Si hoy canto con placer la grande empresa; si hoy hallo ocasion para
cantar al rey Don Jaime el Conquistador, al varon portentoso que siendo
terror y escarmiento de los moros, dejó atrás las gloriosas hazañas de
Wifredo el Velloso;
Es porque con la toma de Mallorca fué encontrada una maravilla;
maravilla que la sabiduría inmensa de Dios y su omnipotente poder,
permitió que se descubriese al conquistarse una isla de plata.
Unidad, que te sientas en el lugar mas elevado; para que mi canto sea
digno ¿por qué no reunes en mí la ira tremenda, y el esforzado brazo de
Abu-Soleyman, y haré que mi pensamiento se dilate del uno al otro
confin del mundo?
Pluguiese á Dios que me fuese dado hablar en estilo digno del
estruendo de las armas y de la sangre que se vierte en los combates; y
que estendiéndome en hondas consideraciones, os pudiese ofrecer una obra
que rivalizara con la de los Fastos con que Ovidio dotó al orbe.
Mas ya que no son para mi éstro las mas grandes conquistas del mundo,
dignas tan solo del númen de Horacio ó de Bertran de Born y tantos
otros poetas insignes; recuerdo en mi canto los hechos siguientes.
I
Inflamado por el deseo de la conquista, sale el rey Don Jaime á
la mar con su armada compuesta de numerosas naves: acompáñanle sus
barones, donceles y prelados, los mejores guerreros de su tiempo, los
cuales secundan con ardor el bienaventurado deseo de su monarca.
II
Flotaba la armada de mil galeras, formando sobre las ondas un
puente de madera, cuando aquel que tiene en el cielo su esplendente
trono, lanzó sobre nuestras riberas y nuestros mares todos los horrores
de los vientos desencadenados, del rayo y de la tempestad.
III
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