Los Corretones
Antonio de Trueba
Cuento
I
—¿Qué noticias tenemos hoy? —preguntó el más hablador de la tertulia a un señor forastero, en el barrio de Salamanca, allá hacia fines de 1873.
—¿Ya sabrán ustedes lo de Villalain? —contestó el forastero, que por señas había huido de su pueblo porque (como a mí me había sucedido) había llevado una paliza por sospechoso de carlista y otra por sospechoso de liberal.
—Hombre, nada sabemos. ¿Pues qué ocurre?
—Lo que ocurre es que los vecinos de este barrio están expuestos a ver el mejor día a Villalain asomar por las Ventas del Espíritu Santo o los cerros de Máudes, y tener que apresurarse a emigrar a Madrid cargados con los trebejos de su casa.
—¡Hombre, ni en broma diga usted eso!...
—¿Broma? ¡No es mala la broma en que nos metieron ustedes los revolucionarios madrileños!
—¿Cómo que nosotros? Poco a poco con eso, don Francisco, que todos los que aquí estamos, menos usted, somos madrileños y ninguno tuvimos arte ni parte en la gloriosa
—Bueno, ustedes serán de los pocos que no tomaron parte en ella ni la aprobaron; pero la verdad es que los que desde lejos observábamos lo que en Madrid pasaba a raíz de la revolución de 1868, tenemos derecho a creer que casi todos los madrileños eran revolucionarios.
—Pues les niego a ustedes ese derecho.
—¿Por qué?
—Porque sólo una mínima parte de Madrid simpatizaba con la revolución. La inmensa mayoría de los madrileños la reprobábamos.
—Tengo poderosas razones para creer que o usted se equivoca, o la inmensa mayoría de los madrileños disimulaba muy bien esa reprobación.
—Diga usted cuáles son esas razones.
Dominio público
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Publicado el 26 de octubre de 2020 por Edu Robsy.