La Casa Maldita
Santiago Ramón y Cajal
Novela corta
I
Lee esta carta —dijo Inés, radiante de júbilo, a su padre— que acabo de recibir de Julián, mi primo de América. ¡Qué alegría! Le tendremos entre nosotros antes de un mes, y viene rico en bienes y experiencia, como tú lo deseabas.
El progenitor de Inés, conmovido por el gozo de su hija, cogió la carta, se caló las antiparras y leyó:
Mi inolvidable prima: Según te anuncié, mis negocios marchan
viento en popa. Tanto, que creo haber entrado ya en la envidiable grey
de los burgueses, y, como no soy ambicioso, he decidido repatriarme.
En las postrimerías de junio llegaré a Nueva York, por el ferrocarril de San Francisco; aseguida me embarcaré en el vapor Bourgogne; tocaré en El Havre sobre el 9 o 10 de julio, y después de pasar algunos días en París tendré el supremo deleite de volverte a ver. Si, como presumo, continúas fiel a tus sentimientos de antaño, pondré a tus pies el fruto de mis ahorros, unos miserables doscientos mil duros. Acéptalos con mi mano, pues tuyos son; porque solo tu recuerdo ha podido infundirme la salud y la actividad necesarias para ganarlos y la sobriedad y virtud requeridas para economizarlos.
Desea ardientemente hallarse a tu lado y abrazar a sus tíos tu primo,
Juliári.
Esta carta del novio de Inés satisfizo plenamente a don Tomás,
mayorazgo de regular patrimonio, con solar blasonado en Rivalta y fama
de linajudo y honrado en toda la comarca.
Dominio público
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Publicado el 5 de enero de 2021 por Edu Robsy.