Textos mejor valorados etiquetados como Filosofía disponibles | pág. 4

Mostrando 31 a 40 de 76 textos encontrados.


Buscador de títulos

etiqueta: Filosofía textos disponibles


23456

Primer Alcibíades

Platón


Diálogo, Filosofía


Sócrates: Hijo de Clinias, estarás sorprendido de ver, que habiendo sido yo el primero a amarte, sea ahora el último en dejarte; que después de haberte abandonado mis rivales, permanezca yo fiel; y en fin, que teniéndote los demás como sitiado con sus amorosos obsequios, sólo yo haya estado sin hablarte por espacio de tantos años. No ha sido ningún miramiento humano el que me ha sugerido esta conducta, sino una consideración por entero divina, que te explicaré más adelante. Ahora que el Dios no me lo impide, me apresuro a comunicarme contigo, y espero que nuestra relación no te ha de ser desagradable para lo sucesivo. En todo el tiempo que ha durado mi silencio, no he cesado de mirar y juzgar la conducta que has observado con mis rivales; entre el gran número de hombres orgullosos que se han mostrado adictos a ti, no hay uno que no hayas rechazado con tus desdenes, y quiero explicarte la causa de este tu desprecio para con ellos. Tú crees no necesitar de nadie, tan generosa y liberal ha sido contigo la naturaleza, comenzando por el cuerpo y concluyendo con el alma. En primer lugar te crees el más hermoso y más bien formado de todos los hombres, y en este punto basta verte para decir que no te engañas. En segundo lugar, tú te crees pertenecer a una de las más ilustres familias de Atenas, Atenas que es la ciudad de mayor consideración entre las demás ciudades griegas. Por tu padre cuentas con numerosos y poderosos amigos, que te apoyarán en cualquier lance, y no los tienes menos poderosos por tu madre. Pero a tus ojos el principal apoyo es Pericles, hijo de Xantippo, que tu padre dio por tutor a tu hermano y a ti, y cuya autoridad es tan grande, que hace todo lo que quiere, no sólo en esta ciudad, sino en toda la Grecia y en las demás naciones extranjeras. Podría hablar también de tus riquezas, si no supiera que en este punto no eres orgulloso.


Leer / Descargar texto

Dominio público
50 págs. / 1 hora, 27 minutos / 1.350 visitas.

Publicado el 28 de febrero de 2019 por Edu Robsy.

Fedón

Platón


Diálogo, Filosofía


Interlocutores

ECHECRATES.
FEDÓN.
SÓCRATES.
APOLODOROS.
CEBES.
SIMMIAS.
CRITÓN.
FEDÓN.
XANTIPA, esposa de Sócrates.
SIRVIENTE DE LOS ONCE.

Diálogo

ECHECRATES.— Dime, Fedón, ¿estuviste tú mismo con Sócrates cuando en la prisión bebió la cicuta, o lo que sabes de sus últimas horas te lo refirió alguien?

FEDÓN.— Estuve yo mismo.

ECHECRATES.— ¿Qué dijo Sócrates antes de morir y cómo murió? Me agradaría saberlo, porque no hay hoy día un fliasio que esté en relación con Atenas y desde hace mucho tiempo no ha venido nadie de Atenas que nos haya podido dar más informes de este asunto sino que Sócrates murió después de beber la cicuta. Más, no hemos sabido.

FEDÓN.— ¿Entonces ignoras cómo instruyeron su proceso?

ECHECRATES.— Esto sí; alguien nos dijo, y nos extrañamos mucho, que Sócrates no murió hasta mucho tiempo después de pronunciada la sentencia. ¿A qué se debió esto, Fedón?

FEDÓN.— A una casualidad: la víspera del juicio habían coronado la popa de la embarcación que los atenienses envían todos los años a Delos.

ECHECRATES.— ¿Qué barco es ése?


Leer / Descargar texto

Dominio público
84 págs. / 2 horas, 27 minutos / 1.646 visitas.

Publicado el 13 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Elogio de la locura

Erasmo de Rotterdam


Filosofía, Religión


Capítulo I

Diga lo que quiera de mí el común de los mortales, pues no ignoro cuán mal hablan de la Estulticia incluso los más estultos, soy, empero, aquélla, y precisamente la única que tiene poder para divertir a los dioses y a los hombres. Y de ello es prueba poderosa, y lo representa bien, el que apenas he comparecido ante esta copiosa reunión para dirigiros la palabra, todos los semblantes han reflejado de súbito nueva e insólita alegría, los entrecejos se han desarrugado y habéis aplaudido con carcajadas alegres y cordiales, por modo que, en verdad, todos los presentes me parecéis ebrios de néctar no exento de nepente, como los dioses homéricos, mientras antes estabais sentados con cara triste y apurada, como recién salidos del antro de Trofonio.

Al modo que, cuando el bello sol naciente muestra a las tierras su áureo rostro, o después de un áspero invierno el céfiro blando trae nueva primavera, parece que todas las cosas adquieran diversa faz, color distinto y les retorne la juventud, así apenas he aparecido yo, habéis mudado el gesto. Mi sola presencia ha podido conseguir, pues, lo que apenas logran los grandes oradores con un discurso lato y meditado que, a pesar de ello, no logra disipar el malhumor de los ánimos.

Capítulo II

En cuanto al motivo de que me presente hoy con tan raro atavío, vais a escucharlo si no os molesta prestarme oídos, pero no los oídos con que atendéis a los predicadores, sino los que acostumbráis a dar en el mercado a los charlatanes, juglares y bufones, o aquellas orejas que levantaba antaño nuestro insigne Midas para escuchar a Pan.


Leer / Descargar texto

Dominio público
107 págs. / 3 horas, 8 minutos / 873 visitas.

Publicado el 13 de octubre de 2016 por Juan Carlos Vinent Mercadal.

De la Constancia del Sabio

Lucio Anneo Séneca


Filosofía, Tratado


Capítulo I

No sin razón me atreveré a decir, oh amigo Sereno, que entre los filósofos estoicos y los demás profesores de la sabiduría hay la diferencia que entre los hombres y las mujeres; porque aunque los unos y los otros tratan de lo concerniente a la comunicación y compañía de la vida, los unos nacieron para imperar y los otros para obedecer. Los demás sabios son como los médicos domésticos y caseros, que aplican a los cuerpos medicamentos suaves y blandos, no curando como conviene, sino como les es permitido. Los estoicos, habiendo entrado en varonil camino, no cuidan de que parezca ameno a los que han de caminar por él, tratan sólo de librarlos con toda presteza de los vicios, colocándolos en aquel alto monte que de tal manera está encumbrado y seguro, que no sólo no alcanzan a él las flechas de la fortuna, sino que aun les está superior. Los caminos a que somos llamados son arduos y fragosos, que en los llanos no hay cosa eminente; pero tras todo eso, no son tan despeñaderos como muchos piensan. Solas las entradas son pedregosas y ásperas, y que parece están sin senda, al modo que sucede a los que de lejos miran las montañas, que se les representan ya quebradas y ya unidas, porque la distancia larga engaña fácilmente la vista; pero en llegando más cerca, todo aquello que el engaño de los ojos había juzgado por unido, se va poco a poco mostrando dividido; y lo que desde lejos parecía despeñadero, se descubre en llegando ser un apacible collado. Poco tiempo ha que hablando de Marco Catón te indignaste (porque eres mal sufrido de maldades) de que el siglo en que vivió no le hubiese llegado a conocer, y que habiéndose levantado sobre los Césares y Pompeyos, le hubiesen puesto inferior a los Vatinios.


Leer / Descargar texto

Dominio público
24 págs. / 43 minutos / 2.406 visitas.

Publicado el 18 de diciembre de 2016 por Edu Robsy.

De la Divina Providencia

Lucio Anneo Séneca


Filosofía, Tratado


Capítulo I

Pregúntasme, Lucilo, cómo se compadece que gobernándose el mundo con divina Providencia, sucedan muchos males a los hombres buenos. Daréte razón de esto con más comodidad en el contexto del libro, cuando probare que a todas las cosas preside la Providencia divina, y que nos asiste Dios. Pero porque has mostrado gusto de que se separe del todo esta parte, y que quedando entero el negocio se decida este artículo, lo haré, por no ser cosa difícil al que hace la causa de los dioses.


Leer / Descargar texto

Dominio público
19 págs. / 34 minutos / 1.416 visitas.

Publicado el 20 de diciembre de 2016 por Edu Robsy.

Lisis

Platón


Diálogo, Filosofía


Sócrates: Iba de la Academia al Liceo por el camino de las afueras a lo largo de las murallas, cuando al llegar cerca de la puerta pequeña que se encuentra en el origen del Panopo, encontré a Hipotales, hijo de Hierónimo, y a Ctesipo del pueblo de Peanea, en medio de un grupo numeroso de jóvenes. Hipotales, que me había visto venir, me dijo:

—¿A dónde vas, Sócrates, y de dónde vienes?

—Vengo derecho, le dije, de la Academia al Liceo.

—¿No puedes venir con nosotros, dijo, y desistir de tu proyecto? La cosa, sin embargo, vale la pena.

—¿A dónde y con quién quieres que vaya? le respondí.

—Aquí, dijo, designándome frente a la muralla un recinto, cuya puerta estaba abierta. Allá vamos gran número de jóvenes escogidos, para entregarnos a varios ejercicios.

—Pero ¿qué recinto es ese, y de qué ejercicios me hablas?

—Es una palestra, me respondió, en un edificio recién construido, donde nos ejercitamos la mayor parte del tiempo pronunciando discursos, en los que tendríamos un placer que tomaras parte.

—Muy bien, le dije, pero ¿quién es el maestro?

—Es uno de tus amigos y de tus partidarios, dijo, es Miccos.

—¡Por Júpiter! ¡no es un necio; es un hábil sofista!

—¡Y bien! ¿quieres seguirme y ver la gente que está allí dentro?

—Sí, pero quisiera saber lo que allí tengo de hacer, y cuál es el joven más hermoso de los que allí se encuentran.

—Cada uno de nosotros, Sócrates, tiene su gusto, me dijo:

—Pero tú, Hipotales, dime, ¿cuál es tu inclinación?

Entonces él se ruborizó.


Leer / Descargar texto

Dominio público
28 págs. / 49 minutos / 1.304 visitas.

Publicado el 12 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Enquiridión

Epícteto


Filosofía, Ética


I

Hay ciertas cosas que dependen de nosotros mismos, como la opinión, la inclinación, los deseos, la aversión, y en una palabra, todas nuestras operaciones. Otras hay también que no dependen, como el cuerpo, las riquezas, la reputación, los imperios, y finalmente, todo aquello que no es de nuestra operación.

II

Lo que depende de nosotros es libre por su naturaleza, y no puede ser impedido ni forzado de ningún hombre; y al contrario, lo que no depende de nosotros es servil, despreciable y sujeto al ajeno poder.

III

Acuérdate, pues, que si juzgas por libre y tuyo lo que de su naturaleza es servil y sujeto al poder ajeno, hallarás muy grandes inconvenientes, y te verás confuso en todos tus designios y expuesto á mil molestias, y al fin acusarás á los dioses y á los hombres de tu infortunio. Y si, al contrario, creyeres ser tuyo solamente lo que de verdad te pertenece, y supieres considerar como externo ó extranjero lo que en efecto lo es, cierto que nada será capaz ni bastante para desviarte de lo que te hayas propuesto hacer; que no emprenderás cosa alguna que te pese; que no acusarás á nadie, ni murmurarás; que ninguno te ofenderá; que no tendrás enemigos; ni padecerás jamás un mínimo desplacer.

IV

Si deseas, pues, tan grandes bienes, sabe que no basta desearlos tibiamente para obtenerlos, sino que te conviene evitar del todo algunas cosas y privarte de otras por algún tiempo. Porque si (no contento con lo que posees) tienes ambición de entrar en cargos y de amontonar riquezas, acuérdate que perderás absolutamente los medios verdaderos de granjear la libertad y la felicidad; y también podrá ser que quedes frustrado de lo que pretendes con tanta pasión.


Leer / Descargar texto

Dominio público
25 págs. / 45 minutos / 1.988 visitas.

Publicado el 4 de marzo de 2018 por Edu Robsy.

El Discreto

Baltasar Gracián


Tratado, Filosofía, Ética


Genio e ingenio

Elogio

Estos dos son los ejes del lucimiento discreto; la naturaleza los alterna y el arte los realza. Es el hombre aquel célebre microcosmo, y el alma, su firmamento. Hermanados el genio y el ingenio, en verificación de Atlante y de Alcides, aseguran el brillar, por lo dichoso y lo lucido, a todo el resto de prendas

El uno sin el otro fue en muchos felicidad a medias, acusando la envidia o el descuido de la suerte. Plausible fue siempre lo entendido, pero infeliz sin el realce de una agradable genial inclinación; y al contrario, la misma especiosidad del genio hace más censurable la falta del ingenio

Juiciosamente algunos, y no de vulgar voto, negaron poderse hallar la genial felicidad sin la valentía del entender; y lo confirman con la misma denominación de genio, que está indicando originarse del ingenio; pero la experiencia nos desengaña fiel, y nos avisa sabia, con repetidos monstruos, en quienes se censuran barajados totalmente

Son culto ornato del alma, realces cultos; mas lo entendido, entre todos corona la perfección. Lo que es el sol en el mayor, es en el mundo menor el ingenio. Y aun por eso fingieron a Apolo, dios de la discreción. Toda ventaja en el entender lo es en el ser; y en cualquier exceso de discurso no va menos que el ser más o menos persona

Por lo capaz se adelantó el hombre a los brutos y los ángeles al hombre, y aun presume constituir en su primera formalísima infinidad a la misma divina esencia. Tanta es la eminente superioridad de lo entendido

Un sentido que nos falte, nos priva de una gran porción de vida y deja como manco el ánimo. ¿Qué será faltar en muchos un grado en el concebir y una ventaja en el discutir, que son diferentes eminencias


Leer / Descargar texto

Dominio público
89 págs. / 2 horas, 37 minutos / 1.518 visitas.

Publicado el 17 de diciembre de 2018 por Edu Robsy.

Segundo Alcibíades

Platón


Diálogo, Filosofía


(Texto atribuido a Platón)
 

Sócrates: Alcibíades, ¿vas a orar en este templo?

Alcibíades: Sí, Sócrates.

Sócrates: Te advierto meditabundo y fijos tus ojos en tierra, como el hombre que reflexiona.

Alcibíades: ¿Qué necesidad hay en este caso de reflexiones tan profundas, Sócrates?

Sócrates: A mí me parece que hay materia para pensar seriamente, porque, ¡en nombre de Júpiter!, ¿no crees que entre las cosas que pedimos a los dioses, sea en público, sea en secreto, hay unas que se nos conceden y otras que se nos niegan, y que tan pronto atienden como desechan nuestras súplicas?

Alcibíades: Sí lo creo.

Sócrates: Y bien, ¿no te parece que la oración exige mucha prudencia, porque sin saberlo, pueden pedirse a los dioses grandes males, creyendo pedirles bienes, y los dioses no encontrarse en disposición de conceder lo que se les pide? Por ejemplo, Edipo les pidió en un arrebato de cólera, que sus hijos decidiesen con la espada sus derechos hereditarios, y cuando debía pedir a los dioses que le libraran de las desgracias de que era víctima, atrajo sobre sí otras nuevas; porque fueron escuchados sus ruegos, y de aquí esas largas y terribles calamidades, que no necesito referirte aquí al pormenor.

Alcibíades: Pero, Sócrates, me hablas de un hombre que deliraba. ¿Puedes creer que un hombre de buen sentido hubiera dirigido semejante súplica?

Sócrates: ¿Pero el delirio te parece lo contrario del buen sentido?

Alcibíades: Sí, ciertamente.

Sócrates: ¿No te parece que los hombres son unos sensatos y otros insensatos?

Alcibíades: Seguramente.

Sócrates: Pues bien; tratemos de distinguirlos bien. Estamos conformes en que hay hombres sensatos, otros insensatos y otros que deliran.

Alcibíades: Sí, conformes.


Leer / Descargar texto

Dominio público
17 págs. / 30 minutos / 658 visitas.

Publicado el 28 de febrero de 2019 por Edu Robsy.

Del Sentimiento Trágico de la Vida

Miguel de Unamuno


Filosofía, Ensayo


I. El hombre de carne y hueso

Homo sum; nihil humani a me alienum puto, dijo el cómico latino. Y yo diría más bien, nullum hominem a me alienum puto; soy hombre, a ningún otro hombre estimo extraño. Porque el adjetivo humanus me es tan sospechoso como su sustantivo abstracto humanitas, la humanidad. Ni lo humano ni la humanidad, ni el adjetivo simple, ni el adjetivo sustantivado, sino el sustantivo concreto: el hombre. El hombre de carne y hueso, el que nace, sufre y muere —sobre todo muere—, el que come y bebe y juega y duerme y piensa y quiere, el hombre que se ve y a quien se oye, el hermano, el verdadero hermano.

Porque hay otra cosa, que llaman también hombre, y es el sujeto de no pocas divagaciones más o menos científicas. Y es el bípedo implume de la leyenda, el ζῷον πολιτικόν de Aristóteles, el contratante social de Rousseau, el homo oeconomicus de los manchesterianos, el homo sapiens, de Linneo, o, si se quiere, el mamífero vertical. Un hombre que no es de aquí o de allí, ni de esta época o de la otra, que no tiene ni sexo ni patria, una idea, en fin. Es decir, un no hombre.

El nuestro es el otro, el de carne y hueso; yo, tú, lector mío; aquel otro de más allá, cuantos pesamos sobre la tierra.

Y este hombre concreto, de carne y hueso, es el sujeto y el supremo objeto a la vez de toda filosofía, quiéranlo o no ciertos sedicentes filósofos.

En las más de las historias de la filosofía que conozco se nos presenta a los sistemas como originándose los unos de los otros, y sus autores, los filósofos, apenas aparecen sino como meros pretextos. La íntima biografía de los filósofos, de los hombres que filosofaron ocupa un lugar secundario. Y es ella, sin embargo, esa íntima biografía, la que más cosas nos explica.


Leer / Descargar texto

Dominio público
311 págs. / 9 horas, 5 minutos / 2.427 visitas.

Publicado el 27 de julio de 2019 por Edu Robsy.

23456