I
Porque la muerte provoca cambios más importantes de lo que
comúnmente se cree. Aunque, en general, es el espíritu el que, tras
desaparecer, suele volver y es en ocasiones contemplado por los vivos
(encarnado en el mismo cuerpo que poseía en vida), también ha ocurrido
que el cuerpo haya andado errante sin el espíritu. Quienes han
sobrevivido a tales encuentros manifiestan que esas macabras criaturas
carecen de todo sentimiento natural, y de su recuerdo, a excepción del
odio. Asimismo, se sabe de algunos espíritus que, habiendo sido benignos
en vida, se transforman en malignos después de la muerte.
Hali.
Una oscura noche de verano, un hombre que dormía en
un bosque despertó de un sueño del que no recordaba nada. Levantó la
cabeza y, después de fijar la mirada durante un rato en la oscuridad que
le rodeaba, dijo: «Catherine Larue». No agregó nada más; ni siquiera
sabía por qué había dicho eso.
El hombre se llamaba Halpin Frayser. Vivía en Santa Helena, pero su
paradero actual es desconocido, pues ha muerto. Quien tiene el hábito de
dormir en los bosques sin otra cosa bajo su cuerpo que hojarasca y
tierra húmeda, arropado únicamente por las ramas de las que han caído
las hojas y el cielo del que la tierra procede, no puede esperar vivir
muchos años, y Frayser ya había cumplido los treinta y dos. Hay personas
en este mundo, millones, y con mucho las mejores, que consideran tal
edad como avanzada: son los niños. Para quienes contemplan el periplo
vital desde el puerto de partida, la nave que ha recorrido una distancia
considerable parece muy próxima a la otra orilla. Con todo, no está
claro que Halpin Frayser muriera por estar a la intemperie.
Información texto 'La Muerte de Halpin Frayser'