Nómada
Gabriel Miró
Novela corta
A mi padre, que murió el mismo día
—6 de marzo de 1908— que se publicó este cuento.
«Y yo he sido el oprobio de ellos; viéronme, y menearon sus cabezas».
(Psalmo, CVIII)
I
Despacio, y en coloquio piadoso con el ama Virtudes, ovillaba doña Elvira la recia madeja de lana azul, para seguir urdiendo los doce pares de medias que ofreciera en limosna. Servíanle de devanadera las rollizas manos del ama.
Era la señora vieja, cenceña, grave, de tabla compungida de priora; y la criada, mediada de años, maciza, con pelusa de albérchigo en las redondas mejillas, luminarias en los ojuelos grises, y pechos poderosos y movedizos, que doña Elvira no miraba sin decirse: «¡Para qué tanto, Señor! Es ya insolencia». Y el visaje lastimero del ama parecía replicarle: «¡Y yo qué culpa tengo!».
—Ama Virtudes, me temo que llegue el frío y no podamos entregar al señor rector los doce cabales.
—¡El frío! ¡Y hasta que anochece cantan aún que revientan las cigarras en las oliveras!
—Atiende, ama, que estamos en septiembre y se han de acabar para Todos Santos.
—Pues para entonces dé la señora los que haya (que bien serán ocho), y los otros en la Purísima, que es cuando es menester el abrigo.
—Dar en veces... —y detúvose doña Elvira, porque la hebra se había enredado en los pingües pulgares del ama Virtudes—. ¡La quebrarás!... Dar en veces la promesa no me agradaría... ¿Lo ves?... Se ha roto. ¡Claro! Es que te distraes, ama.
—¡Es que fuera me creo que habla don Diego!
—¿Dices de don Diego? —Y la señora quedose mirando el ovillo gordo y azul como un mundo de Niño Jesús.
—Sí; ¡a voz de mi hermano!
Jovialmente ladró un perro y sonaron espuelas.
—¡Oh, ama Virtudes, Nuestro Señor no quiere mi paz!
Dominio público
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Publicado el 24 de julio de 2020 por Edu Robsy.