Textos por orden alfabético inverso etiquetados como Filosofía disponibles | pág. 7

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etiqueta: Filosofía textos disponibles


45678

De la Brevedad de la Vida

Lucio Anneo Séneca


Filosofía, Tratado


Capítulo I

La mayor parte de los hombres, oh Paulino, se queja de la naturaleza, culpándola de que nos haya criado para edad tan corta, y que el espacio que nos dio de vida corra tan veloz, que vienen a ser muy pocos aquellos a quien no se les acaba en medio de las prevenciones para pasarla. Y no es sola la turba del imprudente vulgo la que se lamenta de este opinado mal; que también su afecto ha despertado quejas en los excelentes varones, habiendo dado motivo a la ordinaria exclamación de los médicos, que siendo corta la vida, es largo y difuso el arte. De esto también se originó la querella (indigna de varón sabio) que Aristóteles dio, que siendo la edad de algunos animales brutos tan larga, que en unos llega a cinco siglos y en otros a diez, sea tan corta y limitada la del hombre, criado para cosas tan superiores. El tiempo que tenemos no es corto; pero perdiendo mucho de él, hacemos que lo sea, y la vida es suficientemente larga para ejecutar en ella cosas grandes, si la empleáremos bien. Pero al que se le pasa en ocio y en deleites, y no la ocupa en loables ejercicios, cuando le llega el último trance, conocemos que se le fue, sin que él haya entendido que caminaba. Lo cierto es que la vida que se nos dio no es breve, nosotros hacemos que lo sea; y que no somos pobres, sino pródigos del tiempo; sucediendo lo que a las grandes y reales riquezas, que si llegan a manos de dueños poco cuerdos, se disipan en un instante; y al contrario, las cortas y limitadas, entrando en poder de próvidos administradores, crecen con el uso. Así nuestra edad tiene mucha latitud para los que usaren bien de ella.


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Dominio público
28 págs. / 49 minutos / 9.433 visitas.

Publicado el 18 de diciembre de 2016 por Edu Robsy.

Critón

Platón


Diálogo, Filosofía


Sócrates: ¿Cómo vienes tan temprano, Critón? ¿No es aún muy de madrugada?

Critón: Es cierto.

Sócrates: ¿Qué hora puede ser?

Critón: Acaba de romper el día.

Sócrates: Extraño que el alcaide te haya dejado entrar.

Critón: Es hombre con quien llevo alguna relación; me ha visto aquí muchas veces, y me debe algunas atenciones.

Sócrates: ¿Acabas de llegar, o hace tiempo que has venido?

Critón: Ya hace algún tiempo.

Sócrates: ¿Por qué has estado sentado cerca de mí sin decirme nada, en lugar de despertarme en el acto que llegaste?

Critón: ¡Por Júpiter! Sócrates, ya me hubiera guardado de hacerlo. Yo, en tu lugar, temería que me despertaran, porque sería despertar el sentimiento de mi infortunio. En el largo rato que estoy aquí, me he admirado verte dormir con un sueño tan tranquilo, y no he querido despertarte, con intención, para que gozaras de tan bellos momentos. En verdad, Sócrates, desde que te conozco he estado encantado de tu carácter, pero jamás tanto como en la presente desgracia, que soportas con tanta dulzura y tranquilidad.

Sócrates: Sería cosa poco racional, Critón, que un hombre, a mi edad, temiese la muerte.

Critón: ¡Ah¡ ¡cuántos se ven todos los días del mismo tiempo que tú y en igual desgracia, a quienes la edad no impide lamentarse de su suerte!

Sócrates: Es cierto, pero en fin, ¿por qué has venido tan temprano?

Critón: Para darte cuenta de una nueva terrible, que, por poca influencia que sobre ti tenga, yo la temo; porque llenará de dolor a tus parientes, a tus amigos; es la nueva más triste y más aflictiva para mí.

Sócrates: ¿Cuál es? ¿Ha llegado de Delos el buque cuya vuelta ha de marcar el momento de mi muerte?


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Dominio público
16 págs. / 28 minutos / 2.842 visitas.

Publicado el 12 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Convivio

Dante Alighieri


Filosofía


Tratado primero

I

Como dice el filósofo al principio de la primera filosofía, todos los hombres, por naturaleza, desean saber. La razón de lo cual puede ser el que toda cosa impulsada por providencia de su propio natural, inclínase a su perfección; de aquí que, pues la ciencia es la última perfección de nuestra alma, y en ella reside nuestra última felicidad, todos, por naturaleza, a desearla estamos sujetos. En verdad, muchos están privados de esta nobilísima perfección, por diversas causas, que dentro del hombre y fuera de él le apartan del hábito de la ciencia.

Dentro del hombre puede haber dos defectos o impedimentos: uno, por parte del cuerpo; el otro, por parte del alma. Por parte del cuerpo lo hay cuando las partes están indebidamente dispuestas, así que nada puede percibir, como son los sordos, mudos y sus semejantes. Por arte del alma lo hay cuando la malicia vence en ella, de modo que da en seguir viciosos deleites, en los cuales tanto engaño recibe, que por ellos tiene por vil toda otra cosa.

Fuera del hombre, pueden ser asimismo comprendidas dos causas, una de las cuales es inductora de necesidad, la otra de pereza. La primera son las atenciones familiares y civiles, que necesariamente sujetan al mayor número de los hombres, de modo que no pueden permanecer en ocio de especulación. La otra es el defecto del lugar donde la persona ha nacido y se ha criado, pues a veces estará, no solamente privada de todo estudio, sino lejos de gente estudiosa.


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223 págs. / 6 horas, 31 minutos / 483 visitas.

Publicado el 30 de junio de 2018 por Edu Robsy.

Consolación a Polibio

Lucio Anneo Séneca


Filosofía, Tratado


Nuestros cuerpos comparados con otros son robustos; pero si los reduces a la naturaleza, que destruyendo todas las cosas las vuelve al estado de que las produjo, son caducos; porque manos mortales, ¿qué cosa podrán hacer que sea inmortal? Aquellos siete milagros (y si acaso la ambición de los tiempos venideros levantare otros más admirables) se verán algún día arrasados por tierra. Así que no hay cosa perpetua, y pocas que duren mucho. Unas son frágiles por un modo, y otras por otro; los fines se varían, pero todo lo que tuvo principio ha de tener fin. Algunos amenazan al mundo con muerte, y (si es lícito creerlo) vendrá algún día que disipe este universo, que comprende todas las cosas humanas, sepultándolas en su antigua confusión y tinieblas. Salga, pues, alguno a llorar estas cosas y las almas de cada uno. Laméntese también de las cenizas de Cartago, Numancia y Corinto, y si alguna otra cosa hubo que cayese de mayor altura; pues aun lo que no tiene donde caer, ha de caer. Salga asimismo otro, y quéjese de que los hados (que tal vez se han de atrever a empresas inefables) no le perdonaron a él.


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24 págs. / 42 minutos / 929 visitas.

Publicado el 14 de diciembre de 2016 por Edu Robsy.

Consolación a Marcia

Lucio Anneo Séneca


Filosofía, Tratado


Si no supiese, oh Marcia, que tu ánimo no está menos lejos de las debilidades de la mujer que de sus demás vicios, y que se admiran tus costumbres como ejemplo de la antigüedad, no osaría salir al encuentro de tu dolor, cuando hasta los hombres se abandonan al suyo, le conservan y aún acarician; ni me hubiese lisonjeado, en tiempo tan inoportuno, ante juez tan enemigo y con tan grave acusación, de hacerte perdonar tu infortunio. Inspírame confianza la acreditada fortaleza de tu ánimo y tu virtud probada con brillante testimonio. No se ha olvidado tu conducta con relación a tu padre, al que no amabas menos que a tus hijos, con la diferencia de que no esperabas te sobreviviese, aunque ignoro si lo deseaste; porque el amor inmenso se permite cosas superiores a los sentimientos más legítimos. Mientras te fue posible, impediste a tu padre Cremucio Cordo darse la muerte. Cuando te hizo ver que, rodeado por los satélites de Seyano, no le quedaba otro camino para librarse de la servidumbre, sin alentar su designio, vencida, le devolviste las armas y derramaste lágrimas: verdad es que en público las ocultaste, pero no las escondiste bajo alegre frente; y esto en un siglo en que era grande muestra de piedad no hacer algo impío. Mas en cuanto cambiaron los tiempos, aprovechando la ocasión, pusiste en circulación el genio de tu padre, aquel genio condenado a las llamas; librástele de verdadera muerte, restituyendo a los monumentos públicos los libros que escribió con su sangre aquel varón tan valeroso. Mucho has merecido de las letras romanas, cuyo mejor ornamento había devorado la hoguera: mucho te debe la posteridad, a la que llegarán libres de toda mentira aquellos fieles escritos que tan caros hicieron pagar a su autor.


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Dominio público
37 págs. / 1 hora, 5 minutos / 910 visitas.

Publicado el 14 de diciembre de 2016 por Edu Robsy.

Consolación a Helvia

Lucio Anneo Séneca


Filosofía


I

Muchas veces, oh madre excelente, he sentido impulsos para consolarte, y muchas veces también me he contenido. Movíanme varias cosas a atreverme: en primer lugar, me parecía que quedaría libre de todos mis disgustos si lograba, ya que no secar tus lágrimas, contenerlas al menos un instante: además no dudaba que tendría autoridad para despertar tu alma, si sacudía mi letargo; y en último lugar temía que, no venciendo a la fortuna, venciese ella a alguno de los míos. Así es que quería con todas mis fuerzas, poniendo la mano sobre mi herida, arrastrarme hasta la tuya para cerrarla. Pero otras cosas venían a retrasar mi propósito. Sabía que no se deben combatir de frente los dolores en la violencia de su primer arrebato, porque el consuelo solo hubiese conseguido irritarlo y aumentarlo; así como en todas las enfermedades nada hay tan pernicioso como un remedio prematuro. Esperaba, pues, que tu dolor agotase sus fuerzas por sí mismo, y que, preparado por la dilación para soportar el medicamento, permitiese tocar y cuidar la herida. Además, al leer de nuevo las lecciones que nos dejaron los grandes genios acerca de los medios para contener y corregir la tristeza, no encontraba el ejemplo de alguno que hubiese consolado a los suyos, siendo él mismo causa de lágrimas para ellos. Con esta nueva duda, vacilaba y temía desgarrar antes tu alma que consolarla. ¿Acaso no necesitaba palabras nuevas, que nada tuviesen de común con los ordinarios consuelos del vulgo, aquel que, para consolar a los suyos, levantaba de la pira la cabeza? Y es muy natural que la intensidad de un dolor que excede de la medida común, prive de la elección de palabras cuando frecuentemente ahoga también la voz. Voy a intentar de la manera que pueda ser tu consolador, no porque confíe en mi ingenio, sino porque puedo ser para ti la consolación más eficaz.


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Dominio público
29 págs. / 51 minutos / 962 visitas.

Publicado el 14 de diciembre de 2016 por Edu Robsy.

Cokaine

Titus Six


Novela, Humor, Erótico, Filosofía, História, Comedia


Calor y dinero

 

 

En el transcurso de aquella tarde, a mediados de julio de 1974, la ciudad de Palo Largo claudicaba cocida bajo el sol ígneo del Estado de Nuevo México. Un averno ladino parecía campar a sus anchas, decidido a oprimir sin contemplaciones los destinos minúsculos e intrascendentes de los que permanecían al margen de la gracia divina. La crisis del petróleo, iniciada el año anterior, había dejado a muchísimo personal de patitas en la calle o con pagas miserables, ganadas hoy aquí y mañana allí. Gran cantidad de los trabajadores ocupados tampoco albergaba mejores miras, pues la coyuntura del momento tendía hacia un futuro cruel y desairado.


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Creative Commons
227 págs. / 6 horas, 37 minutos / 155 visitas.

Publicado el 30 de septiembre de 2024 por Titus Six.

Clitofón

Platón


Diálogo, Filosofía


Sócrates: Clitofón, hijo de Aristonimo, me han dicho hace un instante, que en una conversación que has tenido con Licias, has criticado las discusiones filosóficas de Sócrates, y puesto en las nubes las lecciones de Trasimaco.

Clitofón: Te han referido exactamente, Sócrates, lo que he dicho de ti a Licias; si en unas cosas te he censurado, también te he alabado en otras, y como veo en claro, que a pesar de tu aire de indiferencia estás incomodado conmigo, seria conveniente, ya que estamos solos, repetirte lo mismo que he dicho, y te desengañarás de que no soy injusto para contigo. Indudablemente te han informado mal, y esta es la causa de tu irritación. Pero si me permites decirte todo lo que pienso, estoy pronto a hacerlo, y no te ocultaré nada.

Sócrates: No tendría razón para oponerme a tu deseo, cuando éste redunda en mi provecho, porque evidentemente desde el momento que me hagas ver el bien y el mal que residen en mí, procuraré seguir el uno y huir del otro con todas mis fuerzas.

Clitofón: En este caso, escúchame. Me ha sucedido muchas veces, Sócrates, que encontrándome contigo, me he dejado llevar de la más viva admiración al oír tus discursos, y me ha parecido que hablabas mejor que nadie, cuando reprendiendo a los hombres, como un dios que aparece en lo alto de una máquina de teatro, exclamabas:


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6 págs. / 11 minutos / 2.165 visitas.

Publicado el 28 de febrero de 2019 por Edu Robsy.

Cartas Marruecas

José Cadalso


Filosofía, Política


Introducción

Desde que Miguel de Cervantes compuso la inmortal novela en que criticó con tanto acierto algunas viciosas costumbres de nuestros abuelos, que sus nietos hemos reemplazado con otras, se han multiplicado las críticas de las naciones más cultas de Europa en las plumas de autores más o menos imparciales; pero las que han tenido más aceptación entre los hombres de mundo y de letras son las que llevan el nombre de Cartas, que suponen escritas en este u aquel país por viajeros naturales de reinos no sólo distantes, sino opuestos en religión, clima y gobierno. El mayor suceso de esta especie de críticas debe atribuirse al método epistolar, que hace su lectura más cómoda, su distribución más fácil, y su estilo más ameno, como también a lo extraño del carácter de los supuestos autores: de cuyo conjunto resulta que, aunque en muchos casos no digan cosas nuevas, las profieren siempre con cierta novedad que gusta.

Esta ficción no es tan natural en España, por ser menor el número de los viajeros a quienes atribuir semejante obra. Sería increíble el título de Cartas Persianas, Turcas o Chinescas, escritas de este lado de los Pirineos. Esta consideración me fue siempre sensible porque, en vista de las costumbres que aún conservamos de nuestros antiguos, las que hemos contraído del trato de los extranjeros, y las que ni bien están admitidas ni desechadas, siempre me pareció que podría trabajarse sobre este asunto con suceso, introduciendo algún viajero venido de lejanas tierras, o de tierras muy diferentes de las nuestras en costumbres y usos.

La suerte quiso que, por muerte de un conocido mío, cayese en mis manos un manuscrito cuyo título es: Cartas escritas por un moro llamado Gazel Ben—Aly, a Ben—Beley, amigo suyo, sobre los usos y costumbres de los españoles antiguos y modernos, con algunas respuestas de Ben—Beley, y otras cartas relativas a éstas.


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187 págs. / 5 horas, 28 minutos / 539 visitas.

Publicado el 11 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

Cármides

Platón


Diálogo, Filosofía


Sócrates: Habiendo llegado la víspera de la llegada del ejército de Potidea, tuve singular placer, después de tan larga ausencia, en volver a ver los sitios que habitualmente frecuentaba. Entré en la palestra de Taureas, frente por frente del templo del Pórtico real, y encontré allí una numerosa reunión, compuesta de gente conocida y desconocida. Desde que me vieron, como no me esperaban, todos me saludaron de lejos. Pero Querefon, tan loco como siempre, se lanza en medio de sus amigos, corre hacia mí, y tomándome por la mano:

—¡Oh Sócrates! dijo, ¿cómo has librado en la batalla?

Poco antes de mi partida del ejército había tenido lugar un combate bajo los muros de Potidea, y acababan de tener la noticia.

—Como ves, le respondí.

—Nos han contado, replicó, que el combate había sido de los más empeñados, y que habían perecido en él muchos conocidos.

—Os han dicho la verdad.

—¿Asististe a la acción?

—Allí estuve.

—Ven a sentarte, dijo, y haznos la historia de ella, porque ignoramos completamente los detalles.

En el acto, llevándome consigo, me hizo sentar al lado de Critias, hijo de Callescrus. Me senté, saludé a Critias y a los demás, y procuré satisfacer su curiosidad sobre el ejército, teniendo que responder a mil preguntas.

Terminada esta conversación, les pregunté a mi vez qué era de la filosofía, y si entre los jóvenes se habían distinguido algunos por su saber o su belleza, o por ambas cosas. Entonces Critias, dirigiendo sus miradas hacia la puerta y viendo entrar algunos jóvenes en tono de broma, y detrás un enjambre de ellos:

—Respecto a la belleza, dijo, vas a saber, Sócrates, en este mismo acto todo lo que hay. Esos que ves que acaban de entrar son los precursores y los amantes del que, a lo menos por ahora, pasa por el más hermoso. Imagino que no está lejos, y no tardará en entrar.


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Dominio público
33 págs. / 57 minutos / 1.011 visitas.

Publicado el 12 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

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