Un Viaje Aciago
Juana Manuela Gorriti
Cuento
Siempre he creído que la fatalidad es el guía de mis pasos: los sucesos de mi vida me lo han probado, al menos, de una manera cierta. Todo lo que toco queda marcado de un sello extraño; sin conciencia de ello, mi labio vierte palabras proféticas; y los seres que a mí se acercan son arrebatados por un espíritu misterioso que los eleva a las nubes, o los hunde en los abismos: jamás los deja en las condiciones normales de la existencia. ¿Debo aplaudir o deplorar esta facultad sobrenatural unida a mi destino?
Así hablaba yo un día a la bella C., mientras, sentada a su lado en un diván, tejía para ella una corona de rosas.
—La lucha es la vida —respondió la graciosa chica, sacudiendo con donaire su rizada cabellera—; la lucha es la vida; y yo espero con ansia esa mística influencia que venga a desterrar la monotonía insoportable de la mía. Agitarse, ya sea en la dicha o en el dolor: dudar, temer, desear ¡eso es vivir!
¡Querida niña! ¡Plegue a Dios derramar siempre sobre tus bellas horas esa dichosa monotonía; y aleje de ti, en su misericordia, las tempestades que invocas!
De Arica a la Paz
Nada tan riente, en apariencia, como la perspectiva de esta
incursión al través de los nevados picos, para el viajero que, recostado
en los mullidos cojines de un vagón, cruza en alas del vapor la larga
etapa que separa Arica de Tacna. Míralas elevarse en esplendentes grupos
sobre un cielo de azul purísimo, dibujando en sus profundas hondonadas,
verdes mirajes que seducen los ojos y atraen el alma con la sed
engañosa de lo desconocido.
—¡Un caballo! ¡Un caballo! —exclama, como Ricardo, al apearse bajo los floridos granados de la estación—. Pero, si el gran paladín sabía a qué atenerse al ofrecer su reino por un corcel, yo ignoraba del todo los percances que sobre el lomo de ese noble animal, esperan al peregrino en aquellas magníficas alturas.
Dominio público
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Publicado el 2 de enero de 2021 por Edu Robsy.