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Una Historia de Nueva York

Washington Irving


Historia


Evening Post, 26 de octubre de 1809:

ALARMANTE

Dejó su hospedaje hace algún tiempo y desde entonces nada se sabe de él. Caballero menudo y entrado en años, vestido con un viejo abrigo negro y sombrero de tres picos, responde al apellido Knickerbocker. Puesto que existen motivos para considerar que no se encuentra por entero en sus cabales y su situación genera gran ansiedad, se agradecerá cualquier información relacionada con él que pueda facilitarse en el Columbian Hotel de la calle Mulberry o en la oficina de este diario.

P. D.: Los editores de prensa estarán colaborando con una causa humanitaria al dar cabida en sus diarios al anuncio precedente.

Evening Post, 6 de noviembre de 1809:

Al editor del Evening Post:

Estimado señor, tras leer en su diario del pasado 26 de octubre un texto sobre un anciano caballero apellidado Knickerbocker que se ausentó de su hospedaje; por si fuera de alivio para sus amistades o pudiera aportarles alguna pista para descubrir su paradero, puedo informarles que una persona que responde a la descripción ofrecida fue vista por los pasajeros de la diligencia a Albany, a primeras horas de la mañana, unas cuatro o cinco semanas atrás, descansando junto a la carretera, ligeramente al norte de King’s Bridge. Llevaba en la mano un pequeño fardo envuelto en un pañuelo rojo; parecía estar viajando en dirección norte y se encontraba muy fatigado.

Un viajero.

Evening Post, 16 de noviembre de 1809:

Al editor del Evening Post:


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Publicado el 21 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Discurso Sobre la Primera Década de Tito Livio

Nicolás Maquiavelo


Tratado, Tratado político, Historia


Nicolás Maquiavelo a Zanobi Buondelmonti y Cosme Rucellai

Salud

Os envío un regalo que, si no corresponde a mis obligaciones con vosotros, es el mejor que puede haceros Nicolás Maquiavelo, pues en él he expresado cuanto sé y aprendí en larga práctica y continua enseñanza de las cosas del mundo. No pudiendo desear más de mí, ni vosotros ni ningún otro, tampoco os quejaréis de que no os dé más.

Podrá muy bien suceder que os desagrade la pobreza de mi ingenio cuando estas narraciones mías sean pobres y lo falaz del juicio cuando al discurrir en muchos puntos me engañe. A decir verdad, no sé quién está más obligado, yo a vosotros, que me habéis forzado a escribir lo que por mi propia iniciativa jamás hubiera escrito, o vosotros a mí, en caso de que lo hecho no os satisfaga. Aceptad, pues, esto como se aceptan todas las cosas de los amigos, teniendo más en cuenta la intención del que regala que la cosa regalada, y creed que me satisface pensar que, si me equivoqué en muchas circunstancias, no he incurrido en error al preferiros a todos los demás para la dedicatoria de estos discursos míos, tanto porque haciéndolo así paréceme mostrar alguna gratitud por los beneficios recibidos, como por apartarme de la costumbre en los escritores de dedicar sus obras a príncipes, cegándoles la ambición o la avaricia hasta el punto de elogiar en ellos todo género de virtudes, en vez de censurarles todos los vicios.

Para no incurrir en tal error he elegido, no a los que son príncipes, sino a quienes por sus infinitas buenas cualidades merecen serlo; no a los que pueden prodigarme empleos, honores y riquezas, sino a los que quisieran hacerlo si pudiesen; porque los hombres, juzgando sensatamente, deben estimar a los que son, no a los que pueden ser generosos; a los que saben gobernar un reino, no a los que, sin saber, pueden gobernarlo.


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Publicado el 16 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Vida de los Doce Césares

Suetonio


Historia, Tratado, Tratado político


El divino Julio César

I. Cuando tenía quince años de edad perdió a su padre. Al año siguiente, fue nombrado sacerdote de Júpiter y, tras romper con Cosutia, de familia del orden ecuestre, pero sumamente rica, con la cual estaba prometido desde niño, se casó con Cornelia, hija del cuatro veces cónsul Cinna, de la que muy pronto tuvo a su hija Julia. El dictador Sila no consiguió de modo alguno persuadirlo a que la repudiase. Por ello, después de ser sancionado con la pérdida del sacerdocio, de la dote y de la herencia familiar, fue considerado del partido de la oposición, hasta el punto de verse obligado a quitarse de en medio, a cambiar de escondite casi cada noche, aun estando enfermo de fiebres cuartanas, y a sobornar a sus perseguidores, hasta que por mediación de las vírgenes vestales y de Mamerco Emilio y Aurelio Cota, parientes y amigos suyos, obtuvo el perdón. Es bien sabido que Sila, después de negarse durante un tiempo a ello a pesar de los ruegos de ciudadanos eminentes y muy cercanos al dictador, vencido finalmente por la pertinaz insistencia de éstos, ya fuese por inspiración de los dioses o por una premonición suya exclamó: «¡Que se salgan con la suya y se queden con él, pero que sepan que ese mismo, a quien con tanto interés desean ver vivo, será algún día la perdición del partido de los optimates, por el que hemos luchado juntos, pues existen en César muchos Marios!».


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Publicado el 14 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Código de Hammurabi

Hammurabi


Legislación, Historia


Ley 1: Si uno ha acusado y ha embrujado a otro y no puede justificarse, es pasible de muerte.

Ley 2: Si uno embrujó a otro y no puede justificarse, el embrujado irá al río, se arrojará; si el río lo ahoga, el que lo ha embrujado heredará su casa; si el río lo absuelve y lo devuelve salvo, el brujo es pasible de muerte y el embrujado tomará su casa.

Ley 3: Si uno en un proceso ha dado testimonio de cargo y no ha probado la palabra que dijo, si este proceso es por un crimen que podría acarrear la muerte, este hombre es pasible de muerte.

Ley 4: Si se ha prestado un testimonio semejante en un proceso de trigo y plata, recibirá la pena de este proceso.

Ley 5: Si un juez ha sentenciado en un proceso y dado un documento sellado (una tablilla) con su sentencia, y luego cambió su decisión, este juez será convicto de haber cambiado la sentencia que había dictado y pagará hasta 12 veces el reclamo que motivó el proceso y públicamente se le expulsará de su lugar en el tribunal y no participará más con los jueces en un proceso.

Ley 6: Si uno robó el tesoro del dios o del palacio, recibirá la muerte y el que hubiere recibido de su mano el objeto robado, recibirá la muerte.

Ley 7: Si uno compró o recibió en depósito, sin testigos ni contrato, oro, plata, esclavo varón o hembra, buey o carnero, asno o cualquier otra cosa, de manos de un hijo de otro o de un esclavo de otro, es asimilado a un ladrón y pasible de muerte.

Ley 8: Si uno robó un buey, un carnero, un asno, un cerdo o una barca al dios o al palacio, si es la propiedad de un dios o de un palacio, devolverá hasta 30 veces, si es de un muskenun, devolverá hasta 10 veces. Si no puede cumplir, es pasible de muerte.


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Publicado el 27 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

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