En Tiempo de Guerra...
Javier de Viana
Cuento
A Domingo Arena.
Avanzaban cortando campo, rehuyendo los caminos y los pasos
reales, deslizándose por quebradas, internándose en serranías,
aventurándose por picadas, entre montes espesos y pajonales cerrados. De
día marchaban apareados, cambiando raras palabras de tarde en tarde;
más al llegar la noche—noches obscuras, toldadas, sin luna, salpicadas
apenas de escasas estrellas pálidas—Donato se adelantaba, ordenando
silencio, por precaución y por evitar distracciones que hubieran podido
hacerle perder el rumbo.
Policarpo, el hijo único del rico estanciero de Mazangano, había abandonado precipitadamente la ciudad, donde cursaba su estudios, para correr en busca del ejército revolucionario. Llegado a la estancia, puesto de acuerdo con el negrillo Donato, su compañero de infancia, confió a éste la dirección de la aventura, reconociéndole una superioridad campera, adquirida en los cuatro años que él había permanecido en la ciudad.
Y el negrillo ordenaba con insolente rigidez.
La noche estaba terriblemente obscura y el trote continuaba con su fatigosa monotonía. Policarpo había aflojado las riendas al zaino y dormitaba con las manos apoyadas en la cabecera del recado, el torso hecho un arco y la cabeza caída sobre el pecho. Pero un tropezón de la bestia, una sacudida demasiado violenta, lo obligaban a erguirse, a mirar, a pensar.
Dominio público
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Publicado el 31 de agosto de 2022 por Edu Robsy.