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El Casamentero

Hector Hugh Munro "Saki"


Cuento


El reloj del comedor dio las once con la respetuosa prudencia de alguien cuya misión en la vida es ser ignorado. Cuando el paso del tiempo hiciera imperativas la abstinencia y la migración, las luces darían la señal en la forma acostumbrada.

Seis minutos más tarde Clovis se acercó a la mesa con la ferviente expectativa de quien ha comido esquemáticamente y mucho tiempo atrás.

—Estoy muriéndome de hambre —anunció esforzándose por tentarse con gracia y leer el menú al mismo tiempo.

—Lo imaginé —respondió su anfitriona— al ver que ha sido usted casi puntual. Debí advertirle que soy una Revolucionaria Alimenticia. Pedí dos cuencos de pan y leche y algunos bizcochos dietéticos. Espero que no tenga inconveniente.

Clovis pretendió después que no había palidecido durante una fracción de segundo.

—De cualquier modo —dijo—, no debería usted bromear con tales cosas. Esa especie de gente existe en realidad. Sé de quienes las han conocido. ¡Pensar en todos los manjares que existen, pasarse la vida masticando aserrín, y enorgullecerse por añadidura!

—Son como los flagelantes de la Edad Media que vivían mortificándose.

—Ellos estaban justificados hasta cierto punto —dijo Clovis—. Lo hacían para salvar sus almas inmortales, ¿no es así? No me diga usted que un hombre al que no le gustan las ostras, los espárragos y los buenos vinos tiene alma o siquiera estómago. Sencillamente tiene el instinto de desdicha altamente desarrollado.

Clovis se entregó durante unos pocos dulces instantes a la tierna intimidad de unas ostras que iban desapareciendo velozmente.


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2 págs. / 5 minutos / 197 visitas.

Publicado el 14 de mayo de 2018 por Edu Robsy.

El Misterio del Cementerio

H. P. Lovecraft


Cuento


Una historia de detectives

I. La Tumba De Burns

Era mediodía en la pequeña población de Mainville, y un penado grupo de gente estaba reunido alrededor de la tumba de Burns. Joseph Burns había muerto.

(Al morir había pronunciado las siguientes y extrañas instrucciones: Antes de meter mi cuerpo en la tumba, colocad esta bola en el suelo, en un punto marcado como “A”. Y entonces había tendido una pequeña bola dorada al rector).

La gente lamentaba mucho su muerte. Después de que los funerales hubieran concluido, el señor Dobson (El rector) dijo:

—Amigos, ahora hemos de cumplir las últimas voluntades del difunto.

Y, tras decir esto, bajó a la tumba (A poner la bola en el punto marcado como “A”). Pronto el grupo de dolientes comenzó a impacientarse y, al cabo de un tiempo, el señor Cha’s Greene (el abogado) bajó a echar un vistazo. En seguida regresó con cara de espanto y dijo:

—¡El señor Dobson no está ahí abajo!

II. El Misterioso Señor Bell

Eran las tres y diez de la tarde cuando la campana de la puerta de la mansión Dobson resonó con fuerza, y el criado acudió a abrir la puerta, para encontrarse con un hombre entrado en años, de pelo negro y grandes patillas. Manifestó que quería ver a la señorita Dobson. Tras ser conducido a su presencia, dijo:

—Señorita Dobson, sé dónde está su padre, y por la suma de 10.000 libras haré que vuelva con usted. Puede llamarme señor Bell.

—Señor Bell —dijo la señorita Dobson— ¿Le importa que abandone por un momento la habitación?

—En absoluto —repuso el señor Bell.

Ella regresó al cabo de poco tiempo, para decir:

—Señor Bell, entiendo. Usted ha raptado a mi padre y ahora me está pidiendo un rescate.


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4 págs. / 7 minutos / 674 visitas.

Publicado el 16 de mayo de 2018 por Edu Robsy.

El Buque Misterioso

H. P. Lovecraft


Cuento


Capítulo 1

En la primavera de 1847, el pequeño pueblo de Ruralville se vio sacudido por una general excitación debida a la entrada de un extraño bergantín en el puerto.

No llevaba bandera alguna y todo hacía que resultase de lo más sospechoso.

No tenía nombre. Su capitán se llamaba Manuel Ruello. El interés aumentó, no obstante, Cuando John Griggs desapareció de su casa. Eso ocurrió el 4 de octubre y el 5 el bergantín se había marchado.

Capítulo 2

El bergantín, al partir, fue interceptado por una fragata de los Estados Unidos y se produjo una lucha tremenda. Cuando terminó, habían perdido a un hombre, llamado Henry Johns.

Capítulo 3

El bergantín continuó su ruta en dirección a Madagascar, hasta llegar. Los nativos huyeron despavoridos. Cuando volvieron a reunirse al otro lado de la isla, uno de ellos había desaparecido. Su nombre era Dahabea.

Capítulo 4

Al final, se decidió que había que hacer algo. Se ofreció una recompensa de 5.000 libras por la captura de Manuel Ruello, y entonces llegó la impactante noticia de que una nave indescriptible se había hundido en los cayos de Florida.

Capítulo 5

Se envió un buque a La Florida y entonces supieron qué había pasado. En medio del combate, habían botado un submarino y había cogido lo que quería. Y allí estaba, balanceándose tranquilamente en las aguas del Atlántico, cuando alguien dijo: “John Brown ha desaparecido”. Y desde luego que John Brown había desaparecido.


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1 pág. / 2 minutos / 1.010 visitas.

Publicado el 16 de mayo de 2018 por Edu Robsy.

Nyarlathotep

H. P. Lovecraft


Cuento


Y al fin vino del interior de Egipto
El extraño Oscuro ante el que se inclinaban los fellás;
Silencioso, descarnado, enigmáticamente altivo
Y envuelto en telas rojas como las llamas del sol poniente.
A su alrededor se apretaban las masas, ansiosas de sus órdenes,
Pero al marcharse no podían repetir lo que habían oído;
Mientras por las naciones se propagaba la pavorosa noticia
De que las bestias salvajes le seguían lamiéndole las manos.
Pronto comenzó en el mar un nacimiento pernicioso;
Tierras olvidadas con agujas de oro cubiertas de algas;
Se abrió el suelo y auroras furiosas se abatieron
Sobre las estremecidas ciudadelas de los hombres.
Entonces, aplastando lo que había moldeado por juego,
El Caos idiota barrió el polvo de la Tierra.


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1 pág. / 1 minuto / 3.393 visitas.

Publicado el 16 de mayo de 2018 por Edu Robsy.

Flores Tardías

Antón Chéjov


Cuento


Dedicado a N. I. Korobov

I

La escena tuvo lugar una oscura tarde otoñal, justo después de la comida, en casa de los príncipes Priklonski.

La anciana princesa y su hija Marusia estaban en la habitación del joven príncipe, retorciéndose los dedos e implorando. Imploraban como solo saben hacerlo las mujeres infelices y compungidas: invocando a Dios nuestro Señor, invocando el honor, las cenizas del padre.

La princesa estaba enfrente del joven, llorando. Dando rienda suelta a las lágrimas y a las peroratas, interrumpiendo a cada paso a Marusia, no se cansaba de abrumar al príncipe con sus reproches, sus palabras ásperas y hasta injuriosas, con sus caricias, con sus ruegos… Mencionó mil veces al comerciante Fúrov, que les había protestado una letra de cambio, al difunto padre, cuyos huesos tenían que estar removiéndose en la tumba, y todas esas cosas. Mencionó incluso al doctor Toporkov.

El doctor Toporkov siempre había traído por la calle de la amargura a los príncipes Priklonski. Su padre había sido siervo, ayuda de cámara del difunto príncipe Senka. Nikifor, su tío materno, seguía siendo ayuda de cámara personal del príncipe Yegórushka. Y el propio doctor Toporkov, siendo apenas un chiquillo, se había llevado sus buenos pescozones por no dejar bien limpios los cuchillos, tenedores, botas y samovares de los príncipes. Y ahí estaba ahora —había que ver, ¡qué situación más ridícula!—, hecho todo un doctor, joven y brillante, viviendo como un señor en una casa descomunal, disponiendo de un coche de dos caballos, como si quisiese restregárselo por la cara a los Priklonski, que tenían que ir a pie y se veían obligados a regatear interminablemente cada vez que alquilaban un carruaje.


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50 págs. / 1 hora, 28 minutos / 248 visitas.

Publicado el 26 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Mercancía Viva

Antón Chéjov


Cuento


Dedicado a F. F. Popudoglo

I

Grojolski abrazó a Liza, le besuqueó todos los dedos, que tenían las uñas rosadas y mordisqueadas, y la sentó en un sofá tapizado con terciopelo barato. Liza cruzó las piernas, se colocó las manos bajo la cabeza y se tumbó.

Grojolski se sentó a su lado, en una silla, y se inclinó hacia ella. Era todo ojos.

¡Qué guapa le parecía, así iluminada por los rayos del poniente!

El sol de la tarde, dorado, levemente teñido de púrpura: todo eso podía verse por la ventana.

Toda la estancia, Liza incluida, quedaba iluminada por una luz viva, que no llegaba a herir la vista, como bañada en oro momentáneamente…

Grojolski estaba embobado. Liza tampoco es que fuera una belleza extraordinaria. Es verdad que su carita de gato, de ojos castaños y nariz respingona, resultaba fresca y hasta picante, que sus ralos cabellos rizados eran negros como el carbón, que su cuerpo menudo parecía gracioso, ágil y correcto, como el cuerpo de una anguila eléctrica, pero en conjunto… En fin, mi gusto es lo de menos. Grojolski, mimado por las mujeres, que se había enamorado y desenamorado cien veces a lo largo de su vida, veía en ella a una belleza. La amaba, y el ciego amor encuentra en todas partes la belleza ideal.

—Escucha —empezó, mirándola a los ojos—. Necesitaba hablar un rato contigo, cariño. El amor no soporta lo impreciso, lo confuso… Las relaciones indefinidas, ya sabes… Ya te lo dije ayer, Liza. Vamos a intentar zanjar hoy la discusión que ayer se planteó. Venga, tenemos que tomar una decisión de común acuerdo. ¿Qué podemos hacer?

Liza bostezó y, torciendo el gesto, sacó de debajo de la cabeza la mano derecha.

—¿Qué podemos hacer? —repitió las palabras de Grojolski con voz casi inaudible.


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44 págs. / 1 hora, 17 minutos / 138 visitas.

Publicado el 26 de junio de 2018 por Edu Robsy.

El Cuento del Cortador de Bambú

Anónimo


Cuento


1. Nacimiento de Kaguyahime

Hace ya mucho tiempo, había un viejo cortador de bambú. Andaba por los campos y montes cortando bambúes para los más diversos usos. Se llamaba Sanuki no Miyatsuko. Un día, encontró un bambú cuyo pie resplandecía. Intrigado, el viejo se aproximó y vio que la luz provenía del interior de una sección del tronco. Al cortarlo, halló a un ser humano del tamaño de tres pulgadas sentado con una gracia sin igual. El viejo cortador dijo así:

—Ya que te encuentras dentro del bambú que veo cada mañana y cada tarde, queda claro que estás destinada a ser mi hija.

Y se la llevó a casa en la palma de la mano. La confió a su anciana mujer para que la criara. Su encanto era infinito. Como era tan pequeña, la cuidaron metida en una cesta de bambú.

El viejo cortador de bambú seguía cortando bambúes, pero desde que halló a la niña, empezó a encontrar bambúes con oro dentro de cada sección. Así se fue haciendo rico poco a poco.

La niña, a medida que la alimentaban, se la veía crecer, y al cabo de tres meses era ya tan alta como un adulto. De manera que le organizaron la ceremonia de recoger el cabello en lo alto y la vistieron de mayor. La cuidaban con gran amor y nunca le dejaban salir de detrás de los visillos. No había belleza comparable a la suya en el mundo y todos los rincones de la casa estaban llenos de la luminosidad de su hermosura. Si el viejo se encontraba mal, se ponía bien al verla. Si estaba enfadado por algo, se le pasaba.


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37 págs. / 1 hora, 4 minutos / 318 visitas.

Publicado el 21 de julio de 2018 por Edu Robsy.

Coloquio con la Vida

Máximo Gorki


Cuento


Estaban ante la Vida dos hombres, que eran otras tantas víctimas suyas.

—¿Qué quieren? —les preguntó. Uno de ellos contestó con voz lenta:

—Me rebelo ante la crueldad de tus contradicciones; mi espíritu se esfuerza en vano por penetrar el sentido de la existencia y mi alma está invadida por las tinieblas de la duda. Sin embargo, la razón me dice que el hombre es el ser más perfecto del mundo…

—¿Qué reclamas? —interrumpió impasible la Vida.

—Quiero la dicha… Y para poder realizarla, es preciso que concilies los dos principios opuestos que comparten mi alma, poniendo de apoyo mi “yo quiero” con tu “tú debes”.

—No tienes nada que desear sino aquello que debes hacer por mí —contestó la Vida con dureza.

—No, yo no puedo desear ser tu víctima. ¿Porque yo quisiera dominarte, estoy condenado a vivir bajo el yugo de tus leyes?

—Modera tu énfasis –le dijo el que estaba más cerca de la Vida. Pero sin fijarse en sus palabras, el otro prosiguió:

—Yo quiero tener el derecho de vivir en armonía con mis aspiraciones. No quiero ser hermano ni esclavo de mi prójimo por deber; seré su hermano o su esclavo a mi gusto, obedeciendo a mi voluntad. Yo no quiero que la sociedad disponga de mí como de una piedra inerte que ayuda a edificar las prisiones de su ventura. Soy hombre, soy alma, soy espíritu y debo ser libre.

—Espera —dijo la Vida con una sonrisa helada—. Has hablado lo bastante y ya sé todo lo que podrías añadir. ¡Pides tu libertad! ¿Por qué no la ganas? ¡Lucha conmigo! ¡Vénceme! Hazte mi señor, y yo seré tu esclava. No sabes con qué tranquilidad me someto siempre a los triunfadores. ¡Pero es necesario vencer! ¿Te sientes capaz de luchar conmigo para librarte de tu servidumbre? ¿Estás seguro del triunfo? ¿Confías en tu fuerza?

Y el hombre contestó:


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Publicado el 31 de octubre de 2018 por Edu Robsy.

Jesús, el Hijo del Hombre

Gibran Kahlil Gibran


Cuento


SANTIAGO, HIJO DE ZEBEDEO

El reinado de la Tierra
 

Era un día primaveral el día en que Jesús llegó a un parque de Jerusalén, y comenzó a dialogar con la multitud sobre el Reinado del Cielo.

Graves acusaciones en contra de fariseos y escribas que colocaban trampas y cavaban pozos en el sendero de quienes buscaban el Reino Celestial, apostrofándolos y recriminándolos con acritud. Entre la multitud se hallaban personas que defendían a los escribas y fariseos, y planearon. arrestar a Jesús, y a nosotros con él. Pero Jesús logró burlar sus ardides y escapar por el portal de la ciudad que mira hacia el Norte. Allí nos contempló y dijo:

—Todavía no ha llegado la hora en que me prendan. Aún tengo mucho de que hablaros, y mucho es también lo que tengo que hacer entre vosotros antes de pensar en entregarme—. —Y después añadió, su voz teñida de felicidad:—Vayamos hacia el Norte, hacia la primavera. Subid conmigo a los montes, pues el invierno ha terminado y la nieve del Líbano está cayendo hacia los valles, agregando su preludio a las sinfonías de los arroyos. Las llanuras y las viñas han alejado todo sueño, y han despertado para recibir al Sol con lujuriosos higos y frescas uvas.

Estaba siempre a la. cabeza de la columna que conformaban los suyos, todo ese día y también el siguiente. En el atardecer del tercero habíamos escalado la cima del monte Hermón. En lo alto de una meseta se detuvo a observar las aldeas esparcidas por el llano. Se le iluminó la cara, que en ese instante parecía oro bruñido. Nos tendió las manos.


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128 págs. / 3 horas, 45 minutos / 567 visitas.

Publicado el 15 de diciembre de 2018 por Edu Robsy.

Terror express

Ainhoa Escarti


terror, cuento, relato, miedo


 

TERROR EXPRESS

Ainhoa Escarti


 

Juegos olvidados

 

Jugaba con los cráneos vacíos, como si se trataran de cáscaras de nuez golpeándose los unos con los otros. Hacía tiempo que había perdido el interés, ahora nada le satisfacía. Se quedaba horas mirando su colección de calaveras.

 

-       Aquellos huesos perdurarán, yo perduraré. – solía pensar.

 

Sin darse cuenta pasó siglos encerrado cual anciano anacoreta. Tanto pasó encerrado que olvidó cómo era ser humano. Todo lo que no fuera él mismo se le asemejaba a algún evento onírico que le distrajo hace ya mucho tiempo… La realidad de fuera y la de dentro se difuminaban en su niebla de tedio y siglos ya muertos. Una mañana alguien llamó a la puerta. Él escuchaba el ruido de fondo pero no sabía cómo responder, había olvidado las conductas.

 


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15 págs. / 26 minutos / 543 visitas.

Publicado el 18 de marzo de 2019 por Ainhoa Escarti.

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