Textos por orden alfabético inverso etiquetados como Novela disponibles | pág. 34

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Germinal

Émile Zola


Novela


Parte 1

Capítulo 1

Por en medio del llano, en la oscuridad profundísima de una noche sin estrellas, un hombre completamente solo seguía a pie la carretera de Marchiennes a Montsou; un trayecto de diez kilómetros, a través de los campos de remolachas en que abundan aquellas regiones. Tan densa era la oscuridad, que no podía ver el suelo que pisaba, y no sentía, por lo tanto, la sensación del inmenso horizonte sino por los silbidos del viento de marzo, ráfagas inmensas que llegaban, como si cruzaran el mar, heladas de haber barrido leguas y leguas de tierra desprovistas de toda vegetación.

Nuestro hombre había salido de Marchiennes a eso de las dos de la tarde. Caminaba a paso ligero, dando diente con diente, mal abrigado por el raído algodón de su chaqueta y la pana vieja de sus pantalones. Un paquetito, envuelto en un pañuelo a cuadros, le molestaba mucho; y el infeliz lo apretaba contra las caderas, ya con un brazo, ya con otro, para meterse en los bolsillos las dos manos a la vez, manos grandes y bastas, de las que en aquel momento casi brotaba la sangre, a causa del frío. Una sola idea bullía en su cerebro vacío, de obrero sin trabajo y sin albergue; una sola: la esperanza de que haría menos frío cuando amaneciese. Hora y media hacía ya que caminaba, cuando allá a la izquierda, a dos kilómetros de Montsou, advirtió unas hogueras vivísimas que parecían suspendidas en el aire, y no pudo resistir a la dolorosa necesidad de calentarse un poco las manos.


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Dominio público
563 págs. / 16 horas, 26 minutos / 1.129 visitas.

Publicado el 8 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

Gerifaltes de Antaño

Ramón María del Valle-Inclán


Novela


I

Santa Cruz volvió á caer sobre Otaín. Desde los hayedos del monte, bajó como los lobos al ponerse el sol, y corriendo en silencio toda la noche llegó á las puertas de la villa, cuando cantaban los gallos del alba. Llevaba consigo cerca de mil hombres, vendimiadores y pastores, leñadores que van pregonando por los caminos y serradores que trabajan en la orilla de los ríos, carboneros que encienden hogueras en los montes y alfareros que cuecen teja en los pinares, gente sencilla y fiera como una tribu primitiva, cruel con los enemigos y devota del jefe. Aldeanos que sonreían con los ojos llenos de lágrimas oyendo cuentos pueriles de princesas emparedadas, y que degollaban á los enemigos con la alegría santa y bárbara, llena de bailes y de cantos, que tenían los sacrificios sangrientos, ante los altares de piedra, en los cultos antiguos.

Quinientos infantes habían quedado guarneciendo la villa, cuando con un revuelo de gerifaltes, cayó sobre ella la partida del Cura. Dos escuadras de cien hombres entraron delante dando gritos, una por el camino del río, y otra por la Calle del Mercado. Quemaban las puertas de las casas, apaleaban á los viejos y hacían correr á las mujeres con los niños en brazos. Los soldados republicanos, sorprendidos en los alojamientos, salían despavoridos, restregándose los ojos. Sostuvieron algún tiroteo en las calles inmediatas á un convento, convertido en fuerte cuando ganó la villa á los carlistas Don Enrique España. Retrocedían sin orden, revueltos con los voluntarios, que cargaban á la bayoneta. El Cura, con el resto de su gente, guardaba todas las salidas de Otaín. Pero como las cornetas republicanas tocaban retirada en lo alto del fuerte, comprendió que la guarnición se encerraba entre aquellos muros, y entró por la villa á sangre y fuego. Sobre su cabeza se abrían las ventanas y clamaban muchas voces:


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Dominio público
79 págs. / 2 horas, 18 minutos / 482 visitas.

Publicado el 30 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Genio y Figura

Juan Valera


Novela


Medio de fonte leporum
Surgit amari aliquid, quod in ipsis floribus augat.

(Lucretii. De nat. rer. libr. IV).

I

En tres distintas y muy apartadas épocas de mi vida, peregrinando yo por diversos países de Europa y América, o residiendo en las capitales, he tratado al vizconde de Goivo-Formoso, diplomático portugués, con quien he tenido amistad afectuosa y constante. En nuestras conversaciones, cuando estábamos en el mismo punto, y por cartas, cuando estábamos en punto distinto, discutíamos no poco, sosteniendo las más opuestas opiniones, lo cual, lejos de desatar los lazos de nuestra amistad, contribuía a estrecharlos, porque siempre teníamos qué decirnos, y nuestras conversaciones y disputas nos parecían animadas y amenas.

Firme creyente yo en el libre albedrío, aseguraba que todo ser humano, ya por naturaleza, ya por gracia, que Dios le concede si de ella se hace merecedor, puede vencer las más perversas inclinaciones, domar el carácter más avieso y no incurrir ni en falta ni en pecado. El Vizconde, por el contrario, lo explicaba todo por el determinismo; aseguraba que toda persona era como Dios o el diablo la había hecho, y que no había poder en su alma para modificar su carácter y para que las acciones de su vida no fuesen sin excepción efecto lógico e inevitable de ese carácter mismo.

Los ejemplos, en mi sentir, nada prueban. De ningún caso particular pueden inferirse reglas generales. Por esto creo yo que siempre es falsa o es vana cualquier moraleja que de una novela, de un cuento o de una historia se saca.

Mi amigo quería sacarla de los sucesos de la vida de cierta dama que ambos hemos conocido y tratado con alguna intimidad, y quería probar su tesis y la verdad trascendente del refrán que dice: genio y figura, hasta la sepultura.


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165 págs. / 4 horas, 50 minutos / 250 visitas.

Publicado el 30 de abril de 2016 por Edu Robsy.

Ganarás el Pan...

Pedro Mata y Domínguez


Novela


I

Los grandes focos eléctricos del teatro Real despedían torrentes de luz sobre las aceras mojadas. Vendedoras de flores y periódicos, curiosos, desocupados y mendigos se atropellaban en la puerta permitiendo a duras penas la entrada del público. Los coches al pasar acortaban un momento su marcha; algunos se detenían para que las personas que los ocupaban se apeasen, y partían de nuevo veloces, quebrando en fragmentos el cristal de los charcos que la lluvia dejó en el arroyo.

En el salón se extendía, compacta, como un solo conjunto, la alegre muchedumbre. Las lámparas eléctricas arrancaban de ella matices vivísimos, tintes de iris; centelleo de escamas al reflejarse sobre los suaves terciopelos, las brillantes sedas, los satinados rasos y los mantones de Manila que, como frescas manchas de paleta, se destacaban del monótono negro de los fracs.

Un movimiento continuo, una agitación incesante, extendíase por todo el salón. Oleadas de gente en corrientes diversas iban y venían de un extremo a otro. Voces, gritos, canciones, chistes y carcajadas. Formábanse corrillos, rinconcitos de intimidad en los que se hablaba en voz baja, cuchicheando, produciendo un ruido semejante al de los gorriones al nacer el día. Arriba, en los palcos, las máscaras se abanicaban lánguidamente contemplando con indiferencia las apreturas de la muchedumbre. Casi todas charlaban y reían. Las menos, con los codos apoyados sobre el terciopelo de las balaustradas, seguían con interés las oscilaciones del salón, mostrando la satinada blancura de su garganta y el brillo de sus ojos más negros todavía que los negros antifaces. Cruzaban de un extremo a otro como raudas saetas frases y serpentinas, y en brillante lluvia caían de los palcos policromos confetti y escalas argentinas de carcajadas.


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Dominio público
213 págs. / 6 horas, 13 minutos / 19 visitas.

Publicado el 9 de mayo de 2024 por Edu Robsy.

Gabriel el Cerrajero o las Hijas de mi Papá

José Tomás de Cuéllar


Novela


A los obreros de México

Á vosotros, apóstoles del trabajo, veneros legítimos de la riqueza pública, á vosotros que cumplís con Dios regando el pan con el sudor de vuestro rostro, á vosotros dedico este libro.

El trabajo y la educación son las bases de la regeneración social.

El trabajo y la educación son el origen de la mas sublime de las emancipaciones.

Trabajando sois la riqueza.

Instruyéndoos seréis la patria.

Tal vez encontrareis alguna enseñanza provechosa en este libro: leedlo, y cuando descanséis de vuestro trabajo, acordaos de que tenéis un amigo que está trabajando por vosotros.

Parte I

I. Una visita de confianza

A eso de las cuatro, la mujer de un comerciante rico recibía á su visita de confianza las más tardes. Era ésta una costumbre inveterada que estaba muy lejos de inspirar la menor sospecha al mas malicioso observador, y mucho menos al comerciante.

En efecto, aquella señora y su visita cuotidiana hablaban siempre de cosas indiferentes; y á la sazón en que empezamos á ocuparnos de sus recomendables personas, están tratando amigablemente de esta materia.

Los parientes.

—¡No me hable usted de parentescos, criatura! decía el señor, porque en esa materia tengo también hecha mi composición de lugar...

—Como en todo, dijo la señora.

—Ya sabe usted criatura, que yo soy hombre de principios fijos.

—Ya lo sé: la prueba es que me dice usted «criatura» hace....

—Hará cinco años largos.

—Es cierto. Conque decía usted de los parientes....


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Dominio público
195 págs. / 5 horas, 42 minutos / 108 visitas.

Publicado el 18 de septiembre de 2021 por Edu Robsy.

Fuera de Combate

Alejandro Larrubiera


Novela


Al ilustre maestro

Don Jacinto Octavio Picón

Por cariño, por gratitud у por admiración.


Alejandro Larrubuiera.

I

Los pobres de espíritu y de bolsillo, fracasados y los poetas chirles calumnian á la Fortuna motejándola de loca y de antojadiza, pareciéndose en esto á los que beben los vientos por conseguir los favores de una beldad, y, al ser desdeñados, se vengan ridiculamente llamándola voluble, coqueta y, si á mano viene, fea y antipática.

No la denigran los que ella favorece y encumbra; pero, en cambio, creyendo debérselo todo, y aun más, á los propios méritos, la son olvidadizos é ingratos, que tal es la condición humana.

En el número de estos felices mortales podía contarse á D. Roque Gutiérrez, comerciante acaudalado, de gran crédito en la plaza madrileña.

En realidad, D. Roque no se lo debía todo á la diosa que preside al bien y al mal, hay que hacerle esa justicia: había luchado desde pequeñito en la lóbrega tienda de un famoso pañero por emular á éste en riqueza y en crédito, y tales fueron sus mañas, que al cabo de los años se vió dueño del almacén de su principal. Y cátate á Roque hecho un personaje en el mundo mercantil, y su tenducha, sita en la calle de Toledo, cerca de la de la Colegiata, mirada con envidia por sus colegas, que si murmuraban de la estrechez y de la obscuridad de la misma y del inmueble ruinoso y de un solo piso en que se encontraba, no podían menos de reconocer que su propietario valía «cien mil duros», mal contados. Y esta es una cifra, señores, que cuando se pronuncia hace abrir tamaños ojos y tamaña boca.


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Dominio público
155 págs. / 4 horas, 31 minutos / 96 visitas.

Publicado el 26 de septiembre de 2022 por Edu Robsy.

Fría Venganza

Manel Martin's


Novela


No es más ciego quien no ve, que quien que se empeña en no mirar.

Prologo

La historia empieza en el año dos mil siete, cuando el presidente del gobierno se percató, que la economía del país podía estallar en cualquier momento y empezó a sacar leyes que se pondrían en funcionamiento, entre el dos mil once y dos mil trece.

Zapatero venció en las elecciones del año siguiente, e intentó tapar el desaguisado del que había sido indiscutiblemente culpable, por no poner freno a la construcción, pero sobre todo al querer ocultar la burbuja inmobiliaria. Sé que muchos (interesados) achacan la crisis a las inversiones bancarias, pero eso solo atañía a los inversores. En fin dar explicaciones podría ocupar más sitio que este relato y mover un sinfín de discusiones, según el color del interlocutor.


Pero nuestra historia poco tiene que ver con la política y si con los tiempos y problemas, a los que tuvieron que hacer frente muchas empresas a consecuencia de la crisis.

Nuestra narración no es totalmente como la relato, ni por supuesto los protagonistas pero si muy parecida, solo he añadido un poco de imaginación propia y espero que con ella disfruten ustedes.


El autor

Fría venganza

El día era caluroso en la hermosa isla de Mallorca, el mes de junio imponía su ley debido al ambiente húmedo por la proximidad del mar, la ropa se pegaba al cuerpo con el sudor. Era natural por esas fechas, el verano irrumpía con fuerza.


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Licencia limitada
184 págs. / 5 horas, 22 minutos / 60 visitas.

Publicado el 20 de julio de 2022 por Edu Robsy.

Fortunata y Jacinta

Benito Pérez Galdós


Novela


Parte 1

Capítulo 1. Juanito Santa Cruz

1

Las noticias más remotas que tengo de la persona que lleva este nombre me las ha dado Jacinto María Villalonga, y alcanzan al tiempo en que este amigo mío y el otro y el de más allá, Zalamero, Joaquinito Pez, Alejandro Miquis, iban a las aulas de la Universidad. No cursaban todos el mismo año, y aunque se reunían en la cátedra de Camús, separábanse en la de Derecho Romano: el chico de Santa Cruz era discípulo de Novar, y Villalonga de Coronado. Ni tenían todos el mismo grado de aplicación: Zalamero, juicioso y circunspecto como pocos, era de los que se ponen en la primera fila de bancos, mirando con faz complacida al profesor mientras explica, y haciendo con la cabeza discretas señales de asentimiento a todo lo que dice. Por el contrario, Santa Cruz y Villalonga se ponían siempre en la grada más alta, envueltos en sus capas y más parecidos a conspiradores que a estudiantes. Allí pasaban el rato charlando por lo bajo, leyendo novelas, dibujando caricaturas o soplándose recíprocamente la lección cuando el catedrático les preguntaba. Juanito Santa Cruz y Miquis llevaron un día una sartén (no sé si a la clase de Novar o a la de Uribe, que explicaba Metafísica) y frieron un par de huevos. Otras muchas tonterías de este jaez cuenta Villalonga, las cuales no copio por no alargar este relato. Todos ellos, a excepción de Miquis que se murió en el 64 soñando con la gloria de Schiller, metieron infernal bulla en el célebre alboroto de la noche de San Daniel. Hasta el formalito Zalamero se descompuso en aquella ruidosa ocasión, dando pitidos y chillando como un salvaje, con lo cual se ganó dos bofetadas de un guardia veterano, sin más consecuencias.


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Dominio público
1.289 págs. / 1 día, 13 horas, 36 minutos / 4.164 visitas.

Publicado el 12 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

Flor de Santidad

Ramón María del Valle-Inclán


Novela


Primera estancia

Capítulo I

CAMINABA rostro á la venta uno de esos peregrinos que van en romería á todos los santuarios y recorren los caminos salmodiando una historia sombría, forjada con reminiscencias de otras cien, y á propósito para conmover el alma de los montañeses, milagreros y trágicos. Aquel mendicante desgreñado y bizantino, con su esclavina adornada de conchas, y el bordón de los caminantes en la diestra, parecía resucitar la devoción penitente del tiempo antiguo, cuando toda la Cristiandad creyó ver en la celeste altura el Camino de Santiago. ¡Aquella ruta poblada de riesgos y trabajos, que la sandalia del peregrino iba labrando piadosa en el polvo de la tierra!

No estaba la venta situada sobre el camino real, sino en mitad de un descampado donde sólo se erguían algunos pinos desmedrados y secos. El paraje de montaña, en toda sazón austero y silencioso, parecíalo más bajo el cielo encapotado de aquella tarde invernal. Ladraban los perros de la aldea vecina, y como eco simbólico de las borrascas del mundo se oía el retumbar ciclópeo y opaco de un mar costeño muy lejano. Era nueva la venta, y en medio de la sierra adusta y parda, aquel portalón color de sangre y aquellos frisos azules y amarillos de la fachada, ya borrosos por la perenne lluvia del invierno, producían indefinible sensación de antipatía y de terror. La carcomida venta de antaño, incendiada una noche por cierto famoso bandido, impresionaba menos tétricamente.


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Dominio público
63 págs. / 1 hora, 50 minutos / 580 visitas.

Publicado el 30 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Flor de Mayo

Vicente Blasco Ibáñez


Novela


I

Al amanecer cesó la lluvia. Los faroles de gas reflejaban sus inquietas luces en los charcos del adoquinado, rojos como regueros de sangre, y la accidentada línea de tejados comenzaba á dibujarse sobre el fondo ceniciento del espacio.

Eran las cinco. Los vigilantes nocturnos descolgaban sus linternas de las esquinas, y golpeando con fuerza los entumecidos pies se alejaban después de saludar con perezoso ¡bòn día! á las parejas de agentes encapuchados que aguardaban el relevo de las siete.

Á lo lejos, agrandados por la sonoridad del amanecer, desgarraban el silencio los silbidos de los primeros trenes que salían de Valencia. En los campanarios, los esquilones llamaban á la misa del alba, unos con una voz cascada de vieja, otros con inocente balbuceo de niño, y repetido de azotea en azotea vibraba el canto del gallo con su estridente entonación de diana guerrera.

En las calles desiertas y mojadas, despertaban extrañas sonoridades los pasos de los primeros transeuntes. Por las puertas cerradas escapábase, al través de las rendijas, la respiración de todo un pueblo en las últimas delicias de un sueño tranquilo.

Aclarábase el espacio lentamente, como si arriba fuesen rasgándose una por una las innumerables gasas tendidas ante la luz. Penetraba en las encrucijadas, hasta en los últimos rincones, una claridad gris y fría, que sacaba de la sombra los pálidos contornos de la ciudad; y como un esfumado paisaje de linterna mágica con el foco de luz fija lentamente en sus perfiles, aparecían las fachadas mojadas por el aguacero, los tejados brillantes como espejos, los aleros destilando las últimas gotas y los árboles de los paseos, desnudos y escuetos como escobas, sacudiendo el invernal ramaje, con el tronco musgoso destilando humedad.


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Dominio público
173 págs. / 5 horas, 3 minutos / 544 visitas.

Publicado el 19 de abril de 2016 por Edu Robsy.

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