Textos etiquetados como Novela corta no disponibles | pág. 4

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Relato de un Desconocido

Antón Chéjov


Novela corta


I

Por razones que no vienen al caso explicar ahora con detalle, tuve que emplearme de criado en casa de un funcionario petersburgués de treinta y cinco años llamado Gueorgui Ivánich Orlov.

Había entrado al servicio de ese Orlov para recabar informaciones sobre su padre, famoso hombre de Estado a quien consideraba un importante enemigo de mi causa. Consideraba que, al vivir en casa de su hijo, podría conocer en profundidad los planes e intenciones del padre, gracias a las conversaciones que escuchase y los papeles y notas que encontrase sobre la mesa.

Por lo común, a eso de las once de la mañana sonaba la campanilla eléctrica en mi cuarto, anunciándome que el señor se había despertado. Cuando entraba en su dormitorio, con el traje cepillado y las botas limpias, Gueorgui Ivánich estaba sentado en la cama, sin moverse, no adormilado, sino más bien extenuado por el sueño, con la mirada fija en un punto, sin manifestar ninguna satisfacción por el hecho de haberse despertado. Lo ayudaba a vestirse y él se sometía de mala gana y en silencio a mis cuidados, como si no reparase en mi presencia; luego, con la cabeza mojada y oliendo a agua de colonia, se dirigía al comedor para desayunar. Se sentaba a la mesa, bebía el café y hojeaba el periódico, mientras la doncella Polia y yo nos quedábamos respetuosamente junto a la puerta y lo mirábamos. Dos adultos debían contemplar con la mayor atención cómo un tercero bebía una taza de café y mordisqueaba una tostada. Una situación probablemente ridícula y absurda, pero yo no consideraba humillante quedarme junto a la puerta, aunque era un hombre tan noble e instruido como Orlov.


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96 págs. / 2 horas, 48 minutos / 422 visitas.

Publicado el 8 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

Una Historia Aburrida

Antón Chéjov


Novela corta


I

Vive en Rusia un profesor emérito llamado Nikolái Stepánovich de Tal y Tal, consejero privado y caballero; tiene tantas condecoraciones, rusas y extranjeras, que, cuando se ve en la tesitura de ponérselas, los estudiantes lo llaman «el iconostasio». Todos sus conocidos pertenecen a lo más granado de la aristocracia; al menos en los últimos veinticinco o treinta años no ha habido en Rusia un erudito ilustre al que no haya tratado durante algún tiempo. Ahora no tiene con quién relacionarse, pero, si echamos la vista atrás, la larga lista de sus amigos célebres incluye nombres como Pirogov, Kavelin y el poeta Nekrásov, que lo honraron con su sincera y cálida amistad. Es miembro de todas las universidades rusas y de tres extranjeras. Etcétera, etcétera. Todo eso, y muchas cosas más que podrían decirse, constituye lo que se llama mi nombre.

Mi nombre es famoso. En Rusia lo conoce cualquier persona educada, mientras en el extranjero se le agregan los calificativos de «distinguido» y «honorable» cuando se lo menciona desde la cátedra. Es uno de los escasos nombres afortunados cuyo menosprecio o mención vana, ya sea en público o en la prensa, se considera una señal de mala educación. Y así debe ser. Pues mi nombre está íntimamente ligado al concepto de persona célebre, de grandes dotes e indudable utilidad. Soy un hombre hacendoso y perseverante, lo que es importante, y tengo talento, lo que es más importante aún. Además, dicho sea de paso, soy educado, modesto y honrado. Jamás he metido la nariz en la literatura ni en la política, no he buscado la popularidad polemizando con ignorantes, no he pronunciado discursos en banquetes o ante la tumba de mis colegas… En suma, mi nombre académico no presenta ninguna mancha ni tiene motivo de queja. Es afortunado.


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72 págs. / 2 horas, 6 minutos / 1.149 visitas.

Publicado el 8 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

Sor Monika

E.T.A. Hoffmann


Novela corta


Primera parte


Concedo voluntatem!

Esta es una de las naves de Cupido… ¡desplegad más velas! ¡Más! Al ataque… ¡los cañones ante los agujeros! ¡Fuego!

Pistol en Las alegres comadres de Windsor de Shakespeare
 

La hermana Monika cuenta la vida de su madre y de su padre a las amigas reunidas, pero especialmente a la hermana Annunciata Veronika, excondesa de R.

Pocas de vosotras, queridas hermanas, conocéis a mi familia; mi padre, en cambio, era muy bien conocido por sus camaradas, que con él y Laudon habían participado en la Guerra de los Siete Años y habían infligido más de una derrota a Federico el Grande.

En una noble residencia para viudas cerca de Troppau, en uno de los paisajes más agradables del Oppa, pasó mi madre los primeros años de su primavera; y la pasó con aquellos cálidos sentimientos de la existencia que no siempre comienza con el ¡coeur palpite!, pero que acostumbra terminar con el ¡haussez les mains!

Su madre había conocido el mundo y lo había gozado, había dejado en él su temperamento, llevándose su amor a la soledad para la formación de su Louise.

Esta Louise es mi madre. Fue educada sin prejuicios, y sin prejuicios vivió y actuó.

A los más seductores atractivos del cuerpo unía una gracia sin igual, un savoir faire sin reservas ni hipocresía.

El capellán Wohlgemuth, llamado hermano Gerhard, a quien mi madre apreciaba mucho, se encargó, como preceptor, de la formación de la virginal flor. Era un hombre joven y apuesto, de treinta años, y su encantadora discípula necesitaba grandes esfuerzos, por la noche, en su solitaria cama, para que sus dedos calmaran el fuego que la encantadora locuacidad del mentor había encendido en su pecho todavía inmaduro.


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105 págs. / 3 horas, 4 minutos / 170 visitas.

Publicado el 30 de enero de 2018 por Edu Robsy.

Alas Rotas

Gibran Kahlil Gibran


Novela corta


Prefacio

Tenía yo dieciocho años de edad cuando el amor me abrió los ojos con sus mágicos rayos y tocó mi espíritu por vez primera con sus dedos de hada, y Selma Karamy fue la primera mujer que despertó mi espíritu con su belleza y me llevó al jardín de su hondo afecto, donde los días pasan como sueños y las noches como bodas.

Selma Karamy fue la que me enseñó a rendir culto a la belleza con el ejemplo de su propia hermosura y la que, con su cariño, me reveló el secreto del amor; fue ella la que cantó por vez primera, para mí, la poesía de la vida verdadera.

Todo joven recuerda su primer amor y trata de volver a poseer esa extraña hora, cuyo recuerdo transforma sus más hondos sentimientos y le da tan inefable felicidad, a pesar de toda la amargura de su misterio.

En la vida de todo joven hay una "Selma", que súbitamente se le aparece en la primavera de la vida, que transforma su soledad en momentos felices, y que llena el silencio de sus noches con música.

Por aquella época estaba yo absorto en profundos pensamientos y contemplaciones, y trataba de entender el significado de la naturaleza y la revelación de los libros y de las Escrituras, cuando oí al Amor susurrando en mis oídos a través de los labios de Selma. Mi vida era un estado de coma, vacía como la de Adán en el Paraíso, cuando vi a Selma en pie, ante mí, como una columna. de luz. Era la Eva de mi corazón, que lo llenó de secretos y maravillas, y que me hizo comprender el significado de la vida.


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65 págs. / 1 hora, 54 minutos / 442 visitas.

Publicado el 21 de diciembre de 2017 por Edu Robsy.

La Bruja Lois

Elizabeth Gaskell


Novela corta


I

En el año 1691, Lois Barclay intentaba recuperar el equilibrio en un pequeño desembarcadero de madera, del mismo modo que lo había intentado ocho o nueve semanas antes en la cubierta del balanceante barco que la había llevado de la Vieja a la Nueva Inglaterra. Resultaba tan extraño estar en tierra firme ahora como verse mecida por el mar día y noche no hacía mucho; y la misma tierra ofrecía un aspecto igual de extraño. Los bosques que se veían por todas partes y que, en realidad, no quedaban muy lejos de las casas de madera que formaban la ciudad de Boston, eran de diferentes tonos de verde, y diferentes, también, por la forma del contorno, de los que Lois Barclay conocía bien de su antiguo hogar en el condado de Warwick. Se sentía un poco abatida allí sola, esperando al capitán del Redemption, el amable y rudo veterano que era su único amigo en aquel continente ignoto. Pero el capitán Holdernesse estaba ocupado y tardaría bastante en poder atenderla, al parecer; así que Lois se sentó en un barril de los que había tirados, se cerró más el abrigo gris y se bajó la capucha resguardándose mejor del viento cortante que parecía seguir a quienes había tiranizado en el mar, con obstinado afán de seguir torturándolos en tierra. Lois esperó con paciencia allí sentada, aunque estaba cansada y tiritaba de frío; pues hacía un día crudo para el mes de mayo, y el Redemption, cargado de pertrechos y suministros necesarios y útiles para los colonos puritanos de Nueva Inglaterra, era el primer barco que se había aventurado a cruzar los mares.


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109 págs. / 3 horas, 10 minutos / 626 visitas.

Publicado el 19 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

El Castillo de Otranto

Horace Walpole


Novela corta


Capítulo I

Manfredo, príncipe de Otranto, tenía un hijo y una hija: ésta, una bellísima doncella de dieciocho años, se llamaba Matilda. Conrado, el hijo, tres años menor, era un joven feo, enfermizo y de disposición nada prometedora. Aun así gozaba del favor de su padre, que nunca dio muestras de afecto hacia Matilda.

Manfredo había concertado un matrimonio para su vástago con la hija del marqués de Vicenza, Isabella, la cual ya había sido puesta por sus custodios en manos de Manfredo, a fin de que pudieran celebrarse los esponsales en cuanto el estado de salud de Conrado lo permitiera. La impaciencia de Manfredo por esta ceremonia la advirtieron su familia y sus vecinos. La familia, conociendo bien el carácter severo de su príncipe, no se atrevió a exteriorizar sus reservas ante su precipitación. Hippolita, la esposa, una dama afable, alguna vez se había aventurado a comentar el peligro de casar a su único hijo tan pronto, considerando su corta edad y su pésima salud; pero nunca recibió más respuesta que reflexiones acerca de su propia esterilidad, pues había dado a su esposo un solo heredero. Los arrendatarios y súbditos eran menos cautos en sus palabras: atribuían aquella boda precipitada al temor del príncipe de ver cumplida una antigua profecía según la cual «el castillo y el señorío de Otranto dejarían de pertenecer a la actual familia cuando su auténtico dueño creciera tanto que no pudiera habitarlo». Era difícil atribuir algún sentido a la profecía, y aún resultaba menos fácil concebir que tuviese algo que ver con el matrimonio en cuestión.

Pero tales misterios, o contradicciones, en ningún caso disuaden al vulgo de su opinión.


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108 págs. / 3 horas, 10 minutos / 246 visitas.

Publicado el 15 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

El Terror

Edgar Wallace


Novela corta


Capítulo I

O’Shea estaba más trastornado que nunca, llevando así toda la noche. Zanqueaba arriba y abajo de la herbosa pendiente, murmurando entre dientes, dirigiéndose con las manos a algún invisible auditorio, celebrando con cacareos sus propias y misteriosas ocurrencias…; y de madrugada se había echado sobre el pequeño Lipski, que se había atrevido a encender un cigarrillo con desprecio de las instrucciones, y le había golpeado con salvaje brutalidad, sin que los otros dos hombres hubieran osado intervenir.

Joe Connor estaba tumbado en el suelo, masticando una brizna do hierba y observando con ojos sombríos la inquieta figura. Marks, que estaba junto a él con las piernas cruzadas, observaba también, pero había una torcida sonrisa de desprecio en sus delgados labios.

—Loco como una cabra —comentó Joe Connor en voz baja—. Si despacha esta faena sin hacernos ir a la cárcel para el resto de nuestras vidas, estaremos de suerte.

Soapy Marks se lamió los secos labios.

—Es más listo cuando está loco. —Hablaba con el refinado deje que da la cultura. Algunos decían que Soapy había estudiado para cura antes que el deseo de un modo de vivir más fácil e ilícito hiciera de él uno de los más hábiles (y posiblemente el más peligroso) delincuentes de Inglaterra—. La locura, mi querido compañero, no implica estupidez. ¿No puedes hacer que el tipo ese deje de gimotear?

Joe Connor no se levantó. Volvió los ojos en la dirección de la postrada figura de Lipski, que se quejaba y maldecía entre sollozos.

—Se le pasará —dijo con indiferencia—. Cuanto más le zurra O'Shea, más lo respeta.

Reptando, se acercó algo más a su confederado.


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85 págs. / 2 horas, 29 minutos / 112 visitas.

Publicado el 5 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

Las Bodas de Yolanda

Hermann Sudermann


Novela corta


I

Estar de pie ahí, ante la tumba abierta todavía de un viejo camarada, es horrible, señores, les aseguro... simplemente horrible. Los pies se hunden en la tierra recién removida, uno se retuerce el bigote con expresión idiota y al mismo tiempo, querría aullar de pena.

Todo, pues, había concluido... nada había que hacer ya... Su muerte nos arrebata un verdadero genio en el arte de inventar grogs, ponches y cherry gobblers, fríos o calientes. Cuando uno se paseaba con él por el campo, les aseguro, señores, con sólo ver su manera de sorber el aire, se podía estar seguro de que acababa de tener una inspiración. Al sentir el aroma de una maleza cualquiera, había adivinado en qué clase de vino habría que ponerla en infusión para conseguir una bebida excelente, extra fina...

¡Y qué entretenido era! Nos veíamos todas las noches, desde hacía años, fuera que él viniera a mi casa en Ilgenstein, o que yo me trasladase a caballo a Döbeln; y nunca me había parecido largo el tiempo que con él pasaba.

Tenía una manía, sin embargo, una idea fija: el casamiento... Para mí, se entiende; porque él...

—¡Gran Dios!—decía;—no espero sino que esta bendita agua se me meta en el corazón, y entonces... reviento.

Y eso había sucedido precisamente... el hombre había reventado... Ahí estaba, tendido a mis pies, en el gran cajón blasonado; me parecía que tenía que golpear la tapa y llamarlo: «¡He, Pütz! basta de farsas! ¡sal de ahí, que tenemos que hacer nuestro piqué!»

No se rían señores... el hábito es la más exigente de las pasiones, y ustedes no saben a cuántos hace morir todos los años la pérdida de sus costumbres: «no hay poema, no hay canción que las celebre», diré, como mi amigo Uhland.


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51 págs. / 1 hora, 29 minutos / 53 visitas.

Publicado el 14 de agosto de 2017 por Edu Robsy.

El Molino Silencioso

Hermann Sudermann


Novela corta


I

¿Desde cuándo lleva su nombre el «Molino silencioso»? No lo sé. Desde que lo conozco es un viejo edificio medio derruido, resto lastimoso de una época ya desaparecida.

Descascarados y sin techo, sus muros, que los años desmoronan, se alzan hacia el cielo dejando paso libre a todos los vientos. Dos grandes muelas redondas, que sin duda trabajaron valientemente en otro tiempo, han roto el armazón carcomido que las sostenía, y, arrastradas por su propio peso, se han hundido profundamente en el suelo.

La rueda grande permanece suspendida de través entre los dos soportes podridos. Las paletas han desaparecido; sólo los rayos se alzan todavía en el aire, como brazos que se tienden hacia el cielo para implorar el golpe de gracia.

El musgo y las algas lo han cubierto todo con un manto de verdor a través del cual el berro muestra sus hojas redondas, de palidez enfermiza. Un canal medio arruinado vierte dulcemente el agua, que cae gota a gota con un ruido cuya monotonía adormece, sobre los rayos de la rueda, que salta hecha polvo y que llena el aire de vapor húmedo.

Oculto bajo una capa de leños grises, el arroyo esparce un olor de agua corrompida. Todo lleno de algas y de hierbas, ha sido invadido por los pinos acuáticos y los juncos; en el medio solamente resalta un hilo de agua cenagosa y negra, en el que se columpia perezosamente la lenteja acuática, con sus hojas delicadas de color verde claro.

En otro tiempo, el arroyo del molino corría alegremente, la espuma brillaba blanca como la nieve a lo largo del dique, las ruedas enviaban hasta la aldea el ruido alegre de su tictac; y, en el patio, los carros iban y venían en largas filas, mientras resonaba a lo lejos la voz potente del viejo molinero.


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96 págs. / 2 horas, 49 minutos / 76 visitas.

Publicado el 14 de agosto de 2017 por Edu Robsy.

Carmilla

Joseph Sheridan Le Fanu


Novela corta


Prólogo

En un papel adjunto al relato que sigue, el doctor Hesselius ha escrito una nota bastante elaborada que acompaña con una referencia a su ensayo acerca del extraño tema sobre el que el manuscrito arroja luz.

Este misterioso tema lo trata, en ese ensayo, con su habitual erudición y agudeza, y de un modo notablemente directo y condensado. Constituirá un volumen en la publicación de los escritos completos de este hombre extraordinario.

Dado que en este volumen publico el caso tan sólo para interesar a los «legos», no voy a anticiparme en nada a la inteligente dama que lo relata; y, tras debida reflexión, me he decidido, consecuentemente, a abstenerme de presentar ningún précis del razonamiento del sabio doctor, o extracto alguno de su exposición sobre un tema que, según él describe, «no es improbable que tenga que ver con algunos de los más profundos secretos de nuestra existencia dual y sus intervenciones».

Me sentí ansioso, al descubrir ese papel, por volver a abrir la correspondencia iniciada por el doctor Hesselius, muchos años antes, con una persona tan inteligente y escrupulosa como parece haber sido su informante. Con gran sentimiento mío, sin embargo, averigüé que la dama había muerto en el intervalo.

Es probable que ella no hubiera podido añadir gran cosa al relato que da a conocer en las páginas siguientes de un modo, hasta donde puedo juzgar, tan concienzudamente circunstanciado.


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89 págs. / 2 horas, 35 minutos / 308 visitas.

Publicado el 3 de junio de 2017 por Edu Robsy.

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