Textos más cortos etiquetados como Filosofía | pág. 13

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Así Habló Zaratustra

Friedrich Nietzsche


Filosofía


Prólogo de Zaratustra

1

Cuando Zaratustra tenía treinta años abandonó su patria y el lago de su patria y marchó a las montañas. Allí gozó de su es­píritu y de su soledad y durante diez años no se cansó de ha­cerlo. Pero al fin su corazón se transformó y una mañana, levantándose con la aurora, se colocó delante del sol y le habló así:

«¡Tú gran astro! ¡Qué sería de tu felicidad si no tuvieras a aquellos a quienes iluminas!

Durante diez años has venido subiendo hasta mi caverna: sin mí, mi águila y mi serpiente te habrías hartado de tu luz y de este camino.

Pero nosotros te aguardábamos cada mañana, te liberába­mos de tu sobreabundancia y te bendecíamos por ello. ¡Mira! Estoy hastiado de mi sabiduría como la abeja que ha recogido demasiada miel, tengo necesidad de manos que se extiendan.

Me gustaría regalar y repartir hasta que los sabios entre los hombres hayan vuelto a regocijarse con su locura y los po­bres, con su riqueza.

Para ello tengo que bajar a la profundidad como haces tú al atardecer, cuando traspones el mar llevando luz incluso al submundo, ¡astro inmensamente rico!

Yo, lo mismo que tú, tengo que hundirme en mi ocaso como dicen los hombres a quienes quiero bajar. ¡Bendíceme, pues, ojo tranquilo, capaz de mirar sin envidia incluso una felicidad demasiado grande!

¡Bendice la copa que quiere desbordarse para que de ella fluya el agua de oro llevando a todas partes el resplandor de tus delicias!

¡Mira! Esta copa quiere vaciarse de nuevo, y Zaratustra quiere volver a hacerse hombre.

Así comenzó el ocaso de Zaratustra

2

Zaratustra bajó solo de las montañas sin encontrar a nadie. Pero cuando llegó a los bosques surgió de pronto ante él un anciano que había abandonado su santa choza para buscar raíces en el bosque. Y el anciano habló así a Zaratustra:


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Publicado el 28 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Ética a Nicómaco

Aristóteles


Filosofía, Tratado


Parte 1. Libro Primero

Capítulo 1

Cualquier arte y cualquier doctrina, y asimismo toda acción y elección, parece que a algún bien es enderezada. Por tanto, discretamente difinieron el bien los que dijeron ser aquello a lo cual todas las cosas se enderezan. Pero parece que hay en los fines alguna diferencia, porque unos de ellos son acciones y otros, fuera de las acciones, son algunas obras; y donde los fines son algunas cosas fuera de las acciones, allí mejores son las obras que las mismas acciones.

Pero como sean muchas las acciones y las artes y las ciencias, de necesidad han de ser los fines también muchos. Porque el fin de la medicina es la salud, el de la arte de fabricar naves la nave, el del arte militar la victoria, el de la disciplina familiar la hacienda.

En todas cuantas hay de esta suerte, que debajo de una virtud se comprenden, como debajo del arte del caballerizo el arte del frenero, y todas las demás que tratan los aparejos del caballo; y la misma arte de caballerizo, con todos los hechos de la guerra, debajo del arte de emperador o capitán, y de la misma manera otras debajo de otras; en todas, los fines de las más principales, y que contienen a las otras, más perfectos y más dignos son de desear que no los de las que están debajo de ellas, pues éstos por respecto de aquéllos se pretenden, y cuanto a esto no importa nada que los fines sean acciones, o alguna otra cosa fuera dellas, como en las ciencias que están dichas.

Presupuesta esta verdad en el capítulo pasado, que todas las acciones se encaminan a algún bien, en el capítulo II disputa cuál es el bien humano, donde los hombres deben enderezar como a un blanco sus acciones para no errarlas, y cómo éste es la felicidad.


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Publicado el 11 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

Leviatán

Thomas Hobbes


Filosofía, Tratado, Tratado político


INTRODUCCIÓN

La NATURALEZA (el arte con que Dios ha hecho y gobierna el mundo) está imitada de tal modo, como en otras muchas cosas, por el arte del hombre, que éste puede crear un animal artificial. Y siendo la vida un movimiento de miembros cuya iniciación se halla en alguna parte principal de los mismos ¿por qué no podríamos decir que todos los autómatas (artefactos que se mueven a sí mismos por medio de resortes y ruedas como lo hace un reloj) tienen una vida artificial? ¿Qué es en realidad el corazón sino un resorte; y los nervios qué son, sino diversas fibras; y las articulaciones sino varias ruedas que dan movimiento al cuerpo entero tal como el Artífice se lo propuso? El arte va aún más lejos, imitando esta obra racional, que es la más excelsa de la Naturaleza: el hombre.


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334 págs. / 9 horas, 46 minutos / 509 visitas.

Publicado el 16 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

El Hombre Eterno

Gilbert Keith Chesterton


Ensayo, Teología, Filosofía


Nota preliminar

Antes de dar inicio a este libro me gustaría aclarar algunos aspectos para evitar malentendidos. Al tratar los temas, lo hago desde un punto de vista histórico más que teológico y no se ha de buscar ninguna relación con el cambio religioso que tan profundamente marcó mi existencia, sobre el que espero escribir un volumen de carácter más controvertido. Creo sinceramente que resulta imposible para cualquier católico escribir un libro sobre una determinada materia, en especial la que nos ocupa, sin manifestar su condición de católico. Pero no pretendo con esta obra establecer diferencias entre católicos y protestantes. Me dirijo, en buena parte, a toda la variedad de paganos existente más que a un sector concreto de cristianos. Intentaré demostrar que aquéllos que ponen a Cristo al mismo nivel que los mitos, y su religión al mismo nivel que otras religiones, no hacen otra cosa que repetir una fórmula anticuada, contradicha por un hecho sorprendente. No ha sido necesario para ello salirme del ámbito de la cultura general y acudir al saber científico, aunque en algunas cuestiones, por imposición de la moda, tendré que recurrir a él. Y, puesto que he mantenido frecuentes diferencias con H. G. Wells respecto a su manera de enfocar la historia, me parece justo felicitarle ahora por el coraje y derroche de imaginación desplegados a lo largo de su obra, tan abundante, variada y profundamente interesante. Y más aún por defender el razonable derecho del amateur a hacer lo que buenamente pueda con los hechos que le proporcionan los especialistas.


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338 págs. / 9 horas, 51 minutos / 1.515 visitas.

Publicado el 14 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Metafísica

Aristóteles


Filosofía, tratado


Libro 1

Parte 1

Todos los hombres tienen naturalmente el deseo de saber. El placer que nos causa las percepciones de nuestros sentidos es una prueba de esta verdad. Nos agradan por sí mismas, independientemente de su utilidad, sobre todo las de la vista. En efecto, no sólo cuando tenemos intención de obrar, sino hasta cuando ningún objeto práctico nos proponemos, preferimos, por decirlo así, el conocimiento visible a todos los demás conocimientos que nos dan los demás sentidos. Y la razón es que la vista, mejor que los otros sentidos, nos da a conocer los objetos, y nos descubre entre ellos gran número de diferencias.

Los animales reciben de la naturaleza la facultad de conocer por los sentidos. Pero este conocimiento en unos no produce la memoria; al paso que en otros la produce. Y así los primeros son simplemente inteligentes; y los otros son más capaces de aprender que los que no tienen la facultad de acordarse. La inteligencia, sin la capacidad de aprender, es patrimonio de los que no tienen la facultad de percibir los sonidos, por ejemplo, la abeja y los demás animales que puedan hallarse en el mismo caso. La capacidad de aprender se encuentra en todos aquellos que reúnen a la memoria el sentido del oído. Mientras que los demás animales viven reducidos a las impresiones sensibles o a los recuerdos, y apenas se elevan a la experiencia, el género humano tiene, para conducirse, el arte y el razonamiento.


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359 págs. / 10 horas, 28 minutos / 2.132 visitas.

Publicado el 11 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

La República

Platón


Filosofía, Política


I

I. Acompañado de Glaucón, el hijo de Aristón, bajé ayer al Pireo con propósito de orar a la diosa y ganoso al mismo tiempo de ver cómo hacían la fiesta, puesto que la celebraban por primera vez. Parecióme en verdad hermosa la procesión de los del pueblo, pero no menos lucida la que sacaron los tracios. Después de orar y gozar del espectáculo, emprendíamos la vuelta hacia la ciudad. Y he aquí que, habiéndonos visto desde lejos, según marchábamos a casa, Polemarco el de Céfalo mandó a su esclavo que corriese y nos encargara que le esperásemos. Y el muchacho, cogiéndome del manto —por detrás, me dijo:

—Polemarco os encarga que le esperéis.

Volviéndome yo entonces, le pregunte dónde estaba él.

—Helo allá atrás —contestó— que se acerca; esperadle.

—Bien está; esperaremos —dijo Glaucón.

En efécto, poco después llegó Polemarco con Adimanto, el hermano de Glaucón, Nicérato el de Nicias y algunos más, al parecer de la procesión. y dijo Polemarco:

—A lo que me parece, Sócrates, marcháis ya de vuelta a la ciudad.

—Y no te has equivocado —dije yo.

—¿Ves —repuso— cuántos somos nosotros?

—¿Cómo no?

—Pues o habéis de poder con nosotros —dijo— u os quedáis aquí.

—¿Y no hay —dije yo— otra salida, el que os convenzamos de que tenéis que dejarnos marchar?

—¿Y podríais convencemos —dijo él— si nosotros no queremos?

—De ningún modo —respondió Glaucón.

—Pues haceos cuenta que no hemos de querer.

Y Adimanto añadió:

—¿No sabéis acaso que al atardecer habrá una carrera de antorchas a caballo en honor de la diosa?

—¿A caballo? —dije yo—. Eso es cosa nueva. ¿Es que se pasarán unos a otros las antorchas corriendo montados? ¿O cómo se entiende?


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404 págs. / 11 horas, 47 minutos / 1.096 visitas.

Publicado el 15 de junio de 2016 por Edu Robsy.

Vidas, Opiniones y Sentencias de los Filósofos más Ilustres

Diógenes Laercio


Filosofía


LIBRO PRIMERO

PROEMIO

1. Dicen algunos que la Filosofía, excepto el nombre, tuvo su origen entre los bárbaros; pues como dicen Aristóteles en su Mágico, y Soción, en el libro XXIII De las sucesiones, fueron los magos sus inventores entre los persas; los caldeos entre los asirios y babilonios; los gimnosofistas entre los indios; y entre los celtas y galos, los druidas, con los llamados semnoteos. Que Oco fue fenicio; Zamolxis, tracio; y Atlante, líbico. Los egipcios dicen que Vuleano, hijo del Nilo, fue quien dio principio a la Filosofía, y que sus profesores eran. sacerdotes y rofetas. Que desde Vuleano hasta Alejandro Macedón pasaron cuarenta y ocho mil ochocientos sesenta y tres años; en cuyo espacio hubo trescientos setenta y tres eclipses de sol, y ochocientos treinta y dos de luna. Desde los magos (el primero de los cuales fue Zoroastro, persa) hasta la destrucción de Troya pasaron cinco mil años, según Hermodoro Platónico en sus escritos de Matemáticas. Janto de Lidia pone seiscientos años desde Zoroastro hasta el pasaje de Jerjes, y dice que a Zoroastro sucedieron continuadamente otros muchos magos, a saber: Ostanas, Astrapsicos, Gobrias y Pazatas, hasta la destrucción de Persia por Alejandro.

2. Los que esto dicen atribuyen ignorantemente a los bárbaros las ilustres acciones de los griegos, de quienes tomó principio no sólo la. Filosofía, sino también el género humano. Ateniense fue Museo; tebano Lino. Museo fue hijo de Eumolpo, y según dicen, el primero que escribió en verso la Generación de los dioses, y De la esfera, como también que «todas las cosas proceden, de una y se resuelven en la misma». Dícese que murió en Falera, y se le puso por epitafio esta elegía:

En este monumento sepultado
guarda el suelo falérico a Museo,
hijo de Eumolpo, muerto cuanto al cuerpo.


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Publicado el 29 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Libro de las Maravillas

Ramón Llull


Filosofía, Religión


PRÓLOGO

Dios, con virtud de toda bondad, grandeza, eternidad,
poder, sabiduría y voluntad, comienza este

Libro de maravillas

En tristeza y pesadumbre se hallaba un hombre en extraña tierra. Mucho se maravillaba de las gentes de este mundo, de cuán poco conocían y amaban a Dios, que ha creado este mundo y lo ha dado a los hombres con gran nobleza y bondad, para ser de ellos muy amado y conocido. Lloraba y se lamentaba este hombre de que Dios tenga en este mundo tan pocos amadores, servidores y loadores. Y para que Dios sea conocido, amado y servido, hace este Libro de maravillas, el cual divide en diez partes, a saber: Dios, Ángeles, Cielo, Elementos, Plantas, Metales, Animales, Hombre, Paraíso, Infierno.

Aquel hombre tenía un hijo a quien mucho amaba, llamado Félix, y le habló de esta suerte:

—Hijo amado, casi muertas están sabiduría, caridad y devoción; apenas hay hombre alguno que haga aquello para lo que ha sido creado. No existe hoy el fervor y la devoción que haber solía en tiempos de los apóstoles y de los mártires, que para conocer y amar a Dios pasaban trabajos y morían. Maravilla ha de serte la ausencia de caridad y devoción. Ve por el mundo, y maravíllate de los hombres, porque cesan de amar y conocer a Dios. Que el conocimiento y amor de Dios sean tu vida toda; llora la flaqueza de los hombres que a Dios ignoran y desaman.

Obediente fue Félix a su padre, de quien se despidió con su licencia y la bendición de Dios. Y, con la doctrina adquirida de su padre, recorría bosques, montes y llanos, desiertos y poblados, veía a príncipes y caballeros, iba por castillos y ciudades; y maravillábase de las maravillas que hay en el mundo; y preguntaba lo que no entendía, y enseñaba lo que sabía; y en trabajo y peligros se ponía para que a Dios se hiciera reverencia y honor.


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521 págs. / 15 horas, 12 minutos / 607 visitas.

Publicado el 8 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

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