Textos por orden alfabético etiquetados como Novela disponibles | pág. 9

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Doña Milagros

Emilia Pardo Bazán


Novela


Prólogo en el cielo

EL HÉROE.— (Deteniéndose en el umbral de la gloria.) Señor de cielos y tierra, ¿es verdad que voy a entrar en la mansión de los escogidos? Apenas me atrevo a creer tamaña ventura. ¿Cuáles han sido mis merecimientos, Señor, para que te dignes mirar con indulgencia a tu siervo? ¿Yo en la gloria? ¿Yo entre santos, mártires, confesores y vírgenes, tronos, jerarquías, potestades y dominaciones?

VOZ DEL ESPÍRITU DE DIOS.— (Que sale de una ardiente nube.) No estarás entre los santos, ni entre los vírgenes, porque no lo eres. Entre los mártires y confesores bien podrías, pues algún martirio padeciste y algunas veces me confesaste. Si sólo los santos entrasen en el cielo, muy solitaria se hallaría mi mansión. La santidad, como el genio luminoso y la belleza soberana, es patrimonio de pocos. ¿Has imaginado tú que Yo crie, perfeccioné y redimí al género humano para destinarle a condenación eterna, verle retorcerse en el fuego del Purgatorio o aullar en los braseros del Infierno?

EL HÉROE.— (Transportado de alegría.) Señor, es cierto que si pequé, mi corazón no es el de un malvado. Yo deseaba guardar tus mandamientos, aunque no los he guardado siempre, y en Ti he creído y esperado con firmeza. Nunca, aun en medio de las pruebas que te dignaste enviarme, se entregó mi alma a la negra desesperación, ni osó desconfiar de Tu providencia, ni censurar Tu obra, ni renegar del don precioso de la vida que otorgaste a Tus criaturas. No te serví con el celo y fervor que debiera, pero Tú sabes que no he sido impío. Sin embargo, estoy confuso… Nada hice bueno, y algo malo sí… ¡Algo muy malo!…


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220 págs. / 6 horas, 25 minutos / 254 visitas.

Publicado el 8 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

Doña Perfecta

Benito Pérez Galdós


Novela


Capítulo 1. ¡Villahorrenda...!, ¡cinco minutos...!

Cuando el tren mixto descendente, núm. 65 (no es preciso nombrar la línea), se detuvo en la pequeña estación situada entre los kilómetros 171 y 172, casi todos los viajeros de segunda y tercera clase se quedaron durmiendo o bostezando dentro de los coches, porque el frío penetrante de la madrugada no convidaba a pasear por el desamparado andén. El único viajero de primera que en el tren venía bajó apresuradamente, y dirigiéndose a los empleados, preguntoles si aquel era el apeadero de Villahorrenda. (Este nombre, como otros muchos que después se verán, es propiedad del autor.)

—En Villahorrenda estamos —repuso el conductor, cuya voz se confundía con el cacarear de las gallinas que en aquel momento eran subidas al furgón—. Se me había olvidado llamarle a Vd., señor de Rey. Creo que ahí le esperan a Vd. con las caballerías.

—¡Pero hace aquí un frío de tres mil demonios! —dijo el viajero envolviéndose en su manta—. ¿No hay en el apeadero algún sitio dónde descansar y reponerse antes de emprender un viaje a caballo por este país de hielo?

No había concluido de hablar, cuando el conductor, llamado por las apremiantes obligaciones de su oficio, marchose, dejando a nuestro desconocido caballero con la palabra en la boca. Vio este que se acercaba otro empleado con un farol pendiente de la derecha mano, el cual movíase al compás de la marcha, proyectando geométrica serie de ondulaciones luminosas. La luz caía sobre el piso del andén, formando un zig—zag semejante al que describe la lluvia de una regadera.

—¿Hay fonda o dormitorio en la estación de Villahorrenda? —preguntó el viajero al del farol.


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213 págs. / 6 horas, 13 minutos / 3.106 visitas.

Publicado el 12 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

Dos Abordajes

Emilio Salgari


Novela


CAPITULO I. UN CAÑONAZO A TIEMPO

El día 17 de marzo de 1775, una gran parte de la escuadra inglesa, que había permanecido estacionada en aguas de Boston durante el prolongado asedio de esta ciudad por los americanos, se hacía a la vela con rumbo a alta mar, llevando a bordo la extenuada guarnición, compuesta de más de diez mil hombres.

La rendición de la capital de Massachusetts había sido un rudo golpe para el poderío inglés, que hasta entonces había considerado a los americanos como simples partidas de rebeldes, a los que llamaba despectivamente provinciales, sin reconocer que se trataba de verdaderos soldados.

Antes de salir de la ciudad, aquella guarnición, compuesta en su mayor parte de mercenarios alemanes, había saqueado todas las riquezas de los habitantes, llevándose cuanto pudieron encontrar de valor, y habían inutilizado toda la artillería clavándola o arrojándola al mar.

Únicamente habían respetado los almacenes de víveres, que, por otra parte, contenían bien escasas existencias: 2500 medidas de carbón mineral, otras tantas de trigo, 2300 de cebada, 600 de avena y unas 100 orzas de aceite. Reses, ninguna; hacía ya mucho tiempo que la guarnición había empezado a sacrificar los caballos, y apenas si quedaban unos ciento cincuenta de éstos, reducidos al estado de esqueleto.

Dueños los americanos de todas las alturas que dominan la ciudad, en las cuales habían emplazado gran número de cañones de sitio, permitieron a la guarnición salir de la plaza, a condición de respetar dichos almacenes, pues también los sitiadores se hallaban exhaustos de provisiones de boca y hacía varios meses que venían luchando con el hambre.

Mandaba la escuadra el general Howe, almirante improvisado, y se alejaba de las peligrosas aguas de la amplia bahía de Boston para refugiarse en Halifax, que aún permanecía en poder de los ingleses.


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254 págs. / 7 horas, 25 minutos / 511 visitas.

Publicado el 4 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Dos Mujeres

Gertrudis Gómez de Avellaneda


Novela


Prólogo

Si la benévola acogida con que el público de Madrid ha concedido a la novelita intitulada Sab, impusiese solamente a su autora la obligación de presentarle otra obra de más estudio y estudio y profundidad, acaso no se atrevería a dar a la prensa su ensayo en tal difícil género, desconfiando de llenar debidamente aquella obligación. Pero como quiera que no cree menos imperioso el deber de ofrecer a tan indulgente público un testimonio de su gratitud, y no alcanza otro que el de presentarle sus ligeros trabajos, se determina a publicar la presente novela, sin creerse en la precisión de hacer alarde de una falsa modestia, rebajando el mérito que pueda tener, ni menos atribuirle alguno de que acaso carezca.

Dirá únicamente que la presente obrita no pertenece al género histórico descriptivo que inmortalizará el nombre de Walter Scott; ni tampoco a la novela dramática, por decirlo así, de Víctor Hugo. No hay en ella creaciones, tales como el Han de Islandia y Claudio, ni ha intentado la autora desentrañar del secreto del corazón humano el instinto del crimen. Más humilde y menos profunda, se ha limitado a bosquejar caracteres verosímiles y pasiones naturales; y los cuadros que ofrece su novela, si no son siempre lisonjeros, nunca son sangrientos.

A los críticos abandona los defectos numerosos que deben contener estas páginas como obra literaria, y previene cualquiera interpretación ligera o rigurosa que pueda deducirse de su lectura, declarando que ningún objeto moral ni social se ha propuesto al describirlas.


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Dominio público
266 págs. / 7 horas, 46 minutos / 636 visitas.

Publicado el 17 de enero de 2019 por Edu Robsy.

Drácula

Bram Stoker


Novela


I. DEL DIARIO DE JONATHAN HARKER

Bistritz, 3 de mayo. Salí de Münich a las 8:35 de la noche del primero de mayo, llegué a Viena a la mañana siguiente, temprano; debí haber llegado a las seis cuarenta y seis; el tren llevaba una hora de retraso. Budapest parece un lugar maravilloso, a juzgar por lo poco que pude ver de ella desde el tren y por la pequeña caminata que di por sus calles. Temí alejarme mucho de la estación, ya que, como habíamos llegado tarde, saldríamos lo más cerca posible de la hora fijada. La impresión que tuve fue que estábamos saliendo del oeste y entrando al este. Por el más occidental de los espléndidos puentes sobre el Danubio, que aquí es de gran anchura y profundidad, llegamos a los lugares en otro tiempo sujetos al dominio de los turcos.

Salimos con bastante buen tiempo, y era noche cerrada cuando llegamos a Klausenburg, donde pasé la noche en el hotel Royale. En la comida, o mejor dicho, en la cena, comí pollo preparado con pimentón rojo, que estaba muy sabroso, pero que me dio mucha sed. (Recordar obtener la receta para Mina). Le pregunté al camarero y me dijo que se llamaba "paprika hendl", y que, como era un plato nacional, me sería muy fácil obtenerlo en cualquier lugar de los Cárpatos. Descubrí que mis escasos conocimientos del alemán me servían allí de mucho; de hecho, no sé cómo me las habría arreglado sin ellos.

Como dispuse de algún tiempo libre cuando estuve en Londres, visité el British Museum y estudié los libros y mapas de la biblioteca que se referían a Transilvania; se me había ocurrido que un previo conocimiento del país siempre sería de utilidad e importancia para tratar con un noble de la región.


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Dominio público
511 págs. / 14 horas, 55 minutos / 2.171 visitas.

Publicado el 10 de junio de 2016 por Edu Robsy.

Dueño del Mundo

Julio Verne


Novela


I. Un país consternado

La línea de montañas paralela al litoral americano del Atlántico del Norte, la Virginia, la Pensilvania y el Estado de Nueva York, lleva el doble nombre de montes Alleghanys y de montes Apalaches. Está conformada por dos cadenas distintas: al oeste están los montes Cumberland, y al este las Montañas Azules.

Este sistema orográfico, el más importante de esta parte de la América del Norte, se desarrolla en una longitud de 900 millas aproximadamente, o sea, unos 600 kilómetros; no rebasa 6.000 pies de altura media, y su punto culminante está determinado por el monte Washington.

Esta especie de espinazo, cuyas dos extremidades se sumergen, la una en las aguas del Alabama y la otra en las del Saint Laurent, no solicita especialmente la visita de los alpinistas. Su arista superior no se perfila en las altas zonas de la atmósfera; así es que no ejerce la poderosa atracción de las soberbias cimas del antiguo y del nuevo mundo. Sin embargo, existe un punto en esta cadena al que los turistas no hubiesen podido llegar, pues es por decirlo así, inaccesible.

Pero aunque hasta entonces hubiese sido desdeñado por los ascensionistas, el Great― Eyry no iba a tardar en provocar la atención y aún la intranquilidad públicas, por razones muy particulares, que debo dar a conocer en los comienzos de esta historia.


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Dominio público
132 págs. / 3 horas, 52 minutos / 2.162 visitas.

Publicado el 29 de agosto de 2019 por Edu Robsy.

Dulce Nombre

Concha Espina


Novela


PRIMERA PARTE

I. EL MOLINO DEL ANSAR

—Oye, molinero!

Volvióse a escuchar Martín Rostrío.

—¿Qué hay?

—Necesito hablarte.

Como era don Ignacio Malgor el que le llamaba, y con acento un poco extraño, el molinero acabó de erguirse sobre el cimadal.

—Cuando quieras.

—¿Dónde?

—Pues... aquí.

—No vamos a entendernos con este ruido.

Observó Martín un instante al indiano, presintiendo algo insólito en la conferencia. Vigiló con mirada solícita el local, y preguntó:

—¿Es un asunto largo?

—Según...

Una mujer, sosegada y madura, teje su calceta a un extremo del salón, sentada en un celemín puesto del revés. A pocos pasos de ella, una joven, niña por las trazas, endeble y menuda, se apoya en el muro, obstinada en mirar cómo surte la harina amarillenta desde el estrangol hasta el cesto de bañías, hondo y reluciente, a medio colmar.

—Poco tienes que decir, Tomasa—pronuncia la tejedora:

—Poco... ¿y usted?

—Yo, menos, hija; pero... no falta quien platique.

—No.

Se vuelven a un tiempo hacia los dos hombres acodados sobre el derrame de una ventana, en íntima conversación, lo más lejos posible de las muelas.

—Se me hace—insinúa la moza con un gesto elocuente—que están apalabrando a Dulce Nombre.

—Mujer, ¿tan de súpito?

—¡Vaya!

—Pero, ¿de verdad la quiere «éste»?

—Así dicen.

—¿Con buen fin?

—Ya lo veremos.

—¿Y Manuel Jesús?

Se encoge Tomasa de hombros; por su semblante desgraciado y turbio pasa un temblor arisco.

—¡Qué sé yo!


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119 págs. / 3 horas, 29 minutos / 462 visitas.

Publicado el 2 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

Dulce Sueño

Emilia Pardo Bazán


Novela


Capítulo 1. Escuchad

Fuera, llueve: lluvia blanda, primaveral. No es tristeza lo que fluye del cielo; antes bien, la hilaridad de un juego de aguas pulverizándose con refrescante goteo menudo. Dentro, en la paz de una velada de pueblo tranquilo, se intensifica la sensación de calmoso bienestar, de tiempo sobrante, bajo la luz de la lámpara, que proyecta sobre el hule de la mesa un redondel anaranjado.

La claridad da de lleno en un objeto maravilloso. Es una placa cuadrilonga de unos diez centímetros de altura. En relieve, campea destacándose una figurita de mujer, ataviada con elegancia fastuosa, a la moda del siglo XV. Cara y manos son de esmalte; el ropaje, de oros cincelados y también esmaltados, se incrusta de minúsculas gemas, de pedrería refulgente y diminuta como puntas de alfiler. En la túnica, traslucen con vítreo reflejo los carmesíes; en el manto, los verdes de esmaragdita. Tendido el cabello color de miel por los hombros, rodea la cabeza diadema de diamantillos, sólo visibles por la chispa de luz que lanzan. La mano derecha de la figurita descansa en una rueda de oro obscuro, erizada de puntas, como el lomo de un pez de aletas erectas. Detrás, una arquitectura de finísimas columnas y capitelicos áureos.

En sillones forrados de yute desteñido, ocupan puesto alrededor de la mesa tres personas. Una mujer, joven, pelinegra, envuelta en el crespón inglés de los lutos rigurosos. Un vejezuelo vivaracho, seco como una nuez. Un sacerdote cincuentón, relleno, con sotana de mucho reluz, tersa sobre el esternón bombeado.

—¿Leo o no la historia? —urge el eclesiástico, agitando un rollo de papel.

—La patraña —critica el seglar.

—La leyenda —corrige la enlutada—. Cuanto antes, señor magistral. Deseando estoy saber algo de mi patrona.


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215 págs. / 6 horas, 17 minutos / 275 visitas.

Publicado el 8 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

Dulce y Sabrosa

Jacinto Octavio Picón


Novela


Advertencia para esta edición

Si creyera que el publicar un escritor sus obras completas implica falta de modestia, no reimprimiría las mías. Lo hago porque están casi todas agotadas; pensando que es deber de padre no consentir que mueran sus hijos, aunque no sean tan buenos ni tan hermosos como él quiso engendrarlos; y también porque considero que el hombre tiene derecho a despedirse de la juventud recordando lo que durante ella hizo honradamente y con amor.

Otra disculpa pienso que atenúa mi atrevimiento. Porque ser partidario del arte por el arte, y yo lo soy muy convencido, no puede amenguar ni estorbar, aun cultivando esta que se llama amena literatura, el entusiasmo por ideas de distinta índole; las cuales unas veces veladamente se transparentan y otras ostensiblemente se muestran en la labor de cada uno; pues no es posible, y menos en nuestra época, que el literato y el artista sientan y piensen ajenos al ambiente que respiran. Quien carece de fuerzas para conquistar la costosa gloria de adelantarse a su tiempo, tenga la persistente virtud de servirle: así lo he pretendido; mas él ha caminado tan deprisa, que hoy acaso parezcamos tímidos los que ayer fuimos osados. De éstos quise ser: de los que al estudiar lo pasado y observar lo presente procuran preparar lo porvenir y se esperanzan con ello. Por eso rindo tributo de constancia y firmeza a las ideas de mi juventud, algunas hoy tan combatidas, reuniendo estos pobres libros, sin que me arredre el recuerdo de cómo unos fueron censurados, ni espere que retoñe la benevolencia con que otros fueron alabados. Discurro al igual de aquel gran prosista que decía: «No es temor, como no es vanidad».

Bien quisiera, lector, que pensáramos a dúo y que mi conciencia hallase siempre eco en la tuya: si por torpe desespero de lograrlo, por sincero creo merecerlo.


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Dominio público
271 págs. / 7 horas, 55 minutos / 212 visitas.

Publicado el 16 de abril de 2019 por Edu Robsy.

Eduardo Libre No Irá al Paraíso

Arturo Robsy


Novela, Cuento


Aviso primordial— Se cuentan como langostas los lectores de «CÓMO SER UN SINVERGÜENZA CON LAS SEÑORAS», que se escribió como burla hacia los relatos de amor en general y hacia los de color subido en particular. Su extraordinaria difusión en la red me abrumó, sobre todo al ver que una página porno tenía la obra entre sus relatos preferidos.

Pero el público es el público y, puesto que mi humor sigue zumbón respecto de los amoríos, aquí está este libro que burla sobre los sentimientos, ya satisfechos, ya heridos. Puede distribuirse libremente por la red, entero o por capítulos, pero no debe cambiarse el texto ni hacer con este escrito ninguna actividad comercial.

PRIMERA PARTE

1. EL TELÓN DE SEDA

Inés y Eduardo llevaban unos meses saliendo juntos a plena satisfacción. Habían superado cuantas fases del galanteo se les presentaron y alcanzado ese punto de intimidad —irrepetible después— que permite al hombre soltar las manos en cualquier momento y hacer diabluras con ellas mientras la mujer, todo lo más, sonríe pacientemente.

Ambos eran adultos y habían disfrutado descubriendo sus muchas diferencias, si bien ni el uno ni la otra sospechaban que eran muchas más de las que se ven a simple vista. Desconocían lo que puede llamarse el telón de seda o el telón de espuma de afeitar.

Gracias a estar en ese momento de oro del galanteo, no siempre sabían qué mano era la suya ni exactamente dónde la metían. Tampoco era que se preocuparan mucho de averiguarlo cuando estaban en la intimidad.

El, más osado, a veces actuaba a la intemperie, en paseos públicos y en playas. Caricias furtivas, dirían algunos; besos apresurados, opinarían otros, pero Eduardo lo que hacía en realidad era meterle mano a Inés al primer descuido. Tanto como podía.


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Licencia limitada
163 págs. / 4 horas, 45 minutos / 134 visitas.

Publicado el 8 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

7891011