Textos por orden alfabético inverso etiquetados como Novela disponibles | pág. 32

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Huella de Almas

Francisco Acebal


Novela


A la memoria de mi hermano Victoriano.

Al que leyere

Lector, no temas: mi proemio será breve; á una obra, obscura y modesta no he de pegarle desmedida portada; á pequeño edificio le sienta mal portalón solariego de amplitud y altura inacabables.

Desde que tracé el capítulo primero de éste mi primer librejo, sentí la comezón de hablar directamente al público, no para pedirle, hipócrita, benevolencias inmerecidas. El que saca sus libros de entre el polvo de la carpeta, en que tal vez debieron yacer, y los pone en escaparate, no pida benevolencias: cargar debe con sus culpas. El deseo que me rebullía era otro, pero era vago, era sutil, y á la postre, como novato desmañado que se ataruga y vacila, vacilaba yo temeroso de parecer pregonero de feria, que desde el tendejón se desgañita con las destempladas vociferaciones de lo que dentro de la barraca se puede ver; ya me oía á mí mismo gritar aquello de:—¡Adelante, señores, pasen á ver la sorprendente!... etc., etc.

Y si para hacer pregón de mis propios pensamientos, notaba en mí torpeza y vergüenza tales, mal se me podía ocurrir encomendarlo á pluma ajena: de la mía saldría roncero, pero espontáneo, ingenuo; de la extraña... ¿qué había de salir, sino un piropo mustio? ¡Lisonja fría!


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Dominio público
123 págs. / 3 horas, 36 minutos / 92 visitas.

Publicado el 7 de noviembre de 2021 por Edu Robsy.

Honorata de Wan Guld

Emilio Salgari


Novela


I. Veracruz

Después de aplacar las exigencias del estómago y de disfrutar algunas horas de descanso, los filibusteros se encaminaron en busca del campamento indio.

Temiendo, sin embargo, que en vez de indios fuesen españoles, Moko, que era el más ágil de todos, se adelantó para explorar los contornos.

La floresta que atravesaba era espesísima y estaba formada por plantas diversas que crecían tan próximas las unas a las otras, que en ocasiones casi imposibilitaban el paso.

Un infinito número de lianas circundaba aquellas plantas, serpenteando por el suelo y enroscándose en torno de los trancos y las ramas de los árboles.

De cuando en cuando, a lo largo de los troncos se veían huir esos reptiles llamados

“iguanas” o lagartos, largos de tres a cinco pies, de piel negruzca con reflejos verdes, que daban asco, y cuya carne, sin embargo, es apreciadísima por los gastrónomos mexicanos y brasileños, que la comparan a la del pollo.

Después de una hora larga de marcha abriéndose paso penosamente por entre aquella maraña de vegetales, los filibusteros se encontraron con Moko.

—¿Has visto a los indios? —preguntó el Corsario.

—Sí —contestó el negro—. Su campamento está ya próximo.

—¿Estás seguro de que son indios?

—Sí, capitán.

—¿Son muchos?

—Acaso unos cincuenta.

—¿Te han visto?

—He hablado con su jefe.

—¿Consiente en darnos hospitalidad?

—Sí, porque sabe que somos enemigos de los españoles y que entre nosotros se encuentra una princesa india.

—¿Has visto caballos en su campamento?

—Una veintena.

—Espero que nos venderán algunos —dijo el Corsario—. ¡Vamos, amigos, y si todo va bien, os prometo llevaros mañana a Veracruz!

Pocos minutos después los filibusteros llegaban al campamento indio.


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Dominio público
151 págs. / 4 horas, 24 minutos / 673 visitas.

Publicado el 3 de febrero de 2019 por Edu Robsy.

Hombrecitos

Louisa May Alcott


Novela


Capítulo 1

—Caballero, ¿quiere hacer el favor de decirme si estoy en Plumfield…? —preguntó un muchacho andrajoso, dirigiéndose al señor que había abierto la gran puerta de la casa ante la cual se detuvo el ómnibus que condujo al niño.

—Sí, amiguito; ¿de parte de quién vienes?

—De parte de Laurence. Traigo una carta para la señora.

El caballero hablaba afectuosa y alegremente; el muchacho, más animado, se dispuso a entrar. A través de la finísima lluvia primaveral que caía sobre el césped y sobre los árboles cuajados de retoños, Nathaniel contempló un edificio amplio y cuadrado, de aspecto hospitalario, con vetusto pórtico, anchurosa escalera y grandes ventanas iluminadas. Ni persianas ni cortinas velaban las luces; antes de penetrar en el interior, Nathaniel vio muchas minúsculas sombras danzando sobre los muros, oyó un zumbido de voces juveniles y pensó, tristemente, en que sería difícil que quisieran aceptar, en aquella magnífica casa, a un huésped pobre, harapiento y sin hogar como él.

—Por lo menos, veré a la señora —dijo, haciendo sonar tímidamente la gran cabeza de grifo que servía de llamador.

Una sirvienta carirredonda y coloradota abrió sonriendo y tomó la carta que el pequeñuelo silenciosamente le ofreció. Parecía acostumbrada a recibir niños extraños. Hizo que tomase asiento en el vestíbulo y se alejó, diciendo:

—Espera un poco, y sacúdete el agua que traes encima.

Prontamente halló entretenimiento el chico, con sólo dedicarse a contemplar, desde el oscuro rincón próximo a la puerta, el espectáculo que se desarrollaba ante su vista.


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Dominio público
225 págs. / 6 horas, 34 minutos / 480 visitas.

Publicado el 17 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas, alias Zotes

José Francisco de Isla


Novela


Al público, poderosísimo señor

Con efecto: no le ha habido desde Adán acá más poderoso que usted, ni le habrá hasta el fin de todos los siglos. ¿Quién trastornó toda la faz de la tierra de modo que, a vuelta de pocas generaciones, apenas la conocería la madre que la parió? Usted. ¿Quién fundó las monarquías y los imperios? Usted. ¿Quién los arruinó después o los trasladó adonde le dio la gana? Usted. ¿Quién introdujo en el mundo la distinción de clases y jerarquías? Usted. ¿Quién las conserva donde le parece y las confunde donde se le antoja? Usted. Malo es que a usted se le ponga una cosa en la cabeza, que solamente el Todopoderoso la podrá embarazar.

Y si del poder de las manos hacemos tránsito al del juicio, del dictamen y de la razón, ¿dónde le hay ni le ha habido más despótico ni absoluto? Sabida cosa es que, después del derecho divino y del natural, el derecho de usted, que es el de las gentes, es el más respetado y obedecido en todo el mundo; esto, aun en caso de que el derecho de las gentes y el natural sean distintos: controversia en que no quiero embarazarme, porque para mi asunto importa un bledo. Lo cierto es que, una vez que usted mande, resuelva, decrete y determine alguna cosa, es preciso que todos le obedezcan; porque, como usted es todos y todos son usted, es necesario que todos hagan aquello que todos quieren hacer. No se me señalará otro legislador más respetado.


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Dominio público
742 págs. / 21 horas, 39 minutos / 183 visitas.

Publicado el 12 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.

Historia de mi Vida

Antón Chéjov


Novela


I

El jefe de la oficina me dijo:

—A no ser por lo mucho que estimo a su honorable padre, le habría hecho a usted emprender el vuelo hace tiempo.

Y yo le contesté:

—Me lisonjea en extremo su excelencia al atribuirme la facultad de volar.

Su excelencia gritó, dirigiéndose al secretario:

—¡Llévese usted a ese señor, que me ataca los nervios!

A los dos días me pusieron de patitas en la calle.

Desde que era mozo había yo cambiado ocho veces de empleo. Mi padre, arquitecto del Ayuntamiento, estaba desolado. A pesar de que todas las veces que había yo servido al Estado lo había hecho en distintos ministerios, mis empleos se parecían unos a otros como gotas de agua: mi obligación era permanecer sentado horas y horas ante la mesa-escritorio, escribir, oír observaciones estúpidas o groseras y esperar la cesantía.

Con motivo de la pérdida de mi último destino tuve, como es natural, una explicación enojosa con el autor de mis días. Cuando entré en su despacho, estaba hundido en su profundo sillón y tenía los ojos cerrados.

En su rostro enjuto, de mejillas rasuradas y azules, parecido al de un viejo organista católico, se pintaba la sumisión al destino.

Sin contestar a mi saludo, me dijo:

—Si tu madre, mi querida esposa, viviera todavía, serías para ella origen constante de disgustos y de bochornos. Dios, en su infinita sabiduría, ha cortado el hilo de su existencia para evitarle terribles decepciones.

Calló un instante y añadió:

—Dime, desgraciado, ¿qué voy a hacer contigo?


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Dominio público
118 págs. / 3 horas, 27 minutos / 402 visitas.

Publicado el 9 de febrero de 2018 por Edu Robsy.

Historia de los Siete Murciélagos

Manuel Fernández y González


Novela


La alabanza á Dios

No hay otro Dios que Dios, el Altísimo y Unico; é puede apartar de nosotros las desgracias; él sólo es fuerte; él sólo sabe la verdad; él vive en lo pasado, llena lo presente y abarca lo porvenir: noche de horror, y sombra de espanto cubrirán al mundo cuando aparte de él sus ojos, porque él es la fuente de toda vida, y la claridad de toda luz; sin él nada existe; él es fuente de sabiduría, sin la cual el hombre seria comparable á los brutos, que no saben que han de morir, ni para qué han nacido: loado sea Dios, el Altísimo y el Misericordioso, autor y vida de todo lo creado: la luz de su espíritu brille sobre este libro, y le haga visible á todas las gentes, y se conserve hasta la más remota posteridad.

Esta es la Historia de los siete Murciélagos, que compuso Noeman D'zvn-Nun-el-Aziz-el-Ferag, poeta andaluz que residió mucho tiempo en Granada, y fué soldado sirviendo honradamente á su patria, y peregrinó por extrañas tierras, dejando en pos de sí por donde pasaba, el perfume y la suavidad de sus versos.

Él vió en las antiguas historias los sucesos de los Beni-Nazar, y los del magnífico rey Al-Hhamar, y las hadas le contaron hermosas historias de amores y encantamentos.

Escribiendo esas historias distrajo el poeta andaluz su pobreza, y vosotros podreis distraer leyéndolas vuestro ócio: ellas os llevarán de una aventura en otra, y os dirán cómo fuéron gentes y cosas que hace muchos años han dejado de existir.

Salud y paz de buena voluntad á los que leyeren este libro, y la alabanza á Dios autor de cuanto existe, y el sólo que no perece ni puede perecer.


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Dominio público
210 págs. / 6 horas, 8 minutos / 140 visitas.

Publicado el 21 de marzo de 2021 por Edu Robsy.

Historia de la Vida del Buscón

Francisco de Quevedo y Villegas


Novela, Clásico


Historia de la vida del Buscón llamado don Pablos, ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños

Libro Primero

Capítulo I. En que cuenta quién es el Buscón.

Yo, señora, soy de Segovia. Mi padre se llamó Clemente Pablo, natural del mismo pueblo; Dios le tenga en el cielo. Fue, tal como todos dicen, de oficio barbero, aunque eran tan altos sus pensamientos que se corría de que le llamasen así, diciendo que él era tundidor de mejillas y sastre de barbas. Dicen que era de muy buena cepa, y según él bebía es cosa para creer. Estuvo casado con Aldonza de San Pedro, hija de Diego de San Juan y nieta de Andrés de San Cristóbal. Sospechábase en el pueblo que no era cristiana vieja, aun viéndola con canas y rota, aunque ella, por los nombres y sobrenombres de sus pasados, quiso esforzar que era descendiente de la gloria. Tuvo muy buen parecer para letrado; mujer de amigas y cuadrilla, y de pocos enemigos, porque hasta los tres del alma no los tuvo por tales; persona de valor y conocida por quien era. Padeció grandes trabajos recién casada, y aun después, porque malas lenguas daban en decir que mi padre metía el dos de bastos para sacar el as de oros. Probósele que a todos los que hacía la barba a navaja, mientras les daba con el agua levantándoles la cara para el lavatorio, un mi hermanico de siete años les sacaba muy a su salvo los tuétanos de las faldriqueras. Murió el angelico de unos azotes que le dieron en la cárcel. Sintiólo mucho mi madre, por ser tal que robaba a todos las voluntades. Por estas y otras niñerías estuvo preso, y rigores de justicia, de que hombre no se puede defender, le sacaron por las calles. En lo que toca de medio abajo tratáronle aquellos señores regaladamente. Iba a la brida en bestia segura y de buen paso, con mesura y buen día. Mas de medio arriba, etcétera, que no hay más que decir para quien sabe lo que hace un pintor de suela en unas costillas.


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Dominio público
136 págs. / 3 horas, 58 minutos / 2.825 visitas.

Publicado el 3 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

Historia de Dos Ciudades

Charles Dickens


Novela


PRÓLOGO

Concebí las líneas generales de esta historia cuando representé con mis hijos y amigos el drama de Collin El Abismo Helado. Apoderóse entonces de mí el deseo firme de encarnar el drama en mi persona, y procuré asimilarme, con solicitud e interés especiales, el estado de ánimo necesario para hacer su presentación a un espectador dotado del espíritu de observación.

A medida que me fuí familiarizando con la idea, fueron dibujándose y resaltando las líneas generales hasta llegar gradualmente a adquirir la forma que en la actualidad tienen. Hasta tal extremo se ha posesionado de mí el argumento durante su ejecución, ha dado tanta vida a todo lo que en estas páginas se ha hecho y sufrido, que puedo decir, sin incurrir en exageraciones, que todo lo he hecho y sufrido yo mismo.

Cuantas referencias haga, por ligeras que sean, a la condición del pueblo francés antes o durante la Revolución, serán exactas de toda exactitud, fundadas en los testimonios de personas dignas de fe absoluta. Ha sido una de mis aspiraciones añadir algo a los medios de inteligencia populares y pintorescos de aquella época terrible, bien que firmemente convencido de que no hay quien pueda añadir nada a la portentosa filosofía que encierra la obra admirable de Carlyle.


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Dominio público
445 págs. / 13 horas / 1.278 visitas.

Publicado el 16 de junio de 2016 por Edu Robsy.

Hilván de Escenas

Gabriel Miró


Novela


Preliminares

I. Escenario

Entre dos estribaciones enormes y fragosas del Aylona, serpea el valle de Badaleste, hondo y vicioso.

En el horcajo de tamañas sierras, en altitud bravía está Confines, viejo y parduzco pueblecillo sobre cuyo costroso hacinamiento de tejados verdinegros, eleva la decrépita Abadía su campanario estrecho, amarillento y alto, maculado junto a su cornisa por las rudas y ennegrecidas piedras que deja ver un desgarrón de la fachada.

Las paredes de las últimas casas del pueblo reciben ávidas las caricias de los primeros verdores del valle. Éstos se originan con escalones inmensos de ondulantes mieses, sombreadas de trecho en trecho por redondos olivos y talludos almendros de retorcidos y negrales troncos.

Turnan con los trigos tablares de lozanas hortalizas distribuidas en geométricas figuras; rumorosos maizales; aterronados barbechos; y de nuevo la mies sucede, alta, apretada, undosa, bajando en gradería, afelpando transversalmente en verdes franjas o en oleadas de oro el pie de las colinas.

Es diversa la decoración de la sierra: los manchones espesos de los pinares la obscurecen; almendros de gaya pompa trepan briosos por las laderas y las brochean de un verde claro; erizados espliegos, virtuosos romeros, cortezosos tomillos, punzantes aliagas, la sahúman y arrebozan espléndidamente. Pero la flora se detiene, se interrumpe de cuando en cuando, y aparece el cantorral gris o albarizo.

En los sitios más suaves y bajos de las estribaciones se dilata en prolongadas paralelas el pálido olivar; y arriba, en las más fieras altitudes, se descubren tersas calvicies cenicientas, rojizas gargantas; y entre las quebraduras se retuercen añosas y gemidoras encinas.


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Dominio público
103 págs. / 3 horas, 1 minuto / 108 visitas.

Publicado el 29 de julio de 2020 por Edu Robsy.

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