutos / 782 visitas.

Publicado el 6 de marzo de 2019 por Edu Robsy.

La Comedia Nueva

Leandro Fernández de Moratín


Teatro, Comedia


Advertencia

«Esta comedia ofrece una pintura fiel del estado actual de nuestro teatro (dice el prólogo de su primera edición); pero ni en los personajes ni en las alusiones se hallará nadie retratado con aquella identidad que es necesaria en cualquier copia, para que por ella pueda indicarse el original. Procuró el autor, así en la formación de la fábula como en la elección de los caracteres, imitar la naturaleza en lo universal, formando de muchos un solo individuo».

En el prólogo que precede a la edición de Parma se dice: «De muchos escritores ignorantes que abastecen nuestra escena de comedias desatinadas, de sainetes groseros, de tonadillas necias y escandalosas, formó un don Eleuterio; de muchas mujeres sabidillas y fastidiosas, una doña Agustina; de muchos pedantes erizados, locuaces, presumidos de saberlo todo, un don Hermógenes; de muchas farsas monstruosas, llenas de disertaciones morales, soliloquios furiosos, hambre calagurritana, revista de ejércitos, batallas, tempestades, bombazos y humo, formó El gran cerco de Viena; pero ni aquellos personajes, ni esta pieza existen».

Don Eleuterio es, en efecto, el compendio de todos los malos poetas dramáticos que escribían en aquella época, y la comedia de que se le supone autor, un monstruo imaginario, compuesto de todas las extravagancias que se representaban entonces en los teatros de Madrid. Si en esta obra se hubiesen ridiculizado los desaciertos de Cañizares, Añorbe o Zamora, inútil ocupación hubiera sido censurar a quien ya no podía enmendarse ni defenderse.


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46 págs. / 1 hora, 20 minutos / 431 visitas.

Publicado el 20 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Las Avispas

Aristófanes


Teatro, comedia


Personajes

PRIMER SERVIDOR (llamado Sosías)
Dos PERROS.
SEGUNDO SERVIDOR (llamado Jantias).
UN CONVIDADO
BDELICLEÓN
UNA PANADERA
FILOCLEÓN
UN DEMANDANTE
NIÑOS PORTADORES DE LINTERNAS
PERSONAJES MUDOS
Los JUECES, disfrazados de avispas, que componen el coro.

(La escena transcurre en Atenas y empieza poco antes del amanecer frente a la casa de Filocleón.)

SOSIAS: ¡Oye! ¿Qué estás enfermo, mi pobre Jantias?

JANTIAS: (Dormitando.) Procuro descansar después de esta noche de guardia.

SOSIAS: ¿Tus costillas reclaman, pues, una llamada de buenos latigazos? ¿O no sabes la clase de fiera que guarda­mos ahí dentro?

JANTIAS: Lo sé; pero quiero dormir un poco.

SOSIAS: Peligroso es, aunque puedes hacerlo; también yo siento que sobre mis párpados pesa un dulce sueño.

JANTIAS: ¿Estás loco o es que juegas al Coribante?

SOSIAS: No; este sopor que se apodera de mí proviene de Sabacio.

JANTIAS: ¡Sabacio! Los dos adoramos, pues, al mismo dueño. Ahora poco, también a mí me ha asestado el sueño un mazazo, atacándome como un medo y acabo de tener un sueño extraordinario.

SOSIAS: Y yo he tenido otro, como nunca. Pero cuenta primero el tuyo.

JANTIAS: He creído ver un águila muy grande bajar vo­lando sobre el Agora, y arrebatando en sus garras un escu­do de bronce elevarse con él hasta el cielo; después ví a Cleónimo que arrojaba aquel mismo escudo.

SOSIAS: De modo que Cleónimo es un verdadero enigma. En la mesa esto puede servir de distracción a los con­vidados: adivina adivinanza ¿cuál es el animal que arroja su escudo por tierra, por el aire y en el mar?

JANTIAS: ¿Qué desgracia me anunciará semejante sue­ño?

SOSIAS: No te preocupes; ningún mal te sucederá; te lo aseguro.

JANTIAS: Sin embargo, es muy mal agüero el de un hombre arrojando su escudo. Pero cuenta tu sueño.


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45 págs. / 1 hora, 19 minutos / 538 visitas.

Publicado el 31 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

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