Textos más populares esta semana etiquetados como Historia | pág. 4

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El Sueño de Escipión

Marco Tulio Cicerón


Historia


I. Cuando llegué al África, de tribuno de la cuarta legión, como sabéis, bajo las órdenes del cónsul Manio Manilio, nada me agradó tanto como reunirme con Masinisa, rey muy amigo de nuestra familia por justas razones. Apenas llegué ante él, abrazóme el anciano y rompió en sollozos, algún tiempo después miró al cielo y dijo: «Os doy gracias, oh gran sol, y vosotros, cuerpos celestiales, porque antes de emigrar de esta vida, veo en mi reino y en mi palacio a Publio Cornelio Escipión, en cuyo nombre mismo me recreo; así nunca se aparta de mi espíritu el recuerdo de aquel varón óptimo e invencible.» A continuación le pregunté acerca de su reino, él se informó de nuestra república y en pláticas varias de una y otra parte se nos pasó aquel día.

Después de ser acogido con un banquete fastuoso, proseguimos la conversación hasta muy avanzada la noche, a pesar de que el viejo rey no hablaba de otra cosa diferente del Africano, y recordaba no sólo sus hazañas, sino también sus palabras. Luego nos separamos para ir a descansar, y fatigado por el viaje, y después de haber velado hasta muy entrada la noche, se apoderó de mí un sueño más profundo del ordinario. Entonces se me presentó —creo que por lo que habíamos hablado; pues generalmente ocurre que nuestros pensamientos y conversaciones producen en el sueño algo parecido a lo que escribe Enio de Homero, en quien, en efecto, solía pensar, y de quien hablaba con mucha frecuencia cuando velaba— se presentó el Africano, en aquella figura que me era más conocida por su imagen (de cera), que por su rostro mismo. Cuando lo reconocí me sobresalté, pero él me dijo: «Conserva la serenidad y depón el temor, Escipión, y guarda en tu memoria lo que te diré.


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Publicado el 29 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Vida de los Doce Césares

Suetonio


Historia, Tratado, Tratado político


El divino Julio César

I. Cuando tenía quince años de edad perdió a su padre. Al año siguiente, fue nombrado sacerdote de Júpiter y, tras romper con Cosutia, de familia del orden ecuestre, pero sumamente rica, con la cual estaba prometido desde niño, se casó con Cornelia, hija del cuatro veces cónsul Cinna, de la que muy pronto tuvo a su hija Julia. El dictador Sila no consiguió de modo alguno persuadirlo a que la repudiase. Por ello, después de ser sancionado con la pérdida del sacerdocio, de la dote y de la herencia familiar, fue considerado del partido de la oposición, hasta el punto de verse obligado a quitarse de en medio, a cambiar de escondite casi cada noche, aun estando enfermo de fiebres cuartanas, y a sobornar a sus perseguidores, hasta que por mediación de las vírgenes vestales y de Mamerco Emilio y Aurelio Cota, parientes y amigos suyos, obtuvo el perdón. Es bien sabido que Sila, después de negarse durante un tiempo a ello a pesar de los ruegos de ciudadanos eminentes y muy cercanos al dictador, vencido finalmente por la pertinaz insistencia de éstos, ya fuese por inspiración de los dioses o por una premonición suya exclamó: «¡Que se salgan con la suya y se queden con él, pero que sepan que ese mismo, a quien con tanto interés desean ver vivo, será algún día la perdición del partido de los optimates, por el que hemos luchado juntos, pues existen en César muchos Marios!».


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Publicado el 14 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Breve Historia de Inglaterra

Gilbert Keith Chesterton


Historia


Introducción a la nueva edición

(1929)

Cuando, hace algunos años, me ofrecieron escribir el pequeño volumen que lleva el título de Breve Historia de Inglaterra, era muy consciente de que aceptar el encargo podría parecer una osadía; aunque, en el fondo, sea más osado el título que el libro. Mi intención era llamarlo Esbozo de la Historia de Inglaterra, o Estudio sobre la Historia de Inglaterra, pero lo cierto es que nunca pensé que el título o el libro pudieran ser motivo de solemne discusión. El caso es que la tarea, tal como la concebí, no implicaba ni afectación ni falsa erudición. Los aspectos más olvidados de la historia inglesa no son pequeñas cosas oscuramente veladas por los especialistas, sino grandes cosas que estos ignoran. La mayor parte de ellas pueden aprenderse, no solo sin recurrir a complicadas lecturas, sino prácticamente sin recurrir a ningún libro. Se pueden aprender de cosas tan grandes y obvias como el tamaño de las iglesias góticas o el estilo de las casas de campo clásicas. No es necesaria ninguna erudición abstrusa para comprender que un propietario rural no es lo mismo que un abad aunque viva en una abadía. No hace falta ninguna lógica elaborada para entender que una tierra comunal pertenecía al común. La diferencia no radica tanto en los hechos como en la importancia de los hechos y ese es el terreno de la crítica más amplia y general.


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Publicado el 15 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Quince Días en el Desierto Americano

Alexis de Tocqueville


Viajes, Historia


Una de las cosas que más excitaba nuestra curiosidad al venir a Norteamérica era recorrer los confines de la civilización europea y, si el tiempo nos lo permitía, visitar incluso algunas de las tribus indias que han preferido huir hacia las soledades más salvajes a plegarse a lo que los blancos llaman «las delicias de la vida social». Pero hoy en día llegar hasta el desierto es más difícil de lo que se cree. Habíamos salido de Nueva York y, a medida que avanzábamos hacia el Noroeste, el objetivo de nuestro viaje parecía alejarse cada vez más. Recorríamos lugares célebres en la historia de los indios, atravesábamos valles a los que habían dado nombre, cruzábamos ríos que aún llevan el de sus tribus, pero, en todas partes, la choza del salvaje había dado paso a la casa del hombre civilizado; los bosques habían sido arrasados, la soledad cobraba vida.

Sin embargo, parecíamos seguir el rastro de los indígenas.

—Diez años atrás —nos decían— estaban aquí; allá, hace cinco años; más allá, hace dos.

—En aquel lugar, donde se alza la iglesia más hermosa del pueblo —nos contaba uno—, tiré abajo el primer árbol del bosque.

—Aquí —nos contaba otro— estaba el gran consejo de la Confederación de los Iroqueses.

—¿Y qué ha pasado con los indios? —decía yo.

—Los indios —proseguía nuestro anfitrión— se han ido más allá de los Grandes Lagos, ¡quién sabe dónde! Es una raza que se extingue; no están hechos para la civilización: ella los mata.


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Publicado el 18 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Cinco Años de Destierro en la Isla de Cabrera

Abate Turquet


Historia, crónica


A los hijos de los prisioneros de Cabrera

Muchas veces me he llenado de la más viva emoción al oír el relato de los acontecimientos de Cabrera, al pensar en los millares de franceses abandonados en aquel destierro, sin ropa con que cubrirse, sin abrigo, presa de la miseria más espantosa, devorados por terribles enfermedades, y luchando sin tregua contra los horrores del hambre y de la sed. ¡Qué triste situación! y era mi padre quien nos refería aquellos sufrimientos! mi padre quien los había experimentado por espacio de seis años!!! Yo no podía ser indiferente a tales sucesos. Deseaba con afán datos verídicos, exactos, completos; relaciones en que a la par que sencillas, tuviesen el encanto de las narraciones de mi padre, a menudo edificantes y siempre instructivas, pues las del Caporal de la Fontaine y del marino Enrique Ducór estaban muy lejos de satisfacerme.

Hijos de los prisioneros de Cabrera, sin duda os habréis impresionado como yo con los recuerdos de aquella cautividad; también como yo habréis sentido no poder transmitir a vuestros nietos como un legado precioso. Voy pues a satisfacer los deseos de vuestra filial ternura: para vosotros especialmente emprendo la tarea de repetiros las narraciones de mi padre, a vosotros dedico mi obra; porque solo vosotros podéis apreciar la exactitud de los hechos y de las descripciones, y seréis quizás los únicos que no me tildéis de exagerado. Si asaltase a mis lectores la duda sobre la verdad histórica de lo que voy a referir, y el sagrado carácter de que estoy revestido no pudiese disiparla, apelaré a vuestro testimonio.

¡Ojala puedan las veladas del prisionero de Cabrera seros agradables, y acercaros a Dios, único refugio del hombre sobre la tierra!


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Publicado el 13 de agosto de 2022 por Edu Robsy.

De las Costumbres, Sitios y Pueblos de la Germania

Tácito


Historia


I. El Rhin y el Danubio dividen a toda la Germania de las Galias, Retias y Panonias , y de los Sarmatas y Dacios algunas montañas o el miedo que se tienen los unos a los otros. El Océano cerca lo demás, abrazando grandísimas islas y golfos, y algunas naciones y reyes, de que con la guerra se ha tenido noticias poco ha . El Rhin, saliendo de lo más alto e inaccesible de los Alpes de la Retia, y habiendo corrido un poco hacia Occidente, vuelve derecho hasta meterse en el Océano septentrional. El Danubio nace en la cumbre de Abnoba , monte, aunque alto, no áspero, y habiendo pasado por muchas y diferentes tierras, entra en el mar Pontico por seis bocas, que la séptima, antes de llegar a la mar, se pierde en las lagunas.


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Publicado el 27 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Historia de los Reyes de Britania

Geoffrey de Monmouth


Historia


PREFACIO Y DEDICATORIA

(1) A menudo he pensado en los temas que podrían ser objeto de un libro, y, al decidirme por la historia de los reyes de Britania, me tenía maravillado no encontrar nada —aparte de la mención que de ellos hacen Gildas y Beda en sus luminosos tratados— acerca de los reyes que habían habitado en Britania antes de la encarnación de Cristo, ni tampoco acerca de Arturo y de los muchos otros que lo sucedieron después de la encarnación, y ello a pesar de que sus hazañas se hicieran dignas de alabanza eterna y fuesen celebradas, de memoria y por escrito, por muchos pueblos diferentes.

(2) En estos pensamientos me encontraba cuando Walter, archidiácono de Oxford, hombre versado en el arte de la elocuencia y en las historias de otras naciones, me ofreció cierto libro antiquísimo en lengua británica que exponía, sin interrupción y por orden, y en una prosa muy cuidada, los hechos de todos los reyes britanos, desde Bruto, el primero de ellos, hasta Cadvaladro, hijo de Cadvalón. Y de este modo, a petición suya, pese a que nunca había yo cortado antes de ahora floridas palabras en jardincillos ajenos, satisfecho como estoy de mi rústico estilo y de mi propia pluma, me ocupé en trasladar aquel volumen a la lengua latina. Pues, si inundaba la obra de frases ampulosas, no lograría otra cosa que aburrir a mis lectores, al obligarlos a detenerse más en el significado de las palabras que en la comprensión de los objetivos de mi historia.


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Publicado el 31 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Comentarios de la Guerra Civil

Julio César


Historia, Estrategia


Libro Primero. Paso del Rubicón y toma de Italia

I. Después que Fabio entregó a los cónsules la carta de Cayo César, costó mucho recabar de éstos el que se leyese en el Senado, aun mediando para ello las mayores instancias de los tribunos del pueblo, pero nada bastó para reducirlos a que hicieran la propuesta al tenor de su contenido; y así sólo propusieron lo tocante a la República. Lucio Lentulo, uno de los cónsules, promete no desamparar al Senado y a la República, como quieran votar con resolución y entereza; pero si tiran a contemplar a César y congraciarse con él, como lo han hecho hasta ahora, tomará por sí solo su partido, sin atender a la autoridad del Senado, que también él sabrá granjearse la gracia y amistad de César. Escipión se explica en los mismos términos, afirmando que Pompeyo está resuelto a no abandonar la República si encuentra apoyo en el Senado; pero que si éste se muestra irresoluto y blandea, después, aunque quiera, en balde implorará su ayuda.


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Publicado el 3 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

Comentarios de la Guerra de África

Anónimo


Historia


I. Por sus marchas contadas, sin intermisión alguna, llegó César a Lilibeo a 19 de diciembre; y desde luego manifestó su deseo de embarcarse, no teniendo más que una legión recién levantada y apenas seiscientos caballos. Puso su tienda junto a la misma orilla del mar, de suerte que casi la batían las olas, y esto con el fin de que nadie esperase detención y todo el mundo estuviese pronto cada día y a cada hora para la salida. No logró en aquellos días buen tiempo para hacerse a la vela, pero, sin embargo, tenía las tropas y remeros a bordo, por no perder cualquiera ocasión de hacerse a la mar; especialmente porque le avisaban de la provincia, que eran muchas las tropas de los enemigos, infinita la gente de a caballo, cuatro legiones del rey Juba, gran multitud de tropa ligera, diez legiones de Escipión, ciento veinte elefantes, y armadas muy numerosas. Mas no por eso se acobardaba, superior a todo con su valor y confianza. Entre tanto, se acrecentaba cada día el número de galeras, acudían muchas naves de transporte y venían a incorporársele más legiones de soldados bisoños, y entre ellas la quinta veterana y dos mil caballos.


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Publicado el 27 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

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