Recuerdos del General Lynch
Daniel Riquelme
Cuento
Recuerdos del general Lynch
El momento psicológico
Se diría que para los grandes hombres, a quines el destino reserva una gran misión, llega un instante de prueba en que el porvenir se dibuja en sus ojos cual paisaje del aire, allende un abismo que detiene en su orilla a los corazones vulgares; pero que los predestinados salvan en la inspiración de una palabra o de un tronco; como si a su vez quisieran demostrar a la esquiva y misteriosa deidad que reparte los favores humanos, que el bronce de sus almas tiene el temple que requieren sus altos designios y las grandes obras.
En la vida del que fue general Lynch hubo un minuto semejante.
El glorioso camino que recorrió en corto tiempo, aquella porción de su vida que podría llamarse en frase vulgar la segunda parte de sus obras de ciudadano y de soldado, no arranca precisamente de su notable comportamiento como capitán y diplomático en la difícil expedición, que condujo desde Paita a Chimbote y que a tan alto punto elevó la fama de su prudencia, habilidad y coraje.
Fue ello, sin duda, una gran revelación para el país, pero no determinó la asunción del general.
La estrella de su fortuna salió en un instante mucho más modesto y secundario de su vida.
Se le apareció a las puertas del desierto que separa a Pisco de Lurín.
La expedición que marchaba por mar en demanda de un puerto de desembarco, inmediato a Lima, debía ser apoyada por un cuerpo de tropas que partieron de Pisco, siguiera por tierra, camino paralelo al de aquélla; batiera esa larga zona que se creía poblada de enemigos y diera, finalmente, la mano, en un punto de cita más o menos acordado, a la gente de las naves. Tenía, pues, la expedición terrestre grandísima importancia.
Dándole ventaja de algunos días y confiando en ella, hízose a la mar, desde el puerto de Arica, el resto del ejército expedicionario.
Dominio público
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Publicado el 30 de octubre de 2020 por Edu Robsy.