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El Secreto de la Vida

Miguel de Unamuno


Ensayo


Hace tiempo, mi más querido amigo, que el corazón me pedía que te escribiese. Ni él ni yo sabíamos sobre qué, pues no era sino un vehementísimo anhelo de hablar confidencialmente contigo y no con otro.

Muchas veces me has oído decir que, cada nuevo amigo que ganamos en la carrera de la vida, nos perfecciona y enriquece, más aún que por lo que de él mismo nos da, por lo que de nosotros mismos nos descubre. Hay en cada uno de nosotros cabos sueltos espirituales, rincones del alma, escondrijos y recovecos de la conciencia que yacen inactivos e inertes, y acaso nos morimos sin que se nos muestren a nosotros mismos, a falta de las personas que mediante ellos comulguen en espíritu con nosotros y que merced a esta comunión nos los revelen. Llevamos todos ideas y sentimientos potenciales que sólo pasarán de la potencia al acto si llega el que nos los despierte. Cada cual lleva en sí un Lázaro que sólo necesita de un Cristo que lo resucite, y ¡ay de los pobres Lázaros que acaban bajo el sol su carrera de amores y dolores aparenciales sin haber topado con el Cristo que les diga: levántate!

Y así como hay regiones de nuestro espíritu que sólo florecen y fructifican bajo la mirada de tal o cual espíritu que viene de la región eterna a que ellas en el tiempo pertenecen, así cuando esa mirada nos está por la ausencia velada, esas tierras la anhelan como anhela toda tierra el sol para arrojar plantas de flor y de fruto. Y los pegujares de mi espíritu, que dejaron de ser yermos cuando te conocí y me los fecundaste con tu palabra, esos pegujares están hace tiempo queriendo producir. Y he aquí por qué anhelaba escribirte, sin saber bien sobre qué.


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Dominio público
15 págs. / 26 minutos / 1.509 visitas.

Publicado el 13 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

¡Adentro!

Miguel de Unamuno


Ensayo


In interiore hominis habitat veritas.
 

La verdad, habríame descorazonado tu carta, haciéndome temer por tu porvenir, que es todo tu tesoro, si no creyese firmemente que esos arrechuchos de desaliento suelen ser pasaderos, y no más que síntoma de la conciencia que de la propia nada radical se tiene, conciencia de que se cobra nuevas fuerzas para aspirar a serlo todo. No llegará muy lejos, de seguro, quien nunca sienta cansancio.

De esa conciencia de tu poquedad recogerás arrestos para tender a serlo todo. Arranca como de principio de tu vida interior del reconocimiento, con pureza de intención, de tu pobreza cardinal de espíritu, de tu miseria, y aspira a lo absoluto si en el relativo quieres progresar.

No temo por ti. Sé que te volverán los generosos arranques y las altas ambiciones, y de ello me felicito y te felicito.

Me felicito y te felicito por ello, sí, porque una de las cosas que a peor traer nos traen —en España sobre todo— es la sobra de codicia unida a la falta de ambición. ¡Si pusiéramos en subir más alto el ahínco que en no caer ponemos, y en adquirir más tanto mayor cuidado que en conservar el peculio que heredamos! Por cavar en tierra y esconder en ella el solo talento que se nos dio, temerosos del Señor que donde no sembró siega y donde no esparció recoge, se nos quitará ese único nuestro talento, para dárselo al que recibió más y supo acrecentarlos, porque "«al que tuviere le será dado y tendrá aún más, y al que no tuviere, hasta lo que tiene le será quitado»" (Mat., XXV). No seas avaro, no dejes que la codicia ahogue a la ambición en ti; vale más que en tu ansia por perseguir a cien pájaros que vuelan te broten alas, que no el que estés en tierra con tu único pájaro en mano.


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Dominio público
10 págs. / 17 minutos / 4.509 visitas.

Publicado el 13 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

Memorias sobre el Matrimonio

Manuel Payno


Cuento, ensayo, tratado


El matrimonio

I

Días hace que tenía deseos de escribir un artículo de costumbres; pero me sucedía precisamente lo que al cura, que no repicaba por trescientos mil motivos; el primero, por falta de campanas: hay entre nosotros muchas costumbres, tales como la de pretender empleos, la de ser ricos de la noche a la mañana, la de criticar todo sin entenderlo, etcétera; pero eso me daba materia para un renglón, y después… ¿Cómo hacer sonreír a los lectores? ¿Cómo amenizar las columnas del Siglo XIX? ¿Cómo granjearme la nota de maligno, de mordaz, de conocedor del mundo si se quiere? Nada de esto era posible porque hay momentos, horas, días, y hasta meses enteros, que el poco entendimiento que vaga en el cerebro se esconde en lo más profundo de los sesos, y ésos son cabalmente los momentos en que el poeta suda, se arranca los cabellos, llora, tira la pluma desesperado, y pide a Dios una gota de genio, una gota de talento, un soplo de inspiración. La inspiración no viene porque es una muchacha retrechera y algo voluntariosa, y entonces se exclama en voz sepulcral con Víctor Hugo: ¡Maldición!, o con Calderón y Lope: ¡Válgame Dios! Pero sigo con mi cuento, antes que los sufridos lectores exclamen: ¡Válgame Dios, qué pesado! Decía que no tenía asunto para artículo de costumbres, cuando he aquí que mustia y solemne se avanza la Semana Santa con sus tinieblas, sus monumentos, sus procesiones, su pésame, y tras de todos estos graves misterios se agolpa el mundo de México, vario, mezclado y confundido.


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63 págs. / 1 hora, 51 minutos / 488 visitas.

Publicado el 3 de noviembre de 2018 por Edu Robsy.

Reglas y Consejos Sobre Investigación Científica

Santiago Ramón y Cajal


Tratado, ensayo, conferencia


Discurso leído con ocasión de la recepción del autor en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales

Prólogo de la segunda edición

Costeada por la generosidad del Dr. Lluria


El libro actual es una reproducción, con numerosos retoques y desarrollos, de mi discurso de ingreso en la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (sesión del 5 de diciembre de 1897).

Como otras muchas oraciones académicas harto más merecedoras de publicidad, este discurso habría quedado olvidado en los anaqueles de las bibliotecas oficiales, si un querido amigo nuestro, el Dr. Lluria, no hubiera tenido la generosidad de reimprimirlo a su costa, a fin de regalarlo a los estudiantes y a los aficionados a las tareas del laboratorio.

Cree el Dr. Lluria (y Dios le pague tan hermosas ilusiones) que los consejos y advertencias contenidos en dicho trabajo pueden ser, como emanados de un apasionado de la investigación, de algún provecho para promover el amor y entusiasmo de la juventud estudiosa hacia las empresas del laboratorio.

Ignoro si, en efecto, los referidos consejos, expuestos con fervor y entusiasmo quizás un tanto exagerados e ingenuos, tendrán positiva utilidad para el efecto de formar investigadores. Por mi parte diré solamente que, acaso por no haberlos recibido de ninguno de mis deudos o profesores cuando concebí el temerario empeño de consagrarme a la religión del laboratorio, perdí, en tentativas inútiles, lo mejor de mi tiempo, y desesperé más de una vez de mis aptitudes para la investigación científica. ¡En cuántas ocasiones me sucedió, por ignorar las fuentes bibliográficas (y desgraciadamente no siempre por falta de diligencia, sino de recursos pecuniarios) y no encontrar un guía orientador, descubrir hechos anatómicos ya por entonces divulgados en lenguas que ignoraba y que ignoraban también aquellos que debieran saberlas!


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161 págs. / 4 horas, 43 minutos / 341 visitas.

Publicado el 19 de febrero de 2022 por Edu Robsy.

La Educación de la Mujer

Concepción Arenal


Ensayo


Capítulo 1. Relaciones y diferencias entre la educación de la mujer y la del hombre

Nos fijaremos bien en la diferencia que hay entre educación e instrucción. Un hombre puede ser muy instruido y estar muy mal educado, y estar muy bien educado y no ser muy instruido.

Esto nos indica que si la educación no debe prescindir de la inteligencia, no se dirige exclusivamente a ella, sino a todas las facultades que constituyen el hombre moral y social; a los impulsos perturbadores para contenerlos, a los armónicos para fortificarlos, a la conciencia para el cumplimiento del deber, a la dignidad para reclamar el derecho, a la bondad para que no se apure contra los desventurados. La educación procura formar el carácter, hacer del sujeto una persona con cualidades esenciales generales, de que no podrá prescindir nunca y necesitará siempre si ha de ser como debe. Al educador del joven no le importa saber si el educando será un día militar o magistrado, ingeniero o albañil; su misión es formar un hombre recto, firme y benévolo, y que lo sea constantemente en la posición social que le depare la suerte o él se conquiste; cualquiera que sea, su firmeza, su rectitud y su benevolencia son indispensables, si ha de conducirse bien, al frente de un regimiento o presidiendo un tribunal. Los accidentes, las exterioridades, las apariencias, podrán variar; pero las condiciones esenciales que la educación perfecciona son las mismas, cualquiera que sea la posición social del que las tiene.


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16 págs. / 29 minutos / 1.066 visitas.

Publicado el 15 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

La Caravana Pasa

Rubén Darío


Crónica, Ensayo


Libro primero

I

Desde el aparecer de la primavera he vuelto a ver cantores ambulantes. Al dar vuelta a una calle, un corro de oyentes, un camelot lírico, una mujer o un hombre que vende las canciones impresas. Siempre hay quienes compran esos saludos a la fragante estación con música nueva o con aire conocido. El negocio, así considerado, no es malo para los troveros del arroyo. ¿Qué dicen? En poco estimables versos el renuevo de las plantas, la alegría de los pájaros, el cariño del sol, los besos de los labios amantes. Eso se oye en todos los barrios; y es un curioso contraste el de que podéis oir por la tarde la claudicante melodía de un aeda vagabundo en el mismo lugar en que de noche podéis estar expuesto al garrote o al puñal de un terror de Montmartre, o de un apache de Belleville. Mas, es grato sentir estas callejeras músicas, y ver que hay muchas gentes que se detienen a escucharlas, hombres, mujeres, ancianos, niños. La afónica guitarra casi ya no puede; los pulmones y las gargantas no le van en zaga, pero los ciudadanos sentimentales se deleitan con la romanza. Se repite el triunfo del canto. Las caras bestiales se animan, las máscaras facinerosas se suavizan; Luisa sonríe, Luisón se enciende. El mal está contenido por unos instantes; el voyou ratero no piensa en extraer el portamonedas a su vecino, pues la fascinación de las notas lo ha dominado. Los cobres salen después de los bolsillos, con provecho de los improvisados hijos de Orfeo—o de Orfeón—. El cantante sigue su camino, para recomenzar más allá la misma estrofa. La canción en la calle.


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181 págs. / 5 horas, 18 minutos / 954 visitas.

Publicado el 13 de diciembre de 2018 por Edu Robsy.

Cómo se Hace una Novela

Miguel de Unamuno


Ensayo, novela


Prólogo

Cuando escribo estas líneas, a fines del mes de mayo de 1927, cerca de mis sesenta y tres, y aquí, en Hendaya, en la frontera misma, en mi nativo país vasco, a la vista tantálica de Fuenterrabía, no puedo recordar sin un escalofrío de congoja aquellas infernales mañanas de mi soledad de París, en el invierno, del verano de 1925, cuando en mi cuartito de la pensión del número 2 de la rue Laperouse me consumía devorándome al escribir el relato que titulé: Cómo se hace una novela. No pienso volver a pasar por experiencia íntima más trágica. Revivíanme para torturarme con la sabrosa tortura —de «dolor sabroso» habló santa Teresa— de la producción desesperada, de la producción que busca salvarnos de la obra, todas las horas que me dieron El sentimiento trágico de la vida. Sobre mí pesaba mi vida toda, que era y es mi muerte. Pesaban sobre mí no sólo mis sesenta años de vida individual física, sino más, mucho más que ellos; pesaban sobre mí siglos de una silenciosa tradición recogidos en el más recóndito rincón de mi alma; pesaban sobre mí inefables recuerdos inconscientes de ultra-cuna. Porque nuestra desesperada esperanza de una vida personal de ultra-tumba se alimenta y medra de esa vaga remembranza de nuestro arraigo en la eternidad de la historia.

¡Qué mañanas aquellas de mi soledad parisiense! Después de haber leído, según costumbre, un capítulo del Nuevo Testamento, el que me tocara en turno, me ponía a aguardar y no sólo a aguardar sino a esperar, la correspondencia de mi casa y de mi patria y luego de recibida, después del desencanto, me ponía a devorar el bochorno de mi pobre España estupidizada bajo la más cobarde, la más soez y la más incivil tiranía.


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88 págs. / 2 horas, 35 minutos / 1.932 visitas.

Publicado el 12 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

La Vida es Sueño

Miguel de Unamuno


Ensayo


Reflexiones sobre la regeneración de España

Es inútil callar la verdad. Todos estamos mintiendo al hablar de regeneración, puesto que nadie piensa en serio en regenerarse a sí mismo. No pasa de ser un tópico de retórica que no nos sale del corazón, sino de la cabeza. ¡Regenerarnos! ¿Y de qué, si aun de nada nos hemos arrepentido?

En rigor, no somos más que los llamados, con más o menos justicia, intelectuales y algunos hombres públicos los que hablamos ahora a cada paso de la regeneración de España. Es nuestra última postura, el tema de última hora, a que casi nadie, ¡débiles!, se sustrae.

El pueblo, por su parte, el que llamamos por antonomasia pueblo, el que no es más que pueblo, la masa de los hombres privados o idiotas que decían los griegos, los muchos de Platón, no responden. Oyen hablar de todo eso como quien oye llover, porque no entienden lo de la regeneración. Y el pueblo está aquí en lo firme; su aparente indiferencia arranca de su cristiana salud. Acúsanle de falta de pulso los que no saben llegarle al alma, donde palpita su fe secreta y recogida. Dicen que está muerto los que no le sienten cómo sueña su vida.

Mira con soberana indiferencia la pérdida de las colonias nacionales, cuya posesión no influía en lo más mínimo en la felicidad o en la desgracia de la vida de sus hijos, ni en las esperanzas de que éstos se sustentan y confortan. ¿Qué se le da de que recobre o no España su puesto entre las naciones? ¿Qué gana con eso? ¿Qué le importa la gloria nacional? Nuestra misión en la Historia. ¡Cosa de libros! Nuestra pobreza le basta; y aún más, es su riqueza.


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9 págs. / 17 minutos / 742 visitas.

Publicado el 13 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

La Mujer de Su Casa

Concepción Arenal


Ensayo, tratado


Advertencia

LA MUJER DEL PORVENIR se ha escrito de prisa, se ha impreso inmediatamente después que se escribió, y se resiente de ambas cosas, según hemos podido notar leyéndola ahora, es decir, á los trece años de su publicación; nos parece que es, á lo que podía ser, lo que un boceto á un cuadro.

Como la fuerza nos va faltando; como un asunto después que se trata, bien ó mal, pierde gran parte de su atractivo; como las cabezas cansadas, semejantes á los estómagos inapetentes, necesitan suplir en parte el apetito con el gusto, y no le hay (al menos para nosotros) en rellenar, añadir, retocar, y, en fin, concluir una obra, la nuestra se quedará con los vacíos que tenía, ménos algunos que procuraremos llenar en el presente escrito, en que ademas indicamos ciertos puntos, respecto á los cuales hemos modificado nuestra opinión. La sinceridad con que escribimos siempre no nos permite sostener afirmaciones cuando hemos concebido dudas. Que otros se envanezcan con el título de infalibles; nosotros nos contentamos con el de honrados y sinceros.


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82 págs. / 2 horas, 23 minutos / 279 visitas.

Publicado el 31 de enero de 2022 por Edu Robsy.

Intelectualidad y Espiritualidad

Miguel de Unamuno


Ensayo


There are more things in heaven and earth, Horatio
than are dreamt of in your phylosophy.

Hay en los cielos y en la tierra, Horacio,
más que lo que sueña tu filosofía.

(Palabras del espiritual Hamlet al intelectual Horacio,
en el acto I, escena V, del Hamlet de Shakespeare)
 

Llevaba unos días de dispersión espiritual, de estéril mariposeo de la mente; nada lograba interesarle: cogía un libro, abríalo, leía dos o tres páginas de él y tenía que cerrarlo, porque la atención se le escapaba y desparramaba; poníase a escribir, y tantas eran las cuartillas rotas cuantas eran las escritas. Y, sin embargo, nunca gozó de mejor salud, nunca se sintió tan henchido de sangre corriente y rica, nunca rimaron mejor su corazón y sus pulmones. A la vez barruntaba dentro de sí algo fuerte y maduro que forcejeaba por brotar; creíase en vísperas de parir pensamientos rebosantes de vida y esplendor. Pero algo así como una calma solemne, contra la que luchaba en vano, le envolvía y perlesiaba. Era, sin duda, torpeza no esperar sosegado la gracia del Espíritu, sino irse a arrancarla a tirones.


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15 págs. / 27 minutos / 288 visitas.

Publicado el 13 de septiembre de 2018 por Edu Robsy.

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