Créame usted que no
existe un pueblo antiguo, especialmente si ha conocido mejores tiempos,
que no se adorne con leyendas de terror. Las mismas posibilidades
tendría de encontrar un queso podrido sin ácaros, o una casa vieja sin
ratas, o una ciudad antigua y en ruinas sin una auténtica población de
duendes. Y aunque a los habitantes de este tipo no se les puede conducir
ante las autoridades policiales, sin embargo, puesto que su conducta
afecta directamente a la comodidad de los súbditos de su Majestad, no
puedo por menos que considerar una grave omisión que hasta ahora no se
le hayan proporcionado al público datos estadísticos sobre su número,
actividad, etc., etc. Estoy persuadido de que una comisión que
investigara, informando de ello, sobre la fuerza numérica, hábitos,
lugares que frecuentan, etc., etc., los agentes sobrenaturales
residentes en Irlanda, sería mucho más inofensiva y entretenida que la
mitad de las comisiones por las que paga el país; y todo lo más
resultaría igual de poco instructiva. Digo todo esto más por un sentido
del deber, y para liberar mi mente de una importante verdad, que por
cualquier esperanza de que esta sugerencia vaya a adoptarse. Pero estoy
seguro de que mis lectores deplorarán conmigo el hecho de que la
capacidad general de credulidad, y el ocio aparentemente ilimitado, de
las comisiones parlamentarias de investigación nunca se hayan aplicado a
este tema, y que la acumulación de estas informaciones se haya confiado
al trabajo gratuito e inconstante de aquellos individuos que, como yo
mismo, tienen otras ocupaciones que atender. Y todo lo anterior, sin
embargo, no es sino una digresión previa.
Información texto 'Historias de Fantasmas de Chapelizod'