Mi tío, caballeros, dijo el viajante, era uno de los tipos más
alegres, agradables y listos que haya existido nunca. Me gustaría que lo
hubieran conocido, caballeros. Aunque pensándolo bien, no desearía que
lo hubieran conocido, pues en ese caso todos estarían ya, siguiendo el
curso ordinario de la naturaleza, si no muertos, en todo caso tan cerca
de la desaparición como para haberse quedado en casa abandonando la
compañía, lo que me habría privado del inestimable placer de dirigirme a
ustedes en este momento. Caballeros, desearía que sus padres y madres
hubieran conocido a mi tío. Se habrían encariñado notablemente con él,
especialmente su: respetables madres; sé que habría sido así. Si entre
las numerosas virtudes que adornaban su carácter tuviéramos que dar
predominio a dos de ellas, diría, que eran su ponche mixto y sus
canciones de sobremesa. Excúsenme si me extiendo en estos recuerdo:
melancólicos sobre el fallecido, no se ve a un hombre como mi tío todos
los días de la semana.
Siempre he considerado como algo importante del carácter de mi tío,
caballeros, el hecho de que fuera compañero y amigo íntimo de Tom Smart,
de la importante empresa de Bilson y Slum, Cateator
Street, City. Mi tío vendía para Tiggin y Welps, pero durante mucho
tiempo estuvo muy cerca del mismo recorrido que Tom, y la primera noche
que se conocieron mi tío se encaprichó por Tom y éste por mi tío. No
había pasado media hora desde que se habían conocido cuando se habían
apostado ya un sombrero nuevo a ver quién de los dos hacía el mejor
litro de ponche y se lo bebía con mayor rapidez. Se consideró que mi tío
ganó en la elaboración del ponche, pero que Tom Smart le venció al
beberlo en la mitad de tiempo. Pidieron otro litro entre los dos para
beber cada uno a la salud del otro, y desde ese momento se convirtieron
en los amigos más fieles. En estas cosas hay un destino caballeros, y no
podemos evitarlo.
Información texto 'La Historia del Tío del Viajante'