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El Castillo de Iznarromán

Antonio Afán de Ribera


Cuento, leyenda


I

Aún reinaba el emperador Tiberio en Roma. Por el año 16 de la era cristiana, en la provincia de Dux, en la Arabia menor, el noble Calé y la no menos ilustre Rebeca procrearon dos hijos. El primero nació sordo y mudo, y se llamó Cecilio; el segundo Tesifón, que era ciego.

Sabedores sus padres de los milagros que Jesucristo obraba, y deseando que aquellos recobrasen la salud, llegaron a Judea, en busca del Redentor.

La curación tuvo efecto, y su fe recompensada. Los dos hermanos pudieron afirmar las palabras de San Marcos: «A los sordos hizo oír y a los mudos hablar».

Encomendados al discípulo Diego para que los instruyese, les cupo la misión de venir a predicar el Evangelio en España.

Aseguran las crónicas que hicieron diferentes viajes, y que fueron consagrados obispos por San Pedro en Roma el año 44 de nuestra salvación.

De orden del Apóstol, volvieron a sus piadosas taras, llegando un año después a Andalucía, habiendo visitado antes a Jerusalén.

La fama de la santidad y elocuencia de Cecilio se extendió bien pronto por todas aquellas comarcas, y al residir en Granada, entonces conocida por liberi, su doctrina fue saludada por los gentiles con tal aplauso, que innumerables de ellos se convirtieron a la fe de Jesucristo.

II

Mandaban por aquel entonces en la ciudad, en nombre del poderoso Imperio romano, los cónsules Publio Manilio y Quinto Cornelio. Cada año de los seis que pasó el santo obispo predicando la verdadera enseñanza, se señalaban por las adhesiones que recibía, creciendo como las flores del campo al influjo del saludable rocío, aquel rebaño milagroso de que era el pastor más adorado.


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Dominio público
3 págs. / 5 minutos / 41 visitas.

Publicado el 1 de febrero de 2023 por Edu Robsy.

Cabezas de nuez

Rhoma Grace


Mito, leyenda


Cuando el tiempo todavía era nuevo, las horas vacías y los segundos, sin nombre, la Historia, aburrida, se cansó de la soledad. Sus padres, el Espacio y la Existencia pasaban el nuevo tiempo tan ocupados agrandando el universo, que la Historia no tenía nadie con quien compartir la nada que se generaba a borbotones. Los segundos recién estrenados los utilizaba para encender y apagar estrellas, formar espirales galácticos, y cuando el aburrimiento era muy grande, borrar uno que otro lugar del universo creado por su papá, para formar luego su propio agujero negro y girarlo hasta el cansancio, como trompos de juguete.Eventualmente, incluso esas extraordinarias actividades perdieron su encanto, opacadas por la monotonía de la repetición eterna. Pero lo que más afligía a la joven Historia, era saber que no importaba que tan magníficas o impactantes sus creaciones e inventos con la materia fueran, no habría nadie para contemplarlos, pues ni siquiera sus padres prestaban mayor reparo en sus galaxias y planetas. Decidido un momento cualquiera, acudió a los confines del universo donde el Tiempo hilaba la tela de los nuevos segundos, milenios y horas, y, lanzando una estrella para distraerlo, robó un poco del hilo temporal.


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Creative Commons
1 pág. / 3 minutos / 16 visitas.

Publicado el 22 de marzo de 2025 por Maria Alejandra León.

La Vuelta de la Batalla

Antonio Afán de Ribera


Cuento, leyenda



I

Conversando con mi amigo Ricardo Santa Cruz, que, como yo, es aficionado a recorrer extraños lugares en busca de recuerdos y noticias de los pasados tiempos, sobre la tradición con que se empeñan en adornar la conocida casa de los Mascarones1, en el Albaicín, convinimos en que no existe dato ni fundamento propio para que aquellas desaliñadas e informes esculturas de mal labrada piedra y de época no lejana, con que el restaurador del edificio quiso adornarla, semejen otra cosa que una afición a ver agua en sitios donde tanto escasea, pues ese líquido es el que por imitación se desprende, hasta en los segundos pisos, de la descomunal boca de aquellas cariátides.

Mas, como al buen investigador nada debe escaparse, y mi amigo lo es, noticióme, que si bien las berroqueñas2 mal podían decir a la imaginación, dentro de uno de los corrales de —110— lo que en lejanas edades sería agradable huerto morisco, existía un objeto digno de verse, acreedor a conocer su origen.


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Dominio público
1 pág. / 2 minutos / 36 visitas.

Publicado el 1 de febrero de 2023 por Edu Robsy.

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