Films de París
Los exóticos del «Quartier».
En la terraza del Valchette, o desde algún
banco del Luxemburgo, me fijo singularmente en los exóticos que
desfilan. Y me llama sobre todo la atención el negrito del panamá, un
negrito negro, negro, con un panamá blanco, blanco. Es un negrito
delgado, ágil, simiesco, orgulloso, pretencioso, pintiparado, petimetre,
suficiente, contento y como danzante. París contiene varias clases de
hijos de Cham, pero este negrito a ninguna de ellas pertenece. No es,
seguramente, el célebre payaso Chocolat, que ha recibido recientemente
una medalla por haber ido muchos años a divertir con saltos y muecas a
los niños pobres de los hospitales y asilos; no será, por cierto,
Koulery Ouníbalo, príncipe Gleglé, hijo del rey Behanzin Cortacabezas,
que puede verse reproducido en cera en el Museo Grevin, y del cual
príncipe, que ha servido como buen soldado a Francia, no ha vuelto a
acordarse el Estado que depusiera a su padre; no será, de ninguna
manera, el diputado por la Guadalupe, Legitimus, que ha pasado ya los
años de la alegre juventud; no será, sobre todo, el estupendo Johnson,
que desquijarró a Jeffries en Yanquilandia y cuyo retrato y «sonrisa de
oro» han popularizado las gacetas. ¿Quién será, entonces, este negrito
pintiparado que camina en se dandinant; y dodelinant de la tête?
A veces va solo; a veces con otros compañeros de color, pero que no
tienen sus manifestaciones de holgura ni su cándido jipijapa; a veces,
en compañía de una moza pizpireta del quartier, una de esas trabadas calipigias que andan hoy por la moda en perpetua gymkana.
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