Destino
Juan José Morosoli
Cuento
Cuando vio el monte que marginaba el arroyo, pasaba frente al boliche. En la enramada había ya tres o cuatro hombres observando los toros. Eran cinco rústicos cuadrados de gordos.
—Seguí vos hasta el pastoreo... Yo no demoro —le dijo al negro que lo acompañaba.
Era un hombre joven, de perfil recio, bien vestido y bien montado.
Se acercó al mostrador, pidió una caña, convidó a unos de esos "aposentados" de boliche —que de haragán ni se había movido a mirar los toros— y preguntó:
—¿Qué distancia habrá hasta la estancia de "El Francés"?
—A lo de don el Francés habrá cuatro leguas cortas o tres largas...
Siguieron algunas preguntas más con sus respuestas, cuando Olmedo dejó caer ésta:
—¿No hay unos Almadas por aquí?
—Hubieron pero se fueron yendo...
—¿Todos?
—Yo conocí dos: don Pedro y María... Ya ni los huesos les quedarán... Se ahorcaron los dos: padre e hijo.
—¿Buenos vecinos?
—Buenos. Malos para ellos... Mucha pulpería.. Mucho juego... Gente que no veía venir las tormentas...
—Destinos.
—Pues...
Alzó galletas y dulce de membrillo. Pagó y partió rumbo al pastoreo. Ya de cabeza caída porque María era su padre.
* * *
Cuando llegó al pastoreo ya había recorrido toda su vida. Recordaba que había visto algo raro en la casa aquel día que lo llevaron para lo de un vecino. Cuando salió vio ocho o diez hombres... Después —dos o tres días habían pasado— vino la madre y se lo llevó lejos. Lejísimo. Estaban en un rancherío con un hermano de ella. Después fue de peoncito a una estancia. Después nada. La madre se fue con el hermano...
—Me he hecho hombre sin saber cómo... ¡Fíjese cómo es la cosa!...
Desensillaba. El negro ya había acercado la carne al fogón y le alcanzó un mate.
—¿Taba bien?
—Sí. Tres o cuatro leguas...
Dominio público
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Publicado el 1 de marzo de 2025 por Edu Robsy.