Dado que mis años van en aumento y, según tengo entendido,
tanto Shakespeare como Mr. Emmons fallecieron alguna vez, no es imposible que
hasta yo tenga que morir. He pensado, pues, que bien podía retirarme del campo
de las letras y dormir en mis laureles. Pero ansío dejar señalada mi abdicación
del cetro literario con algún importante legado a la posteridad, y quizá nada
mejor para ello que narrar la historia de los primeros tiempos de mi carrera.
Tanto y tan constantemente ha brillado mi nombre ante los ojos del público, que
no sólo estoy dispuesto a admitir lo natural de ese interés universalmente
provocado, sino a satisfacer la extrema curiosidad que inspiró siempre. Por lo
demás, constituye un deber de aquel que ha llegado a la grandeza dejar en su
ascenso los hitos necesarios para guiar a los otros que ascenderán a su vez. Me
propongo, pues, detallar en este artículo (que estuve a punto de titular «Datos
para servir a la historia literaria de Norteamérica») esos importantes, aunque
débiles y vacilantes primeros pasos por los cuales llegué a la larga al pináculo
del renombre humano.
Información texto 'Autobiografía literaria de Thingum Bob, Esq.'