Nota a la primera edición
La siguiente carta, cuyo original se halla en las oficinas de la Revue de Paris, honra demasiado a su autor para que no la reproduzcamos aquí. En adelante irá unida a todas las reimpresiones de Claude Gueux.
Dunkerque, 30 de julio de 1834.
«Señor director de la Revue de Paris:
»Claude Gueux, de Victor Hugo, publicado por ustedes en su
entrega del 6 del corriente, es una gran elección; ayúdeme, se lo
ruego, a hacer que se la aproveche.
»Le ruego que me haga el favor de publicar a mi costa tantos
ejemplares como diputados hay en Francia y de enviárselos
individualmente y muy exactamente.
»Tengo el honor de saludarle,
»Charles Carlier, negociante».
Claude Gueux
Hace siete u ocho años un hombre llamado Claude Gueux, obrero
pobre, vivía en París. Tenía con él una hija que era su querida, y un
niño de esa hija. Digo las cosas como son, dejando que el lector saque
las moralejas a medida que los hechos las siembren en su camino. El
obrero era capaz, hábil, inteligente, muy maltratado por la educación,
muy tratado por la naturaleza, pues no sabía leer pero sabía pensar. Un
invierno se quedó sin trabajo. No había fuego ni pan en la buhardilla.
El hombre, la hija y el niño tenían frío y hambre. El hombre robó. No sé
qué robó ni sé dónde robó. Lo que sé es que el resultado de ese robo
fueron tres días de pan y de fuego para la mujer y el niño, y cinco años
de cárcel para el hombre.
El hombre fue enviado para que cumpliera su condena a la cárcel
central de Clairvaux. Clairvaux es una abadía de la que han hecho una
bastilla, una celda convertida en calabozo, un altar transformado en
picota. Cuando hablamos de progreso, es así como lo entiende y lo
ejecuta cierta gente.
Continuemos.
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