LA FORMACIÓN DE LA COMPAÑÍA
Para que una compañía de las llamadas «de verso» merezca francamente y
sin limitaciones el calificativo de «buena», no basta que sean notables
todos los artistas que la componen; importa también que entre unos y
otros haya cierta proporción ó equilibrio, pues de ello inmediatamente
se derivará una belleza nueva: belleza de síntesis, belleza de conjunto.
Parece que la formación de una compañía es tarea fácil, sobre todo
cuando el empresario es persona inteligente y propicia á no regatear al
negocio aquellos gastos que éste reclame. Nada, sin embargo, más
difícil, más ingrave y quebradizo, más sujeto á imprevistas mudanzas.
El que la «campaña teatral» haya de celebrarse en Madrid, es detalle
que favorece y allana eficazmente las dificultades con que el director ó
empresario ha de luchar. Los artistas prefieren una contrata modesta en
Madrid, á marcharse á provincias, donde las temporadas generalmente son
cortas, con un buen sueldo. Ellos, gobernados como están por el pueril
sentimiento de la vanidad, adoran los elogios de la Prensa cortesana, y
en los pequeños rincones provincianos la Fama no hace vibrar nunca sus
trompetas gloriosas. En Madrid, además, tienen «su casa», su familia,
hostil casi siempre al molesto ambular de la farándula, y lo que pierden
en sueldos, lo ahorran en viajes y en fondas...
La circunstancia de que la contrata sea para Madrid, es, por
consiguiente, lo único que positivamente favorece los intereses del
empresario. Todo lo demás, á pesar del dinero y de los probables honores
que va ofreciendo, le es inhospitalario y adverso, como la playa de un
país enemigo.
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