Afrodita y la
gata
Se había
enamorado una gata de un hermoso joven, y rogó a Afrodita que la
hiciera mujer. La diosa, compadecida de su deseo, la transformó en
una bella doncella, y entonces el joven, prendado de ella, la
invitó a su casa.
Estando ambos descansando en la alcoba nupcial, quiso saber
Afrodita si al cambiar de ser a la gata había mudado también de
carácter, por lo que soltó un ratón en el centro de la alcoba.
Olvidándose la gata de su condición presente, se levantó del lecho
y persiguió al ratón para comérselo. Entonces la diosa, indignada,
la volvió a su original estado.
Androcles y el
león
Un esclavo
llamado Androcles tuvo la oportunidad de escapar un día y corrió
hacia la foresta.
Y mientras caminaba sin rumbo llegó a donde yacía un león, que
gimiendo le suplicó:
—Por favor te ruego que me ayudes, pues tropecé con un espino y
una púa se me enterró en la garra y me tiene sangrando y
adolorido.
Androcles lo examinó y gentilmente extrajo la espina, lavó y
curó la herida. El león lo invitó a su cueva donde compartía con él
el alimento.
Pero días después, Androcles y el león fueron encontrados por
sus buscadores. Llevado Androcles al emperador fue condenado al
redondel a luchar contra los leones.
Una vez en la arena, fue suelto un león, y éste empezó a rugir y
buscar el asalto a su víctima. Pero a medida que se le acercó
reconoció a su benefactor y se lanzó sobre él pero para lamerlo
cariñosamente y posarse en su regazo como una fiel mascota.
Sorprendido el emperador por lo sucedido, supo al final la historia
y perdonó al esclavo y liberó en la foresta al león.
Bóreas y el
Sol
Bóreas y el Sol
disputaban sobre sus poderes, y decidieron conceder la palma al que
despojara a un viajero de sus vestidos.
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