Textos más populares este mes etiquetados como Novela corta | pág. 15

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Dolores

Gertrudis Gómez de Avellaneda


Novela corta


Prefacio

Sr. Director del Diario de la Marina:

Muy Señor Mío y Amigo: Tres meses hace que deseo, y me propongo cada día, comenzar la grata misión que usted ha tenido a bien confiarme, de recrear de vez en cuando con alguna novelita original a los numerosos y constantes suscritores del apreciable periódico que usted dirige. Pero todo mi anhelo de complacerle se ha estrellado hasta ahora en una absoluta falta de tiempo, que usted comprenderá sin duda, puesto que sabe lo que es en la Habana la instalación de un periódico, y que por mi desgracia me hallo metida en esa empresa magna.

Sin embargo, no quiero en manera alguna dar causa para que usted sospeche que pongo en olvido mi promesa, o que me tomo menos interés por su periódico de usted que por el mío; y toda vez que este último logró al cabo ver la luz (¡Dios sabe con qué trabajos!), allí van esos capítulos para comienzo de mi colaboración en el privilegiado Diario, bienaventurado entre todos los de la isla, pues es el único que marcha sin tropiezos y percances.

Sólo pido a usted el obsequio de que haga presente a sus ilustrados suscritores, que—al ofrecerles estas desaliñadas páginas—no abrigo pretensión alguna, como ahora se dice. Declaro desde luego que no soy inventora de los sucesos que en ellas se refieren, ni puedo reclamar como creación de mi humilde ingenio ninguno de las caracteres que juegan en este drama doméstico.

Dolores, mi estimado amigo, existió realmente, como todos los personajes de esta historia, que parece novela, y cuyos principales hechos hallará usted en las crónicas de aquel tiempo; si bien no tan detallados como en otra que yo guardo entre papeles de familia, y de la cual ha sido extractado el extraño episodio que a usted remito, y que acaso me interesa más que interesara al público, por la circunstancia de ser gentes de mi sangre las que descuellan en él.


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Dominio público
75 págs. / 2 horas, 12 minutos / 171 visitas.

Publicado el 2 de octubre de 2021 por Edu Robsy.

De Buena Cepa

Francisco Acebal


Novela corta


A Marcelo Cervino.

I

El solar de los Leiredos de la Campa no radicaba en término de Rañeces y, sin embargo, D. Nazario Leiredo allí vivía, engolosinado con la estrechez de aquella villa, por tener en ella para espaciar su mirada las anchuras del mar. Rañeces era un montón de viviendas agarradas como la lapa á las peñas; costras blancuzcas y rojizas, adheridas al cantil en líneas onduladas que malamente formaban calles estrechas y tortuosas, pero dejando ver á cada revuelta un pedazo de mar, y colándose por los boquetes un viento salado, frescachón, esparcido como soplo de salud por la villa mugrienta. Se empinaban unas casas por encima del tejado de las otras para gozar todas del regalo del mar, de aquel aliento salitroso que refrescaba las paredes sucias, y metiéndose por ventanucas ó portales conseguía orear las entrañas de la villa.

La intrincada traza de ésta prestábala apariencias engañosas, de tal manera, que tres calles, unos cuantos callejones, dos plazas y muchos esquinazos y rinconadas daban á Rañeces fachenda de villa costera.

La casona en que habitaba don Nazario pertenecía por herencia á su mujer, doña Clementina Orrea, y estaba en lo más bajo de la villa, con la raigambre de sus cimientos metida en las mismas rocas del Cantábrico; era una cómoda vivienda, de las de ancho portón y blasonado dintel, muros de sillar negreados y roídos por el tiempo, con ventanajes verdes y balcón voladizo que caía sobre la plaza de la iglesia.

Su caprichoso asiento en la linde del mar fué tan del gusto del señor de Leiredo, que abandonó su terruño nativo, el de la Campa, resuelto á consumir el resto de sus días en el solar costanero de Rañeces.


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Dominio público
25 págs. / 43 minutos / 94 visitas.

Publicado el 7 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

Teatrillo de Enredo

Ramón María del Valle-Inclán


Novela corta


I

El “Baluarte del Betis”, diario liberal, tenía su redacción sobre la imprenta, en un piso obscuro. Resmas de papel escalonaban el zócalo de las alcobas. Por los altos de la escalera, al pie del pasamanos, nunca faltaba el servicio de café con colillas apagadas. A toda la longura del pasillo iba un jirón de estera, sucio de lodo, con boquetes y tropezones de rómpete el alma. La cocina acentuaba una expresión de cales áridas con los fríos vasares desiertos.

En el ventanillo un geranio, el fogón apagado, las telarañas en el hollín de la chimenea. El zángano pitañoso sube y baja las pruebas. La bruja, con un ramito verde en el moño, pasa la escoba por la escalera. En la mesa de redacción los tinteros, con plumas multicolores, brindan su adorno de caciques africanos al inspirado vate encargado de redactar los “Ecos del Planeta”, Don Olegario Botella, que los ingeniosos de la redacción llamaban alternativamente, Don Ole Botellín, Don Botellín y Don Ole.

II

Trifulca en la escalera. La vieja de la escoba, con el zangaño pitañoso y dos compadres, suben en volandas el madejón de un espectro con ojos de fiebre.

El Zurdo Montoya levantó la mano de cera al entrarle en la sala de redacción y dejarle arrimado a la mesa.

—¡Acallaivos todos y dejaime que hable!

Se dobló con la mano en el pecho, escupiendo sangre Don Olegario, con aire gili, le ofreció un vaso de agua. Con carrerilla oficiosa se lo tomó de las manos la madre de la escoba, moviendo los verdes del moñete.

—¡Bebe, hijo! Tú dirás si te la quiebro con unas gotas de vinagre.

Bebió el Zurdo. Se limpió con el cerillo de los artejos, y doblado con quebradura de huesos, abrió el cisma de proposiciones heréticas:

—¡La España, para los pobres que llevamos un trato por las ferias, se está poniendo al tino de una mazmorra de Orán!

Actuaron los compadres:


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29 págs. / 51 minutos / 107 visitas.

Publicado el 6 de enero de 2022 por Edu Robsy.

La de los Ojos Color de Uva

Felipe Trigo


Novela corta


Estudio crítico de la obra de Felipe Trigo

Un novelista de la mujer y del amor


El Mercure de France, rindiéndole cuenta a sus lectores de la primera novela de Felipe Trigo, Las Ingenuas, escribía: «Felipe Trigo, como Gabriel D'Annunzio, en Italia, ha creado, en España, de un golpe, un género. Es arte, y gran arte, el del autor de Las Ingenuas, o no lo entendemos nosotros. Sus maestros son, sin duda, Flaubert y Maupassant.»

Lo mismo el ilustre novelista español es un analizador profundo de las almas, un concienzudo observador de la vida y un estudiador infatigable de los problemas amorosos. El amor, en su refinada voluptuosidad de la civilización moderna, en su sensualidad ardiente y sincera de la raza latina, cautivo entre las tormentosas dudas con que las filosofías extrañas hubieron de amarrarlo y de velarlo como con una túnica cilicio, constituye la esencia de las novelas de Felipe Trigo, y ocupa buena parte de sus libros de sociología y de arte. Su prosa es férvida, clara, llena de vigor, lo sobrado flexible y varia para ir desde el verismo más audaz al lirismo más alado. Menos decadente que Gabriel D'Annunzio, porque es más sincero, sólo se le asemeja en la casi inconsciente reproducción del alma propia en los protagonistas de sus obras. Jorge, el bello adolescente de La sed de amar; Luciano, el gentil amante de Las Ingenuas; Darío, el artista de Alma en los labios; Víctor, el escritor de La Altísima..., son todos personificaciones diversas del espíritu ardiente y triste, insaciado e insaciable, de su creador, y que se parecen como hermanos.


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Dominio público
78 págs. / 2 horas, 16 minutos / 59 visitas.

Publicado el 1 de septiembre de 2023 por Edu Robsy.

Lo Irreparable

Felipe Trigo


Novela corta


I

Athenógenes Aranguren de Aragón entró.

No era un juez como cualquiera. Ni por el nombre, que ya tenía en sí mismo una marca de rareza, ni por su traza y su traje. Joven, muy guapo, listo. Y fino y exageradamente elegante como un goma de Madrid.

Juez y todo, por sus años, que llegaban mal a veintisiete, habíase relacionado en la ciudad, tan pronto como llegó, con muchachos de buen tono. Con unos que tenían automóviles, con otros que tenían coches, y con otros, en fin, que tenían al menos bicicletas y caballos. Era conservador.

Al verle se le hizo sitio en el corro de la estufa. Los más humildes callaron. Los más selectos dirigiéronle sonrisas y afables acogimientos. Porque sobre estos muchachos ricos de los coches y los galgos, tenía Athenógenes, que ya había sido por tradición de su familia un gran sportsman en León, el prestigio de su talento y su carrera.

— ¡Hola! ¿Qué?

— ¿Qué hay? — ¿Qué se sabe en el Juzgado?

— ¿Qué se cuenta del Pernales?

— ¿Nuevas noticias?

— ¡Atiza esa estufa, Quintín!

El bello juez, rubio, que traía esta noche brillantes en la corbata y americana de cinta, sacó primero una larga cajetilla de cigarros color té, brindó, encendió luciendo su preciosa fosforera, y púsose en seguida a contar lo que sabía de los bandidos. El Pernales y el Chato de Mairena continuaban por tierras de Arahal; y lo de los otros tres de la dispersa banda, que se habrían corrido a Extremadura, según la Prensa, era incierto. Belloteros, puestos en fuga por los guardias al pie de Almendralejo, los que habían dado lugar a tal alarma. Belloteros. Es decir, rúrales raterillos, ladrones de bellotas.


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Dominio público
47 págs. / 1 hora, 23 minutos / 59 visitas.

Publicado el 2 de septiembre de 2023 por Edu Robsy.

La Última Fada

Emilia Pardo Bazán


Novela corta


Capítulo 1

Cuando Tristán de Leonís, Caballero de la Tabla redonda, e Iseo la Morena, reina del país de Cornualla, hubieron exhalado a un tiempo el último suspiro (siendo muy ardua faena el desenlazar sus cuerpos estrechamente abrazados), al pie de un espino cubierto el año todo de blanca flor, en las landas de Bretaña, país de encantamiento, se celebró un conciliábulo de fadas para tratar de la suerte del hijo que habían dejado los dos amantes.

No vierais, por cierto, cosa más linda que el tal espino. La albura que cubría enteramente sus ramas estaba rafagueada de un rosa muy sutil, y el viento, al agitar su follaje, hacía caer una lluvia de pétalos siempre olorosos. No era un arbusto, sino un árbol grande, y su mole de plata parecía que alumbraba todo el bosque, el cual se extendía casi una legua en derredor. Y le tenían miedo los labriegos a aquel bosque, sabiendo que lo poblaban trasgos y brujas, y, sobre todo, que en el grueso tronco del espino se hallaba preso nada menos que el sabio Merlín, protobrujo y mago en jefe.

Contábase que le había encerrado en tal cárcel su discípula y amada Bibiana, a quien el brujo, senilmente enamorado, dio cierto y que se sirvió de él para jugarle una mala pasada. Las crónicas, que no entienden de achaques del corazón, aseguran que Bibiana sufrió, al encerrar a Merlín, una equivocación fatal, de la cual le pesó mucho, y bien quisiera deshacerlo; mas yo os digo que las largas guedejas, más blancas que las flores del espino, de Merlín, no atraían a la maga, y al darle prisión, quiso librarse del peso y enojo de sus ternezas tardías.


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47 págs. / 1 hora, 22 minutos / 179 visitas.

Publicado el 8 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

Superchería

Leopoldo Alas "Clarín"


Novela corta


A Tomás Tuero

Tomás: Después de leído este libro, el que más quiero de los míos, no sé por qué, a no ser vagamente, sentí la comezón de dedicártelo a ti.

Clarín.

Capítulo 1

Nicolás Serrano, un filósofo de treinta inviernos, víctima de la bilis y de los nervios, viajaba por consejo de la medicina, representada en un doctor, cansado de discutir con su enfermo. No estaba el médico seguro de que sanara Nicolás viajando; pero sí de verse libre, con tal receta, de un cliente que todo lo ponía en tela de juicio, y no quería reconocer otros males y peligros propios que aquellos de que tenía él clara conciencia. En fin, viajó Serrano, lo vio todo sin verlo, y regresaba a España, después de tres años de correr mundo, preocupado con los mismos problemas metafísicos y psicológicos, y con idénticas aprensiones nerviosas.


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55 págs. / 1 hora, 37 minutos / 137 visitas.

Publicado el 17 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

Jettatura

Théophile Gautier


Novela corta


I

El Leopoldo, magnífico barco de vapor toscano que hace el trayecto de Marsella a Nápoles, acababa de doblar la punta de Procida. Todos los pasajeros estaban en el puente, curados del mal de mar ante la vista de la tierra, remedio más eficaz que los dulces de Malta y otras recetas utilizadas en tales casos.


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99 págs. / 2 horas, 53 minutos / 131 visitas.

Publicado el 20 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Una Historia Aburrida

Antón Chéjov


Novela corta


I

Vive en Rusia un profesor emérito llamado Nikolái Stepánovich de Tal y Tal, consejero privado y caballero; tiene tantas condecoraciones, rusas y extranjeras, que, cuando se ve en la tesitura de ponérselas, los estudiantes lo llaman «el iconostasio». Todos sus conocidos pertenecen a lo más granado de la aristocracia; al menos en los últimos veinticinco o treinta años no ha habido en Rusia un erudito ilustre al que no haya tratado durante algún tiempo. Ahora no tiene con quién relacionarse, pero, si echamos la vista atrás, la larga lista de sus amigos célebres incluye nombres como Pirogov, Kavelin y el poeta Nekrásov, que lo honraron con su sincera y cálida amistad. Es miembro de todas las universidades rusas y de tres extranjeras. Etcétera, etcétera. Todo eso, y muchas cosas más que podrían decirse, constituye lo que se llama mi nombre.

Mi nombre es famoso. En Rusia lo conoce cualquier persona educada, mientras en el extranjero se le agregan los calificativos de «distinguido» y «honorable» cuando se lo menciona desde la cátedra. Es uno de los escasos nombres afortunados cuyo menosprecio o mención vana, ya sea en público o en la prensa, se considera una señal de mala educación. Y así debe ser. Pues mi nombre está íntimamente ligado al concepto de persona célebre, de grandes dotes e indudable utilidad. Soy un hombre hacendoso y perseverante, lo que es importante, y tengo talento, lo que es más importante aún. Además, dicho sea de paso, soy educado, modesto y honrado. Jamás he metido la nariz en la literatura ni en la política, no he buscado la popularidad polemizando con ignorantes, no he pronunciado discursos en banquetes o ante la tumba de mis colegas… En suma, mi nombre académico no presenta ninguna mancha ni tiene motivo de queja. Es afortunado.


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72 págs. / 2 horas, 6 minutos / 1.173 visitas.

Publicado el 8 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

Una en Otra

Fernán Caballero


Novela corta


A la Excma. señora doña Josefa Marín de Pérez Seoane, condesa de Velle, etc.

En testimonio de gratitud por haber acogido con tanta benevolencia mi primer ensayo, favoreciéndolo con sus elogios, y revelándome en su alma todas las simpatías que deseaba encontrar en las rectas y puras

Fernán Caballero

Prólogo

Lectora amable, benigno lector: Sírvanse ustedes prestarme atención por unos instantes. Aunque traigo con ustedes tres pretensiones, de las dos primeras pronto salimos.

¿Van ustedes a leer las dos novelitas de FERNÁN CABALLERO, comprendidas en este volumen? Pues háganme el obsequio de omitir por ahora la lectura del prólogo; después hablaremos.

Pongamos aquí unas cuantas líneas de puntos en primer lugar para gastar papel, y en segundo para indicar el tiempo que se ha de invertir en leer una y otra novela.

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Enterados ya de ambas, ¿quieren ustedes concederme la segunda súplica? Es ésta: Ya que no leyeron antes el prólogo, no lo lean después.

La lectora amable se conviene sin dificultad, confesando paladinamente que jamás había leído prólogo de novela ninguna.

—Porque, mire usted: las novelas me gustan; pero como los prólogos no forman parte de la novela...

Si fueran como unos cuentecillos breves, que sirviesen de introducción a la novela principal, entonces no digo que no pasaría la vista por ellos.

Y también me enteraría de un prólogo donde se me diesen noticias del autor, de las cuales apareciese que era joven, soltero, buen mozo, y héroe de varias aventuras, parecidas a las que iba a leer.


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Dominio público
196 págs. / 5 horas, 43 minutos / 203 visitas.

Publicado el 14 de octubre de 2018 por Edu Robsy.

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