Textos más populares este mes etiquetados como Leyenda | pág. 2

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etiqueta: Leyenda


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La Velada del Helecho

Gertrudis Gómez de Avellaneda


Cuento, leyenda


Capítulo I

Al tomar la pluma para escribir esta sencilla leyenda de los pasados tiempos no se me oculta la imposibilidad en que me hallo de conservarle toda la magia de su simplicidad, y de prestarle aquel vivo interés con que sería indudablemente acogida por los benévolos lectores (a quienes la dedico), si en vez de presentársela hoy con las comunes formas de la novela, pudiera hacerles su revelación verbal junto al fuego de la chimenea en una fría y prolongada noche de diciembre; pero más que todo, si me fuera dado trasportarlos de un golpe al país en que se verificaron los hechos que voy a referirles, y apropiarme por mi parte el tono, el gesto y las inflexiones de voz con que deben ser realzados en boca de los rústicos habitantes de aquellas montañas. No me arredraré, sin embargo, en vista de las desventajas de mi posición, y la historia cuyo nombre sirve de encabezamiento a estas líneas saldrá de mi pluma tal cual llegó a mis oídos en los acentos de un joven viajero, que tocándome muy de cerca por los vínculos de la sangre, me perdonará sin duda el que me haya decidido a confiársela a la negra prensa, desnuda del encanto con que su expresión la revestía.


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Dominio público
62 págs. / 1 hora, 49 minutos / 289 visitas.

Publicado el 13 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

Las Rosas Azules

Antonio Afán de Ribera


Cuento, leyenda


I

Venid á mi, trovadores, yo os contaré la leyenda del amor recompensado.

Las cuerdas de mi lira modularán acentos armoniosos, que celestial inspiración anima mi frente.

Voy á relatar la historia de la más linda doncella de las agrestes montañas de Ronda.

De Isabel de Perada, la hija del bravo adalid del castillo de Peñas Blancas, aquel que eleva sus almenas hasta confundirse con las nubes.

Y la de Hamet, el mancebo más galán que usara turbante en la siempre belicosa tribu de los Aldorandines.

Vedlo, la azulada marlota ondula agitada por el viento de la tarde, el suelto alquicel forma elegantes pliegues sobre el erguido talle del guerrero, que refrena los ímpetus del negro corcel, oriundo de los arenales africanos.

En la aguda lanza lleva pendiente un bordado pendoncillo con esta divisa: libre. Frase que forma la desesperación de las doncellas de la corte del buen Mahomet V, octavo rey de Granada.

Al frente de doscientos ginetes, tostados por el sol, con relucientes ojos y aguda barba, armados de anchos alfanges damasquinos y aceradas gumías, á quienes siguen quinientos peones, de andar ligero, y de excelente puntería en las armas arrojadizas, sale al campo por la puerta de Elvira, dirigiéndose á las fronteras.

Van á talar las tierras enemigas, y solo escenas de sangre y de desolación dejarán á su paso.

Las sombras de la noche los envuelven, y rápidos como el relámpago llegan al término de su viaje.

Ocultos en las sinuosidades de un hondo barranco, que en el invierno envía sus corrientes al Guadalhorce, aguardan que la aurora aparezca en la empinada cumbre, para saciar su sed de venganza en los desprevenidos andaluces.

¿Qué importa la fortaleza que á poca distancia se levanta, si desde sus torreones no ha sabido distinguir al enemigo?


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Dominio público
11 págs. / 19 minutos / 47 visitas.

Publicado el 26 de enero de 2023 por Edu Robsy.

El Cuento del Cid

Víctor Balaguer


Cuento, leyenda


A seis kilómetros de Burgos próximamente, pasado el pueblo de Villatoro, y a la derecha de la carretera, se ve asomar por entre un grupo de chopos lombardos, álamos, olmos y nogales, lo que existe en pie del que fue un día famoso monasterio de Fres del Val: su triste, viuda y solitaria espadaña, los robustos muros de la que fue su grandiosa iglesia y las viejas paredes que resguardan su claustro gótico-florido, resto admirable de su antigua majestad.

Se levanta el monasterio en la falda de un monte que se parte en dos, como para darle abrigo y grato asiento. Parece abrirse en dos brazos, que extiende por uno y otro lado cual si quisiera protegerlo y estrecharlo en ellos, o mejor, como si los abriera prolongándolos a uno y otro lado por el valle, para que desde las ventanas del edificio se pueda gozar del soberbio panorama que ante él se despliega.

Fres del Val es hoy una verdadera ruina que, por fortuna, parece haber encontrado quien se ocupe en ella para restaurarla.

Muy cerca de Fres del Val está el Vivar del Cid, que recuerda las mocedades de aquel héroe legendario; y a muy cortas distancias tiene también otros sitios de honradas y memorables tradiciones en los anales de la vieja Castilla.

Junto a la puerta de la que fue iglesia, a la derecha, hay el monte, al que se sube por una cuesta que se llama de la Reina, y acerca de la cual existe una dramática leyenda que contaré otro día.

A su izquierda se halla el otro monte, a cuya cima conduce otra cuesta, que se llama de los Grillos. La meseta de este monte tiene una vasta extensión, llana, fácil, cómoda, especie de paseo enyerbado que se prolonga tres o cuatro kilómetros al menos, sin que el menor accidente ni la menor ondulación del terreno pueda interrumpir ni alterar el paso tranquilo del caminante o el soberbio galope del caballo.


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Dominio público
4 págs. / 7 minutos / 41 visitas.

Publicado el 24 de enero de 2023 por Edu Robsy.

La Casa de las Tres Estrellas

Antonio Afán de Ribera


Cuento, leyenda, tradición


I

Legalib ilé Alá; «No es vencedor sino Dios». Esta es la divisa, el emblema del magnánimo, del valiente, del justiciero Rey Alhamar el grande.

Él edificó los alcázares de la Alhambra para gloria del pueblo muslime y admiración de los siglos venideros.

Él, primero de los soberanos nazaritas, llegó a competir por sus virtudes y gentileza con el modelo de los caballeros árabes, con el gran de Almanzor.

Él, decidido apoyo de los pobres y de los desgraciados, recibió en el año de 1247 en su corte a Abén-Abid, señor de la imponderable Sevilla, arrancada del poder de la morisma por la poderosa espada de Fernando el Santo.

Él, que visitaba las escuelas, los colegios y los hospitales, para derramar beneficios sobre su pueblo, alentó de tal manera el comercio y la industria, que la comarca granadina fue la más culta de su época.

¡Gloria a la casa de Nazar! Bien dicen los tarjetones africanos de la sala de Comarech: «La gracia que tenéis de Dios dimana, que es auxilio en cualquier tribulación».

Y por ello añadió el poeta:


«Príncipes envidian
su linaje claro,
y temen los grandes
potente a su brazo».

II

Ricos heredamientos de tierras, por la llamada hoy cerca alta de Cartuja, y un palacio en la alcazaba, dio el espl2éndido monarca al destronado sevillano.

Y Abén-Abid, aunque agradeciendo en el corazón tantas mercedes, no podía calmar sus pesares.

Los frondosos olivares de la reina del Betis, y las caudalosas aguas del Guadalquivir, estaban siempre presentes ante su vista, al contemplar el torrente del Beiro y las accidentadas colinas de la Golilla.

Sólo endulzaban sus amarguras tres hijas que el cielo le había concedido.

Xacharatadur, que significa árbol de las perlas, era la mayor.

Leila, noche, la segunda.

Y Amina, o sea fiel, la tercera.


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Dominio público
7 págs. / 13 minutos / 44 visitas.

Publicado el 1 de febrero de 2023 por Edu Robsy.

La Virgen del Lavadero

Antonio Afán de Ribera


Cuento, leyenda


I

Los puñales tienen punta,
las rosas tienen espinas,
la mujer tiene palabras,
aunque luego las olvida.


Estas y otras coplas semejantes cantaban Juanillo Martínez, hiriendo sin caridad las cuerdas de su guitarra, ante las ventanas de la Rubia, famosa cabrera de la calle Larga de San Cristóbal, de donde ella y el mancebo eran de sus más preciados feligreses, en la noche del 4 de agosto del año de gracia de 1692.

Y has de saber, lector benévolo, que eso de llamarle rubia a la Maruja hubiera podido atribuirse más bien a epigrama que a sobre nombre, porque la muchacha era hermosa hasta no más, pero morena como si tuviera en su sangre algo como un cuarterón de la raza de los castellanos nuevos, con unos ojos negros, rasgados, un cabello lo mismo, pero largo a maravilla, un talle flexible cual los juncos y un todo que partía los corazones y se llevaba los galanes de calle.

Y no era menos agraciado el mozuelo, que en todo el gremio de tejedores del barrio no había muchos que manejasen con más acierto la lanzadera, ni terminasen más a conciencia uno de aquellos tupidos capotes con que la industria del Albaicín surtía y abrigaba a la vez los robustos labriegos de la comarca conocida por los montes Granadinos.

Pero como el amor es y ha sido siempre ciego, y tiene cosas de niño, como conviene al infante Cupido que lo representa, sucedió que la Maruja, que una vez, y casi sin darse cuenta de ello, accedió a hablar por la reja con el artesano, no quiso volver a concederle otra entrevista, aunque el Juan aseguraba que un sí tímido se escapó de los labios de su adorada al final de aquella, con el ítem de un capullo de Alejandría arrojado para recuerdo.


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Dominio público
10 págs. / 18 minutos / 28 visitas.

Publicado el 1 de febrero de 2023 por Edu Robsy.

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