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etiqueta: Cuento infantil fecha: 15-08-2016


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El Zarevich Iván y el Lobo Gris

Aleksandr Afanásiev


Cuento infantil


Una vez, en tiempos remotos, vivía en su retiro el zar Vislav con sus tres hijos los zareviches Demetrio, Basilio e Iván. Poseía un espléndido jardín en el que había un manzano que daba frutos de oro. El zar lo quería tanto como a las niñas de sus ojos y lo cuidaba con gran esmero.

Llegó un día en que se notó la falta de varias manzanas de oro, y el zar se desconsoló tanto, que llegó a enflaquecer de tristeza. Los zareviches, sus hijos, al verlo así se llegaron a él y le dijeron:

—Permítenos, padre y señor, que, alternando, montemos una guardia cerca de tu manzano predilecto.

—Mucho se lo agradezco, queridos hijos —les contestó—, y al que logre coger al ladrón y me lo traiga vivo le daré como recompensa la mitad de mi reino y a mi muerte será mi único heredero.

La primera noche le tocó hacer la guardia al zarevich Demetrio, quien apenas se sentó al pie del manzano se quedó profundamente dormido. Por la mañana, cuando despertó, vio que en el árbol faltaban aún más manzanas.

La segunda noche le tocó el turno al zarevich Basilio y le ocurrió lo mismo, pues lo invadió un sueño tan profundo como a su hermano.

Al fin le llegó la vez al zarevich Iván. No bien acababa de sentarse al pie del manzano cuando sintió un gran deseo de dormir; se le cerraban los ojos y daba grandes cabezadas. Entonces, haciendo un esfuerzo, se puso en pie, se apoyó en el arco y quedó así en guardia esperando.

A medianoche se iluminó de súbito el jardín y apareció, no se sabe por dónde, el Pájaro de Fuego, que se puso a picotear las manzanas de oro. Iván zarevich tendió su arco y lanzó una flecha contra él; pero sólo logró hacerle perder una pluma y el pájaro pudo escapar.

Al amanecer, cuando el zar se despertó, Iván Zarevich le contó quién hacía desaparecer las manzanas de oro y le entregó al mismo tiempo la pluma.


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9 págs. / 16 minutos / 86 visitas.

Publicado el 15 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

La Bruja y la Hermana del Sol

Aleksandr Afanásiev


Cuento infantil


En un país lejano hubo un zar y una zarina que tenían un hijo, llamado Iván, mudo desde su nacimiento.

Un día, cuando ya había cumplido doce años, fue a ver a un palafrenero de su padre, al que tenía mucho cariño porque siempre le contaba cuentos maravillosos.

Esta vez, el zarevich Iván quería oír un cuento; pero lo que oyó fue algo muy diferente de lo que esperaba.

—Iván Zarevich —le dijo el palafrenero—, dentro de poco dará a luz tu madre una niña, y esta hermana tuya será una bruja espantosa que se comerá a tu padre, a tu madre y a todos los servidores de palacio. Si quieres librarte tú de tal desdicha, ve a pedir a tu padre su mejor caballo y márchate de aquí adonde el caballo te lleve.

El zarevich Iván se fue corriendo a su padre y, por la primera vez en su vida, habló. El zar tuvo tal alegría al oírle hablar que, sin preguntarle para qué lo necesitaba, ordenó en seguida que le ensillasen el mejor caballo de sus cuadras.

Iván Zarevich montó a caballo y dejó en libertad al animal de seguir el camino que quisiese. Así cabalgó mucho tiempo hasta que encontró a dos viejas costureras y les pidió albergue; pero las viejas le contestaron:

—Con mucho gusto te daríamos albergue, Iván Zarevich; pero ya nos queda poca vida. Cuando hayamos roto todas las agujas que están en esta cajita y hayamos gastado el hilo de este ovillo, llegará nuestra muerte.

El zarevich Iván rompió a llorar y se fue más allá. Caminó mucho tiempo, y encontrando a Vertodub le pidió:

—Guárdame contigo.

—Con mucho gusto lo haría, Iván Zarevich; pero no me queda mucho que vivir. Cuando acabe de arrancar de la tierra estos robles con sus raíces, en seguida vendrá mi muerte.

El zarevich Iván lloró aún con más desconsuelo y se fue más allá. Al fin se encontró a Vertogez, y acercándose a él, le pidió albergue; pero Vertogez le repuso:


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4 págs. / 7 minutos / 134 visitas.

Publicado el 15 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

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