Textos más populares esta semana etiquetados como Cuento publicados el 31 de octubre de 2021 | pág. 2

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etiqueta: Cuento fecha: 31-10-2021


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Atavismo

José Antonio Román


Cuento


Estoy en vísperas de viaje, y esta es la última noche que paso en mi tibio boudoir tan primorosamente arreglado y con sus alegres cortinajes color rosa claro En torno mío se despliegan los muebles limpios, brillantes, denotando el afanoso esmero de la criada, y al contemplarlos se apodera de mi ánimo un invencible sentimiento de tristeza.

Tengo ahora que darles el adiós de despedida; mañana estaré cruzando el Océano en dirección á Italia. Y la chaise longue, semi-oculta en la media sombra que arroja el luciente biombo de seda azul bordado de grullas doradas; la cuja de fina caoba, velada por tules aurorales; y los poufs mullidos y tan bajos, que parece uno descansar sobre el suelo, adquieren, iluminados por la suave claridad celeste de la lámpara, semejanzas de vida, aspectos de seres animados. Experimento una dulce atracción por todo lo que me rodea y aspiro, difundido en el ambiente de esta habitación, vagas emanaciones de mi perfume favorito. Me imagino que en cada una de las piezas del mueblaje, dejo leves rastros de mi permanencia en estos lugares; esa prolongada huella, que atraviesa el canapé en sentido longitudinal, delata mis ocios durante los crepúsculos estivales, y así de este modo iría reconstruyendo todo mi pasado.

Parto dentro de breves horas y he buscado refugio aquí deseosa de meditar á solas: debo pensar en mi novio Carlos que tanto me idolatra. Ya me figuro su pesadumbre cuando no le quepa duda acerca de mis propósitos; todavía le alienta la esperanza de que en el postrer instante desista. ¡Soñador! Hace tiempo que me resolví á partir, y todo esfuerzo será ineficaz, pues soy inquebrantable en mis resoluciones.


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Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

¡El Suave Milagro!

José María Eça de Queirós


Cuento


En aquel tiempo Jesús aún no se ausentara de Galilea y de las dulces, luminosas márgenes del lago de Tiberiades; mas la nueva de sus Milagros penetrara ya hasta Enganim, ciudad rica, de fuertes murallas, entre olivares y viñedos, en el país de Isacar.

Una tarde, un hombre de ojos ardientes y deslumbrados pasó por el fresco valle y anunció que un nuevo Profeta, un Rabí hermoso, recorría los campos y las aldeas de Galilea, prediciendo la llegada del Reino de Dios, curando todos los males humanos. Mientras descansaba, sentado al borde de la Fuente de los Vergeles, contó que ese Rabí, en el camino de Magdala, sanó de la lepra a un siervo de un Decurión Romano solo con extender sobre él la sombra de sus manos; y que en otra mañana, atravesando en una barca para la tierra de los Gerasenios, en donde comenzaba la recolección del bálsamo, resucitó a la hija de Jairo, hombre docto y considerable que comentaba los libros en la Sinagoga.

Asombrados todos los que se hallaban en derredor, labradores, pastores y mujeres trigueñas con el cántaro al hombro, preguntáronle si ese era, en verdad, el Mesías de la Judea, y si delante de él refulgía la espada de fuego, y si le acompañaban, caminando como las sombras de dos torres, las sombras de Gog y de Magog. El hombre, sin beber siquiera de aquella agua tan fría de que bebiera Josué, recogió el cayado, sacudió los cabellos y encaminose pensativamente por bajo el Acueducto, luego sumido en la espesura de los almendros en flor.


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Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

Un Poeta Lírico

José María Eça de Queirós


Cuento


Aquí está, sencillamente, sin frases y adornos, la triste historia del poeta Korriscosso. De todos los poetas líricos de que tengo noticia, este es, ciertamente, el más infeliz. Le conocí en Londres, en el hotel de Charing-Cross, en un amanecer helado de diciembre. Había yo llegado del Continente, desfallecido por dos horas de Canal de la Mancha... ¡Ah, qué mar! Y eso que era solo una brisa fresca del Noroeste; mas allí, en la cubierta, por debajo de una capa de hule, con la cual un marino me había cubierto como se cubre un cuerpo muerto, fustigado por la nieve y por las olas, oprimido por aquella tiniebla tumultuosa que el barco iba rompiendo a estruendos y encontrones, parecíame un tifón de los mares de la China...

Apenas entré en el hotel, helado y aún mal despierto, corrí a la vasta chimenea del hall y allí quedé saturándome de aquella paz caliente en que estaba la sala adormecida, con los ojos beatíficamente puestos en la buena brasa escarlata. Y estando así fue cuando vi aquella figura flaca y larga, ya de frac y corbata blanca, que del otro lado de la chimenea, en pie, con la taciturna tristeza de una cigüeña pensativa, miraba también los carbones ardientes, con una servilleta debajo del brazo. Mas el portero había cogido mi equipaje y fue a inscribirme en el bureau. La tenedora de libros, tiesa y rubia, con un perfil anticuado de medalla usada, dejó su crochet al lado de su taza de té, acarició con un gesto dulce sus dos bandos rubios, escribió correctamente mi nombre, con el dedo meñique erecto, haciendo rebrillar un diamante, y ya me encaminaba hacia la amplia escalera, cuando la figura magra y fatal se dobló en un ángulo, murmurándome en un inglés silabeado:

—Ya está servido el desayuno de las siete...

Yo no quería el desayuno de las siete, y me fui a dormir.


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Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

La Escapatoria

Antonio de Trueba


Cuento


I

Juan era un mozo que, mejorando lo presento, valía cualquier dinero; pero tenía un pero, como todos lo tenemos, más ó menos grande, en esto pícaro mundo: este pero era la pícara vanidad, que se fundaba en que sabía leer de corrido, escribir una carta de modo que, aunque mal, se entendiese, y oficiar una misa de manera que al oirle no echasen á correr los perros que hubiese en la iglesia.

Vino de las merindades de Castilla á trabajaren las veneras de Triano, bailó toda la tarde en la romería de Santa Agueda con una chica baracaldesa, la chica le gustó, á pesar de que le habían dicho pestes de los baracaldeses, él gustó también á la chica, y convinieron en que ni pintados podían ser mejores para «casarse juntos«. Juan habló de este proyecto á los padres de Ramona (que así se llamaba la chica baracaldesa); á los padres de Ramona les pareció el proyecto á padres de Ramona, y pocas semanas después Ramona y Juan se casaron, y en casa de los padres de Ramona hubo dos matrimonios en lugar de uno.

El día de la boda se comió y se bebió en grande, y como en tales casos la lengua se alarga y la conciencia se ensancha, así Ramona como sus padres-tuvieron aquel día algunas salidas de pie de banco, que á Juan disgustaron un poquillo, porque demostraban que su mujer y sus suegros no habían inventado la pólvora, ó lo que era lo mismo, no eran del todo dignos de haber emparentado tan estrechamente con un mozo que sabía leer de corrido, escribir una carta de modo que, aunque mal, se entendiese, y oficiar una misa de manera que al oirle no echasen á correr los perros que hubiese en la iglesia.

Juan se quejó de esto aquella misma noche á otro maqueto paisano suyo, que era uno de los convidados á la boda, y el maqueto le dijo:


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Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

Hombres de Antaño

Norberto Torcal


Cuento


¡Eh! Colasa, sácame la chaqueta de paño y los calzones nuevos... no se te la faja de seda y el sombrero de castor de los días de fiesta... tráeme las inedias blancas que están por estrenar... Ven, ayúdame á atar los lazos de las alpargatas... ¡Recorneta! Mira que es calamidad no poder valerse uno ni aun para los más sencillos menesteres por falta del brazo que más se necesita para todo...

—¿Pues no te has pasado la vida diciendo que yo era tu brazo derecho?—observó la mujer que parecía participar del buen humor y alegría de su marido.

—Sí que te lo he dicho, y nunca con más verdad que ahora. ¡Figúrate lo que liaría yo sin tí!... Pero ¿en qué estás pensando, mujer, que no me has sacado el chaleco bordado que hace rato te he pedido?

La tía Colasa, que desde hacía media hora no paraba de ir y venir de un lado para otro, revolviendo ropas, abriendo y cerrando cajones, dando unos puntos de aguja á una camisa, estirando un poco los calzones llenos de arrugas y ayudando á su marido á vestir las antiguas pero bien conservadas prendas de su indumentaria, presentóse trayendo en sus manos el chaleco de rameadas flores de seda que desde hacía años dormía en el fondo del arcén, aguardando una ocasión solemne para salir de las oscuras profundidades en que la dueña le tenía sepultado, y lucir al sol los primores de sus artísticos y chillones bordados.

—¿Sabes que pareces un novio?—dijo la tía Colasa mirando con ojos de satisfacción y orgullo á su marido, ya emperegilado y peripuesto como si se preparara para ir á bodas.

—Un novio manco y viejo, con más achaques y alifafes que burro de gitano—replicó el tío Antón con jovial acento. ¡Recorneta! ¡Nuestros chicos si que estarían hoy hechos unos novios bien reguapos y tiesos!... ¡Que no vivieran para ver este día y ser la gloria de todos los ojos!...


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Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

El Ten-con-ten

Antonio de Trueba


Cuento


I

Este era un joven Monarca (ignoro si del sexo, masculino ó del femenino, pues la tradición popular sólo le da el ambiguo nombre de Monarca) que se propuso, al empezar su reinado, hacerse amar de todos sus súbditos por medio del ten-con-ten, ó lo que es lo mismo, procurando complacer á todos.

Firmo en este propósito, que por inspiración propia, y no por consejo ajeno, había adoptado como base de su difícil misión de reinar en un pueblo dividido y encismado por la picara política, quiso completar su plan de conducta gubernamental oyendo los consejos del General Robles, que había sido Ministro y Consejero muy amado del Rey, su augusto padre

El General Robles, más conocido por este nombre que por su título de Duque de no sé qué pueblo, donde había alcanzado una gran victoria sobre extranjeros invasores de la patria, era un venerable anciano.

Hijo de honrados y pobres labradores, había ingresado en la milicia como soldado raso, y á fuerza de tiempo, de talento, de valor, de patriotismo y de honradez, había ascendido á General,y de General á Duque, y de Duque á Ministro, y de Ministro á todo lo más á que entonces se podía ascender, que era el calificativo de ilustre, que ahora se planta á cualquier cabecilla de motín triunfante.

Las genialidades del General. Robles eran muy célebres y enamoraban al Rey mismo. Como muestra de ellas, voy á citar una.


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Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

La Reina de Saba

José Antonio Román


Cuento


Por la real y anchurosa avenida que sombrean aromáticos aloes y tupidos sicomoros, en medio de su brillante cohorte de rudos etíopes de bronceado color y de aspecto guerrero, avanza la Reina Sabá hacia Jerusalem para conocer de cerca á Salomón, el sabio rey de los judíos. Cierran la marcha de la comitiva numerosos camellos que, balanceando gravemente sus flexibles cuellos, llevan pesadas cargas cubiertas con mantos de púrpura, fimbriados de plata, y con borlas doradas. Son presentes valiosos, esencias mágicas y rarísimas que rejuvenecerán al gastado monarca y darán glóbulos rojos á su empobrecida sangre de insaciable libertino. A guisa de obsequio para sus bellas concubinas y sus hermosas siervas, trae también la reina Sabá preciosa pedrería y ricas especias.

Sobre los fértiles campos de Israel apunta soberbio el día; Jerusalem se dora con las claridades matutinas; la cúpula y techumbre del templo se perciben claramente dibujadas en el sereno azul del cielo. Por las altas y estrechas puertas de la ciudad salen las gentes labradoras y vistas así, destacándose sobre los grises muros, indecisas sus siluetas, parecen bajorelieves asirios, de esos que exornan los monumentos funerarios.

Poco rato después, el sol asciende derramando su copiosa y cálida luz; los prados se iluminan alegremente y triscan bulliciosos los rebaños. A lo lejos, el monte de los cedros alborota su follaje á impulsos de la brisa, semejando un ángel de paz que asegurara la ventura al pueblo escogido.

Tendida de modo negligente sobre mullidos cojines, replegada al fondo del suntuoso palanquín, mecida por el tardo paso de su elefante favorito, la reina etíope se abstrae en la melancólica contemplación del paisaje, que recorta geométricamente el plateado marco de una ventanilla lateral


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No Hay Patria Fea

Antonio de Trueba


Cuento


I

Hacía más de veinte años que yo ansiaba continuamente volver al valle nativo, ansia á que contribuía no poco la circustancia de no haber vuelto á ver á mis padres, á mis hermanos, á mis compañeros de la infancia, desde que me alejé de ellos casi niño.

Comprendo que el amor al hogar paterno y al valle nativo ha sido siempre en mí una pasión que en lo intensa y, si se quiere, en lo insensata, me ha diferenciado de la generalidad de los hombres, porque me parece que entre cada millón de ellos apenas es posible encontrar uno que sienta esa pasión con la intensidad con que yo la siento. Esta pasión en mí era hija de mi naturaleza, y no de las circunstancias y vicisitudes de mi vida, porque ni en el hogar paterno había dejado delicias materiales de tal magnitud y encanto que fuera imposible olvidarlas, ni lejos de aquel hogar había encontrado miserias y trabajos tan grandes que fuera imposible acostumbrarse á ellos. Más aún: la hermosura real de mi tierra nativa y la fealdad de aquella por que la había trocado no contrastaban de tal modo que justificasen mi ansia por tornar á la primera.

Ahora que he visto satisfecho, hasta cierto punto, mi deseo de vivir donde nací; ahora que mi cabeza se deja dominar menos por mi corazón, y conozco que cuando se escribe para el público es necesario buscar modo de que cabeza y corazón se auxilien mutuamente; ahora comprendo que el corazón embellece muchas cosas que son feas, y afea muchas cosas que son bellas.


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Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

El Beso de Elvira

José Antonio Román


Cuento


Hacía una hermosa noche de luna en aquella elegante terraza guarnecida de torneados balaustres de pórfido y esculpidas jardineras de mármol que ostentaban exóticas flores de embriagador perfume. Por entre la columnata percibíase parte del jardín, y las magnolias, al agitarse movidas por la brisa, nos enviaban cariñosamente sus deshojados pétalos un tanto descoloridos. En lontananza sereno, difundiendo sugestiva paz, el cielo se extendía palpitante de luz.

Allí nos encontrábamos reunidos en franca charla alrededor de una frágil mesita, Elvira, nuestra espiritual anfitrión, el pintor Corot y yo tomando té

Una dulce sensación de bienestar inundaba nuestras almas, sellando los labios y haciendo que nuestras pupilas se clavasen extasiadas en lejanos paisajes envueltos en una tenue bruma de plata, que les daba cierto tinte de ensueño. De las tazas de té ascendían blancas nubecillas de humo que semivelaban las correctas y delicadas facciones de Elvira, la cual, pensativa, reclinaba su hermosa cabeza sobre el respaldo del sofá.

De repente, deslumbrándonos con su triunfadora mirada, alzando en alto su taza, la apuró de un sorbo, y al colocarla en el platillo, exclamó:

«Premio con el más exquisito de mis besos al que conmueva hondamente mis nervios imaginando la más abracadabrante fantasía.» Y al concluir estalló en una ruídosa carcajada que hizo estremecerse en su dorada jaula al mirlo que, soñoliento, se columpiaba sobre nuestras cabezas.

Entonces Corot mirándola intencionadamente contestó: Elvira, mío va á ser ese beso; porque le aseguro á usted que mi narración es muy terrorífica. ¿Sonríe usted? Pues bien, hela aquí:


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Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

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