Los Ojos Verdes
Isidoro Fernández Flórez
Cuento
El señor D. Cayetano Cienfuentes, feliz esposo de una de las mujeres más lindas de Madrid, estuvo de visita en casa de la generala Bisalto, y como allí se hablase de que el espiritual joven D. Antonio Púrpura había concluido sus relaciones íntimas con la baronesa de la Flor, tuvo el mal acuerdo de preguntar el motivo de haberse roto tales relaciones.
La generala respondió sencillamente:
—La baronesa es una celosa insufrible.
Pero al día siguiente, cuando le entraron el chocolate á D. Cayetano, le entraron una carta, cuyo sobre y letra le sorprendieron, por ser el uno de papel bastante ordinario y la otra de unos palos torcidos y raros, como patas de mosca.
Abrió el sobre con verdadera inquietud y leyó:
«La generala te dijo ayer que Púrpura ha reñido con la baronesa, porque ésta le martirizaba con sus celos. Fue muy amable contigo la generala, puesto que pudo decirte lo siguiente:—¡Ha dejado a la baronesa por su mujer de usted!»
Don Cayetano se quedó sorprendido, asustado, indignado y confuso. Leyó una y cien veces el anónimo; se levantó muchas veces de la silla y se dirigió hacia el cuarto de su mujer, hacia su cuarto de vestir, hacia la puerta de la calle...
Por fin, volvió á sentarse. Dobló la carta, la metió en el sobre y
la puso junto á la bandeja de los bizcochos. Meditó largo rato, y,
meditando, inconscientemente fué tragando sopas de soconusco.
Pero su serenidad era sin duda ficticia; nerviosos movimientos indicaban su agitación interna.
Cuando concluyó los bizcochos su resolución estaba tomada. Un drama, sin duda, iba á surgir del fondo de aquella jicara de chocolate.
Entró en su despacho, escribió dos cartas á dos íntimos amigos suyos, citándoles para dentro de dos horas en el Casino; se vistió, tomó su sombrero y su bastón y salió de su casa, dirigiéndose á la de Antonio Púrpura.
Dominio público
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Publicado el 30 de agosto de 2022 por Edu Robsy.