Textos más largos etiquetados como Cuento | pág. 75

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El Príncipe Amado

Emilia Pardo Bazán


Cuento


I

El rey Bonoso y la reina Serafina gobernaban pacíficamente, hacía veinte años largos de talle, uno de los reinos más fértiles y ricos del continente Oceánido, que se llamaba el reino de Colmania. No aconsejo á los lectores, si estudian Geografía, que se molesten en buscar en mapa ni en atlas alguno este reino y este continente, porque hace tantos siglos que ocurrió lo que voy contando que, ó mudarían de nombre aquellas regiones, ó se las tragaría el mar, como aseguran que sucedió con otra muy grande que nombran Atlántida.

Pues, como digo, los vasallos del rey Bonoso eran muchos y vivían felices, porque el rey y la reina tenían el genio más dulce y la pasta mejor del mundo, y ni los agobiaban á contribuciones, ni perdonaban medio de prodigarles beneficios. Colmania gozaba de un clima igual y templado, y era abundante en trigo, en vino, en toda clase de productos agrícolas, con lo cual los colmanienses no tenían que temer la miseria, y andaban alegres como unas Pascuas por aquellas ciudades y aquellos campos, cantando cada villancico y cada seguidilla que daba gusto.


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Publicado el 15 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

El Modelo de Pickman

H. P. Lovecraft


Cuento


No tienes por qué pensar que estoy loco, Eliot; muchos otros tienen manías raras. ¿Por qué no te burlas del abuelo de Oliver, que jamás monta en un automóvil? Si a mí no me gusta ese maldito metro, es asunto mío; y, además, hemos llegado más deprisa en taxi. Si hubiéramos venido en tranvía habríamos tenido que subir a pie la colina desde Park Street.

Sé perfectamente que estoy más nervioso que cuando nos vimos el año pasado, pero no por ello debes pensar que lo que necesito es una clínica. Bien sabe Dios que no me faltan motivos para estar internado, pero afortunadamente creo que estoy en mi sano juicio. ¿Por qué ese tercer grado? No acostumbrabas a ser tan inquisitivo.

Bueno, si tienes que oírlo, no veo por qué no puedes hacerlo. Tal vez sea lo mejor, pues desde que te enteraste de que había dejado de ir al Art Club y me mantenía a distancia de Pickman no has cesado de escribirme como lo haría un atribulado padre. Ahora que Pickman ha desaparecido de la escena voy por el club de en cuando, pero mis nervios ya no son lo que eran.


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Publicado el 17 de mayo de 2018 por Edu Robsy.

Una Mujer y Luego Pollo Frito

Pablo Palacio


Cuento


Me es preciso volver al tiempo en que conocí a este hombre, cuando era escribiente y comía en un Casino de Oficiales. Recuerdo que petardeaba la comida. Esa tarde yo estaba frente a él y tratábamos de política. De improviso pude ver que se entusiasmaba y acompañaba su conversación de manotadas. Púsose a hablar del Presidente y nos dijo que era un nadador formidable. Entonces se abrió un gran sitio entre sus vecinos:

—Su modo de nadar era así:


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Publicado el 17 de mayo de 2024 por Edu Robsy.

El Dominio de Arnheim

Edgar Allan Poe


Cuento


O el Paisaje del Jardín

Desde la cuna a la tumba, una brisa de prosperidad acompañó a mi amigo Ellinson. Y no uso la palabra prosperidad en un mero sentido mundano. La empleo como sinónimo de felicidad.

La persona de quien hablo parecía nacida con el propósito de simbolizar las doctrinas de Turgot, Price, Priestley y Condorcet: de servir de ejemplo a lo que se ha llamado "la quimera de los perfeccionistas". En la breve existencia de Ellinson creo haber visto refutado el dogma de que en la mayoría de los hombres yace algún principio oculto, enemigo de la felicidad. Un examen minucioso de su carrera me ha llevado al convencimiento de que, en general, la miseria de la humanidad procede de la violación de algunas pequeñas leyes de la naturaleza; que como especie tenemos en nuestra posesión elementos de felicidad todavía vírgenes; y que aun ahora, en la presente oscuridad y locura de todo pensamiento sobre la gran cuestión de la condición social no es imposible que el hombre, individualmente considerado, pueda ser dichoso bajo determinadas condiciones poco frecuentes y altamente fortuitas.

Mi joven amigo estaba totalmente imbuido de opiniones como éstas; y por eso es digno de observación que el ininterrumpido disfrute que distinguió su vida, fue en gran medida el resultado de un previo acuerdo. Es evidente, por tanto, que con algo menos de esa filosofía que de vez en cuando ocupa también el papel de la experiencia, míster Ellinson se hubiera visto precipitado, por los muchos extraordinarios éxitos de su vida, en el frecuente torbellino de la desgracia que se abre a los pies de aquellos que poseen dotes extraordinarias.


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Publicado el 21 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

El Jorobadito

Roberto Arlt


Cuento


Los diversos y exagerados rumores desparramados con motivo de la conducta que observé en compañía de Rigoletto, el jorobadito, en la casa de la señora X, apartaron en su tiempo a mucha gente de mi lado.

Sin embargo, mis singularidades no me acarrearon mayores desventuras, de no perfeccionarlas estrangulando a Rigoletto.

Retorcerle el pescuezo al jorobadito ha sido de mi parte un acto más ruinoso e imprudente para mis intereses, que atentar contra la existencia de un benefactor de la humanidad.

Se han echado sobre mí la policía, los jueces y los periódicos. Y ésta es la hora en que aún me pregunto (considerando los rigores de la justicia) si Rigoletto no estaba llamado a ser un capitán de hombres, un genio o un filántropo. De otra forma no se explican las crueldades de la ley para vengar los fueros de un insigne piojoso, al cual, para pagarle de su insolencia, resultaran insuficientes todos los puntapiés que pudieran suministrarle en el trasero una brigada de personas bien nacidas.

No se me oculta que sucesos peores ocurren sobre el planeta, pero ésta no es una razón para que yo deje de mirar con angustia las leprosas paredes del calabozo donde estoy alojado a espera de un destino peor.


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Publicado el 20 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Tres Senas, Dos Ases

Abraham Valdelomar


Cuento


A mi amigo Rafael Marquina

I

Dos amigos me fueron presentados esa noche bajo la luz violeta del Manhattan, en Nueva York: Archibald Scheefer e Irving Winder. Desde el primer instante, toda mi atención fue dedicada a Irving. Era un tipo de estudio. Bien sabéis cuán difícil es encontrar en un tipo caucásico una cara interesante. Siendo común encontrar en los tipos morenos espíritus pensativos, es raro hallarlos entre los hombres blancos. Sólo en los tipos que han nacido bajo el sol y se han criado en la perezosa molicie de los trópicos o en los arenales, se enseñorea un espíritu. Los climas fríos no dejan pensar a los hombres porque hacen trabajar demasiado a los músculos.

Sin embargo, Irving tenía un raro tipo pensativo. Me pareció tan desoladamente triste, que llegó a preocuparme y me propuse desentrañar el misterio de su tristeza, rompiendo la valla de su madurez. El mozo nos había servido manzanas. En el gran comedor, las mujeres ostentaban sus senos y sus amantes con discreción. Cruzábanse los garçons, oíase a menudo destapar el champagne y la música modelaba a media voz un turkey trot. Invité a almorzar a Irving para el día siguiente, en Coney Island. Iríamos en auto. Nos despedimos. En efecto, a la hora precisa el auto de Irving se detenía en el Wotham Hotel, y juntos con dirigirnos hacia Coney Island. Atravesamos las avenidas congestionadas, los edificios colosales huían a nuestro paso, y por fin, pasado el puente de Brooklyn, entramos en aquella maravillosa avenida de abetos que sombrean la asfaltada carretera que conduce a la playa infantil de Coney Island. Allí elegimos un hotel que da al mar, y en una especie de recodo conversamos largamente lo que os voy a referir.


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Publicado el 8 de mayo de 2020 por Edu Robsy.

La Granja Blanca

Clemente Palma


Cuento


A doña Emilia Pardo Bazán

I

¿Realmente se vive o la vida es una ilusión prolongada? ¿Somos seres autónomos e independientes en nuestra existencia? ¿Somos efectivamente viajeros en la jornada de la vida o somos tan sólo personajes que habitamos en el ensueño de alguien, entidades de mera forma aparente, sombras trágicas o grotescas que ilustramos las pesadillas o los sueños alegres de algún eterno durmiente? Y si es así, ¿por qué sufrimos y gozamos por cuenta nuestra? Debiéramos ser indiferentes e insensibles; el sufrimiento o el placer debieran corresponderle al soñador sempiterno, dentro de cuya imaginación representamos nuestro papel de sombras, de creaciones fantásticas.


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Publicado el 14 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.

La Cruz del Diablo

Gustavo Adolfo Bécquer


Cuento


Mi abuelo se lo narró a mi padre, mi padre me lo ha referido a mí, y yo te lo cuento ahora, siquiera no sea más que por pasar el rato. El crepúsculo comenzaba a extender sus ligeras alas de vapor sobre las pintorescas orillas del Segre, cuando, después de una fatigosa jornada, llegamos a Bellver, término de nuestro viaje.

Bellver es una pequeña población situada a la falda de una colina, por detrás de la cual se ven elevarse, como las gradas de un colosal anfiteatro de granito, las empinadas y nebulosas crestas de los Pirineos.

Los blancos caseríos que la rodean, salpicados aquí y allá sobre una ondulante sabana de verdura, parecen a lo lejos un bando de palomas que han abatido su vuelo para apagar su sed en las aguas de la ribera.

Una pelada roca, a cuyos pies tuercen éstas su curso, y sobre cuya cima se notan aún remotos vestigios de construcción, señala la antigua línea divisoria entre el condado de Urgel y el más importante de sus feudos.

A la derecha del tortuoso sendero que conduce a este punto, remontando la corriente del río y siguiendo sus curvas y frondosas márgenes, se encuentra una cruz.

El asta y los brazos son de hierro; la redonda base en que se apoya, de mármol, y la escalinata que a ella conduce, de oscuros y mal unidos fragmentos de sillería.

La destructora acción de los años, que ha cubierto de orín el metal, ha roto y carcomido la piedra de este monumento, entre cuyas hendiduras crecen algunas plantas trepadoras que suben enredándose hasta coronarlo, mientras una vieja y corpulenta encina la sirve de dosel.


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Publicado el 19 de agosto de 2016 por Edu Robsy.

El Horror Sin Nariz

Robert E. Howard


Cuento


Hay abismos de terror desconocido tras las brumas que separan la vida cotidiana del hombre y los reinos inexplorados e insospechados de lo sobrenatural. La mayoría de la gente vive y muere en bendita ignorancia de estos reinos, y digo bendita porque descorrer el velo que existe entre el mundo real y el mundo de lo oculto es frecuentemente una experiencia nauseabunda. En una ocasión descorrí ese velo, y los sucesos que tuvieron lugar a partir de ese momento quedaron grabados tan profundamente en mi cerebro que me persiguen en sueños hasta el día de hoy.

Los terribles eventos se iniciaron a raíz de una invitación para visitar las tierras de sir Thomas Cameron, el famoso egiptólogo y explorador. Acepté porque este personaje siempre me ha parecido un caso de estudio bastante interesante, aunque detestaba sus brutales modales y carácter cruel. Debido a mi colaboración con varias publicaciones científicas, habíamos coincidido frecuentemente a lo largo de los años, y suponía que sir Thomas me consideraba uno de sus pocos amigos. Me acompañó en esta visita John Gordon, un adinerado deportista que también había sido invitado.

Ya se ponía el sol cuando llegamos a la entrada de su hacienda, y el desolado y lúgubre paisaje me deprimió y llenó de innombrables presentimientos.

Unos kilómetros más allá podía distinguirse débilmente el pueblo en el que nos habíamos apeado del tren y, en medio, rodeando la hacienda por todos los flancos, baldíos páramos se extendían sombríos y lúgubres. No se avistaba ningún otro núcleo habitado, y el único signo de vida con el que nos topamos fue el aleteo de alguna enorme ave de pantano volando solitariamente tierra adentro. Un viento frío soplaba desde el este, cargado del fuerte y amargo olor a salitre marino, haciéndome temblar.


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Publicado el 12 de julio de 2018 por Edu Robsy.

La Elección Municipal

Roberto Payró


Cuento


Aquella mañana, con grande asombro de Pago Chico entero, apareció en el diario oficial, El Justiciero, la siguiente inesperada noticia:


OTRA LISTA DE CANDIDATOS MUNICIPALES

«Con importantes elementos políticos, pertenecientes al partido provincial, acaba de formarse un nuevo comité que en las elecciones de hoy sostendrá la siguiente lista de candidatos para municipales.

Don Domingo Luna
Don Juan Dozo
Don José Bermúdez

Este comité, que funciona en la calle Buenos Aires, número 17, cuenta con numerosos miembros, y aunque formado a última hora puede disputar el triunfo a los demás partidos con bastantes probabilidades de éxito. En cuanto a los cívicos, demás parece repetir que tendrán que comer cola.»
 

¿Qué acontecimientos habían ocurrido? ¿Era la influencia de Bermúdez tan poderosa que su descontento producía la escisión del partido oficial? No debía ser así, pues él mismo se sorprendió al leer la noticia, y lleno de entusiasmo se encaró con su mujer, y golpeando el diario con el dedo, exclamó gozoso:

—¿No ves, china, cómo todavía me necesitan, cómo todavía tengo quien me apoye? ¡Yo también soy candidato, y del mismo partido oficial! ¡Mirá la lista! ¡Aquí estoy con Luna y Dozo, y El Justiciero dice que muy bien podemos triunfar!

—¡Alguna picardía de Ferreiro! Lo mejor será que no te metás —replicó Cenobita, siempre desconfiada—. Cuando menos, te quieren sacar unos pesos pa'l'asao con cuero y la pionada...

—¡Vos siempre agarrás pa lao del miedo! —replicó Bermúdez que se echó inmediatamente a la calle, vibrando de entusiasmo y de esperanza.

Eran las siete, y faltaba una hora para la apertura oficial del comicio.


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19 págs. / 33 minutos / 50 visitas.

Publicado el 1 de enero de 2021 por Edu Robsy.

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