Textos etiquetados como Historia | pág. 4

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Comentarios de la Guerra de España

Anónimo


Historia


I. Vencido Farnaces y reconquistada el África, los que escaparon de aquellas derrotas entraron en España con Cn. Pompeyo el mozo, el cual apoderado de la provincia Ulterior, mientras César se detenía repartiendo premios en Italia, empezó a encomendarse a la fidelidad de algunas ciudades, para adquirir más fácilmente tropas con que hacer resistencia. Habiendo, pues, juntado un mediano ejército, parte por ruegos y parte por fuerza, se dio a destruir la provincia. En este estado unas ciudades le enviaban socorros voluntariamente, otras por el contrario le cerraban las puertas. De las cuales si tomaba algunas por fuerza y en ellas encontraba algún ciudadano que hubiese hecho buenos servicios a su padre Cn. Pompeyo, y fuese hombre rico, al instante se le forjaba una causa para quitarle del medio y hacer a su riqueza presa de malvados. Ganando a sus contrarios con algunos provechos de esta clase, cada día se aumentaban más sus tropas; y por lo mismo las ciudades opuestas pedían con continuos correos a la Italia que se acudiese a su socorro.


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Dominio público
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Publicado el 27 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

La Guerra de Yugurta

Salustio


Historia


Sin causa alguna se quejan los hombres de que su naturaleza es flaca y de corta duración; y que se gobierna más por la suerte, que por su virtud. Porque si bien se mira, se hallará, por el contrario, que no hay en el mundo cosa mayor, ni más excelente; y que no le falta vigor ni tiempo, sí sólo aplicación e industria. Es, pues, la guía y el gobierno entero de nuestra vida el ánimo, el cual, si se encamina a la gloria por el sendero de la virtud, harto eficaz, ilustre y poderoso es por sí mismo; no necesita de la fortuna, la cual no puede dar ni quitar a nadie bondad, industria, ni otras virtudes. Pero si, esclavo de sus pasiones, se abandona a la ociosidad y a los deleites perniciosos, a poco que se engolfa en ellos y por su entorpecimiento se reconoce ya sin fuerzas, sin tiempo y sin facultades para nada, se acusa de flaca a la naturaleza, y atribuyen los hombres a sus negocios y ocupación la culpa que ellos tienen. Y a la verdad, si tanto esmero pusiesen en las cosas útiles, como ponen en procurar las que no les tocan, ni pueden serles de provecho, y aun aquellas que les son muy perjudiciales, no serían ellos los gobernados, sino antes bien gobernarían los humanos acaecimientos, y llegarían a tal punto de grandeza, que, en vez de mortales que son, se harían inmortales por su fama.


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Publicado el 27 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Historia de Roma desde su Fundación

Tito Livio


Historia


Prefacio

Puede que la tarea que me he impuesto de escribir una historia completa del pueblo romano desde el comienzo mismo de su existencia me recompense por el trabajo invertido en ella, no lo sé con certeza, ni creo que pueda aventurarlo. Porque veo que esta es una práctica común y antiguamente establecida, cada nuevo escritor está siempre persuadido de que ni lograrán mayor certidumbre en las materias de su narración, ni superarán la rudeza de la antigüedad en la excelencia de su estilo. Aunque esto sea así, seguirá siendo una gran satisfacción para mí haber tenido mi parte también en investigar, hasta el máximo de mis capacidades, los anales de la nación más importante del mundo, con un interés más profundo; y si en tal conjunto de escritores mi propia reputación resulta ocultada, me consuelo con la fama y la grandeza de aquellos que eclipsen mi fama. El asunto, además, es uno que exige un inmenso trabajo. Se remonta a más de 700 años atrás y, después de un comienzo modesto y humilde, ha crecido a tal magnitud que empieza a ser abrumador por su grandeza. No me cabe duda, tampoco, que para la mayoría de mis lectores los primeros tiempos y los inmediatamente siguientes, tienen poco atractivo; Se apresurarán a estos tiempos modernos en los que el poderío de una nación principal es desgastado por el deterioro interno. Yo, en cambio, buscaré una mayor recompensa a mis trabajos en poder cerrar los ojos ante los males de que nuestra generación ha sido testigo durante tantos años; tanto tiempo, al menos, como estoy dedicando todo mi pensamiento a reproducir los claros registros, libre de toda la ansiedad que pueden perturbar el historiador de su época, aunque no le puedan deformar la verdad.


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Publicado el 27 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Quince Días en el Desierto Americano

Alexis de Tocqueville


Viajes, Historia


Una de las cosas que más excitaba nuestra curiosidad al venir a Norteamérica era recorrer los confines de la civilización europea y, si el tiempo nos lo permitía, visitar incluso algunas de las tribus indias que han preferido huir hacia las soledades más salvajes a plegarse a lo que los blancos llaman «las delicias de la vida social». Pero hoy en día llegar hasta el desierto es más difícil de lo que se cree. Habíamos salido de Nueva York y, a medida que avanzábamos hacia el Noroeste, el objetivo de nuestro viaje parecía alejarse cada vez más. Recorríamos lugares célebres en la historia de los indios, atravesábamos valles a los que habían dado nombre, cruzábamos ríos que aún llevan el de sus tribus, pero, en todas partes, la choza del salvaje había dado paso a la casa del hombre civilizado; los bosques habían sido arrasados, la soledad cobraba vida.

Sin embargo, parecíamos seguir el rastro de los indígenas.

—Diez años atrás —nos decían— estaban aquí; allá, hace cinco años; más allá, hace dos.

—En aquel lugar, donde se alza la iglesia más hermosa del pueblo —nos contaba uno—, tiré abajo el primer árbol del bosque.

—Aquí —nos contaba otro— estaba el gran consejo de la Confederación de los Iroqueses.

—¿Y qué ha pasado con los indios? —decía yo.

—Los indios —proseguía nuestro anfitrión— se han ido más allá de los Grandes Lagos, ¡quién sabe dónde! Es una raza que se extingue; no están hechos para la civilización: ella los mata.


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Publicado el 18 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Breve Historia de Inglaterra

Gilbert Keith Chesterton


Historia


Introducción a la nueva edición

(1929)

Cuando, hace algunos años, me ofrecieron escribir el pequeño volumen que lleva el título de Breve Historia de Inglaterra, era muy consciente de que aceptar el encargo podría parecer una osadía; aunque, en el fondo, sea más osado el título que el libro. Mi intención era llamarlo Esbozo de la Historia de Inglaterra, o Estudio sobre la Historia de Inglaterra, pero lo cierto es que nunca pensé que el título o el libro pudieran ser motivo de solemne discusión. El caso es que la tarea, tal como la concebí, no implicaba ni afectación ni falsa erudición. Los aspectos más olvidados de la historia inglesa no son pequeñas cosas oscuramente veladas por los especialistas, sino grandes cosas que estos ignoran. La mayor parte de ellas pueden aprenderse, no solo sin recurrir a complicadas lecturas, sino prácticamente sin recurrir a ningún libro. Se pueden aprender de cosas tan grandes y obvias como el tamaño de las iglesias góticas o el estilo de las casas de campo clásicas. No es necesaria ninguna erudición abstrusa para comprender que un propietario rural no es lo mismo que un abad aunque viva en una abadía. No hace falta ninguna lógica elaborada para entender que una tierra comunal pertenecía al común. La diferencia no radica tanto en los hechos como en la importancia de los hechos y ese es el terreno de la crítica más amplia y general.


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Publicado el 15 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Comentarios de la Guerra Civil

Julio César


Historia, Estrategia


Libro Primero. Paso del Rubicón y toma de Italia

I. Después que Fabio entregó a los cónsules la carta de Cayo César, costó mucho recabar de éstos el que se leyese en el Senado, aun mediando para ello las mayores instancias de los tribunos del pueblo, pero nada bastó para reducirlos a que hicieran la propuesta al tenor de su contenido; y así sólo propusieron lo tocante a la República. Lucio Lentulo, uno de los cónsules, promete no desamparar al Senado y a la República, como quieran votar con resolución y entereza; pero si tiran a contemplar a César y congraciarse con él, como lo han hecho hasta ahora, tomará por sí solo su partido, sin atender a la autoridad del Senado, que también él sabrá granjearse la gracia y amistad de César. Escipión se explica en los mismos términos, afirmando que Pompeyo está resuelto a no abandonar la República si encuentra apoyo en el Senado; pero que si éste se muestra irresoluto y blandea, después, aunque quiera, en balde implorará su ayuda.


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Publicado el 3 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Comentarios de la Guerra de las Galias

Julio César


Historia, Estrategia


Libro I. Guerra de helvecios y Ariovisto

I. La Galia está dividida en tres partes: una que habitan los belgas, otra los aquitanos, la tercera los que en su lengua se llaman celtas y en la nuestra galos. Todos estos se diferencian entre sí en lenguaje, costumbres y leyes. A los galos separa de los aquitanos el río Carona, de los belgas el Marne y Sena. Los más valientes de todos son los belgas, porque viven muy remotos del fausto y delicadeza de nuestra provincia; y rarísima vez llegan allá los mercaderes con cosas a propósito para enflaquecer los bríos; y por estar vecinos a los germanos, que moran a la otra parte del Rin, con quienes traen continua guerra. Ésta es también la causa porque los helvecios se aventajan en valor a los otros galos, pues casi todos los días vienen a las manos con los germanos, ya cubriendo sus propias fronteras, ya invadiendo las ajenas. La parte que hemos dicho ocupan los galos comienza del río Ródano, confina con el Carona, el Océano y el país de los belgas; por el de los secuanos y helvecios toca en el Rin, inclinándose al Norte. Los belgas toman su principio de los últimos límites de la Galia, dilatándose hasta el Bajo Rin, mirando al Septentrión y al Oriente. La Aquitania entre Poniente y Norte por el río Carona se extiende hasta los montes Pirineos, y aquella parte del Océano que baña a España.


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Publicado el 3 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Anábasis

Jenofonte


Historia


Libro I

Preparativos de Ciro para destronar a su hermano Artajerjes. Reclutamiento de tropas en Sardes. Encuentro con Epiaxa, reina de los cilicios. Negativa de los mercenarios griegos a proseguir la marcha. Discurso de Clearco. El ejército desconfía de las intenciones de Ciro. Ciro y sus hombres cruzan el Eufrates y llegan a Arabia. Traición, juicio y ejecución de Orontas. El ejército de Ciro llega a Babilonia. Promesas de Ciro a sus hombres. Enumeración de efectivos en ambos bandos. Batalla de Cunaxa: victoria de los griegos. Muerte de Ciro. Retrato de Ciro: sus virtudes. Consecuencias inmediatas de la batalla.


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Publicado el 6 de julio de 2017 por Edu Robsy.

Agesilao

Jenofonte


Historia


Sé que no es fácil escribir el elogio que merece la virtud y fama de Agesilao, pero sin embargo se ha de intentar, pues no estaría bien que por ser un varón cabal no tuviera, al menos, la suerte de conseguir elogios mucho más modestos.

Realmente, sobre su nobleza, ¿qué elogio mayor y más bello se podría decir que el que aún hoy se recuerde que fue el número tal a partir de Heracles, uno de sus ilustres antepasados, y que éstos no fueron simples particulares sino reyes decendientes de reyes? Y ni siquiera se le puede reprochar a su nobleza el que realmente sean reyes, pero reyes de una ciudad cualquiera; al contrario, así como su familia es la más estimada de su patria, también su ciudad es la más famosa de la Hélade; de modo que no son primeros entre segundones sino guías de guías.

Por esta fama particular y por la común, su patria y su linaje son dignos de elogio. Efectivamente, su ciudad nunca intentó abolir su poder por recelo de los honores presentes que recibían, y ellos, los reyes, nunca tuvieron mayores aspiraciones que aquellas que recibieron con la corona. En verdad, ningún otro régimen democrático ni oligárquico ni tiránico ni monárquico se ha visto perdurar sin división. Únicamente permanece incólume esa corona. Existen las siguientes pruebas de que Agesilao era digno del trono antes de acceder al poder. En efecto, tras la muerte del que era rey, Agis, se disputaron la corona Leotíquidas, por ser hijo de Agis, y Agesilao, por serlo de Arquidamo, pero la ciudad consideró que Agesilao era preferible, por su linaje y virtud, y lo erigió rey. Y si fue considerado por los mejores digno del cargo más hermoso en la ciudad más poderosa, ¿qué clase de pruebas de su virtud, en el período anterior a la toma del mando, se necesitan aún?


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Publicado el 20 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Helénicas

Jenofonte


Historia


Prólogo

Jenofonte ha sido siempre conocido y admirado por tres de sus obras: la Anábasis, o expedición de Ciro, la Ciropedia y las Memorias socráticas; pero la gloria que estas obras han proporcionado a su autor, han perjudicado a sus restantes escritos, pues los han oscurecido. Y no es porque no les correspondan, así por el estilo, como por la propiedad del lenguaje, ya por la fluidez y galanura de la narración o por la elevación de sus ideas; antes al contrario, con justicia puede decirse de este autor lo que no puede afirmarse de casi ningún escritor, es a saber: que en cualquiera página que se abra la colección de sus obras, siempre y en todas partes merece el dictado de abeja ática, que ya le dieron sus contemporáneos por su fluidez y gracia en el decir.

Cierto que, así por la importancia del objeto como por el elevado fin que se proponen, son aquellas obras superiores a los pequeños tratados de Jenofonte, el Agesilao, la república ateniense y lacedemonia, la Apología, el Económico, el Comandante de caballería, etc.; pero no puede decirse lo mismo respecto de sus Helénicas, es decir, la historia de Grecia y en especial de la guerra del Peloponeso durante los años 411 a 362, antes de Jesucristo, que escribió nuestro autor como continuación a la de Tucídides. Y, sin embargo, pocos son los que piensen en Jenofonte al mencionarse aquella celebérrima guerra en que, con ardor digno de mejor causa y con lances variadísimos y verdaderamente épicos, se desangraron y desunieron todos los estados, grandes y pequeños, de Grecia, preparando su decadencia y su sujeción al coloso macedonio.


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282 págs. / 8 horas, 14 minutos / 504 visitas.

Publicado el 19 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

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