Textos más vistos etiquetados como Cuento infantil publicados el 23 de agosto de 2016 | pág. 3

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etiqueta: Cuento infantil fecha: 23-08-2016


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El Clavel

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Existía una vez una reina a quien Dios Nuestro Señor no había concedido la gracia de tener hijos. Todas las mañanas salía al jardín a rogar al cielo le otorgase la gracia de la maternidad. Un día descendió un ángel del cielo y le dijo:

— Alégrate, vas a tener un hijo dotado del don de ver cumplidos sus deseos, verá satisfechos cuanto sienta en este mundo.

La reina fue a dar a su esposo la feliz noticia, y, cuando llegó la hora, dio a luz un hijo, con gran alegría del Rey.

Cada mañana iba la Reina al parque con el niño, y se lavaba allí en una cristalina fuente. Ocurrió un día, cuando el niño estaba ya crecidito, que, teniéndolo en el regazo, la madre se quedó dormida. Entonces se acercó el viejo cocinero, que conocía el don particular del pequeño, y lo raptó; luego mató un pollo y derramó la sangre sobre el delantal y el vestido de la Reina. Luego de llevarse al niño a un lugar apartado, donde una nodriza se encargaría de amamantarlo, se presentó al Rey para acusar a su esposa de haber dejado que las fieras le robaran a su hijo. Y cuando el Rey vio el delantal manchada de sangre, dio crédito a la acusación, enfureció tanto, que hizo construir una profunda mazmorra donde no penetrase la luz del sol ni de la luna, y en ella mandó encerrar a la Reina, condenándola a permanecer allí durante siete años sin comer ni beber, para que muriese de hambre y sed. Pero Dios Nuestro Señor envió a dos ángeles del cielo en forma de palomas blancas, que bajaban volando todos los días y le llevaban la comida; y esto duró hasta que transcurrieron los siete años.

Mientras tanto, el cocinero había pensado: “Puesto que el niño está dotado del don de ver satisfechos sus deseos, estando yo aquí podría provocar mi desgracia”. Salió del palacio y se dirigió a la casa del muchachito, que ya era lo bastante crecido para saber hablar, y le dijo:


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Juan el Fiel

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Había una vez un rey muy viejo que cayó malo. Conociendo que iba a morir, hizo llamar al fiel Juan, que era al que más quería de sus criados, y le llamaban así porque había sido fiel a su amo toda su vida. En cuanto llegó le dijo el rey:

—Mi fiel Juan, conozco que se acerca mi fin: sólo me da cuidado la suerte de mi hijo; es todavía muy joven, y no sabrá siempre dirigirse bien; no moriré tranquilo si no me prometes velar por él, enseñarle todo lo que debe saber, y ser para él un segundo padre.

—Os prometo —respondió Juan— no abandonarle, y servirle lealmente, aunque me cueste la vida.

—Entonces, ya puedo morir en paz —dijo el viejo rey—. Después de mi muerte le enseñarás todo el palacio, todas las cercanías, las salas, los subterráneos con las riquezas en ellos encerradas; pero no le dejes entrar en la última cámara de la galería grande, donde está el retrato de la princesa de la Cúpula de Oro, pues si ve este cuadro, experimentará hacia ella un amor tan increíble que le hará exponerse a los mayores peligros. Procura librarle de esto.

El fiel Juan repitió sus promesas, y tranquilo el viejo rey, inclinó su cabeza en la almohada y expiró.

En cuanto dejaron en la tumba al anciano rey, Juan refirió a su joven sucesor lo que había prometido a su padre en el lecho de muerte.

—Estoy dispuesto a cumplirlo —añadió—, y os seré fiel como lo he sido a vuestro padre, aunque me cueste la vida.

En cuanto pasó el tiempo del luto, dijo Juan al rey:

—Ya podéis conocer vuestra herencia. Voy a enseñaros el palacio de vuestro padre.


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Juanita y Juanito

Hermanos Grimm


Cuento infantil


En medio de un espeso bosque había un antiguo castillo habitado únicamente por una anciana, la cual era hechicera, por el día se convertía en gato o ave nocturna, mas por la noche volvía a tomar su forma humana. Cogía caza y pájaros, los mataba, los cocía y se los comía; si se acercaba alguien a cien pasos de su castillo, se quedaba parado en el sitio por donde se había acercado; del cual no se podía mover, hasta que ella se lo permitía; si era una doncella la que entraba en aquel círculo, la convertía en pájaro, la encerraba en una jaula y la llevaba a una habitación del castillo donde había llegado a reunir unas setecientas jaulas de este género.

Había por entonces una doncella, llamada Juanita, que era mucho más hermosa que todas las doncellas de su edad, la cual se hallaba prometida a un joven, también muy buen mozo, llamado Juanito; hallábanse próximos a contraer matrimonio y no tenían más placer que estar juntos, y para poder hablar con mas confianza, iban al bosque a pasearse.

—Guárdate, la decía Juanito, de acercarte mucho al castillo.

Pero una hermosa tarde, cuando el sol iluminaba la verde yerba del bosque a través de las copas de los árboles, y las tórtolas expresaban sus quejas en animados gorjeos, Juanita se puso a escucharlas y comenzó a llorar y al verla Juanito echó a llorar también. Estaban tan turbados como si se hallaran próximos a la muerte; miraron a su alrededor, se habían perdido e ignoraban por dónde debían volver a su casa. El sol estaba ocultándose detrás de la montaña; Juanito miró a través de los árboles y vio que se hallaban próximos a las viejas paredes del castillo, se asustó y quedó pálido y desfallecido. Juanita comenzó a cantar:


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

La Manirrota

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Había una vez una joven que era muy bonita, pero muy descuidada y perezosa. Cuando la hacían hilar, lo ejecutaba con tanto disgusto, que en vez de desenredar los pequeños pelotones de hilacha que se encuentran en el lino, los arrancaba a puñados que echaba en el suelo a su lado. Su criada, que era una hilandera muy trabajadora, recogía todas estas pizcas de lana, las limpiaba y las hilaba muy finas, y se llegó a hacer con ellas un bonito vestido.

Un joven pidió por mujer a la manirrota e iba ya a verificarse la boda. El día antes la activa criada bailaba muy alegre con su vestido nuevo; la novia comenzó a cantar:

Con los restos de mi hilacha
se ha arreglado mi muchacha.

El novio la preguntó lo que quería decir, y le contó que con el lino que había tirado se había hecho un vestido su criada. El joven, al saber esto, y al ver el descuido de la una y la actividad de la otra; dejó a su novia y se casó con la criada.


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Los Tres Hermanos

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Un hombre tenía tres hijos y no poseía más bienes que la casa en que vivía. Todos sus hijos querían heredarla, y no sabía cómo arreglarse para no perjudicar a ninguno. Lo mejor hubiera sido venderla y repartir el dinero entre los tres; pero no podía decidirse porque era la casa de sus antepasados. Al fin dijo a sus hijos:

—Marchaos a correr mundo, aprended cada uno un oficio, y cuando volváis heredará la casa el que tenga más habilidad.

La proposición les agradó: el mayor resolvió ser herrador, el segundo barbero y el tercero maestro de esgrima. Se separaron, conviniendo estar en casa de su padre en un día señalado. Cada uno de ellos se puso en casa de un buen maestro, que le enseñó bien el oficio. El mariscal herraba los caballos del rey, y creía que la casa sería para él. El barbero afeitaba a grandes señores, y pensaba también que la casa vendría a ser suya. En cuanto al aprendiz de maestro de esgrima, recibió más de un floretazo, pero apretaba los dientes y no se desanimaba, pues pensaba que si tenía miedo no sería para él la casa.

Cuando llegó el tiempo fijado, volvieron los tres a la casa de su padre. Pero no sabían cómo buscar la ocasión para manifestar su talento. Cuando hablaban entre sí de su situación, acertó a pasar una liebre corriendo por la llanura.

—¡Diablo! dijo el barbero; he aquí uno que viene como marea en cuaresma.

Cogiendo su vacía y su jabón, preparó la espuma hasta que el animal estuvo cerca, y corriendo tras él le jabonó a la carrera y le afeitó el bigote sin detenerse, ni cortarle un pelo de ninguna otra parte de su cuerpo.

—¡Eso es admirable! dijo el padre; si tus hermanos no hacen lo mismo, será para ti la casa.

Un instante después pasó una silla de posta a escape.

—Padre mío, dijo el herrador, ahora vais a ver lo que sé yo hacer.


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Blancanieve y Rojarosa

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Una pobre mujer vivía en una cabaña en medio del campo; en un huerto situado delante de la puerta, había dos rosales, uno de los cuales daba rosas blancas y el otro rosas encarnadas. La viuda tenía dos hijas que se parecían a los dos rosales, la una se llamaba Nieveblanca y la otra Rosaroja. Eran las dos niñas lo mas bueno, obediente y trabajador que se había visto nunca en el mundo, pero Nieveblanca tenía un carácter más tranquilo y bondadoso; mientras a Rosaroja la gustaba mucho más, correr por los prados y los campos en busca de flores y de mariposas. Nieveblanca, se quedaba en su casa con su madre, la ayudaba en los trabajos domésticos y la leía algún libro cuando habían acabado su tarea. Las dos hermanas se amaban tanto, que iban de la mano siempre que salían, y cuando decía Nieveblanca: —No nos separaremos nunca, contestaba Rosaroja: —En toda nuestra vida; y la madre añadía: —Todo debería ser común entre vosotras dos.

Iban con frecuencia al bosque para coger frutas silvestres, y los animales las respetaban y se acercaban a ellas sin temor. La liebre comía en su mano, el cabrito pacía a su lado, el ciervo jugueteaba delante de ellas, y los pájaros, colocados en las ramas, entonaban sus mas bonitos gorjeos.

Nunca las sucedía nada malo; si las sorprendía la noche en el bosque, se acostaban en el musgo una al lado de la otra y dormían hasta el día siguiente sin que su madre estuviera inquieta.

Una vez que pasaron la noche en el bosque, cuando las despertó la aurora, vieron a su lado un niño muy hermoso, vestido con una túnica de resplandeciente blancura, el cual las dirigió una mirada amiga, desapareciendo en seguida en el bosque sin decir una sola palabra. Vieron entonces que se habían acostado cerca de un precipicio, y que hubieran caído en él con solo dar dos pasos más en la oscuridad. Su madre las dijo que aquel niño era el Ángel de la Guarda de las niñas buenas.


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

Dios te Socorra

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Había una vez dos hermanas, una de las cuales era rica y sin hijos y la otra viuda con cinco niños y tan pobre que carecía de pan para ella y su familia. Obligada por la necesidad fue a buscar a su hermana y la dijo:

—Mis hijos se mueren de hambre, tú eres rica, dame un pedazo de pan.

Pero la rica que tenía un corazón de piedra, la contestó:

—No hay pan en casa—, y la despidió con dureza.

Algunas horas después volvió a su casa el marido de la hermana rica, y cuando comenzaba a partir el pan para comer, se admiró de ver que iban saliendo gotas de sangre conforme le iba partiendo. Su mujer asustada le refirió todo lo que había pasado. Se apresuró a ir a socorrer a la pobre viuda y la llevó toda la comida que tenía preparada. Cuando salió para volver a su casa, oyó un ruido muy grande y vio una nube de humo y fuego que subía hacia el cielo. Era que ardía su casa. Perdió todas sus riquezas en el incendio, su cruel mujer lanzando gritos de rabia decía:

—Nos moriremos de hambre.

—Dios socorre a los pobres—, la respondió su buena hermana, que corrió a su lado.

La que había sido rica, hubo de mendigar a su vez; pero nadie tuvo compasión de ella. Su hermana olvidando su crueldad, repartía con ella las limosnas que recibía.


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Abuelo y el Nieto

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Había una vez un pobre muy viejo que no veía apenas, tenía el oído muy torpe y le temblaban las rodillas. Cuando estaba a la mesa, apenas podía sostener su cuchara, dejaba caer la copa en el mantel, y aun algunas veces escapar la baba. La mujer de su hijo y su mismo hijo estaban muy disgustados con él, hasta que, por último, le dejaron en un rincón de un cuarto, donde le llevaban su escasa comida en un plato viejo de barro. El anciano lloraba con frecuencia y miraba con tristeza hacia la mesa. Un día se cayó al suelo, y se le rompió la escudilla que apenas podía sostener en sus temblorosas manos. Su nuera le llenó de improperios a que no se atrevió a responder, y bajó la cabeza suspirando. Compráronle por un cuarto una tarterilla de madera, en la que se le dio de comer de allí en adelante.

Algunos días después, su hijo y su nuera vieron a su niño, que tenía algunos años, muy ocupado en reunir algunos pedazos de madera que había en el suelo.

—¿Qué haces? preguntó su padre.

—Una tartera, contestó, para dar de comer a papá y a mamá cuando sean viejos.

El marido y la mujer se miraron por un momento sin decirse una palabra. Después se echaron a llorar, volvieron a poner al abuelo a la mesa; y comió siempre con ellos, siendo tratado con la mayor amabilidad.


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Acertijo

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Cuentan que un día muy, muy lejano, un príncipe decidió recorrer mundo. Avisó a su criado y ambos se pusieron en camino. Tras mucho cabalgar, llegaron a un profundo bosque del que no podían salir. Mientras daban vueltas y vueltas, buscando un camino adecuado, se hizo de noche, y decidieron buscar un refugio donde pasar la noche. Al fin vieron a lo lejos la luz de una cabaña, a la que se acercaron pidiendo cobijo.

— Mi madre no está,— dijo la linda muchacha que les abrió la puerta —. Pero no creo que queráis quedaros aquí, porque es una bruja. Sin embargo el príncipe, que no conocía el miedo, y ante la perspectiva de pasar la noche al raso, decidió dormir allí. Cuando llegó la terrible bruja y sirvió la cena, la hija previno al príncipe y su criado de que no comieran nada, pues estaba envenenado.

Gracias a la advertencia de la hija de la bruja, consiguieron sobrevivir a la noche. A la mañana siguiente, muy temprano, el príncipe, temiendo nuevos ataques de la bruja, decidió partir. Y cuánta razón tenía. La bruja se acercó al criado, que todavía estaba ensillando a su caballo y tendiéndole una pequeña vasija, le dijo: — ¡Llévale al príncipe este buen vino! Es seguro que le ha de gustar.

Pero el caballo del criado, asustado por la vieja, se encabritó, rompiendo la vasija. Y resultó contenía un veneno tan potente, que el caballo murió al tocarle. El criado huyó despavorido, pero enseguida se detuvo y volvió sobre sus pasos para recoger la silla de montar. Al llegar al lugar del suceso, vio a un cuervo comiendo la carne del animal, y pensando que podría ser su cena, lo mató y lo guardó en su morral.


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Festín Celestial

Hermanos Grimm


Cuento infantil


Un hijo de un pobre labrador oyó decir un día en la iglesia al sacerdote que quien quiere ir al cielo tiene que andar derecho. Se puso en camino, marchando siempre en línea recta por montes y por valles, sin hacer nunca ningún rodeo. Al fin de su camino llegó a una gran ciudad en medio de la cual había una hermosa iglesia donde se celebraban los oficios divinos. Admirado de la magnificencia que le rodeaba creyó haber llegado al Paraíso y se detuvo allí lleno de alegría.

Cuando se concluyeron los oficios le mandó salir el sacristán, a lo que le contestó:

—No, no saldré; he llegado al fin al cielo y me quedo en él.

El sacristán fue a buscar al cura y le dijo que había en la iglesia un niño que no quería salir y que se imaginaba estar en el Paraíso.

—Si lo cree así —dijo el cura—, hay que dejarle.

Vino en seguida donde estaba el niño y le preguntó si quería trabajar. El niño le contestó que sí y que estaba acostumbrado al trabajo, pero que no quería salir del cielo.

Se quedó en la iglesia y como veía a los fieles adorar de rodillas a una imagen del niño Jesús, creyó que aquel era Dios y dijo a la imagen:

—¡Qué delgado estás, Dios mío! de seguro esas gentes no te dan de comer, yo repartiré contigo mi pan.

Entonces oyó una voz que le dijo:

—Da a los pobres que tienen hambre y me contentarás a mí.

Una pobre anciana tendía su mano temblona a la puerta de la iglesia a los transeúntes. El niño le dio la mitad de su pan, después miró a la imagen y le pareció que se sonreía, hizo lo mismo todos los días figurándosele que la imagen estaba más contenta cada vez.

Algún tiempo después cayó malo y no se levantó de la cama en ocho días. En cuanto pudo levantarse se fue a arrodillar a los pies del niño Jesús. El cura que le seguía le oyó decir así:


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Publicado el 23 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

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